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Silencio. Nace una semilla: La movilización estudiantil
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Libro electrónico233 páginas3 horas

Silencio. Nace una semilla: La movilización estudiantil

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Silencio. Nace una semilla es ensayo, testimonio y crónica. Se refiere al movimiento estudiantil chileno del 2011, donde emerge el nuevo sujeto político colectivo que Chile requería, que volvería obsoleto al régimen político y económico heredado de la dictadura militar.
Desde el punto de vista de las humanidades, se enfoca dinámicamente el conflicto, sus actores y las etapas de su desarrollo. Central es el antagonismo Gobierno versus estudiantes, las marchas y su insospechada aparición y los diversos mecanismos creativos de los jóvenes. Todos ellos inéditos.
Los estudiantes otra vez le enseñaron a los profesores. Recibieron la dura lección de los lumazos, el guanaco, las lacrimógenas y las distorsiones. Pero igual se hicieron escuchar por sobre la parchada Constitución de Pinochet y pusieron en jaque a la clase empresarial que maneja el país por algunas monedas.
IdiomaEspañol
EditorialMAGO Editores
Fecha de lanzamiento21 abr 2016
ISBN9789563173161
Silencio. Nace una semilla: La movilización estudiantil

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    Silencio. Nace una semilla - Manuel Jofré Berríos

    Silencio.

    Nace una semilla

    La movilización estudiantil

    Manuel Jofré

    © Copyright 2013, by Manuel Jofré

    Primera Edición digital: marzo 2014

    © Piso Diez Ediciones

    Director: Máximo G. Sáez

    editorial@magoeditores.cl

    www.magoeditores.cl

    Registro de Propiedad Intelectual Nº 227.103

    ISBN: 978-956-317-316-1

    Diseño de colección y diagramación: Catalina Silva R.

    Lectura y revisión: Máximo G. Sáez

    Fotografía portada: Andrés Rusch

    Edición electrónica: Sergio Cruz

    Prólogo

    (Abstract)

    Este ensayo se refiere al movimiento estudiantil chileno del 2011. Se examina el conflicto, sus diversos actores, y las etapas de su desarrollo, las cuales están cuidadosamente caracterizadas. Central es el antagonismo Gobierno versus estudiantes. Cada capítulo posee un encabezado de ocho líneas que describe los contenidos. Se describen primero las marchas y su insospechada aparición. Luego, se examinan los diversos mecanismos creativos de los estudiantes (disfraces, besatón, carteles, carreras, paraguas, superhéroes, bola de energía, bailes, bandas). Se estudia cuidadosamente la escalada del conflicto, pasando por los cambios de ministro, las tomas, las huelgas de hambre, los días de paro nacional, la represión a los estudiantes, las funas, el referéndum por la educación. También se analizan todos los documentos que estaban en la mesa de discusión, de parte del Gobierno, los estudiantes, los partidos políticos, los profesores, los trabajadores. Se destacan las opiniones de columnistas y periodistas y especialistas en educación y sus diversas visiones. Se consideran también los momentos contextuales chilenos (accidente en Juan Fernández), la internalización del conflicto, la judicialización (Ley Hinzpeter) y la salida hacia el Congreso con el problema del presupuesto nacional. Además se examina el quiebre de las conversaciones, la toma del Congreso, las opiniones de los medios de comunicación, la división de los estudiantes. Finalmente, las conclusiones y proyecciones abordan esta etapa con respecto a la revolución pingüina y a lo que vendrá. Se incluyen las referencias básicas.

    1. Fase preparativa:

    Marchas y creatividad de los jóvenes

    Inicios de mayo a mediados de julio de 2011

    La primera fase de un proceso ciudadano. De mediados de mayo a mediados de julio de 2011. La acumulación de fuerzas. Educación: de un tema específico a un movimiento social. Las primeras tácticas de los actores implicados. El entusiasmo inicial de las marchas. La sorpresiva capacidad de convocatoria. Una nueva interpelación política. Los jóvenes irrumpen en la escena. La vieja política queda obsoleta. La reformulación de la energía social. Este será un libro sin notas de pie de página.

    a) La educación y las humanidades en un país que lucha por ser

    Palabras preliminares

    El presente ensayo se refiere a un fenómeno central para la sociedad chilena, y en efecto, no es una crónica, como género, sino más bien una argumentación, una disertación, nacida al calor de las propias circunstancias. Está elaborado con el material rudo de la vida social misma. Muchas otras voces son recogidas en la voz que se transfigura aquí en una escritura.

    En tiempos posmodernos, la historia misma rompe con sus propios límites. Los agentes sociales desbordan sus propios cauces, y en las instituciones vienen a alojarse otros tipos de discursos que los inmediatamente previstos. En el fragor de un proceso social que se va construyendo en el presente, el ensayista reúne desesperadamente las palabras con los hechos, en la inmediatez cruda de las experiencias personales.

    El fenómeno humano y social aquí prospectado está en pleno desarrollo y sus horizontes y contextos no son del todo claros. Más que análisis, hay muchos pronunciamientos; más que ideas, hay aquí muchas posiciones. Lo que es seguro es que es extraordinariamente valioso leer, interpretar y colegir desde este proceso de masas populares que se enfrenta a un Gobierno poco experimentado en una demanda que afecta a casi cada hogar del pueblo chileno de manera impetuosa.

    El presente ensayista en humanidades y ciencias humanas canaliza en su escritura muchas voces y tonalidades de discursos diferenciados provenientes de diferentes lugares. La realidad emergente es un mosaico –como decía McLuhan– que rompe la seriedad del género ensayo, o la memoria del pasado inmediato al contener los proyectos vitales de los distintos actores en el ruedo nacional. La cultura oficial y la parodia se integran a cada momento; lo serio y lo cómico se fusionan: lo trágico y lo irónico convergen.

    Tal es el escenario complejo que el presente ensayo intenta comprender y explicar. Como Lukács pensaba, el ensayo une los temas inmediatos con las cuestiones últimas. Es decir, lo inmanente con lo trascendente. Este ensayo se centra en el proceso educativo chileno, pero no es abstracto, indefinido, generalizador. Aquí la educación es entendida como la articulación que se produce en las mentes de los estudiantes de todo nivel de diferentes discursos desintegrados y aislados en la sociedad chilena.

    El discurso humanista (de las ciencias humanas y sociales) y el discurso científico-tecnológico sólo pueden lograr una convergencia a partir de una reflexión educativa superior. Educación es hacer sentido de los fragmentos del mosaico. Eso es lo que se busca, y que debe estar al alcance de todos. A eso está dedicado el presente ensayo, escrito al mismo tiempo que los acontecimientos, como los poemas de Rimbaud escritos en la Comuna de 1871.

    b) Los desafíos del mañana en el presente

    Como dicen en Chile, en una frase curiosa, uno no es quien, para estudiar en el momento actual de las humanidades una revuelta social y estudiantil. Si en este momento algunos comparan a Francia de 1968 con el Chile del 2001, sobre bases de ingresos económicos, es que estamos completamente perdidos. Allá en Francia, el Partido Comunista se negó a la revolución estudiantil robesperriana, pero diderotiana, a la vez. Aquí ningún partido entiende lo que está pasando. Pero todos tienen su opinión.

    El Gobierno, que era antes la locomotora de la sociedad, no se mueve. Los obreros están desaparecidos del mapa, con emergencias locales y fugaces. El país entero ha sido reducido a la farándula en todos los niveles sin excepción y en las últimas elecciones unos pocos partidos políticos ganaron sin saber por qué y los otros perdieron y no hicieron una autocrítica. Pobre de Chile, entre un pasado vergonzoso y un futuro inexistente por construir. En qué confiar, en el tarot de Pedro Engel o en el tarot de Alejandro Jodorowsky, cabe hacerse la pregunta.

    El sarcófago de la historia está permanentemente abierto. La fosa común de los ideologizados no cierra nunca. No estamos en el fin de la historia, hay que clamar. Es sólo el inicio de ella, pero a muchos les cuesta distinguir. La historia comienza cada día y cada amanecer es la posibilidad de una nueva sociedad que perdemos. Chile estuvo en el centro de la historia con el carnaval de la Unidad Popular pero ingresó vía la tragedia del golpe a lo universal. Además de cobre, exportamos entonces, luchadores por la libertad, mujeres y muchachos destruidos, al resto del mundo, desde 1973 en adelante. Como en Francia, como en Rusia, el país tuvo que matar para sobrevivir.

    Hoy día las cosas parecen distintas. Se acabó el movimiento social que alimentó la lucha contra la dictadura. Los partidos políticos se fundaron bajo la idea de ser representantes, pero las personas hoy ya no quieren ser representadas. Quieren ser escuchadas directamente. Algunas personas perciben y piensan, y logran ver algo de lo que realmente está pasando. Aquí están sus nombres: Carlos Peña, Héctor Soto, Pamela Giles, Marco Enríquez-Ominami, Ascanio Cavallo, Alfredo Jocelyn-Holt, José Joaquín Brunner, Tomás Moulián, Juan Pablo Cárdenas, Enrique Correa, Eugenio Tironi, entre otros. Han dejado su testimonio escrito para nosotros.

    Chile es una formación social atávica, conservadora, masoquista, discapacitada. Un país maníaco-depresivo. Ninguna de las evaluaciones del Bicentenario ha dado en el clavo, que se sepa. ¿Cómo pensar una revuelta social que nadie ha planificado? Todos asombrados. Lo que está aconteciendo afectará al país entero, es decir: padres, estudiantes, profesores, apoderados, universidades, escuelas, liceos, hogares. Se busca una nueva orgánica flexible que asuma lo que dicen las personas y las comunidades. Pero no hay nadie que oiga. Unos gritan para acallar y otros no pueden hablar porque están sobrepasados por la historia. Las instituciones no dan para más. Ya no funcionan, y si lo hacen, es a duras penas.

    Las leyes acumuladas en códigos no pueden explicar un presente en reformación. No sirven para manejar lo actual y menos el futuro del país. Todo es añejo desde hace unos pocos meses a esta parte. Nadie es responsable de todos estos cambios. No hay un vocero único autorizado. El Estado no ha sabido cumplir su función de canalizar la voz de los ciudadanos. El Estado se ha volcado con caballos dirigidos contra las personas. La voz de la bomba lacrimógena es, o parece ser, más fuerte. Por lo menos, es más cara.

    El fantasma de la entropía recorre el país. Los liceanos, héroes anónimos, han sido calificados de delincuentes. Los mismos que hacen mimos, bailan, se caracterizan, gritan, hacen rondas, toman fotos, comen hamburguesas de soya, en las marchas, han sido mostrados en algunos desmanes. Nadie –ningún político, sociólogo, educador, cronista, historiador– puede explicar esto. Por fin lo real es más fuerte que lo imaginario. ¿Será esta la muerte de las humanidades? ¿Dónde está la ciencia política? ¿Y la sociología de la cultura? El fenómeno de los desmanes y los encapuchados requiere de una explicación, y por lo menos, de un libro como este.

    En la marcha, la foto se hace revolucionaria. El Facebook contiene las protestas de todos. Pero los jóvenes de camisa blanca fuera del cinturón y cara pintada de azul, y las jóvenes de minifalda y rostro de rojo y blanco han marcado, al son de los tambores sin melodía fija, una experiencia, un carnaval y un derrotero. Saben lo que quieren pero no está muy claro cómo hacerlo. Nuestros mejores recursos humanos del futuro juntan plata para comerse una sopaipilla con exceso de kétchup y mostaza y entre varios logran además comprar unos cigarrillos sueltos.

    c) Por ello: nuestros estudiantes son nuestros profesores

    En el actual movimiento social sobre la educación está el anhelo de democratizar, liberar y construir. La educación chilena –¡qué paradoja!– ha sido verdaderamente exitosa en cuanto ha producido sujetos críticos y alternativos que ahora abren el futuro. No sabrán sobre los corpúsculos de Malpighi ni podrán resolver una ecuación en segundo grado pero rompieron el silencio, la rutina y la corrupción. Podrán tener bajos puntajes en la PSU pero ya no les venden la pomada fácilmente los señores y señoras del poder. Nadie representa a los estudiantes. Cada uno es su propio vocero. Por fin una verdadera democracia, sin apellidos.

    Las orgánicas y las estructuras anteriores dentro de los estudiantes de cada nivel han sido superadas. Los centros de alumnos, los consejos de facultad, han sido superados por las asambleas de democracia directa resolutiva o los claustros triestamentales. Los reglamentos han quedado anquilosados (aunque ya lo estaban). Los dogmas políticos, filosóficos, culturales o religiosos están por el suelo. Cualquier cosa que un joven haga hoy destruye la carcoma acumulada de la historia.

    Lo que se busca en todos estos intentos es una reforma estructural del sistema educativo, y este debe ser el problema prioritario del país. Pero no se puede resolver la educación o la salud o la vivienda con el muro de contención que es la actual Constitución. Necesitamos una Constitución escrita por todos. El movimiento estudiantil ciertamente debería alcanzar a llegar organizativamente hasta la etapa de formación de un frente nacional, pero, para ese momento, la acumulación de demandas será tal, de todos los sectores postergados, que ya no se aceptarán más trampas, reducciones, intermediaciones, distorsiones, mentiras y otras mercancías. Se comenzará ahora por las explosiones en las regiones.

    La imagen de Chile en el exterior ya ha sido severamente afectada y las inversiones extranjeras en Chile ya son más inciertas. Este es el objetivo estratégico exterior. Hemos sobrepasado la indignación. Nuestras sobrinas y hermanos chicos han abierto la compuerta de las barreras invisibles de la ideología y le han dado a todos la contraseña del gran candado del metabuscador. El objetivo estratégico interior no ha sido pensado todavía, consensualmente, pero apunta a un plebiscito para cambiar la opresiva Constitución parchada de la dictadura.

    Todas estas demandas y las que vienen, exigen una reforma tributaria. En un país donde se corrompen las farmacias y las tiendas de departamentos, o los precios de los pollos, y donde cualquier cosa que se pueda robar es robada, no quedan muchas alternativas. Constantemente las demandas están siendo distorsionadas por los medios de comunicación y el Gobierno, pero la liceana le cuenta a su mamá empleada doméstica lo que ha pasado y el joven pingüino dialoga con su padre oficinista sobre cómo las fuerzas policiales atacaron a manifestantes que no podían defenderse. La comunicación cara a cara sobrepasa los noticiarios controlados y las dos cadenas de prensa nacionales no dan abasto en la producción de información de baja calidad. Cómo necesita este país de un canal cultural…

    Es que el mundo se ha vuelto al revés. Los estudiantes dan una lección a sus profesores. Los jóvenes predican con el ejemplo a sus padres desencantados, anonadados por las deudas, en casas donde no hay libros (16 por ciento de las casas de Chile no tienen ni un solo libro). Más de un ochenta por ciento de las personas no entiende lo que lee. Sin embargo, hay eslabones débiles donde todo lo avanzado puede perderse en un minuto, con una firma, con una negociación. Eso no le importa a los estudiantes. Ellos pueden bailar reggaetón, usar piercings, escuchar Chico Trujillo, sacarle 200 pesos a la mamá de la chauchera y ver una vieja teñida en la tele, todo al mismo tiempo.

    d) En consecuencia: se puede perder un año para ganar una vida

    Y así como los estudiantes son el pensamiento utópico (en el sentido positivo), que diseña las aspiraciones aún no considerando realistamente las condiciones, los profesores son parte del pensamiento crítico de una sociedad. El estudiante no ha conocido la ciencia política, pero la política de las carencias es más fuerte. Cuando mira la televisión y ve que le mienten con una sonrisa en la cara, el estudiante sabe que ya es demasiado. Por ello había que integrar todas las demandas, porque sí creemos que la unión hace la fuerza. Los estudiantes no creen en cambio en Por la razón o la fuerza. Esa parte de la fuerza es política del guerrero. Deberíamos luchar por la razón, con eso sería suficiente.

    Pero ya nada de eso es suficiente; hay que unir el análisis a la acción, superando la fragmentación que nos provocan los malls, las tarjetas de crédito, los estreses y las deudas de todo tipo. Hay que unir a los secundarios con los universitarios, a los estudiantes endeudados de las universidades privadas y a los estudiantes endeudados de las universidades estatales. Son lo mismo. Hermanos de una misma familia. Tienen igual problema.

    Los profesores se han integrado espontáneamente, pero en algunas marchas se notaron las ausencias. Los trabajadores estaban en las fábricas, los campesinos en los campos, las cajeras en sus puestos de trabajo, al igual que los oficinistas. Había lugares reservados para ellos, pero muchos no han visto aún su lugar en la acción. Tal vez las reliquias de la muerte los tienen algo ensimismados o quizás el happy hour es muy tentador.

    Está claro, no todos despiertan al mismo tiempo, pero los estudiantes, sin tener que usar alarma, ya están en pie y los presidentes (de repúblicas, de bancos, de empresas, de directorios, de partidos) están en otra, preocupados de una miserable ganancia a costa de todos nosotros, como es usual.

    Así que nuevamente la lección viene de los más jóvenes que sufren el sistema; los partidos políticos usufructúan de estos problemas y ninguno posee alguna autoridad. Sus voces engoladas o chistes simpáticos ya no bastan. No hay voces jóvenes en la Alianza, como se sabe; mujeres de 35 hablan como sus abuelas. En la Concertación jóvenes de 35 repiten esquemas de sus padrinos de setenta y están a la espera de un puesto después de las próximas elecciones. El Estado convertido en la puerta abierta al pillaje.

    En un país dividido entre un 52 por ciento y un 48 por ciento, ya sea para allá (la anquilosada centro izquierda) o para allá (la fantasmal centro derecha), hay un sector de gente que no vota, no se inscribe pero que hace oír hoy su voz como un verdadera tercera vía no escuchada, potente, risueña, carismática, sin líderes, como se estila en un carnaval de demandas. El tercer camino es cuando fallaron todos los otros y no queda otra alternativa. Está por teorizarse y estos no están indignados (allá en España son mayores). Imagínense, los jóvenes que no usan uniforme de colegio se lo ponen para ir a una marcha. En las próximas elecciones del 2013 el repudio será tal al sistema político y económico que más de un tercio del electorado no votará.

    Hay gérmenes de una nueva democracia (incluso esta palabra está un tanto gastada) en la gestión estudiantil y ya han pasado su prueba de fuego. Empujaron a rectores cómodos a una nueva posición justo en el momento en que estaban a punto de tragarse la píldora, ya dorada. Empujaron a diputados y senadores a abandonar sus poltronas y sus notebooks donde intercambian mensajes a través de Twitter. Estos nuevos líderes emergen por doquier. Tienen 17 años y son los constructores del futuro. Serán honrados por siempre estos héroes anónimos insurgentes y repitentes porque realizaron lo que otros no pudimos hacer.

    Constantemente las demandas están siendo distorsionadas por el sistema. Los propios profesores no

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