LA CORONA Y LOS PARTIDOS
Antonio Papell
Almuzara, 544 pp., 29 €
Desde hace unos años, la Corona está en el punto de mira. La institución, rescatada arbitrariamente por Franco como desenlace del régimen autoritario, fue la herramienta principal de un tránsito complejo y singular en que el monarca designado se puso a la cabeza del cambio y logró aunar fuerzas para erigir un nuevo sistema constitucional semejante a los modelos europeos.
Tras un proceso de ruptura pactada, el nuevo monarca, Juan Carlos I, mantuvo un protagonismo expansivo, que contribuyó al éxito de España tras una etapa negra y vergonzante. Por desgracia, el rey, que brilló en política, no estuvo personalmente a la altura de su responsabilidad, y comenzó un declive que, superpuesto a las grandes crisis de la globalización, los partidos tuvieron que gestionar hasta su abdicación. Tras aquella decadencia, Felipe VI hubo de acceder al trono en circunstancias muy difíciles y ha debido adoptar medidas para recuperar el prestigio que Juan Carlos dilapidó.
¿Pero cómo ha sido el vínculo entre la esencia simbólica de un país y el juego de partidos que pugnan en el proceso democrático? El relato de esta dualidad es el que el lector encontrará en este libro. Su autor, Antonio Papell, es ingeniero, escritor y periodista. Por cortesía de editorial Almuzara, les ofrecemos un fragmento.
EL REY JUAN CARLOS Y LA VERTEBRACIÓN DE ESPAÑA
Ortega y Gasset, en su España invertebrada [35], afirma, citando el Imperio Romano y la gigantesca obra de Mommsen, «que los estados se forman mediante un proceso incorporativo gradual. Es falso —escribe— suponer que la unidad nacional se funda en la unidad de sangre, y viceversa. La diferencia racial, lejos de excluir la incorporación histórica, subraya lo que hay de específico en la génesis de todo gran estado».
Los estadios del proceso incorporativo —continúa diciendo—forman, pues, una admirable línea ascendente: Roma inicial, Roma doble, federación latina, unidad italiota, Imperio colonial.