La desventura del editor
A na Luz y Juan Guillermo se despidieron por última vez en el puente que atraviesa Insurgentes, cerca de Perisur, en el sur de la Ciudad de México. Ella fue rumbo al supermercado y él caminó a la farmacia, en busca de una pomada para el dolor en las articulaciones.
“Nos despedimos (el 24 de octubre) y ya no lo volví a ver. Regresé como a las nueve del supermercado. Todavía le hablé. Me dijo que no había lo que necesitaba y que iba a ir a otra farmacia en San Fernando”, cuenta Ana Luz Minera Castillo.
Una hora después perdió comunicación con Juan Guillermo. “Ya no supe. Pasó el tiempo y estaba angustiada. Le hablaba y no me contestaba. Perdí contacto con él. Como a las 12:30 de la madrugada me habló la policía y me dijo que lo habían encontrado en la calle. Ellos no sabían que era su esposa ni que vivía aquí. Me hablaron porque era la última llamada que había hecho. Les dije que era mi esposo y me dijeron que estaban en la calle donde vivimos”.
A tropezones Ana Luz bajó las escaleras del edificio donde residía con Juan Guillermo. A unos pasos de la entrada de su casa encontró a su esposo
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