Nosotros que nos queremos tanto: Estado, modernización y separatismo: una interpretación del proceso boliviano
Por Antonio Mitre
5/5
()
Información de este libro electrónico
Este estudio busca verificar las posibilidades de que este curso pueda ser modificado con el auge de movimientos étnicos regionalistas en algunos países del continente. Las conclusiones se fundamentan en el análisis de la experiencia boliviana, en donde estos fenómenos se proyectan con particular intensidad y dramatismo.
Relacionado con Nosotros que nos queremos tanto
Libros electrónicos relacionados
Regímenes de alteridad.: Estados-nación y alteridades indígenas en América Latina, 1810-1950 Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl asedio a la libertad: Abolición y posabolición de la esclavitud en el Cono Sur Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMito y realidad de la cultura política latinoamericana: debates en IberoIdeas Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesBicentenario (s…) latinoamericanos: Actuel Marx Nº10. Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa razón democrática y su experiencia: temas, presente y perspectivas Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesUn golpe decisivo: La dictadura de 1943 y el lugar de Juan Domingo Perón Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLos amerindios en la narrativa occidental Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesHacer política: la participación popular en el siglo XIX rioplatense Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMovimientos sociales y ciudadanía. reflexiones con ocasión de la visita de michel wieviorka Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa izquierda peronista: transitando los bordes de la revolución : 1955-1974 Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesPoder y distinción colonial: las fiestas del virrey presente y el rey ausente Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesUna historia densa de la anarquía posindependiente: La violencia política desde la perspectiva del pueblo en armas (Buenos Aires-México, 1820) Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesResumen de Argentina: la Crisis del Estado Populista: RESÚMENES UNIVERSITARIOS Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesDemocracias en busca de estado: Ensayos sobre América Latina Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones¡Usted es comunista!: clase, cultura y política en la Argentina contemporánea Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesResumen de El Faro del fin del Mundo. La Crisis Argentina de 2001 de Waldo Ansaldi: RESÚMENES UNIVERSITARIOS Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesDictadura, represión y sociedad en Rosario, 1976-1983: Un estudio sobre la represión y los comportamientos y actitudes sociales en dictadura Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesTras la guerra, la tempestad: Reformismo borbónico, liberalismo doceañista y federalismo revolucionario en México (1780-1835) Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesDescentrando el populismo: Peronismo en Argentina, gaitanismo en Colombia y lo perdurable de sus identidades políticas Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMariquita Sánchez: Bajo el signo de la revolución Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl complot patagónico: Nación, conspiracionismo y violencia en el sur de Argentina y Chile siglos XIX y XX Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl mundo del trabajo en la Argentina 1935-1955: La Siam Di Tella: productivismo, educación y resistencia obrera Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesRelatos de vida, conceptos de nación: Reino Unido, Francia, España y Portugal (1780-1840) Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesHigiene, salud y ambiente en perspectiva histórica:: Cali a comienzos del siglo XX Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesResumen de Los Hilos Sociales del Poder: RESÚMENES UNIVERSITARIOS Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesContrabando, poder y color en los albores de la República: Nueva Granada, 1822-1824 Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLos tiempos de la democracia: Conceptos, identidades y debates políticos durante el primer peronismo 1943-1955 Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesIndia, Brasil y Sudáfrica: El impacto de las nuevas potencias regionales Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesAutodeterminación y secesión Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones
Política para usted
El poder: Un estratega lee a Maquiavelo Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Resumen de Las 48 Leyes del Poder, de Robert Greene Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Cómo Invertir En El Mercado De Valores Para Principiantes Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Literatura infantil Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La Política Calificación: 4 de 5 estrellas4/51984 Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La batalla cultural: Reflexiones críticas para una Nueva Derecha Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Lo que pasó Calificación: 3 de 5 estrellas3/5La gran adicción Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Toda la verdad sobre el COVID-19: La historia detrás del gran reinicio, los pasaportes de vacunación y la nueva normalidad Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Illuminati: los amos que controlan el mundo Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El Manifiesto comunista Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Los cárteles no existen: Narcotráfico y cultura en México Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Historia de la corrupción en el Perú. Tercera edición Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Psicología de las masas Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Las venas abiertas de América Latina Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El arribista del poder: La historia no publicitaria de Massa Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Trastornos de la alimentación Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Dignos de ser humanos: Una nueva perspectiva histórica de la humanidad Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La experiencia de leer Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Los doce apóstoles de la economía peruana: Una mirada social a los grupos de poder limeños y provincianos Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La rebelión de las masas Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Las 50 leyes del poder en El Padrino Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Cambie su mundo: Todos pueden marcar una diferencia sin importar dónde estén Calificación: 5 de 5 estrellas5/52030: Cómo las tendencias actuales darán forma a un nuevo mundo Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Teorías de Conspiración que han Impactado al Mundo: Descubre las Teorías Conspirativas que más han Hecho Dudar a la Humanidad Calificación: 3 de 5 estrellas3/5La enfermedad de escribir Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La ley de Parkinson: Aprovechar el tiempo y los efectivos disponibles Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Confesión Calificación: 5 de 5 estrellas5/5
Categorías relacionadas
Comentarios para Nosotros que nos queremos tanto
1 clasificación0 comentarios
Vista previa del libro
Nosotros que nos queremos tanto - Antonio Mitre
Antonio Mitre
Nosotros que nos queremos tanto
Estado, modernización y separatismo:
una interpretación del proceso boliviano
LOM PALABRA DE LA LENGUA YÁMANA QUE SIGNIFICA SOL
© LOM Ediciones
Primera edición, 2010
ISBN: 978-956-00-0162-7
Diseño, Composición y Diagramación
LOM Ediciones. Concha y Toro 23, Santiago
Fono: (56-2) 2 860 6800
www.lom.cl
lom@lom.cl
A mi querido amigo Manolo Molina Pablos.
I. Las dos caras del Estado
El presente ensayo parte de la constatación de una paradoja en la trayectoria política de los países latinoamericanos y, a base de ella, discurre sobre un tema presente en la escena contemporánea.¹ La paradoja se refiere a que los Estados de la región, a pesar de su frágil estructura interna, acusan notable continuidad en el tiempo y, salvo raras excepciones, no experimentaron fracturas territoriales provocadas por conflictos raciales, guerras civiles o internacionales que hayan derivado en la formación de nuevas soberanías o en la extinción de las ya existentes. La pregunta que se plantea es si ese curso podrá ser modificado actualmente, en virtud de la ascensión de movimientos étnicos y regionalistas que se verifica en algunos países del continente. El análisis se concentra en Bolivia, donde tales procesos se han presentado con particular intensidad y dramatismo en las últimas décadas.²
Observando el itinerario de los países latinoamericanos, desde su formación hasta los días de hoy, sorprende la relativa continuidad del cuadro estatal configurado en el siglo XIX –fenómeno que no solo contrasta con la fragilidad de sus fundamentos internos, sino también con lo que se observa en Europa y otros continentes, donde procesos separatistas y nacionalistas de variada índole obligan a rehacer periódicamente el mapa político. En la región americana, en cambio, si bien ocurrieron frecuentes desplazamientos de fronteras, con transferencias, forzadas o negociadas, de franjas territoriales de un Estado a otro, los enfrentamientos provocados por conflictos internacionales, guerras civiles, levantamientos indígenas o movimientos regionalistas no redundaron en la extinción de soberanías ya constituidas ni en la emergencia de nuevas entidades políticas.³ Aun en la experiencia más catastrófica –la de Colombia–, donde grupos armados controlan hace décadas considerables parcelas del territorio nacional, el proceso no se anunció como una guerra de secesión durante su antigua fase política, ni lo hace hoy cuando otros desvaríos y motivaciones lo llevan por rumbos nada altruistas. De todas formas, no hubo ni hay, por parte de los que desafían al Estado colombiano, el propósito de fragmentar la base territorial del país para la formación de una nueva soberanía. Al contrario, en la Agenda Común
, acordada entre el gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), se estipuló expresamente que, en la búsqueda de una solución política al conflicto, se conservaría la unidad nacional
.⁴
En la investigación de las causas responsables por el fenómeno en cuestión, algunas pistas se revelan promisorias. En primer lugar, el tiempo de existencia del orden estatal es una variable importante que incrementa las chances de adhesión tácita por parte de las poblaciones a una instancia superior de autoridad dentro de territorios delimitados política y administrativamente. En esa línea, cabe recordar que, desde épocas precolombinas y a lo largo de los tres siglos coloniales, la dominación estatal fue una experiencia constante, tanto en el espacio mesoamericano como andino. Y aun cuando se considera tan sólo el período republicano, América Latina aparece como una región relativamente veterana en el sistema de Estados moderno. En efecto, consolidado el proceso de Independencia, alrededor de 1840, la densidad estatal de la región situada al sur del Río Bravo, todavía sin Cuba y Panamá, ya era una de las mayores del planeta, alojando 17 de las aproximadamente 39 o 40 soberanías que hacían parte de la comunidad internacional
de aquella época. Es significativo, en tal sentido, el hecho de que Bolívar y M. de Pradt hubieran conseguido vaticinar, con bastante exactitud y mucho antes de que concluyeran las guerras de liberación, el número de repúblicas que aflorarían de la matriz colonial –lo cual revela hasta qué punto las jurisdicciones e instituciones de entonces demarcaban espacios políticos y administrativos distintos, así como, en alguna medida, identidades socioculturales.⁵ Éstas, ligadas formalmente por el cemento de las leyes, la religión y la lengua, se fueron diferenciando, a lo largo del tiempo, por la acción del medio físico y la forma singular en que se amalgamó el substrato precolombino característico de cada zona con los elementos ibéricos y africanos. Al comenzar el siglo XIX, la solera de las patrias chicas era de tal densidad que el Libertador y su colaborador más fiel, Antonio José de Sucre, no demorarían en descubrir, in situ, la resistencia de las mismas a formar parte de grandes entidades confederadas y, más aún, a fundirse en proyectos de unidad continental.⁶ Bajo ese ángulo, la formación de las nuevas soberanías no dejaba de ser una fractura de dos Estados imperiales, ambos socios-fundadores del club de Westfalia. La fragmentación seguramente no fue mayor porque, entre las más recientes ofertas de la vitrina institucional de la época, se exhibían, en la orla europea, un modelo de Estado moderno de inspiración montesquiana que promocionaba un orden cosmopolita, y en la otra banda, el influjo, desde Estados Unidos, de un formato constitucional –el federalismo– capaz de alojar expectativas de autonomía, latentes e intensas en algunas provincias de gran extensión territorial, sin mella del cariz republicano que terminaron por adoptar todos los países hispanoamericanos. En el trazado de la división política, la cual ciertamente no coincidía con los contornos de las naciones o pueblos indígenas, jugó un papel instrumental la intelligentsia formada alrededor de las 23 universidades establecidas en la época colonial, es decir, al menos un alma mater en prácticamente todas las unidades administrativas que posteriormente se transformaron en países independientes
⁷ –prenuncio del sitial que seguirán ocupando los letrados en la pirámide del poder político.
Acoplado a esa trayectoria subyace un fenómeno igualmente longevo que, no obstante se muestre como el reverso de la unidad estatal, es en realidad una clave para entenderla. Me refiero a la vigencia de un pacto tácito, de antigua cepa, que exigió de las poblaciones indígenas conquistadas o, mejor, de sus jefes, el reconocimiento del derecho del Estado imperial a cobrar tributos y prestación de servicios, y de éste, la disposición de no intervenir directamente en la organización interna de las comunidades ni en la constitución de sus autoridades.⁸ La misma configuración dicotómica se prolonga hasta bien entrado el siglo XX, y se acentúa allí donde la estructura de castas, heredada de la colonia, profundiza el foso social, impidiendo, por un lado, que los miembros de pueblos indígenas participen en la república criolla
y, por otro, que las clases gobernantes del país ejerzan dominio político sobre los habitantes de la república de indios
. Acreciéntese a ello la orientación centrífuga de las oligarquías latinoamericanas, las cuales, constituidas por lazos de parentesco en extensas redes familiares, tendían a conectarse e identificarse, a la manera de las monarquías transnacionales, mucho más con el mundo exterior que con la realidad social circundante, de la cual, no obstante, dependían social y económicamente.⁹ El extrañamiento de la clase dirigente en Estados de fuerte composición indígena era de tal magnitud que parecía "como si el blanco viviera sólo provisionalmente en el país, su colonia, anhelando regresar a Europa, su verdadera patria espiritual".¹⁰ Temprano comprendió Bolívar la condición agónica del criollaje y ningún asombro fue más raigal que el suyo ante la insólita sensación de no haber nacido aun y ya saberse fuera de lugar:
…nosotros que apenas conservamos vestigios de lo que en otros tiempos fue, y que por otra parte no somos indios ni europeos, sino una especie media entre los legítimos propietarios del país y los usurpadores españoles: en suma, siendo nosotros americanos por nacimiento y nuestros derechos los de Europa, tenemos que disputar éstos a los del país, y que mantenernos en él contra la