En un artículo publicado en 1978 (Homeokinetics: A physical Science for Complex Systems, Science, nº 4356), los físicos Arthur Iberall y Harry Soodak pusieron las bases de lo que se conoce como homeocinética, una rama de la física, pionera por aquel entonces, que se encargaría de estudiar los sistemas autoorganizados (como es el caso de la vida, pero también de la sociedad y de las civilizaciones) desde el punto de vista de la física.
Fue el primero de ellos, Arthur Iberall, quien llevó más lejos el desarrollo de esta nueva disciplina científica al proponer en trabajos posteriores () una similitud entre los tres estados de la materia (sólido, líquido y gaseoso) y los diferentes estados en los que la humanidad se ha configurado socialmente. Partiendo de la analogía entre los seres humanos y los átomos de un gas, el estado gaseoso —simplificando un tanto las cosas— correspondería a los grupos dispersos del paleolítico, el líquido al nomadismo de las estepas mongolas, y el sólido al de los asentamientos urbanos. El tránsito de un estado social a otro, como en el caso de los estados de la materia en la física, no ocurriría de manera continua sino a través de los llamados cambios de fase, de catástrofes (siguiendo la terminología de René Thom) o procesos emergentes. Como con posterioridad ha anotado el filósofo Manuel de Landa en , dichos cambios de fase pueden ser reversibles, carentes por tanto de