Elecciones chiapanecas: del régimen posrevolucionario al resumen democrático
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Elecciones chiapanecas - Willibald Sonnleitner
Primera edición, 2012
Primera edición electrónica, 2015
D.R. © El Colegio de México, A.C.
Camino al Ajusco 20
Pedregal de Santa Teresa
10740 México, D.F.
www.colmex.mx
ISBN (versión impresa) 978-607-462-376-5
ISBN (versión electrónica) 978-607-462-780-0
Libro electrónico realizado por Pixelee
ÍNDICE
PORTADA
PORTADILLAS Y PÁGINA LEGAL
ÍNDICE DE ABREVIATURAS
PREFACIO
PRESENTACIÓN. ¿POR QUÉ ESTUDIAR LAS ELECCIONES EN CHIAPAS?
AGRADECIMIENTOS
INTRODUCCIÓN. DE LA GUERRA DE PARADIGMAS AL ESTUDIO DEL VOTO EN CHIAPAS
Mitos y realidades, especificidades y paradojas de la transición chiapaneca
Una sociología territorial y multidimensional de los procesos electorales
Estructura y plan de la obra
PRIMERA PARTE
EL LENTO PERO INEXORABLE DECLIVE DE UNA DICTADURA CASI PERFECTA: UNA SOCIOLOGÍA TERRITORIAL Y MULTIDIMENSIONAL DEL VOTO EN CHIAPAS
¿ES CHIAPAS MÉXICO? MITOS Y REALIDADES SOBRE LA POLÍTICA ELECTORAL EN EL SURESTE (A MODO DE INTRODUCCIÓN GENERAL)
CAPÍTULO 1. CHIAPAS CONTRA LA CORRIENTE: DE ÚLTIMO GRANERO PRIISTA A VANGUARDIA DE LA FRAGMENTACIÓN POLÍTICO-ELECTORAL
Chiapas, 2006: Polarización, fragmentación e incertidumbre electoral
Más allá de la polarización: Fragmentación y volatilidad del voto
Territorios y fronteras del voto en Chiapas (1991-2009)
Los desfases territoriales de la democratización electoral (Conclusión)
CAPÍTULO 2. DE LOS MITOS CULTURALISTAS A LAS DINÁMICAS TERRITORIALES DE LA TRANSICIÓN CHIAPANECA
¿Política indígena
versus democracia occidental
? (A modo de introducción)
La especificidad política y sociocultural de Chiapas en el contexto mexicano
De la utopía comunitaria a las dinámicas de la realpolitik indígena
Del sujeto étnico
a los actores políticos y sociales: Algunas razones de los desfases entre la política y las pertenencias étnico-lingüísticas
Los desfases territoriales de la transición política en Chiapas (Conclusiones)
CAPÍTULO 3. LA PARADOJA NEOZAPATISTA: LOS EFECTOS DE LA REBELIÓN SOBRE LA TRANSICIÓN POLÍTICA
El catalizador neozapatista (A modo de introducción)
Los virajes estratégicos del EZLN frente a las elecciones
Los efectos contradictorios de la estrategia electoral neozapatista
Paradojas y dilemas de la guerra popular prolongada: ¿Catalizador o freno del cambio democrático?
CAPÍTULO 4. ¿QUÉ SIGNIFICA VOTAR EN CHIAPAS? FRAGMENTACIÓN E INDIVIDUALIZACIÓN
DEL SUFRAGIO
Desacralizar el voto (A modo de introducción)
Teoría y práctica de la elección
Explorando las dimensiones microsociológicas del voto
Tipología seccional del voto y relación con la desigualdad social
Conclusiones
CONCLUSIONES GENERALES DE LA PRIMERA PARTE. DEL CORPORATIVISMO POSREVOLUCIONARIO A LA PLURALIDAD Y LA FRAGMENTACIÓN
SEGUNDA PARTE
DEL RÉGIMEN POSREVOLUCIONARIO AL DESORDEN DEMOCRÁTICO: VOTOS, REBELIONES E INDIANIDAD EN LOS ALTOS DE CHIAPAS (1968-2009)
LA PECULIARIDAD DE LA TRANSICIÓN POLÍTICA ALTEÑA (INTRODUCCIÓN GENERAL)
Una región emblemática del México indígena
Gente pobre, ¿tierra rica?
Una región en transición hacia el pluralismo electoral
CAPÍTULO 5. LAS DINÁMICAS COMUNITARIAS
DEL MULTIPARTIDISMO: LA INVENCIÓN DE NUEVAS TRADICIONES POLÍTICAS
Chalchihuitán: La transición consensuada
Huixtán: Las ventajas políticas del bipartidismo
Zinacantán: De la fragmentación faccional
al bipartidismo polarizado
Tenejapa: La transición disputada
¿Elecciones tradicionales
u occidentales
?
CAPÍTULO 6. EN LOS MÁRGENES DE LA DEMOCRACIA: VIOLENCIAS CONSERVADORAS Y REVOLUCIONARIAS
La crisis de los bastiones tradicionalistas de la unanimidad comunitaria
Las contradicciones de la violencia revolucionaria en Los Altos
Conclusión: Los efectos ambivalentes de la rebelión sobre la democratización alteña
CAPÍTULO 7. LA COMUNIDAD COMPARTIDA: LAS RAÍCES LOCALES DEL PLURALISMO ELECTORAL EN HUIXTÁN
Introducción
Las elecciones de antes
y de hoy
: Percepciones locales de la democratización
Alcances y limitaciones del pluralismo político local (A modo de conclusión)
CAPÍTULO 8. RAZONES, PERCEPCIONES Y DESAFÍOS DE LA TRANSICIÓN POLÍTICA EN LOS ALTOS
Introducción
La crisis terminal de la Comunidad Revolucionaria Institucional
La percepción social de las elecciones en tierras indígenas
Repensar los usos y costumbres, para ampliar los derechos indígenas en lugar de restringirlos (Conclusión)
CONCLUSIONES DE LA SEGUNDA PARTE. REPENSAR LA CUESTIÓN INDÍGENA: DEL DEBATE ACADÉMICO A LOS RETOS PARA EL ESTADO-NACIÓN
El fin de la unanimidad política
en Los Altos de Chiapas
Del corporativismo comunitario a la invención de una indianidad plural
CONCLUSIONES. DEL RÉGIMEN POSREVOLUCIONARIO AL DESORDEN DEMOCRÁTICO: ELECCIONES Y PLURALISMO EN CONTEXTOS DE FRAGMENTACIÓN SOCIOPOLÍTICA
(E)lecciones chiapanecas
Promesas de pluralismo y desilusiones de ciudadanía
De los alcances de la pluralidad a los riesgos de la fragmentación
BIBLIOGRAFÍA CITADA
ANEXOS
ÍNDICE DE CUADROS
Comicios históricos (Banamex-Accival, 2000)
Comicios federales (IFE 2009)
Comicios locales (CME 1995; CEE 1998 y 2000; IEE 2001, 2004, 2006 y 2007; IEPC 2010)
Fuentes
ÍNDICE DE FIGURAS
Mapas
Gráficas
Cuadros
COLOFÓN
CONTRAPORTADA
ÍNDICE DE ABREVIATURAS
ADLAF, Asociación Alemana de Investigación sobre América Latina
AMLO, Andrés Manuel López Obrador
ARIC, Asociación Rural de Interés Colectivo de Responsabilidad Limitada
CCRI-CG, Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General (del EZLN)
CDHFBC, Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas
CELALI, Centro Estatal de Lenguas, Arte y Literatura Indígenas
Cemca, Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos
CES, Centro de Estudios Sociológicos de El Colegio de México
Cesmeca, Centro de Estudios Superiores de Mesoamérica y de Centroamérica
CIESAS, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social
Cihmech, Centro de Investigaciones Humanísticas de Mesoamérica y el Estado de Chiapas
CIOAC, Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos
CNC, Confederación Nacional Campesina
CNCA, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes
CND, Convención Nacional Democrática (del EZLN)
CNDH, Comisión Nacional de Derechos Humanos
CNTE, Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación
Coneculta, Consejo Estatal para las Culturas y las Artes de Chiapas
Credal, Centre de Documentation et de Recherche sur l’Amérique Latine
CTM, Confederación de Trabajadores Mexicanos
DECEYEC, Dirección Ejecutiva de Capacitación Electoral y Educación Cívica
DEOE, Dirección Ejecutiva de la Organización Electoral
DIF, Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia
EHESS, École des Hautes Études en Sciences Sociales
Encup, Encuestas Nacionales sobre Cultura Política y Prácticas Ciudadanas
EZLN, Ejército Zapatista de Liberación Nacional
FCE, Fondo de Cultura Económica
FLN, Fuerzas de Liberación Nacional
FNSP, Fondation Nationale des Sciences Politiques
HLI, Habitantes de lenguas indígenas
IEE, Instituto Estatal Electoral
IEI, Instituto de Estudios Indígenas de la Universidad Nacional Autónoma de Chiapas
IFE, Instituto Federal Electoral
IHEAL, Institut des Hautes Études de l’Amérique Latine
INEGI, Instituto Nacional de Estadística y Geografía
INI, Instituto Nacional Indigenista
IWGIA, International Work Group for Indigenous Affairs
MAE, Ministerio de Asuntos Exteriores de Francia
MRP, Movimiento Revolucionario del Pueblo
OCEZ, Organización Campesina Emiliano Zapata
PAN, Partido Acción Nacional
Panal, Partido Nueva Alianza
PAS, Partido Alianza Social
PASD, Partido Socialdemócrata
PASDC, Partido Alternativa Socialdemócrata y Campesina
PCM, Partido Comunista Mexicano
PEA, Población económicamente activa
PFCRN, Partido del Frente Cardenista de Reconstrucción Naciona
PGR, Procuraduría General de la República
PMS, Partido Mexicano Socialista
PNUD, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
PRD, Partido de la Revolución Democrática
PREP, Programa de Resultados Electorales Preliminares
PRI, Partido Revolucionario Institucional
Proimmse, Programa de Investigaciones Multidisciplinarias de Mesoamérica y el Sureste de la Universidad Nacional Autónoma de México
PSD, Partido Socialdemócrata
PSUM, Partido Socialista Unificado de México
PT, Partido del Trabajo
PVEM, Partido Verde Ecologista de México
RAP, Regiones Autónomas Pluriétnicas
RFE, Registro Federal de Electores
SCJN, Suprema Corte de Justicia de la Nación
TEPJF, Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación
UAM, Universidad Autónoma Metropolitana
Unach, Universidad Nacional Autónoma de Chiapas
UNAM, Universidad Nacional Autónoma de México
UDG, Universidad de Guadalajara
Unicach, Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas
ZPI, Zona predominantemente indígena
PREFACIO
Willibald Sonnleitner me hizo el honor de invitarme a prologar su libro. Lo hago con sumo gusto, y por muchas razones. Las siguientes páginas tienen un mérito excepcional que merece la atención tanto de los especialistas en ciencia política como de todo lector interesado en los grandes problemas de México y de nuestro tiempo. Este libro posee la rara cualidad de tratar, por una parte, una cuestión universal que es válida para todas las sociedades, y de descifrar por la otra, con el mismo talento y con un análisis particularmente penetrante, la realidad peculiar de un espacio reducido aunque extremadamente complejo: Chiapas, aquel tercer mundo de la democracia mexicana
.
La cuestión a tratar —de alcance universal— se refiere al desafío crucial que plantea el acceso a la ciudadanía moderna. Es decir, si el acceso a la democracia representativa está reservado únicamente a las sociedades denominadas occidentales, como piensan algunos, o si por el contrario, dicho acceso está abierto también a comunidades de otros lugares que son concebidas como ajenas a la esfera occidental. Más específicamente, Sonnleitner examina este problema fundamental desde un ángulo lo suficientemente preciso para hacerlo observable. Estudia poblaciones humanas marcadas por tradiciones y culturas que se consideran inmutables; grupos supuestamente reacios al cambio y, por ende, al proceso de democratización electoral que se está extendiendo en muchas latitudes del planeta. Su análisis se centra en la transición hipotética desde un voto comunitario, mimético y unánime hacia un sufragio individualista, pluralista y multipartidista. La hipótesis se plantea aquí para México, pero ya se había formulado anteriormente para la India. En escalas distintas, y dentro de contextos variados, podría aplicarse también al mundo árabe musulmán, a la África subsahariana y a otras regiones más.
¿Serán o no serán el clientelismo y los caciques, el ausentismo y el rechazo a las urnas, el voto gregario o comprado, la intimidación y el fraude aceptado como fatalidad fenómenos irreversibles, tal como se pretendió durante mucho tiempo desde una perspectiva culturalista
? ¿Será la democracia electoral un lujo, reservado en el mejor de los casos para los europeos o europeizados de todos los continentes, a quienes se concibe como los únicos aptos para comprender sus ventajas y respetar sus reglas? ¿O será más bien que la democracia resulta de un proceso de aprendizaje y de experiencias accesibles también a pueblos reputados como ajenos a la trayectoria occidental?
Willibald Sonnleitner demuestra aquí, de forma convincente y apoyándose en un trabajo de campo de larga duración y no solamente en teorías o en debates librescos, que la segunda tesis es la correcta. Por supuesto, el ajuste de los usos y costumbres de poblaciones expuestas repentinamente a la práctica de elecciones libres y competitivas se efectúa frecuentemente mediante la hibridación de procedimientos que nuestros propios hábitos asimilan abusivamente a una ortodoxia obligada. Nuevas tradiciones políticas pueden abrirse camino por la vía de un multipartidismo respetuoso del equilibrio de las facciones locales que, al integrarse a usos y costumbres renovados, refleja la elección de la democracia como el mejor medio para preservar esas mismas facciones hoy en día.
Estos argumentos se nutren del gigantesco y minucioso trabajo de campo de Sonnleitner. Realizado a lo largo de una docena de años, este trabajo proporciona la materia que le permite transitar del ámbito general a uno particular y altamente significativo. Su libro desgrana y expone la inagotable diversidad de Chiapas, aquel territorio de 75 mil kilómetros cuadrados poblado por más de cuatro millones de habitantes, entre ellos 800 mil indígenas de 11 grupos étnicos distintos con lenguas diversas, vecinos de campesinos mestizos poco diferenciados de ellos, pero a veces también de auténticos representantes de la dominación social y del poder político de la vieja hegemonía de los terratenientes. Orden ilustrado durante largo tiempo, en el plano político, por el predominio casi absoluto del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que aún concentraba por todos los medios el 89.9% de los votos en las elecciones de 1988, antes de perder su mayoría absoluta desde 1994, año del inicio decisivo de la rebelión armada del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y del subcomandante Marcos.
Otra ruptura no menos capital se había producido, sin embargo, poco antes. Se trata de la creación, en 1990, del Instituto Federal Electoral (IFE) que revertirá, por fin, la actitud escéptica de los mexicanos en general y de los indígenas de Chiapas en particular ante las elecciones (Sonnleitner también observa el papel crucial de la diócesis de San Cristóbal en este ámbito). Gracias al IFE y a un movimiento subyacente que se fortalece paulatinamente desde finales de los años sesenta, la arena electoral chiapaneca deja de inscribirse en un enfrentamiento simplista entre ladinos mezquinos
e indígenas inocentes
. El alineamiento étnico se diluye y el proceso político-electoral se mezcla con una extrema fragmentación multicultural. A lo largo de 18 años, y de 32 votaciones analizadas en todos sus niveles, dicho proceso desemboca en una conversión gradual hacia la democracia electoral multipartidista, sin oponerse forzosamente a las prácticas de las comunidades indígenas de Chiapas, ni siquiera de las más rezagadas de Los Altos. Falta por agregar que dicho fenómeno se cruzó desafortunadamente con el otro proceso estudiado: el levantamiento armado zapatista. Éste impulsó indudablemente movilizaciones populares y se integró, al principio, a la lógica electoral. Pero dicho levantamiento también perturbó la democratización electoral, tanto a través de sus consignas de abstención como de la destrucción de casillas electorales.
La lista de las cualidades de la obra de Willibald Sonnleitner no se agota aquí. Ésta se distingue por su dominio de la metodología científica. El autor alterna con tino entre el enfoque micro y macrosociológico. Acorde con el momento, aplica los instrumentos del sociólogo y del cientista político, del antropólogo o del historiador. Sabe captar lo esencial y lo altamente significativo a través de ejemplos extraídos mediante la observación detallada de comunidades, que contrasta con un espíritu metodológico casi experimental. Sonnleitner tampoco encubre la verdad cuando ésta se vuelve dolorosa, como ocurre con el alcoholismo endémico de ciertas comunidades indígenas.
Cabe destacar también la inventiva del investigador en la formulación de conceptos inéditos, como cuando habla de la indianidad plural que surge con el ocaso del voto monolítico, o de las formas que adoptan las adaptaciones híbridas de la democracia: la trasmisión simbólica del bastón de mando
al vencedor de los comicios municipales, la fusión de los cargos comunales con algunas funciones religiosas o la práctica de los plebiscitos
durante las elecciones locales de 1998, eventos así denominados porque los votantes, en lugar de depositar sus boletas en urnas después de pasar por mamparas, se alinean públicamente detrás del candidato de su preferencia para facilitar el escrutinio que designará al vencedor (sin abandonar, por ello, el procedimiento clásico del sufragio, que se aplica en otras circunstancias). El secreto del voto entonces no es respetado, pero el procedimiento supera las trabas del sufragio gregario. También garantiza en forma imparable la transparencia del recuento de votos.
En suma, las páginas que siguen son de capital interés y no han sido igualadas entre los estudios electorales recientes. Obedeciendo los más altos estándares científicos, y al servicio más exigente de la democracia mexicana, ponen de manifiesto que las elecciones plurales están a la orden del día en Chiapas.
GUY HERMET
PRESENTACIÓN. ¿POR QUÉ ESTUDIAR LAS ELECCIONES EN CHIAPAS?
Fuimos a Chiapas para averiguar por qué, en algún lugar retirado del Sureste mexicano, varios miles de campesinos indígenas se habían levantado en armas. Pero lo que terminamos comprendiendo ahí, tras largos años de estudio, convivencia y reflexión, es que, más que una rebelión, millones de chiapanecos estaban eligiendo muchos y muy diversos caminos para enfrentar y responder a la crisis terminal de un régimen corporativo y autoritario, en plena decadencia y descomposición.
El primero de enero de 1994, 4 500 rebeldes pobremente armados tomaron, por el lapso de algunas horas, las cabeceras municipales de Ocosingo, Altamirano, Las Margaritas, Oxchuc, Chanal y San Cristóbal de Las Casas para declararle la guerra al gobierno mexicano. Seis años más tarde más de un millón de chiapanecos se volcaron a las urnas para destronar en forma pacífica y ciudadana al partido que había monopolizado la presidencia y el gobierno local durante más de siete décadas. En 2006 un número todavía mayor de ciudadanos ratificaron su preferencia por el cambio, votando mayoritariamente por los candidatos de la coalición encabezada por el PRD para la presidencia en julio, y para el gobierno local en agosto.
Pero antes y después de estos eventos cruciales los chiapanecos han estado ante numerosas y trascendentes elecciones. ¿Qué tipo de sociedad construir, en un contexto de grandes transformaciones globales
, desde uno de los rincones más rezagados de la república mexicana? ¿Por qué modelos económicos optar para poder crecer y competir en un contexto de crisis repetitivas o permanentes, de apertura comercial y desregulación de los mercados? ¿Cómo capitalizar el bono demográfico
, integrando a cientos de miles de jóvenes a una economía agraria arcaica e ineficiente, para que éstos no tengan que emigrar? ¿Qué hacer para desarrollar las regiones rurales, campesinas e indígenas, cuya población concentra los mayores índices de pobreza y marginación del país? ¿Por qué proyectos apostar, y cómo articular el conjunto de visiones, comunidades e identidades que conforman uno de los estados más diversos y multiculturales de México? Pero sobre todo, y más concretamente, ¿qué estrategias privilegiar, por qué vías transitar y en qué liderazgos confiar? ¿Quién, qué, y para qué elegir?
Porque, pese al desencanto generalizado con los partidos y las élites gobernantes, entre las elecciones más contundentes que han estado haciendo los chiapanecos en las últimas décadas destaca su participación cuantiosa, periódica y constante en los comicios constitucionales, que sirven para designar, cada tres o cada seis años, a sus principales representantes y gobernantes. Entre 1988 y 2009, entre 500 mil y 1.5 millones de ciudadanos acudieron en 18 ocasiones a las urnas para elegir, entre decenas de miles de candidatos, a centenares de ediles y consejeros municipales, a decenas de legisladores locales y federales, así como a cuatro gobernadores y a cuatro presidentes de la república.[1]
En otras palabras, en un lapso de solamente 21 años los chiapanecos emitieron más de 35 millones 633 mil sufragios, participando e incidiendo de forma significativa y creciente en un intenso proceso de cambio político-electoral. Sin prejuzgar sobre las muchas y muy diversas razones que pudieron motivar estos 35 millones de votos, cabe preguntarse cómo pueden interpretarse en una perspectiva sociológica y politológica. ¿Manifiestan dichos sufragios pertenencias y lealtades colectivas, arraigadas en términos emocionales y psicosociales
? ¿Reflejan, más bien, convicciones individuales, cálculos personales y elecciones racionales
? ¿Obedecen estos actos a identidades político-partidistas e ideológicas estables, o resultan éstos simplemente de interacciones coyunturales, de intereses e intercambios de tipo clientelar, corporativo o faccional?
Y, ¿cómo se relacionan los comportamientos electorales con otros factores y procesos económicos, sociales, demográficos y culturales? ¿Cómo se articula el proceso de apertura política y democratización electoral con el proceso de resistencia que motivó a miles de campesinos indígenas a apostar por una rebelión armada? ¿Qué puede significar el acto de votar cuando las libertades individuales no dejan de expandirse pero los proyectos colectivos se desvanecen al ritmo en que crecen la exclusión, la inseguridad y la desigualdad, cancelando las dulces promesas de una democracia
que nunca termina de prosperar?
La interpretación de los comportamientos y procesos político-electorales en Chiapas plantea retos y dificultades de una gran complejidad. Para empezar, los contenidos del voto dependen no solamente de las características personales, sociodemográficas y psicosociales de los electores (nivel individual), sino también de los contextos territoriales en los que se desenvuelven las contiendas electorales (nivel colectivo o ecológico
). Es, así, bien sabido que un campesino, un obrero o un comerciante no votan de la misma manera cuando residen en contextos rurales o urbanos, en regiones eminentemente agrarias, industriales o terciarias, en comunidades o en barrios con una fuerte o una débil cohesión, integración e interacción social. Por otra parte, el sentido del voto depende estrechamente de la coyuntura y del contexto histórico particular, de las características de las ofertas y de las demandas políticas en contienda, es decir, de lo que está en juego en una elección, y de cómo se desarrolla dicho juego conforme a reglas formales e informales de un régimen político particular.
En el caso de Chiapas la participación electoral no ha dejado de cambiar, tanto en su magnitud, composición y proporciones como en su orientación y evolución, en sus contenidos y en sus significados más amplios. Desde la década de los años setenta —de manera puntual y en algunos municipios mestizos e indígenas contados— pero sobre todo a lo largo de los noventa —y entonces de manera generalizada—, el juego político-electoral se emancipó paulatinamente de la hegemonía ejercida por un partido dominante para abrirse a contiendas multipartidistas cada vez más libres, transparentes y competitivas. De prácticas autoritarias de movilización y legitimación corporativa, de formas consensuales
de deliberación colectiva y de votaciones públicas controladas por algunos hombres fuertes, se pasó a la adopción del principio mayoritario y del sufragio universal —individual, libre y secreto—, es decir a la invención de nuevas modalidades de participación y representación política.
A primera vista, Chiapas no ha dejado de votar contra la corriente. En 1988, cuando el país entero entraba en un intenso conflicto postelectoral, el PRI obtenía aquí una victoria arrasadora, con el 89.9% de los sufragios válidos. En los seis años siguientes, mientras el tricolor logró recuperarse a nivel federal, Chiapas se transformó en la entidad más rebelde e ingobernable del territorio nacional, escenario de un conflicto armado que le restó legitimidad a los comicios de 1994 y obligó a licenciar al gobernador recién electo a principios de 1995. El año 2000 trajo una doble alternancia, pero mientras que Vicente Fox conquistó la presidencia sin el apoyo de Cuauhtémoc Cárdenas, Pablo Salazar solamente fue electo gobernador gracias a una amplia coalición encabezada conjuntamente por el PRD y el PAN.
A contracorriente de nuevo, en 2006 Chiapas fue una de las entidades en las que Andrés Manuel López Obrador (AMLO) logró el mayor porcentaje de votos (45%), conquistando su aliado local (Juan Sabines Guerrero) la gubernatura bajo las siglas del PRD, mientras que AMLO mismo perdía el mandato presidencial. Finalmente, no deja de sorprender que, incluso en las legislativas federales intermedias de 2009 —que marcaron el regreso mayoritario del PRI al Congreso de la Unión—, Chiapas fue una de las entidades en las que dicho partido obtuvo uno de sus resultados más bajos (26.3%), compartiéndose los votos en partes casi iguales con el PAN (27%) y el PRD (26.5%), en una de las configuraciones multipartidistas más fragmentadas de toda la república.
No obstante estas peculiaridades, las elecciones chiapanecas sólo pueden entenderse cuando se analizan en el contexto nacional. Por singulares o extremas que sean las tendencias electorales locales, éstas nos informan sobre lo que está sucediendo en el resto del país, a la manera de una lupa que distorsiona el objeto enfocado en sus proporciones, para resaltar con mayor detalle uno de sus aspectos en particular.
De ahí la apuesta de analizar los procesos electorales chiapanecos desde una perspectiva sociológica, combinando métodos cuantitativos y cualitativos dentro de un enfoque territorial que articula e integra diversas escalas analíticas, partiendo del nivel nacional y estadual para adentrarse sucesivamente en los niveles regional, municipal y local. Con ello no solamente se busca contribuir a una mejor comprensión de los procesos electorales en Chiapas y en México sino, también, al desarrollo de una sociología territorial y multidimensional del voto en contextos multiétnicos, de fragmentación y polarización sociopolítica, cuyas herramientas pueden ser utilizadas en otros países con experiencias de transición o de desorden democrático
.
NOTAS AL PIE
[1] Las elecciones presidenciales y para gobernador se celebraron en 1988, 1994, 2000 y 2006, coincidiendo sus fechas solamente en 1994. Las elecciones para diputados federales se llevaron a cabo en 1988, 1991, 1994, 1997, 2000, 2003, 2006 y 2009, coincidiendo en cuatro ocasiones con las elecciones presidenciales y para senadores (1988, 1994, 2000 y 2006). Los comicios municipales y para diputados locales se celebraron en 1988 y 1991, y a partir de entonces con un año de desfase con respecto a las elecciones federales, es decir en 1995, 1998, 2001, 2004 y 2007.
AGRADECIMIENTOS
Como muchas investigaciones, la presente es el fruto de un sinfín de encuentros, dudas y convicciones, así como de una apuesta obstinada por desentrañar las contradicciones de un complejo proceso sociopolítico. También es el reflejo de una época y de momentos singulares. Después de prolongadas décadas de luchas prodemocráticas, los mexicanos se citaron con la Historia en las urnas y, mediante un voto contundente y plural, destronaron pacíficamente a un partido que había concentrado los destinos de su revolución durante 71 años.
Los procesos político-electorales que desembocaron en esta segunda revolución —de carácter fundamentalmente cívico y silencioso— son el objeto central de este trabajo. Tuve la fortuna de poder analizarlos desde algunos de los mejores observatorios y laboratorios de la vida política mexicana, en compañía de finos conocedores de sus mecanismos y entrañas, institucionales e informales
. Pero también tuve la suerte de desarrollar mis ideas con el apoyo de amigos tan críticos y exigentes como pacientes y generosos, cuyas observaciones y sugerencias enriquecieron mis investigaciones a lo largo de una buena docena de años.
Mis deudas con Juan Pedro Viqueira rebasan el ámbito meramente académico e intelectual. Parten de sus enseñanzas prácticas de los métodos microhistóricos y etnográficos, pero incluyen también una exigente iniciación a las riquezas gastronómicas de México: de la degustación de los tequilas más exquisitos, pasando por el huitlacoche, los moles y los escamoles, hasta las tortas al pastor y los tacos campechanos con cochinada que sirve Don Beto en un rincón perdido del Distrito Federal. Fue este gran historiador, entonces investigador del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS-Sureste) en San Cristóbal de Las Casas, quien me invitó a participar, en junio de 1998, en un estudio pionero sobre las elecciones locales en Los Altos de Chiapas.
Dicha experiencia híbrida de investigación, a la vez básica y aplicada, que compartimos con un equipo mixto conformado por académicos y expertos en organización electoral, fue el punto de partida de esta reflexión. Coordinado conjuntamente por Juan Pedro Viqueira y Edmundo Henríquez (etnólogo de formación y vocal de organización electoral del Instituto Federal Electoral [IFE] en el 05 distrito federal de Chiapas), dicho proyecto asoció además a los vocales distritales del Registro Federal de Electores (licenciada María Eugenia Herrera), de Capacitación Electoral y Educación Cívica (licenciada María Luisa Castañeda), al jefe de la Oficina de Seguimiento y Análisis (médico veterinario Homero Rubín) y a cuatro técnicos bilingües oriundos de la región (José Eufemio Aguilar Hernández y Martín Díaz Teratol, de San Andrés Larráinzar, Mariano López Gómez, de Amatenango del Valle, y Jacinto Hernández Jiménez, de Chanal). Gracias a su conocimiento íntimo de las culturas y comunidades indígenas ellos nos permitieron penetrar en la fascinante realidad de los tzotziles y tzeltales alteños. Si bien este primer trabajo de campo apenas duró tres meses y medio, los resultados obtenidos generaron muchísimas preguntas que merecían mayor investigación.[1]
Por ello preparamos un segundo proyecto más ambicioso, cuyo patrocinio conjunto por el IFE y El Colegio de México nos permitió estudiar los procesos electorales federales y locales del año 2000. En esta ocasión se sumaron al esfuerzo el antropólogo Jan Rus (quien apoyó el trabajo de campo en Chamula), la socióloga Sophie Hvostoff (quien apoyó la investigación en las periferias indígenas de San Cristóbal de Las Casas), la licenciada Mónica Pacheco (entonces vocal de Capacitación Electoral y Educación Cívica del 05 distrito) y el técnico trilingüe Miguel Pale Moshan, huixteco oriundo de Chempil, quien apoyó el trabajo de campo en toda la región.
Conjuntamente, observamos y documentamos los históricos comicios federales del 2 de julio y las elecciones para gobernador del 20 de agosto de 2000. Asimismo, realizamos tres sondeos exploratorios, una docena de historias de vida y un centenar de entrevistas con miembros de las élites indígenas alteñas (presidentes municipales pasados o en funciones, candidatos, dirigentes y miembros de los diversos partidos que habían participado en alguna contienda reciente), además de un sinfín de reuniones formales e informales. Pero sobre todo la conformación de cuatro subequipos, integrados por un académico y un técnico bilingüe, nos permitió indagar en los procesos de cuatro secciones electorales con comportamientos extremos, enriqueciendo la investigación con enfoques cualitativos, microhistóricos y etnográficos.[2]
Todos esos materiales, recopilados, analizados y comentados durante ocho meses de intensa colaboración, se sumaron a los obtenidos desde 1998 para fundamentar las hipótesis que desarrollé, en un primer tiempo, en el marco de mi investigación de doctorado. Tras dos estancias adicionales de trabajo de campo en 2001 y 2002, realizadas gracias al apoyo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso) y del proyecto CIESAS-Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) Cambio social y procesos electorales en regiones indígenas
(coordinado por François Lartigue y Víctor Franco), dicha tesis fue presentada y defendida en abril de 2003 en la Universidad de la Sorbona en París.[3]
De esta forma, mis reflexiones también se enriquecieron con los comentarios y las críticas de muchos colegas mexicanistas y latinoamericanistas que laboran en Francia. En primer lugar, estoy en deuda con Christian Gros por sus valiosos consejos y por su asesoría académica a lo largo de mi investigación doctoral. Asimismo, quisiera agradecer a Guy Hermet, Daniel Pécaut, Astrid von Busekist y Jean-Michel Blanquer, cuyas agudas observaciones como integrantes de mi jurado de tesis me motivaron a seguir investigando los procesos electorales en Chiapas, México y Centroamérica.
También estoy en deuda con muchos profesores e investigadores del Institut des Hautes Études de l’Amérique Latine (IHEAL), del Centre de Documentation et de Recherche sur l’Amérique Latine (Credal) y de la École doctorale Europe latine, Amérique latine (ED122) de la Universidad París III, quienes me acogieron primero como doctorando becado y luego como docente e investigador Asociado (ATER). Gracias, particularmente, a Jean-Michel Blanquer, María Eugenia Cosío, Marie-Danielle Demélas, Marielle Pepin-Lehalleur, Violette Brustlein, Philippe Wanniez, Gilles Bataillon, Henri Favre y Georges Couffignal. Gracias, también, a Daniel Pécaut e Yvon Le Bot, por las enseñanzas y consejos recibidos en sus seminarios de la École des Hautes Études en Sciences Sociales (EHESS). Gracias, finalmente, a Michel Gardette, por su exigente y constante apoyo moral desde que ingresé al Institut d’Études Politiques de Paris (Sciences Po).
La siguiente etapa de mi investigación me permitió contrastar la experiencia chiapaneca con otros procesos político-electorales en la región. Entre 2004 y 2007 coordiné la antena del Centro Francés de Estudios Mexicanos y Centroamericanos (Cemca) en Guatemala, lo que me permitió dirigir una investigación comparativa sobre la geografía electoral de Centroamérica. Además de estudiar las elecciones en el istmo, seguí observando y documentando los comicios locales de 2004 y 2006, así como las elecciones federales de 2006 en Chiapas.
Finalmente, desde mi ingreso como profesor-investigador del Centro de Estudios Sociológicos (CES), pude realizar nuevas investigaciones empíricas sobre las elecciones locales de 2007 y federales de 2009 en Chiapas. El ambiente estimulante de trabajo que se respira en El Colegio de México (Colmex) me permitió retomar el análisis del conjunto de datos recabados a lo largo de 12 años, en el marco de tres proyectos complementarios: Las dinámicas territoriales de la participación electoral y del voto en Chiapas
(CES-Colmex); Participación electoral y desarrollo humano en México y Centroamérica
(Conacyt/CES-Colmex) y Las mutaciones de los procesos democráticos: Contribución a una geografía electoral comparada de México y Centroamérica
(CES-Colmex).
Por ello, mi mayor deuda académica es con nuestra casa de estudios, que me ha ofrecido condiciones inmejorables para realizar mis investigaciones. Desde 1999 El Colegio de México me abrió generosamente sus puertas, bajo la presidencia de Andrés Lira. Y desde entonces también he contado con el apoyo de Javier Garciadiego (entonces director del Centro de Estudios Históricos y ahora presidente de El Colegio), de Manuel Ordorica (quien me recibió como investigador visitante cuando dirigía el Centro de Estudios Demográficos y de Desarrollo Urbano) y de su eficiente equipo administrativo (entre ellos Gerardo Gutiérrez y Jesús Salguero). Gracias, también, a Francisco Gómez, a Paola Morán Leyva y a todo el equipo de la Dirección de Publicaciones, por su eficiente apoyo en éste y en otros proyectos editoriales. Gracias, finalmente, a Germán Franco Toriz, quien tradujo al español varios apartados de la obra que habían sido redactados originalmente en francés, así como a Maia Fernández, por su eficiente e imaginativo trabajo de formación y por la excelente corrección de estilo.
Desde 2007 tengo la dicha de laborar como profesor investigador en el CES-Colmex bajo la eficiente dirección de Roberto Blancarte. Es un privilegio poder trabajar con un grupo de colegas del más alto nivel académico. Los intercambios que hemos mantenido a lo largo de los últimos años en incontables seminarios y coloquios, pláticas, comidas y cafés, me han obligado a replantear y a precisar muchas de mis tesis y apuestas teórico-metodológicas, y me han permitido seguir desarrollándome en un ambiente muy estimulante y acogedor.
Asimismo, quiero reconocer el generoso apoyo brindado por la comunidad académica de San Cristóbal de Las Casas, indispensable para organizar las sucesivas estancias del trabajo de campo e interpretar mis observaciones y datos desde perspectivas plurales. Es en esa encantadora ciudad colonial que conocí y debatí con Jesús Morales y Gabriel Ascencio Franco; con María Elena Fernández, Dolores Aramoni y Gaspar Morquecho; con José Luis Escalona, Daniel Villafuerte y Miguel Lisbona; con Piero Gorza y Pedro Pitarch; con Manuel Coello, Ana María Garza y Sonia Toledo; con Conrado Márquez y Carmen Legorreta; con Xóchitl Leyva y Araceli Burguete; con Andrés Aubry y Jan de Vos. Son ellos quienes me abrieron, no solamente los fondos documentales del Centro de Estudios Superiores de Mesoamérica y de Centroamérica (Cesmeca), del Instituto de Estudios Indígenas de la Universidad Nacional Autónoma de Chiapas (IEI-Unach), del CIESAS-Sureste y del Programa de Investigaciones Multidisciplinarias de Mesoamérica y el Sureste de la Universidad Nacional Autónoma de México (Proimmse-UNAM) en Chiapas, sino muchas otras puertas entre sus incontables contactos, informantes y amistades en la región.
Mis agradecimientos personales, también, a los antiguos consejeros ciudadanos José Woldenberg y Emilio Zebadúa, así como a María del Carmen Alanís, Juan Carlos Cuervo, José Luis Gutiérrez, Ovidio Botella y Marlene Romo quienes, desde la Dirección Ejecutiva de Capacitación Electoral y Educación Cívica (DECEYEC), nos brindaron todas las facilidades materiales y logísticas dentro del IFE. Su apoyo desinteresado ha sido constante desde que empezamos a estudiar las elecciones de 1998 en Chiapas. En 2000 contamos, además, con la valiosa ayuda de Esteban Garaíz, entonces vocal ejecutivo de la junta local del IFE en Chiapas, así como de Manuel Gutiérrez, entonces vocal ejecutivo de la junta distrital de San Cristóbal de Las Casas.
La realización de investigaciones empíricas prolongadas plantea, finalmente, problemas de orden material. Mis agradecimientos a todas las instituciones que me permitieron sortearlos: al IHEAL, al Credal, a la Escuela Doctoral 122 y al Ministerio de la Investigación, la Educación y la Tecnología de Francia, para empezar, que financiaron las primeras etapas mediante una beca de doctorado (1997-2000) y dos puestos de docente e investigador (2001-2002 y 2003-2004). Al CIESAS, que me recibió como investigador invitado en su sede Sureste en 1997-1998. Al IFE y al Colmex, que costearon las dos investigaciones exploratorias sobre las elecciones de 1998 y 2000 en Los Altos de Chiapas. A Clacso, al CIESAS y al Conacyt, que apoyaron parte del trabajo de campo realizado en 2000, 2001 y 2002. Al Cemca y al Ministerio de Asuntos Exteriores de Francia (MAE) por el financiamiento de las misiones de observación electoral realizadas en 2006 y 2007. Al CES-Colmex y al Conacyt, finalmente, que apoyaron la etapa final de esta investigación entre 2007 y 2010.
Debo infinitamente más que un agradecimiento a mi esposa, Sophie Hvostoff, quien me acompañó y apoyó en todas las aventuras, profesionales y personales. Fue con ella que descubrimos los senderos clandestinos de la Selva Lacandona, y que recorrimos las veredas de Jovel y de Los Altos de Chiapas, antes de transitar por los caminos del Norte, del Valle Central, de la Costa y de la zona Fronteriza. Mis reflexiones e ideas, así como muchas hipótesis y apuestas, se forjaron a lo largo de un diálogo interminable, frente a sus agudos comentarios que me obligaron a repensarlos una y otra vez. Su amistad, su paciencia, su generosidad y su amor, fueron fuentes vitales de inspiración y felicidad.
Esta investigación se suma, pues, a muchos otros esfuerzos por comprender los desafíos que enfrentan l@s chiapaneco@s en la actualidad. Les está dedicada a tod@s ell@s, en su diversidad y pluralidad: ya sean indígenas o mestiz@s; rurales o urban@s; ya sean revolucionari@s, conservador@s o reformistas; comunitaristas o individualistas; ya sean votantes o abstencionistas; de filiación perredista, panista, priista, de cualquier otro partido o de ninguno; ya sean chiapanec@s de sangre
, de tierra
o de maíz
. Sin ell@s, este trabajo no tendría sentido. Es para, y gracias a ell@s, que habrá visto el día.
W.S., noviembre de 2011
NOTAS AL PIE
[1] Dichos resultados fueron publicados bajo la forma de una obra colectiva: Juan Pedro Viqueira y Willibald Sonnleitner (coords.), Democracia en tierras indígenas. Las elecciones en Los Altos de Chiapas (1991-1998), México, El Colegio de México-CIESAS-IFE, 2000.
[2] Algunos de esos trabajos fueron publicados posteriormente bajo diversas formas: Eufemio Aguilar Hernández, Martín Díaz Teratol y Juan Pedro Viqueira, Los otros acuerdos de San Andrés Larráinzar, Chiapas (1959-2005)
, en Marco Antonio Estrada Saavedra y Juan Pedro Viqueira (coords.), Los indígenas de Chiapas y la rebelión zapatista. Microhistorias políticas, México, El Colegio de México, 2010, pp. 331-418; Sophie Hvostoff, La comunidad abandonada. La invención de una nueva indianidad urbana en las zonas periféricas tzotziles y tzeltales de San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, México (1974-2001)
, en Marco Estrada Saavedra (ed.), Chiapas después de la tormenta. Estudios sobre economía, sociedad y política, México, El Colegio de México-Gobierno del Estado de Chiapas-Cámara de Diputados LX Legislatura, 2009, pp. 221-278. Finalmente, el trabajo etnográfico en Huixtán fue hecho por Miguel Pale Moshan y el autor, y proporcionó la base para el capítulo 7 de esta obra.
[3] Willibald Sonnleitner, Democratización electoral, indianidad y violencia revolucionaria: Elementos para una sociología regional de la transición política en Los Altos de Chiapas, México (1988-2001)
, tesis de doctorado defendida el 23 de abril de 2003 en la Universidad de la Sorbona en París, con la mención Très honorable, avec les félicitations du jury, à l’unanimité
(summa cum laude).
INTRODUCCIÓN. DE LA GUERRA DE PARADIGMAS AL ESTUDIO DEL VOTO EN CHIAPAS
Érase una vez… Una comarca remota y aislada, situada en un lejano lugar del Sureste mexicano… Un territorio exiguo y accidentado, de una enorme diversidad ecológica y sociocultural… Un pueblo heredero de una majestuosa civilización prehispánica, con sabidurías ancestrales… Un país bendecido con tierras ricas, pero habitado por gente pobre y rebelde, en resistencia heroica contra las fuerzas oscuras del imperialismo occidental… Un lugar mágico e impenetrable, poblado por misteriosas comunidades indígenas, pero gobernado por viles finqueros criollos…
Ignorado por el mundo durante siglos, idealizado pero mal conocido aun en nuestros días, Chiapas irrumpió en forma espectacular en la aldea global el 1 de enero de 1994. Entonces, el grito de rebeldía del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) transcendió las fronteras de la entidad y de México, para erigirse en la bandera de una izquierda internacionalista huérfana de paradigmas, en búsqueda de nuevos horizontes y de identidad. De uno de los estados más arcaicos, rezagados y marginados de la federación mexicana, Chiapas se transformó, así, en el escenario de nuevas utopías y en un poderoso mito postmoderno.
Como toda leyenda, la de Chiapas está fundada en una parte de realidad, sin la cual no podría ser creíble ni perdurar. Pero cuando uno las observa con mayor atención, las transformaciones que atraviesa esta entidad del Sureste desbordan ampliamente las dicotomías de un cuento de hadas, al grado de hacerla aparecer ante los ojos de sus habitantes como un prejuiciado cliché. Este trabajo no busca trastocar íconos ni contribuir a la construcción de nuevos mitos. El conocimiento riguroso sobre los orígenes y alcances del levantamiento zapatista no ha dejado de enriquecerse a lo largo de los últimos años, poniendo a disposición de cualquier lector una serie de contribuciones sólidas y equilibradas que permiten trascender la estéril polémica entre los detractores y los aduladores del subcomandante Marcos (capítulos 3 y 6).
Nuestro objetivo se sitúa, por lo tanto, en un campo distinto. Este libro estudia las transformaciones políticas recientes de una de las entidades multiculturales más fragmentadas y polarizadas, marginadas y paradigmáticas de todo México. Con alrededor de 75 mil kilómetros cuadrados y una población de más de 4.2 millones de habitantes, Chiapas representa solamente el 3.8% del territorio y el 4% de la población nacional. Sin embargo, se trata de uno de los estados más pobres y rezagados de la república, duramente afectado por las crisis demográficas, ecológicas, económicas y políticas que sufrieron sus habitantes reiteradamente en las últimas cuatro décadas. Se trata, sobre todo, de una entidad que, con sus más de 809 mil hablantes de lenguas indígenas, concentra el 13.4% del total de este sector de la población en México, conformado en Chiapas por 11 grupos étnico-lingüísticos que se cuentan entre los más tradicionalistas y monolingües de todo el país (capítulos 2 y 4).
No obstante, con todo y las características singulares de esta sociedad postcolonial y pese a la gestación de una rebelión en su seno, Chiapas experimenta un impresionante proceso de transición político-electoral. Desde finales de la década de los años sesenta, pero sobre todo a lo largo de la de los noventa, la vida política de las comunidades mestizas e indígenas, urbanas y rurales, se emancipa paulatinamente del control absoluto