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Subjetividad, biopolítica y educación: Una lectura desde el dispositivo
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Subjetividad, biopolítica y educación: Una lectura desde el dispositivo

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Subjetividad, biopolítica y educación: una lectura desde el dispositivo es un libro cuya estructura ha sido definida en cinco capítulos y un colorario, articulados a través del pensamiento denominado por algunos posestructuralista. Se constituye en un esfuerzo por hacer visibles aspectos teóricos del dispositivo como concepto, y propone asumirlo como un elemento metodológico que, por un lado, permite analizar lo social desde un referente crítico y reflexivo y, por el otro, reconoce la historicidad del sujeto. En este sentido, se evidencia la condición actual del mundo ante la constitución de subjetividades, y como resultado de ello, se develan nuevos interrogantes. Este libro es el resultado de las investigaciones ''Análisis de los discursos gubernamentales en educación superior como lugar de producción de la subjetividad actual, 1991-2005", realizada en el 2009; "Universidad colombiana y sociedad del conocimiento", adelantada en el marco del doctorado en Ciencias Sociales y Humanas de la Pontificia Universidad Javeriana en el periodo 2011-2014, y "Dispositivos de producción de subjetividades juveniles universitarias", adelantada en el Departamento de Formación Lasallista de la Universidad de La Salle, periodo 2012-2014.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento4 nov 2018
ISBN9789588844541
Subjetividad, biopolítica y educación: Una lectura desde el dispositivo

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    Subjetividad, biopolítica y educación - Jorge Eliécer Martínez Posada

    pensarse.

    Este apartado corresponde a un ejercicio de compilación teórica sobre el dispositivo como concepto. En él se visibilizan algunos puntos de convergencia entre diferentes autores, con la finalidad de comprender otra forma de lectura o análisis de la realidad, al asumir el dispositivo como elemento metodológico.

    Por excelencia, se reconoce el referente teórico aportado por Foucault, para quien el dispositivo es la red que puede establecerse entre un conjunto heterogéneo de elementos, tales como discursos, instituciones, reglamentos, leyes, medidas administrativas, enunciados científicos, proposiciones filosóficas y morales. Todos ellos tienen siempre una función estratégica concreta y se inscriben en una relación de poder.

    En este sentido, se ha planteado que el dispositivo implica la existencia de relaciones entre instituciones, prácticas sociales y modos de gobernar, que buscan determinar las formas de ser, hacer y conocer el sujeto en un momento histórico determinado, constituyéndose así en acontecimiento. Se puede afirmar, entonces, que el dispositivo es un modo de constituir subjetividades. En palabras de García (2011), el dispositivo puede comprenderse del siguiente modo:

    Red de relaciones entre instituciones, sistemas de normas, formas de comportamiento, procesos económicos, sociales, técnicos y tipos de clasificación de sujetos, objetos y relaciones entre estos, un juego de relaciones discursivas y no discursivas, de regularidades que rigen una dispersión cuyo soporte son prácticas. Por eso, no es exacto decir que los dispositivos capturan individuos en su red, sino que producen sujetos que como tal quedan sujetados a determinados efectos de saber/poder (p. 2).

    Por tanto, este primer capítulo se convierte en una invitación para profundizar en el concepto de dispositivo, y a partir de este, establecer un escenario de lectura crítica que permita comprender que él es un régimen social que produce subjetividades e implica la mediación de relaciones de saber.

    EL DISPOSITIVO DESDE EL SABER-PODER

    Llamo dispositivo a todo aquello que tiene,de una manera u otra, la capacidad de capturar, orientar, determinar, interceptar, modelar, controlar y asegurar los gestos, las conductas, las opiniones y los discursos de los seres vivos.

    Agamben (2011)

    Iniciar una presentación sobre el dispositivo como concepto implica su comprensión como verdad ¹ que se posiciona en los sujetos y que da cuenta de una relación entre saber y poder. De esta manera, el dispositivo adquiere significado y se ve permeado por una serie de relaciones derivadas de la posición de los sujetos en un determinado espacio. Del mismo modo, el dispositivo puede ser concebido como un medio a través del cual los sujetos son organizados y sancionados, con una correspondencia presente entre el saber y el poder que se hace visible en las acciones de los sujetos y, además, en la constitución del cuerpo refleja la creación de condiciones de subjetivación.

    Así, a partir de la historicidad del concepto, se observa que existe una relación con la episteme como un saber que existe antes de todo, un saber ligado a la visión de sistema y estructura. Allí, el dispositivo es definido por un criterio de posición, cuyo significado se deriva explícitamente de su posición relativa dentro del conjunto (Moro, 2003, p. 33). Dicha posición puede hacer referencia al lugar que se ocupa en una serie de relaciones y que conduce a una verdad que se convierte en poder cuando los sujetos la apropian.

    El dispositivo es una red que se establece entre los discursos, es una función estratégica y dominante que está inscrita en un juego de poder. Es también algo más general que la episteme, entendiendo esta como una plataforma o una capa de pensamiento donde se encuentran formaciones discursivas (enunciados, archivos) que permiten que la disciplina se establezca como un dispositivo que los hombres hacen en su relación social (en la escuela es bastante utilizado por su naturaleza discursiva). Según lo anterior, el dispositivo es más general que la episteme, y esta queda convertida como un dispositivo del discurso que separa lo calificable de lo incalificable.

    La episteme es el campo de la arqueología en una concepción abierta desde la perspectiva foucaultiana. En su libro Vocabulario de Foucault, Castro (2004) afirma que a medida que Foucault se interesa por las cuestiones del poder y de la ética, el concepto de episteme será reemplazado, como objeto de análisis, por el de dispositivo y, finalmente, por el de práctica. El dispositivo es más general que la episteme; esta es solo un dispositivo específicamente discursivo, un dispositivo que permite separar lo incalificable científicamente de lo calificable, no lo falso de lo verdadero (Castro, 2004, p. 67).

    En este sentido, y a partir de las reflexiones hechas por Foucault, surge un importante planteamiento de Moro (2003), cuando afirma que la episteme y el dispositivo presentan coincidencias, dado que los dos refieren distancias, diferencias y oposiciones dentro de sus múltiples discursos.

    De esta manera, se articula el planteamiento de Deleuze (1990) al proponer cuatro líneas que componen el dispositivo: 1) la visibilidad de una intención; 2) el establecimiento de discursos, saberes, verdades; 3) la ocupación de un espacio y la regulación de las relaciones, y 4) las llamadas líneas de fuga, que se escapan a las anteriores líneas, como formas de poder y procesos de subjetivación. Este último componente permite visibilizar otra característica existente en el dispositivo: desde el poder también se generan formas de resistencia y transposiciones de los sujetos frente a un régimen de verdad.

    Un primer referente a partir del cual se propone desarrollar la idea de que el dispositivo permite hacer análisis de lo social se encuentra en García (2011), quien expone el desarrollo teórico que han realizado Foucault, Deleuze y Agamben en torno a dicho concepto. Derivado de ello, García (2011) aborda una discusión centrada en las siguientes preguntas: ¿qué tipo de sujeto se constituye como efecto de saber-poder? ¿Se trata de un autómata fabricado según un estándar maquínico de producción? Adicionalmente, permite reconocer los tipos de dispositivo existentes y la manera como se configura la subjetividad a partir de este.

    Para dar inicio al desarrollo de este escrito, puede rastrearse la perspectiva foucaultiana explícita en una entrevista de 1977. Precisamente, en este evento se abordó la problematización del dispositivo como concepto a partir de tres niveles que orientan su comprensión. En un primer nivel, el dispositivo es entendido fundamentalmente como red, ya que enmarca las relaciones o los vínculos entre elementos heterogéneos, tales como discursos, instituciones, instalaciones arquitectónicas, leyes, medidas y enunciados científicos. El segundo nivel se encuentra en la naturaleza de dicha red, que permite justificar u ocultar una práctica. Finalmente, se encuentra el nivel del acontecimiento ² histórico , que como respuesta a una urgencia, posibilita el dispositivo.

    La importancia del dispositivo se instala en el momento en que dichos discursos, instituciones, construcciones arquitectónicas, reglamentos, leyes, enunciados científicos, proposiciones filosóficas y todo tipo de situaciones permiten el control del individuo; pero, además, se encuentra en que el dispositivo es entendido como una especie de formación que surge en un momento histórico dado a partir del acontecimiento.

    En este orden de ideas, resulta pertinente reconocer la conceptualización que García (2011) hace sobre el dispositivo:

    El término dispositivo en ocasiones es utilizado como un concepto general en tanto hace referencia a la red de relaciones que existen entre sus elementos y en otras para hacer referencia a los elementos en sí mismos, instituciones (cárcel, fábrica, escuela, hospital, entre otras), disposiciones arquitectónicas (panóptico), discursos, procedimientos, reglamentos, artefactos o formas de subjetividad (por ejemplo, el dispositivo de la sexualidad) (p. 2).

    Lo que queda claro, entonces, es que un dispositivo no se reduce exclusivamente a prácticas discursivas, sino que también incluye prácticas no-discursivas. Allí, la relación, asociación, interrelación o articulación entre estas prácticas resulta un requisito indispensable:

    Para Foucault, los discursos se hacen prácticas por la captura o pasaje de los individuos, a lo largo de su vida, por los dispositivos, produciendo formas de subjetividad; los dispositivos constituirían a los sujetos inscribiendo en sus cuerpos un modo y una forma de ser (García, 2011).

    Lo anterior se explica por cuanto los dispositivos inscriben en los cuerpos un conjunto de praxis, saberes e instituciones cuyo principal objetivo es gobernar, controlar, orientar, dar un sentido que se supone útil a los comportamientos, gestos y pensamientos de los individuos. Ello amplía los términos que están relacionados con la palabra dispositivo, más allá de la institución. De igual manera, lo que define al dispositivo es la relación o red de saber-poder, situada histórica, espacial y temporalmente. Un ejemplo de esto es el panóptico o el panoptismo, definido por Foucault así:

    El principio general de una nueva anatomía política cuyo objeto y fin no es la relación de soberanía sino las relaciones de disciplinas. […] Se puede, entonces, hablar en total de la formación de una sociedad disciplinaria en este movimiento que va de las disciplinas cerradas, especie de cuarentena social, hasta el mecanismo generalizable del panoptismo (García, 2011, p. 12).

    Para Díaz (2005), en su libro La filosofía de Michel Foucault, las relaciones de poder comprenden acciones sobre acciones caracterizadas por la capacidad de unos para poder conducir las acciones de otros. En este contexto es indispensable la libertad de los participantes para generar diagramas de agenciamiento o dispositivos, ya que la lucha agónica, pasando a través de dominados y dominantes, es, a su vez, una estrategia de producción.

    Al respecto, Castro (2004) menciona que el dispositivo es un objeto de la descripción genealógica, y aclara que posteriormente Foucault hará referencia a los dispositivos de saber, sexualidad, alianza, subjetividad y verdad. Es así como en la red de relaciones que conforman el dispositivo está implicada una forma determinada de ejercicio del poder y de configuración del saber que hace posible determinados efectos de verdad y realidad.

    De esta forma, la propuesta de Deleuze (1990) se centra en que el dispositivo es una máquina para hacer ver y hacer hablar, que funciona en determinados regímenes históricos de enunciación y visibilidad (citado en García, 2011). Estos regímenes distribuyen lo visible y lo invisible, lo enunciable y lo no enunciable, al hacer nacer o desaparecer un discurso o una práctica que, de tal forma, no existirían fuera de ellos. La inteligibilidad de un dispositivo en función de su inscripción en un determinado régimen u orden que hay que reproducir se relaciona con la noción de relaciones sociales de saber-poder. En esa medida, un dispositivo, para Deleuze (1990), implica fuerzas que van de un punto singular al otro, formando una trama, una red de poder, saber y

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