MONARQUÍAS EN EL SIGLO XXI SU PAPEL EN LA UNIÓN EUROPEA
LARGO HA SIDO EL RECORRIDO DEL VIEJO CONTINENTE DESDE ENTONCES, Y MUCHAS LAS VICISITUDES QUE LA UNIÓN EUROPEA SE HA VISTO OBLIGADA A GESTIONAR A LO LARGO DE LOS ÚLTIMOS CUARENTA AÑOS DE SU EXISTENCIA COMO CASA COMÚN DE MILLONES DE EUROPEOS, para los que la democracia, el desarrollo social y la prosperidad económica han sido y son objetivos irrenunciables.
Pero si analizamos en esencia este proyecto continental desde sus albores a mediados del siglo XX, bien podría parecer que ciertos pilares básicos de tan ambicioso proyecto, tales como la democracia con mayúsculas, chocarían frontalmente con una concepción monárquica de la jefatura de los Estados miembros. Por consiguiente, ¿cómo podría explicarse que sigan manteniendo sus reyes y reinas, algunos de los países económica y políticamente más consolidados del mundo? ¿Cuál sería entonces la función de las monarquías en Europa?
Fernando Vallespín, acreditado politólogo y profesor de la Universidad Autónoma de Madrid, concluye que no hay incompatibilidad entre monarquía y calidad democrática. Tal es así que algunos países monárquicos como Noruega, Suecia o Dinamarca se encuentran posicionados entre los más democráticos del mundo. En ellos, no solo no se reniega de la monarquía, sino que está considerada como una institución con altos niveles de aceptación por parte de sus ciudadanos, porque siempre funcionó con la precisión de un reloj suizo.
Pero si intentamos reproducir el análisis contrario, en absoluto llegaremos a la conclusión opuesta, ya que la monarquía tampoco supone una condición necesaria para alcanzar mayores cotas de calidad democrática. Finlandia, por ejemplo, se encuentra en
Estás leyendo una previsualización, suscríbete para leer más.
Comienza tus 30 días gratuitos