La relación entre la nación y la migración mexicana en el extranjero ha sido una historia cargada más hacia la incomprensión y exclusiones, que a la inclusión y fraternal vínculo. Pese a que la migración mexicana ha mantenido poderosos lazos de solidaridad y generosidad excepcionales, de “aquí para allá” han perdurado actitudes rudas y escaso reconocimiento, salvo que se trate de las remesas que, en ese caso, hasta el gobierno intenta colgarse el mérito como si fuera propio.
Son muchos los escenarios donde la relación entre migración y política pública encuentra aristas tensas, cargadas de prejuicios y de modos excluyentes e injustos.