Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

El asesinato será revelado
El asesinato será revelado
El asesinato será revelado
Libro electrónico272 páginas3 horas

El asesinato será revelado

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

¡LOGAN ES LA PRIMER PERSONA A QUIEN RECURRIRÁ PARA UNA VERDADERA ACCIÓN DETECTIVESCA!

Y tres veces Logan, significa tres veces la aventura.

El Hollywood de 1930 no solo eran estrellas de cine y escenarios. También era una placa de Petri donde el crimen crecía. El poder generando corrupción, los robos para alcanzar una vida de riqueza, y asesinatos por venganza no eran parte de alguna gran película. En estas tres historias, el Investigador Privado, Tom Logan, usa su cerebro, sus puños y su ingenio cáustico para en primer lugar, enfrentarse a una organización misteriosa llamada ‘El Sindicato,’ que está usurpando el territorio de otras mafias y que han colocado a Logan, junto a la testigo que protege, en blancos para atacar. En una segunda historia, Tom rescata a una bella doncella de las garras de un estafador que administra un barco de apuestas. Ella se convierte en la apuesta que gana este detective por su trabajo. Finalmente, Tom descubre que la venganza es cualquier cosa, menos dulce. Un asesino reincidente (en serie) —etiquetado por la prensa como ‘El Asesino de la Luna Llena,’ está acechando la ciudad de Los Ángeles. Desafortunadamente, el nombre de Logan está en su lista de víctimas.

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento3 jun 2019
ISBN9781547585809
El asesinato será revelado

Relacionado con El asesinato será revelado

Libros electrónicos relacionados

Misterio “hard-boiled” para usted

Ver más

Artículos relacionados

Categorías relacionadas

Comentarios para El asesinato será revelado

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    El asesinato será revelado - Tony Piazza

    Tony Piazza

    Laura P. Gómez Murillo (traductor)

    Contenido

    ––––––––

    El asesinato será revelado

    Logan toma un riesgo

    La muerte se esconde detrás de una máscara

    El asesinato será revelado

    El asesinato será revelado, esa es mi conclusión. —Chaucer dijo: El asesinato siempre será descubierto (McGraw-Hill).

    I

    Sean Rojo Clancy había sido asesinado. Me llevó algo de tiempo procesarlo. Habíamos sido amigos por varios años, y francamente, lo veía como alguien indestructible. Por extraño que parezca, hay hombres que, sin ellos, no puedes imaginar al mundo. Y él, era uno de estos.

    Alec Selden era elemento de la estación de policía. Había trabajado con Rojo muy de cerca. Fue él quien personalmente informó la triste noticia a mi oficina situada en el Boulevard Hollywood.

    No puedo creerlo, respondí, pasmado. ¿Cómo? ¿Por qué?

    Recibió un disparo. Los cirujanos hicieron todo lo que pudieron, pero murió en la sala de operaciones a las 2 a. m.

    ¿Atrapaste al bastardo?

    Los ojos de Selden parpadearon vagamente hacia mi piso de linóleo, y en voz baja respondió, No.

    Un pensamiento rápidamente me invadió, ¿Su esposa lo sabe?

    De nuevo, no pudo mirarme a los ojos. Ella está fuera —en Irlanda, con parientes—. Se detuvo y luego agregó, No hemos sido capaces de dar con ella.

    Pensé en esa pareja — Rojo y ella —; habían estado casados desde hacía mucho tiempo. Su relación era del tipo en que, si uno comienza un enunciado, el otro lo termina. Estaban bastante compenetrados. Esta noticia iba a ser muy difícil para ella. 

    Sentí el calor viajando hasta mi cuello.

    ¿Cómo pudo haber pasado esto? exclamé. Lo que tomó a Selden por sorpresa.

    Solo tenemos eso, respondió finalmente mirándome a los ojos. No sabemos exactamente. Lo que más podríamos imaginar es que estaba vigilando un caso de homicidio —y que tanto él como Thompson— fueron emboscados.

    ¿Thompson de Vice? Pregunté, y él asintió. ¿También él fue asesinado?

    No. Pero está muy mal. En coma, me dijeron la última vez que pregunté.

    Suspiré con fuerza y me dejé caer sobre la silla tras mi escritorio. Mis rodillas comenzaban a tambalearse; la realidad sobre la muerte de Rojo finalmente la estaba procesando.

    Tras una larga pausa, lloré, Maldita sea, y alcancé la botella de whisky del cajón de abajo en mi escritorio. Quiero encontrar al hijo de puta que hizo esto.

    Saqué dos vasos, y sin preguntar, llené uno para Selden y el otro para mí. Terminé el mío y me serví otro. Selden aún cuidaba el primero.

    Después del refuerzo, me dirigí más tranquilo, Gracias Selden, por venir hasta aquí y darme tal noticia.

    No fue por eso que vine. respondió en voz baja. Lo asalté con mirada cuestionadora, y añadió, Rojo debió haber tenido una premonición de que algo iba a pasarle. Antes de que se fuera anoche, me arrinconó en la estación y me hizo prometer que si algo le ocurría, te llamara.

    ¿Que me llamaras?, ¿para qué?

    Para dar seguimiento en lo que saldría mal. Me imagino.

    Eso pudo haber sido bastante obvio, pero el impacto y quizá ahora por efectos del alcohol, tenía un poco sedado el pensamiento. Luego, me recuperé.

    Bien, Selden, Comencé, tras apartar hábilmente la botella y cruzar mis brazos en señal de que tenía toda mi atención. Comencemos desde el principio. Y que nada quede fuera.

    ——————————————————

    Selden me comentó que, en la última semana, el involucramiento de Rojo con Thompson era cada vez menor. El cuerpo tendido de una joven fue encontrado en un área relativamente aislada de Hollywood Hills, cerca de la presa. Dos hombres— ambos ingenieros—, se habían topado con la víctima. Durante marzo del año pasado, la presa St. Francis se había estropeado, inundando el Valle de Santa Clara. 600 personas murieron en la tragedia, y un comité de ingenieros y geólogos fueron enviados inmediatamente para revisar la seguridad de otros almacenes en la región. Probablemente por eso fue que estos hombres estaban ahí —verificando la integridad estructural—.

    La magnitud de la catástrofe de St.Francis fue tan terrible que William Mulholland, jefe de la Oficina de Obras Hidráulicas, recientemente anunció su renuncia a finales de año. Mulholland es el mismo hombre que dirigió la obra del Acueducto de Los Ángeles, completado con elogios en 1913. Ese noviembre dio un discurso triunfante —siendo la piedra angular de sus logros —; y ahora, unos 16 años más tarde, su espectacular carrera terminaba en un desastre. Al descubrir el cuerpo de la mujer, los dos hombres notificaron inmediatamente al Departamento de Policía de Los Ángeles, y Rojo, fue asignado al caso.

    La evidencia en la escena del crimen sugirió que la mujer fue asesinada en otro lado y luego abandonada en el sitio. Las huellas de neumático a unos metros, y el ángulo y profundidad de la presión del cuerpo sobre el suelo húmedo, apuntaron a que había sido arrojada desde un vehículo. Los moretones en su garganta indicaban la causa de su muerte —estrangulación—; lo que luego sería confirmado por el forense durante la autopsia. También aquí, se realizó una identificación, y fue cuando Vice comenzó a interesarse.

    El nombre de la víctima era Emily Louise Watson, pero en las calles solo se le conocía como ‘Trixie’. Su profesión era la de prostituta, y a juicio de su apariencia, probablemente era muy exitosa en su campo. Su fotografía estaba insertada en un clip sobre la portada de un documento que Selden había traído consigo. Era el archivo de caso de Rojo, y Selden pensó que me sería de utilidad.

    Me tomé el riesgo de traerlo, señaló. Pero, con suerte, no estará fuera por una o quizá dos horas. Échale un vistazo, que me lo llevaré de vuelta conmigo.

    Lo leí no una, sino dos veces. Podía sentir los ojos de Selden mientras lo hacía. Cuando había terminado, preguntó, Bueno, y ¿qué piensas?

    Es bastante obvia la razón por la que la mataron, alguien no quería que hablara.

    Eso es lo que Rojo pensaba.

    Y como ella había acordado una reunión con Thompson esa misma noche, eso me lleva a pensar que los planes de la joven fueron descubiertos de alguna forma.

    ¿Pero cómo? Si según Thompson ellos tenían sus intenciones bien guardadas.

    Obviamente, no lo suficiente —a alguien se le tuvo que haber escapado—.Y como ya no podemos preguntarle a ella —o a Thompson, por ese asunto—todo lo que nos queda es solo una teoría. Le devolví el archivo. ¿Hay algo más que no se sepa de la prostitución a parte de lo que dicen las notas de Rojo? Quiero decir, lo veo un tanto superficial.

    Me temo que no. Comenzó recientemente y ya está fastidiando a algunos de los otros jefes de la mafia con negocios de sexo establecidos en la ciudad. Aparentemente, habían fijado sus límites de operación entre ellos, pero este nuevo grupo está tomando mucha fuerza —formando un monopolio, por así decirlo—, y ellos no están muy felices con eso. Esto podría convertirse en una guerra territorial."

    Se detuvo, y luego añadió pensativamente, Esto, si alguien pudiera averiguar quién es esta banda, porque hasta el momento han sabido muy bien ocultar su identidad —incluso los mismos grupos no saben con quién se están metiendo —. Solo sabemos que son ricos y poderosos, y que también, se hacen llamar ‘El Sindicato’.

    ¿Y que esta joven ‘Trixie’ tenía información sobre El Sindicato, y que pudo haberlos puesto sobre el reflector?  Pregunté, en busca de aclaración.

    Así es, eso pareciera. Pero es algo que ya pasó, y nunca sabremos bien lo que ocurrió.

    ¿Qué hay de la emboscada? ¿Cómo sucedió?

    Por la conexión, el homicida y Vice habían decidido participar juntos. Una llamada anónima reportó sobre algo relacionado al caso, y que estaba ocurriendo en el Hotel St. Regis ubicado sobre la 5ª. Como cortesía, Rojo le pasó la información a Thompson. Rojo ya había decidido salir al llamado, pero Thompson le dijo que también quería estar en el caso. Entonces ambos acordaron que irían, solos. ¿Por qué no solicitaron refuerzos?, es algo que no podría decirte.

    En cualquier caso, esta llamada llegó cerca de las cinco, de la tarde de ayer. Este ‘evento’, sea lo que fuere, estaba programado para las 11. Al menos eso fue lo que dijo el informante a Rojo por el teléfono. Ambos estuvieron ahí a la hora del llamado y, como ya sabes, resultó ser una trampa. Fueron asesinados en un callejón junto al hotel.

    Apunté hacia la libreta donde tomaba notas.

    Este es el número que copié del archivo. Estaba escrito en una libreta de mensajes. ¿Crees que tenga alguna conexión con este informante anónimo?

    Es posible, aunque lo dudo.

    ¿Por qué?

    Yo tomé el mensaje. La mujer al teléfono parecía ser lo suficientemente sincera —y angustiada en realidad—. Ella quería hablar con un inspector que estuviera manejando el caso de Emily Watson. Apenas lo había leído en el periódico, y quería proporcionar información que pensaba podía ser de ayuda.

    ¿Y Rojo habló con ella?

    Él le regresó la llamada más tarde, en la que fijarían una reunión en el distrito del viejo Barrio Chino...

    ¿El Barrio Chino? Interrumpí.

    Sí, ella es oriental —el nombre que me dio fue Mei-Ling—. Se escuchaba como una mujer joven —y con un español suficiente—. Se había acordado para mañana al mediodía en el restaurante Hop Sung. E hizo una pausa. Sin embargo, eso es algo discutible ahora —porque Rojo ya no está—.

    Pero, tal vez yo pueda, le dije. Es un buen lugar para comenzar, como cualquier otro.

    Esa es una idea, estuvo de acuerdo, y luego agregó con énfasis. Hay algo más. Rojo quería que te advirtiera. Él dijo, ‘no confíes en nadie—trabaja solo, si es posible.’ El único enlace del que puedes obtener información o ayuda en el Departamento soy yo, y nadie más.

    II

    Llegué a la esquina de las calles Alameda y Macy cerca de las 11:15 a. m. del día siguiente. Por lo impredecible del transporte público, salí temprano de mi apartamento, asegurándome que llegaría con tiempo de sobra a la cita.

    El viejo Barrio Chino ya no era el área bulliciosa que había alguna vez sido. Estaba en un momento de decadencia —balanceándose hacia un precipicio que pronto lo enviaría en espiral hacia el olvido. Establecido en 1880, el distrito vivió su apogeo entre 1890 y 1910, un período en que llegó a mantener 2,600 habitantes.

    Había casas y negocios a lo largo de 15 calles y 200 edificios que ocupaban el este de la calle Alameda. Entre estas estructuras, podían encontrarse tres templos, una casa de ópera china, una central telefónica e incluso su propia oficina de periódicos.

    Todo cambió en la década de 1900, cuando casas de apuestas, fumaderos de opio y prostitución ganaron terreno dentro de la comunidad, trayendo consigo, crimen y muertes violentas. Este fue el período en el que los Tongs tomaron el control, y las guerras frecuentemente explotaban en las calles y callejones. Cuando los habitantes decentes se retiraron, el distrito comenzó su lenta caída hasta lo que se respira ahora —un bloque de edificios de ladrillos en ruinas que pronto serán condenados y demolidos para dar lugar a una estación de ferrocarril para bien de la ciudad.

    Lentamente, me abrí paso por la acera irregular, cubierta de paquetes de cigarrillos arrugados, colillas aplastadas y desechos de goma de mascar.  Las páginas de un periódico chino vagaban por la calle, arrastradas perezosamente por una brisa cálida de una mezcla de olores de aceite de cocina rancia, pescado podrido y vegetales descompuestos. Un contenedor de basura desbordante en uno de los callejones, era el anfitrión de un par de gatos, que intercambiaban maullidos y arañazos por una sardina a medio comer que había caído en una alcantarilla cercana.

    Los edificios en sí eran bastante desagradables. La mayoría se habían construido de ladrillo rojo, que ahora estaba astillado, cortado o también, ausente. Símbolos chinos decolorados anunciaban el negocio al interior. Muchos apenas visibles; ya sea por desgaste o por las capas de hollín y mugre que por años los propietarios no se habían molestado en limpiar.

    El restaurante Hop Sung era uno de estos. Si no fuera por el letrero de cartón apoyado en su ventana del frente —tanto en español como en chino—no me hubiera detenido. Era aún muy temprano para entrar, así que crucé la calle y esperé bajo el toldo desgarrado de un escaparate en un local clausurado. A diferencia del restaurante, esta estructura estaba hecha de madera —un astillado banquete para termitas. Era como una yesca rogando por una chispa. El fuego no era raro por estos lugares — era la forma más barata y segura para limpiar espacios hacia nuevos desarrollos.

    Miré a mi reloj—11:45 a. m. Desde donde yo me encontraba, podía ver hacia la ventana del restaurante. No había clientes en su interior. Sintiéndome expuesto, retrocedí hacia la sombra del local abandonado y, de forma casual, con las manos en los bolsillos, me recargué sobre su marco.

    11:50: Pocas personas pasaron por la calle, y a ninguna reconocí como la mujer. Era gente en su mayoría agachada, encorvada, hombres mayores, y una pareja de ancianas que caminaban de forma arrastrada mientras toleraban pesadas bolsas a cuestas. Un anciano que vestía gafas gruesas con montura de alambre y con larga barba blanca pasó a mi lado, deteniéndose lo suficiente como para mirarme con curiosidad, y luego seguir su camino tras lanzar un escupitajo hacia el desagüe.

    11:55: Una lámpara de papel con un dragón rojo impreso y ya descolorido, estaba colgado sobre un poste sobre la calle. Estaba viéndolo hacer lentos arqueos con la brisa cuando mis ojos se desviaron hacia la pequeña figura de una mujer oriental que acababa de doblar la esquina. Ella caminaba con paso decidido por la acera opuesta hacia el restaurante.

    Comencé a moverme en su dirección, pero a mitad del camino, fui sorprendido por un carro a rápida velocidad. Era un Chrysler Imperial E80 modelo 1926 —a dos tonos— rojo y crema, con neumáticos de pared blanca y un toldo negro. Se deslizó hasta detenerse junto a la chica, y una figura negra y encapuchada saltó a la escena.

    Sacando mi calibre 45, corrí hacia la parte trasera del automóvil. Para su tamaño, la chica oriental hizo buena pelea. Mientras yo apuntaba, la chica mordió el brazo expuesto del hombre que la rodeaba desde sus hombros por atrás­—haciéndolo sangrar. Luego, continuó con una patada en su espinilla izquierda. Escuché un grito ahogado de dolor que salía detrás de la capucha, cuando soltó momentáneamente a su víctima, lo suficiente para que ella se alejara. Eso me permitió apuntar a mi blanco.

    Alto ahí, grité. ¡No se mueva o dispararé!

    El par de orificios oculares de la capucha giraron en dirección a mí. Mi cuerpo se puso tenso, sin saber qué esperar. Había olvidado que había al menos una persona dentro del auto —el conductor—y de inmediato dudé en si me estaba exponiendo. Mis ojos vagaron sutilmente hacia el auto y, una vez atrapado, me moví rápido. Aunque lamentablemente, no lo suficiente.

    El hombre encapuchado, viendo tal amenaza, tomó acción. No lo que yo estaba anticipando. En lugar de retarme, o ir por la joven, corrió hacia el automóvil y se lanzó al asiento del pasajero. Antes de que pudiera cerrar bien la puerta, el Chrysler arrancó hasta el final de la cuadra. Giró a la derecha en la intersección y luego desapareció.

    ——————————————————

    La joven estaba visiblemente agitada. La llevé hacia dentro del restaurante y la senté en una mesa al fondo del lugar. Me senté opuesto a ella mirando hacia la puerta. No esperaba más problemas, pero si volvía a aparecerse esa fea cabeza, quería estar listo. Inmediatamente una mujer china de mediana edad se acercó, y viendo el estado de la joven, dijo algo inquieta. Y aunque no podía entender sus palabras, sus modos eran evidentes—estaba mostrando preocupación por la muchacha. Luego de esto, la mujer se dirigió a mí, y con un español muy cortado dijo, Tengo té para usted y ella.

    Asentí y miré hacia la joven. Ella me miró, y cuando en respuesta le sonreí, ella me devolvió una leve sonrisa. Ella preguntó, ¿Podrías darme un momento?

    Era la primera vez que escuchaba su voz. Era dulce y como de niña, tal como era el resto de ella. No podía medir más de 1.2 m, con largo y sedoso cabello negro azulado, partido a la mitad y cayendo directamente sobre sus hombros estrechos. Su piel impecable, blanco pálido, con un rubor de resplandor en sus mejillas. Sus ojos inusuales —más redondos de lo que uno podría esperar, y su color, marrón con toques dorados. Solo su estructura ósea y su cabello eran consistentes con su ascendencia.

    Lo siento, ella continuó. No lo estaba esperando. Gracias por venir a rescatarme.

    Me reí. Lo estabas haciendo bastante bien antes de que yo llegara.

    ¿Quiénes eran ellos?

    Levanté los hombros mostrando mi ignorancia. Eso esperaba que tú me lo dijeras.

    La mujer regresó. Observamos en silencio mientras ella servía el té con una olla decorada a un par de pequeñas tazas que había llevado en la bandeja. Una vez servidos, los colocó ante nosotros. Otro fugaz intercambio de palabras se cruzó entre ella y la joven, y luego la señora desapareció con reverencia cortés hacia la cocina.

    Solicité que no fuéramos molestados.

    Esperé un momento para que la joven continuara, y cuando no lo hizo, le pregunté, ¿Que tú tienes información que podría ayudarnos al asesinato de Emily Watson?

    Sí, y comenzó lentamente, Pero tú no eres el detective con el que hablé por teléfono. Él tenía acento.

    Ese pudo haber sido el inspector Clancy.

    Sí, así se llamaba.

    Ella todavía parecía no estar muy segura, así que le entregué mi tarjeta. Tras examinarla cuidadosamente, comentó: dice aquí que eres un investigador privado, Sr. Logan.

    Así es. El inspector Clancy me pidió que le dé seguimiento al caso por él.

    Ella mordió su labio inferior. Podía ver la curiosidad detrás de sus hermosos ojos. Y todavía no completamente convencida preguntó, ¿Por qué tú y no otro policía?

    Quizás porque confía más en mí, Srta. Ling... sonreí. Y tal vez también deberías.

    La joven inclinó su cabeza y examinó mi rostro de nuevo —esta vez, con más detalle. Después de lo que parecieron largos segundos, me percaté de que las comisuras de su boca repentinamente se elevaron dibujando una sonrisa de complicidad.  Quizás estés en lo cierto, concluyó, moviendo su cabeza. Tienes un rostro amable. Y puedes llamarme, Mei-Ling. Tomando un papel más profesional, se acomodó rígidamente en su silla. Ahora, ¿Dónde quieres que comience?"

    ¿Conoció a la Srta. Watson, Mei-Ling?

    Sí.

    ¿De qué forma?

    Éramos amigas.

    ¿Cómo la conoció?

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1