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Del Amor Y Otras Aflicciones: stories madness Britain Italy
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Libro electrónico455 páginas5 horas

Del Amor Y Otras Aflicciones: stories madness Britain Italy

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Cuentos sobre amor, locura, engaños y otras aflicciones

Una colección de cuentos, algunos realmente cortos, sobre temas como locura, reactores nucleares, excéntricos, polución, engaños, amor y metamorfosis.

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento6 abr 2019
ISBN9781547567416
Del Amor Y Otras Aflicciones: stories madness Britain Italy

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    Del Amor Y Otras Aflicciones - Jonathan Finch

    DEL AMOR Y OTRAS AFLICCIONES

    (UNA COLECCIÓN DE CUENTOS LITERARIOS)

    JONATHAN FINCH

    Traducción: Patricia McGarry

    Copyright © Jonathan Finch

    Todos los derechos reservados.

    DEDICATORIA

    A Aureliano y a Wanna por toda su colaboración durante tantos años y a Kamonchanok por traer tanta alegría a mi vida.

    CONTENIDO

    CANTA A CADA MOMENTO, AMOR, POR TI

    EL SR.FYNN  Y SU PRIMER TRABAJO DE ARTE (ARCHIVOS DE  LITERATURA, SALA B)

    EL TÍO DE KATHARINE

    EL OLOR

    CAPITAN MOFETA

    LA PLANTA CARNÍVORA DEL SR. BOGGIS

    EN LA PARADA DE AUTOBUS / EN EL AUTOBUS

    MEDICINA DE LA VICTORIA

    EL CUARTO Y EL PATIO

    EL ESCRITOR ADOLESCENTE

    MAL INTERPRETADO EN GESTO, PALABRA Y ACCIÓN

    CARTA DE NORTH A SÍ MISMO

    LA CARTA DE LA LEY

    LESLIE PROPENSITY (O UNA MUERTE MUY DESPROLIJA)

    AUTO-CONCIENCIA (UN MIEMBRO DE LA SOCIEDAD AFLUENTE HABLA)

    KEN ESTÁ ALLÍ

    DOS VECES

    LA LARGA Y LOQUAZ  DEL DOCTOR BUTE, EMINENTE PSICOANALISTA, DEMENTE IMMINENTE, FUNDADOR DE PSICOSOMNAPELOTOSIS (UNA ENFERMEDAD MENTAL), REGISTRADA POR TREVOR IDO, PACIENTE DE UNA CONSULTA DEL DOCTOR BUTE

    LA MALICIA DE WANTON (UNA HISTORIA DEL SIGLO PASADO)

    LA HISTORIA DEL FRANCÉS Y EL ESCOCÉS ALTERADOS EN ESCOCIA

    WALTER WHITLOW, Y TAMBIÉN JUSTO ANTES DE NAVIDAD

    UN TRATADO SOBRE LA NIEBLA

    UN DÍA NEVADO EN ROMA

    UNA MENTE CERRADA

    UNA NOTA DEL BOSQUE

    NOTICIAS DE KAZAJISTAN (EL DAY EN QUE UN APARTAMENTO SE VOLVIÓ UN AUTO Y EL AUTO UN APARTAMENTO)

    AMOR DE MADRE

    ¿TE ESTÁN PROTEJIENDO?

    TESCO BINGO BINGO TESCO (JACK COHEN COMPRÓ TE A THOMAS EDWARD STOCKWELL. HIZO NUEVAS ETIQUETAS USANDO LAS PRIMERAS TRES LETRAS INICIALES DEL NOMBRE COMPLETO DE SU PROVEEDOR (TES), Y LAS PRIMERAS DOS LETRAS DE SU APELLIDO (CO), AND BONGO BINGO TESCO!)

    COINCIDENCIAS DE UN DÍA NEFASTO (¡ATENCIÓN, JUGADORES!)

    DISPARAR A LA CEBOLLA

    TESIS DE H.M. PENSAMIENTO

    KOWALSKI

    COMIENZO DEL CUENTO

    ÉL (ESTÁ LOCO)

    EL AHOGADO

    LAS ÓRDENES DEL MAESTRO

    QUATTROCENT

    UN LASTIMERO SALVAJE VA AL DENTISTA

    APPRECIACIÓN DE UNA PELÍCULA (DEL SIGLO PASADO)

    PINOS

    MENSAJES DESDE UNA CAJA

    HACE MUCHO TIEMPO

    LA LLUVIA

    EL JOVEN EN LA UNIDAD DE EVALUACIÓN

    DESCENSO AL SÓTANO

    SUCIEDAD SALUDABLE

    EL NIÑO Y EL HOMBRE DE NIEVE QUE COBRÓ VIDA

    LOS ZAPATOS

    PATÉTICO (UNA HISTORIA DE AMOR NO CORRESPONDIDO)

    LA DESGRACIA Y FYODOR FASTBENDER

    EL DUEÑO DEL RESTAURANTE

    UN BELLO DÍA

    FRAGMENTOS

    CONSTERNACIÓN EN MOSCÚ

    SOBRE EL AUTOR

    CANTA A CADA MOMENTO, AMOR, POR TI

    Recordaba, que cuando era niño en Niza, comía con ellos dando vueltas alrededor de la pálida lámpara de luz, escuchando el sonido de sus alas mientras la noche avanzaba por la escabrosa ladera de la montaña, y él había salido al pesado y eléctrico aire tormentoso para librarse del ruido. Recordó que en Irlanda había visto uno golpear el cristal de la ventana, ¡y un gran perro se le  había acercado y lo intentó morder! se había ido. A él le había gustado eso. Recordaba más adelante en la vida leer un poema de amor de un eminente hombre de letras sobre el despertar del poeta al ruido pulsado y repelido en el interior de una habitación, y el ruido había inspirado al poeta a amar a Mary: ...porque canta, momento a momento, amor, por ti.

    No le había gustado eso, y desde entonces odiaba al poeta.

    Luego, la vida lo empujó, pinchó, hirió y golpeó como un buen pugilista cruel. Sí, amaba a Mary, la abrazaba y adoraba, pero sentía nauseas por los anhelos físicos adheridos a los movimientos de sus muslos, el balanceo de sus pechos, la languidez de su espalda y nalgas. Ella era muy joven, él tan sucio, y su apetito tan bajo. Un día la amaba y al siguiente la detestaba porque era muy atractiva para él y para otros hombres. Sentía que otros hombres deseaban satisfacer sus apetitos con ella, en ella. Él también lo deseaba, pero se habría detenido a alzarla si ella se desmayara al salir del baño y nunca hubiera mirado su blanca desnudez, no, ni una vez. La habría dejado intacta, inmaculada, impoluta. Y esa era la diferencia entre él y todos los demás. Solo, él saciaba su apetito, manchando su mente con la suciedad de la pornografía, pero ella era para ser intacta, inmaculada, impoluta. Marcaba este punto gritándole, y una vez incluso la golpeó. Ella se inclinó y se cubrió la cara con las manos. Temblaba. Oh, Mary, sollozó. Lo siento mucho. Ayúdame, por favor. Estoy tan triste.

    Y luego supo del libro de William Golding, vio una copia, leyó el título con horror, y un día despertó con el ruido incesante y aborrecido. Bang, gang, bang! fue contra el cristal de la ventana. No había cerrado las cortinas la noche anterior, y la luz del sol de mayo inundaba la habitación. Incesantemente, el sonido odiado, el ruido terrible. Bajó las escaleras, tomó un frasco de mermelada y volvió a subir a la habitación luminosa. Eran las siete de la mañana y sus padres aún no se habían levantado. Allí estaba. La vio retorcerse y volar. Bang, gang, bang! Trepaba por la ventana y él deslizó el frasco cada vez más cerca hasta que con un veloz movimiento de su brazo la tuvo adentro. Arrastrando la tapa del frasco a lo largo del cristal, finalmente tapó el frasco y la miró. La luz del sol atrapó sus alas de gasa, el color de la flema. Zumbó y voló contra los lados del frasco, luego se asentó y con pequeños movimientos subió por los lados de las paredes redondeadas de su prisión, el contenedor. Él sonrió. Era un botín, un completo botín moscardón, pero no estaba orgulloso. El orgullo era un pecado mortal. Él acercó su rostro, más cerca. Nunca había mirado con tanta atención y nunca había sentido tan intensa náusea. La mosca se retorcía, perdiendo en espasmos su vida de mosca, tambaleante-ruidosa, en el frasco. La mataría, pero ¿cómo? Ahogarla. Él sonrió. La justicia de esto me complace, pensó, como Otelo. Tendrías que ser un nadador de larga distancia para salir de esta, amigo, dijo, dirigiéndose a la mosca. ¿Sabes qué es una maratón? él se burló. Bueno, prepárate, porque eres el único competidor, ¿y adivina qué? ¡Te jodes vas a perder, ahogarte, estirar la pata, kaput, fuera de tu repugnante espiral mortal de insecto! Tuyo es ese encuentro con ahogarse. ¿Ves? Sí, lamentablemente, eso es lo que dijo, gritando al relativamente inocente moscardón, con elocuencia insensata, detestable y tonta. Como sintiendo el peligro, la mosca voló momentáneamente, mal y se asentó otra vez. Asomó una hosca cara de mosca del frasco. Fue al baño y llenó el lavabo, luego puso el recipiente bajo el agua y abrió la tapa. La mosca inmediatamente se elevó a la superficie muy cerca del borde blanco de la pila. Con esfuerzo se dirigió al lado recto esmaltado del blanco lavabo. Él miró, sin saber qué hacer. Se arrastró hacia arriba y luego el zumbido se elevó en el aire. Como un meteoro, arrojando gotitas de luz, se acercó a sus ojos asombrados. Agarró un periódico. La mosca se posó en el espejo. La aplastó con el periódico, despachando a la vez: Maldito narcisista, admirador, crees que eres una belleza de moscardón embotellado... Aplasta, golpea. La tarea ya cumplida, y él miraba las entrañas aplastadas contra el espejo. Notó con horror que la mosca aplastada cubría una parte de su rostro reflejado en el espejo. No aceptaría ningún castigo post-mortem del chico moscardón. Arrancó un pedazo limpio del periódico, limpió la mosca del cristal y lo dejó en el lavabo. Controló el agua girando para asegurarse al ciento por ciento de que el insecto muerto bajara en el remolino. Sin sacudirse, un vuelo de mierda para volver a menearse y recordarle el hecho. Se animó y sonrió por segunda vez esa mañana cuando se dio cuenta de que la excrecencia excrementaria estaba confinada a las alcantarillas para siempre.

    Dos días más tarde, lo que parecía ser un moscardón aún más grande que el anterior irrumpió en su habitación por una ventana abierta y dio vueltas en un loco zumbido verde azulado. Había estado tratando de dominar la visión irónica y versión del mundo de Jane Austen, pero la mosca puso bien a prueba la ironía del siglo dieciocho. Apuesto a que pensó Pepito Grillo, o su equivalente en moscardón. ¡El mundo de los insectos salió a atraparme! Se le acercó bien con la nariz cerca de la repugnante mosca y se quedó boquiabierto. Creyó ver la suciedad en sus patas traseras donde se había arrastrado en excrementos sobre un basural. Las alas eran desagradables, y el cuerpo negro azulado zumbó. Salió corriendo de la habitación. Ya había tenido suficiente. Ese zumbido feo le llegó y como un ruido voraz confundió su débil cerebro crudamente.

    Obsesionado, perplejo, deprimido, sintió que podía alinearse con una mosca, y creyó oír ese zumbido terrible cuando había un silencio virtual por toda la casa, pensó que el espejo estaba sucio cuando estaba limpio. Cuando entraba a cualquier habitación miraba con inquietud sus paredes, sus ventanas, su lámpara, esperando ver a la criatura que estaba fijando su fijación, alterando su concentración baja y mezquina, ocultando sus sueños académicos, y lentamente llevándolo a un estado cercano al frenesí.  No era así dos meses atrás, reflexionó. Lo hizo llorar. ¿Quién me puede ayudar? se lamentó al muro, su autoestima cayendo en picada.

    ¿Quién, de hecho?

    Cuando estaba en su habitación, antes de comenzar cualquier actividad, ya fuera en plan de trabajo o de masturbación, se sentaba muy quieto y escuchaba. Cuando salía y volvía dos segundos luego, imaginaba que una mosca había estado en la habitación y había recién volado por la ventana abierta, pero se había asentado, manchado y contaminado. Comenzó a cerrar todas las ventanas de su habitación y luego las de toda la casa. Él tuvo un día la brillante idea de que moscas y revistas de chicas podrían estar escondidas debajo de su cama o entre las lúgubres sábanas y páginas de libros. Eso era. Controló algunas veces y luego revisó lo revisado. Se concentró por cinco (minutos) hasta que pensó que necesitaba volver a controlar, entonces, naturalmente, fue y controló nuevamente. Y otra vez. Trabajó lenta, dolorosa, letárgica, cansadamente, y no llegó a ninguna parte. Su psiquiatra, el que por un sentido de deber profesional había tenido una maliciosa conversación con la policía local, a sus espaldas, le había dado poderosos tranquilizantes, sedantes y antidepresivos. Echó un buen puñado en su gaznate velloso, luego tragó una taza de agua tibia para bajar sus ayudantes. ¿Cuánto puedo donar al loquero? se preguntó. ¿Cómo puedo hacer que mi locura funcione?

    Una noche, su madre le preguntó: ¿Por qué estás cerrando todas las ventanas? Es verano. Es casi tu cumpleaños.

    Salió corriendo por la puerta, rompiendo a llorar. ¿Cómo puede ella ser tan insensible? Yendo a su habitación, donde todas las ventanas estaban cerradas, le pareció ver una mosca. Sí, pero ahora no había una mosca, pero había estado una mosca, allí, una moscarda azul que se había arrastrado por toda su silla, su mesa; se había detenido en su sábana blanca, y desde ese momento en adelante decidió no usar la silla, la mesa o la sábana. Volver las cosas inútiles hizo que se sintiera bien durante una hora o dos, pero descubrió que, después de un tiempo, ya no podía pensar, y como la silla estaba contaminada y estaría mejor en el jardín, arrojada allí desde la ventana del primer piso. Esa misma noche, Tabby, el gato de la zona, tuvo un poderoso susto y la visión de una silla de escritorio cayendo frente a un ratón que había querido atrapar, morder, jugar, dominar poderosamente para mostrar quién era el mejor. De hecho, el ratón también se asustó, y el gato y el ratón se unieron durante un breve segundo, por un miedo común a los objetos voladores propulsados ​​por el adolescente psicoanalizado sin éxito por doctores exitosos (si entiendes mi divague, probablemente no pero no te preocupes porque casi nada es explicable). Arrojó la sábana esa misma noche pero se cansó y pensó en lanzar su pesada mesa mejor.

    ¿Escribir una carta? Pensó. ¡No, la mesa, la mesa! ¿Acostarse y dormir? Solo si cerraba todo, cambiaba la cambiada sábana, inspeccionaba, revisaba y volvía a revisar. No podía tocar a Mary por temor a contaminarla con sus manos que podrían haber tocado accidentalmente un objeto en su habitación, tocado por una mosca o un moscardón que no había logrado exterminar. Cuando abrió su Jane Austen, ella no le hizo bien de ningún modo. No podía concentrarse. No podía estudiar.

    Y así llegó el día, y después de que había llegado, él vino, y allí, después de llegar, se acercó a la Mary de pesadilla, y para su horror se vio frotarse las manos y los brazos, retorciéndose como un moscardón. Sus ojos se abrieron, y al desorbitar, se detuvieron, en interrupciones. Interrupciones. Su voz zumbó. ¡Sal de aquí! de repente gritó a Mary. Vislumbró al verdadero enemigo, ¡y era ella! Ella lo miró. Había escuchado, Zzbbuzzwwhhheeeyyy! Él la rodeó, volando torpemente. Ya era suficiente para, y puso algunas millas entre él y ella.

    Unas noches más tarde, sus padres lo encontraron parado inmóvil en medio de la sala de estar. Bien, bien inmóvil. Estaba, inmóvilmente, emocionado.

    Siéntate, dijo su padre suavemente, mirándolo con inquietud. Él miró y movió sus brazos impotente. Siéntate, dijo Papá, con más firmeza.

    No hizo nada. No podía sentarse. No tenía voz. No podía responder. Miró a mamá y papá. Buzz, dijo lastimosamente, y luego añadió enojado, Buzz-BUZZ! Su madre comenzó a llorar. Es Mary quien ha hecho esto, sollozó.

    Caminó bruscamente hacia la puerta, y se frotó las manos erráticamente una contra la otra.

    Es Mary quien ha hecho esto, sollozó.

    Después de muchas horas, escuchó el himno melancólico una vez más y estaba cantando, amor, de él.

    PRIMER OBRA DE ARTE DEL SR. FYN (DE LOS ARCHIVOS DE LITERATURA SALA B)

    Recibí una carta muy extraña el otro día. Por honor a la verdad, la citaré en su totalidad:

    Su referencia: Y.O.U.R.R.E.F.E.R.E.N.C.E.

    Ullage Limited

    The Lane

    Undon

    S.E.1

    Fecha desconocida

    ––––––––

    Estimado Sr. Fyn,

    Esta carta es para informarle que, debido a la información recibida, le informamos que, a partir de mañana, su presencia será totalmente superflua en la prestigiosa institución antes mencionada.

    Le pedimos que actúe de acuerdo con la información que le informamos.

    Atentamente,

    La Oficina de informes

    Después de leer esta extraña carta (no tenía intención de contestarla), entré a la ducha con sólo un bañador por modestia. Cuando salí, volví a mirar la carta y, creyendo que era una broma o que me la habían enviado mal, la tiré. Pasé el resto del día pegando la repisa de la chimenea. Se había caído en medio de la noche, demasiados libros amontonados encima.

    Por la noche, salí y me emborraché, queriendo convertirme en poeta y sabiendo que la bebida ayudaría.

    A la mañana siguiente, me sorprendió recibir otra carta. En interés de la ciencia y la verdad, lo citaré aquí en su totalidad:

    Nuestra ref.: The IB (The Eye Bee)

    Ullage Limited

    The Lane

    Undon

    S.E.1

    Fecha adjunta

    Estimado Sr.Fyn,

    Luego de que usted no actuara acerca de la información que le informamos, hemos decidido actuar con indulgencia y tener en cuenta la posibilidad de que haya leído mal o malinterpretado nuestra carta anterior. También hemos sido informados de su falta de conocimiento, lo que ayuda.

    Le informamos, en términos muy claros, que acepte que su presencia en la prestigiosa dirección mencionada se vuelve totalmente superflua.

    Le pedimos que actúe de acuerdo con la información que le informamos.

    Atentamente,

    El I.B.

    Leí esta carta dos o tres veces, la puse en un cajón, luego tomé mi ducha habitual, después de lo cual colgué mi calzoncillo a secar, hice unas tostadas, y pasé el resto del día cortando las uñas de mis pies (porque estaban muy remanidos). Por la noche, salí y me emborraché tanto que arranqué varios limpiaparabrisas de varios automóviles.

    Cuando llegué a casa, sucedió algo maravilloso. Escribí mi primer poema:

    Permitámonos, permitámonos ser tres,

    uno más alegre que el otro,

    a los golpes y torpes

    llevándonos el uno al otro.

    Lo envié de inmediato - a GOG, una de las principales revistas literarias del país que tiene una política amplia en todo.

    A la mañana siguiente, recibí una tercera carta; me asustó mucho

    Su Ref.: SCUM

    Ullage Limited

    The Lane

    Undon

    S.E.1

    Fecha el tres

    Estimado Sr.Fyn,

    Nos hemos enterado de que, otra vez, no se ha ausentado del trabajo. No es habitual que los empleados continúen trabajando cuando han sido despedidos por pequeños robos y actos injustificados de vandalismo burdo.

    Nos proponemos llevar este asunto más lejos, mucho más allá.

    El I.B.

    Esta carta me molestó tanto que pensé en ir a la policía. Lo puse debajo del segundo (el primero, supongo) y entré a la ducha. Durante el resto del día, jugué con mis pulgares o me mordí las uñas. Por la noche, salí. Algo extraño sucedió. Un árbol por el que siempre paso tuvo la temeridad de hablarme, así que volví a casa y escribí mi segundo poema:

    EERT  EERT

    RTE  RTE

    EERT EETR

    TRE  RTE

    Envié este poema a PRENTWRIT, una revista de vanguardia de la que pocos han oído hablar (porque es de vanguardia), pero tengan por seguro, tomen mi palabra de ello, imprime todas las obras maestras de vanguardia.

    Realmente no quería levantarme a la mañana siguiente, pero cuando lo hice, había una cuarta carta en mi tapete:

    Sin ref.

    Ullage Limited

    The Lane

    Undon

    S.E.1

    Fecha 4 de junio

    año 9195

    Estimado Sr.Fyn,

    Parece que se deben tomar medidas más severas. Olvida que Eye Bee no debe tomarse a la ligera. Sus ofensas son prolíficas, sus intenciones oscuras y profusas.

    Pero ¿por qué, oh, por qué, sigue viniendo a trabajar? Esto es lo que no podemos entender. ¡Peligro, peligro, peligro!

    Atentamente,

    Eye Bee

    Guardé esta carta y me senté por un largo tiempo en el rincón de mi cuarto. Cuando, finalmente, levanté la cabeza, eran las nueve menos veinte y estaba muy oscuro afuera. Escuché una grabación que había hecho de mis sollozos, podría ayudar en el caso judicial pendiente, luego salí. Llamé a la estación de policía pero solo tomaron mi nombre y dirección. El sargento bostezó mucho. Tenía los dientes amarillos. Su lengua era como una fresa aplastada. Tenía un extraño sentido del humor y siempre reía.

    No me levanté al día siguiente. Al día siguiente, cuando me levanté, encontré dos cartas en mi tapete. No abrí ninguna de ellas, sino que fui directo a la policía.

    Vi a un sargento diferente esta vez. Él sonrió. Cuando bostezó, vi sus dientes, eran notoriamente falsos. Su lengua era como una ciruela aplastada. Gritó mucho y llenó varios formularios, después de lo cual sus ojos se volvieron muy, muy rojos y tuvo que ir al baño donde me pareció que se había ahogado por un largo rato.

    No sé qué va a pasar si estas cartas siguen llegando. De veras no....

    Hoy, algunas personas muy amables conversaron conmigo. Parece que me quieren como poeta residente en la Universidad de Sussex. Lo logré por fin.

    (Esta pieza de escritura titulada Primera obra de arte del Sr. Fyn puede estudiarse en forma manuscrita en la Sala de Literatura B del Hospital Mental South Downham, Five Spires Lane, Croydon, Surrey, CR3 3AH. El Sr.Fyn continúa escribiendo, pero, en opinión de los guardianes de la Sala B de Literatura, no ha producido nada tan divertido hasta la fecha).

    Publicado en THE FROGMORE PAPERS NO. 44 OTOÑO 1994

    EL TÍO DE KATHARINE

    Érase una vez (aunque hace muchísimo tiempo). Que me enamoré de una joven llamada Katharine. Era una mujer bastante frágil y traviesa, de cabellos oscuros, ojos azules, una boca pequeña, casi miserable, y una nariz ligeramente respingada. Su belleza, que pasó desapercibida en un primer encuentro, estaba llena de todo lo que Katharine era. Era una bromista, una cínica, una destructora y una ridiculizadora de los hombres y de los afectos de los hombres. Te miraba de costado, y su boca (que era terriblemente bonita) solía abrirse como si estuviera jadeando en silencio, y respirara un perfume sin esencia, lleno de rosas ocultas y otras flores que nunca se notarían.

    Pasado un tiempo, después de estar con Katharine varias veces, te dabas cuenta de cuán hermosa y triste eran ella y su belleza, porque aquí estaba la mujer más ingeniosa, bella, amable, frágil y triste incapaz de encontrar a un hombre al que poder amar, a pesar de que muchos la hubieran amado, y, por supuesto, muchos más la hubieran usado y abusado como ella los usaba y abusaba. Y la razón por la que Katharine era tan notable y tan miserable era porque odiaba a los hombres y quería destruirlos.

    Probar que odiaba a los hombres, y además decir por qué su odio la hacía tan infeliz, tomaría muchas páginas de escritura, y ni aun así, esas páginas incluirían las razones más sutiles o tendenciosas. Además, esta historia no es sobre Katharine (aunque estoy en deuda con ella por este tema); se trata de su tío, un hombre al que vi una sola vez, un hombre lleno de extrañas excentricidades, que constantemente se mordía los labios por lo que debería sentirse afortunado de que le queden labios, y te solidarizabas con esos labios por el trato rudo él les daba.

    Por supuesto, con Katharine, estaba irremediablemente infeliz; y ahora me doy cuenta de que ella nunca me hubiera querido de otra manera. Pero tan extraño e irracional es el amor que incluso ahora renunciaría a todo para poder estar con Katharine otra vez aunque sin que ella supiera que estaba allí. Renunciaría a todo para poder verla y saber lo que está haciendo un día y otro, solo para poder verla comer su comida, incluso verla caminar junto a su último novio (aunque tal vez no podría soportar ver su novedad más reciente y nueva, otro hombre). Y, por supuesto, anhelo verla dormir o levantarse por la mañana, enfadada (porque la mañana siempre la deprimía), roja por sus largas horas de sueño, verla echar agua en la cara, arremangar las mangas de su camisón hasta que sus hombros relucen blancos en la extraña y oscura mañana de invierno o susurrante primavera, pecosa de brotes y la más leve de las luces verdes.

    Pero todo esto es un sueño desepereranzado, sin esperanza. Katharine se ha ido, y si me armara de coraje y tratara de verla sin que ella me viera, sin duda me descubriría de inmediato y abusaría de mí. Incluso si me paseaba bajo un árbol enorme y protector, mi cielo un círculo de hojas verdes y susurrantes, y me aventuraba desde ese verdor a mirarla amorosamente, anhelante, cuando pasaba junto a mí, vestida con esos marrones y grises, esas sobriedades que ella siempre vestía y gustaba, seguramente me vería, y me sonreiría y me llamaría, e inmediatamente iría hacia ella, lisiado de amor, y ella me maltrataría, sabiendo lo mucho que la amaba, sabiendo que estaba otra vez bajo su control. Y me sentiría más miserable que un niño abandonado que tienen sujeto con una cuerda.

    No es bueno; es imposible... pero todavía amo a Katharine, no a nada que sea Katharine (porque ella es completamente negativa y muy, muy horrible) sino algo que no es Katharine, algo que existe con ella, sobre lo cual ella nunca podría decir: ¡Es parte de mí! Y aunque es muy, muy horrible como una hermosa serpiente que tocas y te pica de muerte, también es terriblemente infeliz.

    Deseo con todo mi corazón que ella pueda ser atrozmente feliz en su horror y maldad.

    Pero esta historia no puede ser sobre Katharine. Sólo libros muy largos, bellamente largos y bellamente escritos pueden hablar de ella, solo prosa cuya cautivadora jaula y líneas bruñidas están doradas con la más triste bruma de soldados moribundos sobre los cuales tristes acontecimientos y pimpollos de criaturas florecen y lloran pueden tocar su destino el de ellos y el mío. Así deben ser los escritos sobre ella, honrándola. Esta historia solo puede referirse a su tío, a quien ella siempre le gustó describir como un ridículo, afectuoso, viejo, ridículo, afectuoso, viejo Tío Lambenweister.

    Lo vi una sola vez, en una catedral cerca del Puente de Londres, donde la hermana mayor de Katharine cantaba en medio de otras voces enérgicas. Yo era uno de los espectadores y estaba a punto de sufrir un fuerte ataque de gripe. La madre de Katharine también estaba allí, y su hermana menor, una reunión familiar casi completa, faltaba la hermana menor y, por supuesto, su padre, a quien nunca conocí pero que parecía, por rumores, muy talentoso, muy dedicado y muy infeliz, ¡un anestesista sin una fatalidad en su nombre!

    El tío Lambenweister se sentó y se mordió los labios durante toda la actuación. Después, fuimos a un bar. El tío de Katharine alisaba su cabello gris, muy excéntrico, muy nervioso, y hablaba sin parar con un hombre joven. Era un hombre viejo y gris, cargado de rarezas, movimientos inexplicables y preocupaciones incontables. ¿Pidió un zumo de naranja en el bar esa noche? No estoy seguro de ello, pero creo que sí. No puedo recordar Da igual. Katharine y sus hermanas miraban alegres, disfrutando del absurdo tío y su absurda creatividad.

    Katharine tenía muchos recuerdos de él. Estaban todos empapados de payasadas, y el tío Lambenweister podría haber sido fácilmente un payaso de circo que se caía en todas sus anécdotas.

    Su padre, un hombre austero y premonitorio, a menudo severo en extremo, estaba perpetuamente avergonzado por el tío Lambenweister, porque siempre llamaba la atención sin darse cuenta.

    El tío, quien vivía solo tenía una pequeña motocicleta. Si lo invitaban a pasar un fin de semana en la casa de los padres de Katharine, iba en su motocicleta a la estación, la depositaba allí, viajaría al norte en tren y llegaría a su destino todavía con el casco puesto. Ignorando por completo los pedidos del padre de Katharine, se negaba rotundamente a quitárselo hasta que llegaban a casa. El padre de Katharine, por lo tanto, tenía que encontrarse con él y caminar a su lado desde la estación hasta la casa, mientras dedos apuntadores y risas contenidas seguían al par.

    Cuando Katharine era pequeña, solía ir a Londres para quedarse con su tío. Uno de sus primeros recuerdos fue que él la llevó al Museo Británico. Pasó las puertas giratorias con tal impulso que lo arrojaron hacia adelante, entró tropezando en el edificio y cayó. Katharine, lo seguía, se sorprendió, cuando entró, de ver a una multitud a su alrededor, y muchos trataban de ayudarlo, mientras él, fuera de sí con rabia, sacudía manos y brazos extendidos, murmurando, sacudiéndose el polvo se puso de pie.

    Ah, sí, y luego había otra historia que Katharine solía contar. (O mi querida cariño, todavía puedo recordar cómo solías contar la historia hasta que las lágrimas asomaban a tus ojos y tenías que parar para secar tus ojos de la profusión de tu alegría.)

    El tío Lambenweister salió con la familia a dar un paseo y una caminata por el campo. El padre de Katharine tuvo que usar todos sus poderes de persuasión para convencer a Lambenweister de no usar su casco en el automóvil, por lo que el viaje tuvo un mal comienzo, con el médico de pésimo humor y el cuñado disgustado y de molesto.  Llegaron al campo y todos salieron del auto. El padre de Katharine, el médico, insistió en caminar una hora (bueno para el corazón) a pesar de un cielo gris y una perspectiva lluviosa. Después de un extenuante paseo, todos volvieron al automóvil, cerraron sus paraguas, solo para encontrar las ruedas del coche zumbando, girando y chapoteando en el barro resbaladizo. Todos, excepto el padre de Katharine, salieron a empujar, pero el tío Lambenweister empujó con más fuerza y ​​energía que todos. De repente, las ruedas se asentaron, el coche se disparó hacia adelante, el tío, que todavía empujaba furiosamente, se encontró empujando contra nada, y en consecuencia cayó, boca abajo en el barro. Todos estaban pasmados, pero muy divertidos, aunque al padre de Katharine una vez más le costó controlarse. No quería que el fangoso tío volviera al automóvil. ¿Pero qué se podía hacer? El tío Lambenweister fue ubicado cautelosamente en el asiento trasero sobre unos periódicos. Y cuando llegaron a casa, él fue desvestido y enviado a lavar (las propias palabras de Katharine). Sin embargo, el padre de Katharine quedó muy molesto y a la mañana siguiente el tío Lambenweister y él le dieron una limpieza completa al interior del automóvil. Después de eso, pudieron ver a la mamá de Katharine y a su hermano intercambiando palabras y echando funestas miradas al eminente doctor.

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