El libro de buen amor
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La presente edición del Libro de buen amor parte del Códice de Salamanca (S), que corresponde a la segunda versión de la obra e incorpora pasajes que no aparecen en los otros dos códices que se conservan, el de Códice Gayoso (G) y el Códice de Toledo (T).
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El libro de buen amor - Arcipreste de Hita Juan Ruiz
Créditos
Título original: Libro de buen amor.
© 2024, Red ediciones S.L.
e-mail: info@linkgua.com
Diseño cubierta: Michel Mallard
ISBN rústica ilustrada: 978-84-9007-689-7.
ISBN tapa dura: 978-84-1126-514-0.
ISBN rústica: 978-84-96290-80-8.
ISBN ebook: 978-84-9816-907-2.
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra.
Sumario
Créditos 4
Brevísima presentación 15
La vida 15
Enseñanza moral y monólogo polifónico en El libro de buen amor 17
Monólogo polifónico 18
El contraste 19
La autoridad del que habla 20
Las analogías 21
El amor siempre fabla mentiroso 23
La llave del tesoro es el tesoro 24
Jesús Nazarenus Rex Judaeorum. Ésta es oración qu’el arcipreste fizo a Dios cuando comenzó este libro suyo 27
Intellectum tibi dabo, et instruam te in via hac, qua gradieris: firmabo super te oculos meos 29
Aquí dijo de cómo el arcipreste rogó a Dios, que le diese gracia que podiese facer este libro 35
Gozos de santa María 37
Gozos de santa María 41
Aquí fabla de cómo todo ome entre los sus cuidados se debe alegrar: et de la disputación que los griegos et los romanos en uno ovieron 45
Aquí dice de cómo según natura los omes e las otras animalias quieren haber compañía con las fembras 49
De cómo el arcipreste fuer enamorado 51
Enxiemplo de cómo el león estaba doliente, e las otras animalias lo venían a ver 53
Enxiemplo de cuando la tierra bramaba 57
De cómo todas las cosas del mundo son vanidad, sino amar a Dios 59
De lo que contesció al arcipreste con Fernand García, su mensajero 61
Aquí fabla de la constelación, et de la planeta, en que los omes nascen, el del juicio del hora cuando sabios naturales dieron en el nascimiento del fijo del rey Alcarás 63
De cómo el arcipreste fue enamorado: et del enxiemplo del ladrón e del mastín 69
De cómo el amor vino al arcipreste, et de la pelea que con él ovo el dicho arcipreste 71
Enxiemplo del garzón que quería casar con tres mujeres 73
Enxiemplo de las ranas, en cómo demandaban rey a don Júpiter 75
Aquí fabla del pecado de la cobdicia 79
Enxiemplo del alano que llevaba la pieza de carne en la boca 81
Aquí fabla del pecado de la soberbia 83
Enxiemplo del caballo e del asno 85
Aquí fabla del pecado de la avaricia 87
Enxiemplo del lobo, e de la cabra, e de la grilla 89
Aquí fabla del pecado de la lujuria 91
Enxiemplo del águila et del cazador 93
Aquí fabla del pecado de la invidia 95
Enxiemplo del pavón e de la corneja 97
Aquí fabla del pecado de la gula 99
Enxiemplo del león et del caballo 101
Aquí fabla del pecado de la vanagloria 103
Enxiemplo del león que se mató con ira 105
Aquí dice del pecado de la acidia 107
Aquí fabla del pleito qu’el lobo e la raposa ovieron ante don Gimio alcalde de Bujía 109
Aquí fabla de la pelea qu’el arcipreste ovo con don Amor 117
Aquí fabla de la pelea que ovo el arcipreste con don Amor 121
Enxiemplo del mur topo et de la rana 125
Aquí fabla de la respuesta que don Amor dio al arcipreste 129
Enxiemplo de los dos perezosos que querían casar con una dueña 135
Enxiemplo de lo que contesció a don Pitas Pajas, pintor de Bretaña 139
Enxiemplo de la propiedad que el dinero ha 143
De cómo el Amor enseña al arcipreste, que haya en sí buenas costumbres, e sobre todo que se guarde de beber mucho vino blanco e tinto 149
De cómo Amor se partió del arcipreste, et de cómo doña Venus lo castigó 157
Aquí dice de cómo fue fablar con doña Endrina el arcipreste 167
Enxiemplo de la abutarda y de la golondrina 179
De cómo doña Endrina fue a casa de la vieja, e el arcipreste acabó lo que quiso 195
Del castigo qu’el arcipreste da a las dueñas, e de los nombles del alcagüeta 199
De la vieja que vino al arcipreste y de lo que le contesció con ella 207
De cómo el arcipreste fue a probar la sierra e de lo que le contesció con la serrana 209
Cántica de serrana 211
De lo que le contesció al arcipreste con la serrana 213
Cántica de serrana 215
De lo que le contesció al arcipreste con la serrana 217
Cántica de serrana 219
De lo que contesció al arcipreste con la serrana, et de las figuras d’ella 221
Cántica de serrana 225
Del ditado qu’el arcipreste ofreció a santa María del Vado 229
De la pasión de nuestro Señor Jesú Cristo 231
De la pasión de nuestro Señor Jesú Cristo 233
De la pelea que ovo don Carnal con la Cuaresma 235
De la penitencia qu’el flaire dio a don Carnal, et de cómo el pecador se debe confesar, et quién ha poder de lo asolver 243
De lo que se face miércoles corvillo en la Cuaresma 249
De cómo don Amor y don Carnal venieron e los salieron a rescebir 255
De cómo clérigos e legos, e flaires e monjas, e dueñas, e joglares salieron a recebir a don Amor 257
De cómo el arcipreste llamó a su vieja, que le catase algún cobro 269
De cómo el arcipreste fue enamorado de una dueña que vido estar faciendo oración 271
De cómo Trotaconventos consejó al arcipreste que amase alguna monja, e de lo que le contesció con ella 273
Enxiemplo del ortolano e de la culebra 277
Enxiemplo del galgo e del señor 279
Enxiemplo del mur de Monferrado et del mur de Guadalajara 281
Enxiemplo del gallo que falló el zafir en el muladar 285
Enxiemplo del asno e del blanchete 287
Enxiemplo de la raposa que come las gallinas en la aldea 289
Enxiemplo del león et del mur 291
Enxiemplo de la raposa et del cuervo 293
Enxiemplo de las liebres 295
Enxiemplo del ladrón que fizo carta al diablo de su ánima 297
De las figuras del arcipreste 301
De cómo Trotaconventos fabló con la mora de parte del arcipreste, e de la respuesta que le dio 305
En cuáles instrumentos non convienen los cantares de arábigo 307
De cómo morió Trotaconventos, et de cómo el arcipreste face su planto denostando et maldeciendo la muerte 309
El petafio de la sepultura de Urraca 317
De cuáles armas se debe armar lado cristiano para vencer el mundo, e la carne 319
De las propiedades que las dueñas chicas han 323
De don Furón, mozo del arcipreste 325
De cómo dice el arcipreste que se ha de entender su libro 327
Gozos de santa María 329
Gozos de santa María 331
De cómo los escolares demandan por Dios 333
Del Ave María de santa María 335
Cántica de loores de santa María 337
Cántica de loores de santa María 339
Cántica de loores de santa María 341
Cántica de loores de santa María 343
Cántica de los clérigos de Talavera 345
Cantar de ciegos 349
Otro cantar de ciegos 351
Libros a la carta 355
Brevísima presentación
La vida
Juan Ruiz Arcipreste de Hita (Alcalá de Henares c. 1282-c. 1350). España.
Fue un hombre inteligente y erudito, experto en derecho civil y canónico y con un gran conocimiento de las Sagradas Escrituras. Parece que siempre vivió en Hita, un pueblo de Andalucía. Allí desempeñó el cargo eclesiástico de arcipreste y más tarde el arzobispo de Toledo le encomendó la dirección espiritual de los conflictivos monjes de Talavera. Escribió además el libro De cómo clérigos e legos e frailes e monjas e dueñas e joglares salieron a recibir a Don Anno, muy polémico, que provocó su destierro durante trece años al convento de San Francisco, en Guadalajara.
El libro de buen amor, extensa composición de 1728 estrofas escrita hacia 1330, en la Castilla de antes de la Peste negra donde cristianos, judíos y musulmanes todavía convivían en paz, es una de las obras más notables del mester de clerecía y de la literatura medieval. En ella, el autor ofrece un relato supuestamente autobiográfico donde expone de forma tan didáctica como pormenorizada los avatares del amor carnal, así como sus peligros morales y espirituales. A través de una sucesión de fábulas, apólogos y alegorías ejemplares, se describen y examinan las aventuras y el aprendizaje que conducen al protagonista del amor concupiscente al amor verdadero, y se le ofrece al lector una metáfora del camino espiritual para alcanzar la caritas y la salvación de su alma. Sin embargo, la ambigüedad sigue siendo uno de los rasgos más notables de este texto: ¿cómo saber si el relato de las aventuras del protagonista es una invitación a los placeres carnales o una advertencia contra los vicios y las debilidades del alma humana? No en vano el autor, consciente de la ambigüedad de su obra, apela desde el comienzo a la sensatez del lector para discernir el sentido profundo de lo que se dispone a leer.
La presente edición parte del códice de Salamanca (S), que corresponde a la segunda versión de la obra e incorpora pasajes que no aparecen en los otros dos códices que se conservan, el de Gayoso (G) y el de Toledo (T).
Enseñanza moral y monólogo polifónico en El libro de buen amor
Ernesto Menéndez-Conde
De mis fablas e mis fazañas, rruego te que bien las mires.
Arcipreste de Hita, El libro de buen amor, 908d
Uno de los problemas que plantea El libro de buen amor es la falta de coherencia en la voz del narrador. Al parecer no todo lo que dice Juan Ruiz debe tomarse como una verdad ni como un precepto ético, no todo lo que dice es en todo momento cómico, ni tampoco habla seriamente en todo momento. En ocasiones Juan Ruiz introduce situaciones que rozan la picaresca, en otras da pruebas de un amor piadoso. A veces la devoción alterna con la lujuria sin que parezca privilegiarse, como habría de esperar el lector, una sobre otra. Este vaivén hace pensar El libro de buen amor como un texto asistemático. Muchos estudiosos, como Dagenais, han llegado a sospechar de la unidad de la obra y, sobre todo, a considerar ambivalentes o problemáticas las intenciones de Juan Ruiz. Así, por ejemplo, Michael Gerli comenta:
...El libro de buen amor se estructura precisamente en torno a la compenetración del amor carnal y el amor divino, pero en este caso las simpatías del Arcipreste parecen ser totalmente indistinguibles (1981:65).
Además, la virtual falta de unidad del texto parece oscurecer la posibilidad de que el libro tenga un carácter didáctico, incluso cuando el Arcipreste incluyó, tal vez con un sentido moralizador, no pocas fábulas y ejemplos. ¿Debiera concluirse que, debido a las contradicciones del texto, El libro de buen amor es una obra carente de unidad, con simpatías indistinguibles y con una enseñanza moral no del todo clara?
Aquí partiré del presupuesto de que las ambigüedades, las tiradas contra la moral reinante, los elogios mundanos y también las alabanzas a la vida contemplativa, son enunciadas desde voces distintas y se alternan dentro de una obra esencialmente polifónica. Así muchos comentarios estarían dichos desde la voz y la posición del pecador, mientras que otros serían evidentemente escritos desde el punto de vista del moralista y el devoto. Trataré de demostrar que El libro de buen amor está escrito en forma de «monólogo polifónico», en el que la primera persona del narrador habla desde puntos de vista contradictorios, encarna en personajes diferentes, discurre sobre un mismo tema desde posiciones cambiantes y muchas veces en discordia.
Monólogo polifónico
El término «monólogo polifónico» fue introducido por Ronald Macaulay (1991), en su Locating Dialect in Discourse, para designar el uso de citas directas en el discurso, es decir, los momentos en los que el narrador cita textualmente lo que dice uno de los personajes que aparece en su relato. El monólogo polifónico permite que en lugar de un solo punto de vista, el narrador pueda presentar diversas perspectivas, mientras conserva el control sobre el discurso. Si el monólogo polifónico posee, efectivamente, una importancia considerable en la obra de Juan Ruiz, entonces, sería necesario esclarecer mediante qué gestos el autor advierte sobre los cambios de voces. ¿Cómo, mediante qué pistas, el lector podría reconocer la posición desde la que habla el narrador? ¿Qué indicaciones, qué guiños hizo Juan Ruiz a sus contemporáneos para que no incurriesen en el equívoco de tomar una farsa por un discurso elevado o una diatriba sobre la blasfemia por una celebración de la vida licenciosa?
Si El libro de buen amor fue concebido como un monólogo polifónico, entonces cabría pensar que el Arcipreste de Hita introdujo algunos signos, por sutiles o retóricos que fuesen, encaminados a orientar al lector. El libro debió contener, en el modo en que fue escrito, su propio código de lectura, aunque fuese un código que advirtiese tan solo un lector adiestrado (mientras otros, menos al tanto de las señales a las que apelaría Juan Ruiz, tendrían que contentarse con el disfrute engañoso y se quedarían sin comprender las sutilezas que, como tantas veces menciona el propio autor, existen en su libro). La apuesta consiste en demostrar que El libro de buen amor posee una clave que permite acceder a lo que debieron ser sus enseñanzas. A continuación me detendré en algunos rasgos que podrían interpretarse como pistas para que el lector acceda el texto de la manera acertada.
El contraste
El contraste violento podría ser una de las maneras de llamar la atención sobre el cambio de voces y un modo de enseñar por medio de ejemplos negativos. Al ejemplo licencioso le corresponde un contra-ejemplo de buenaventura. A menudo, frente al habla del seductor, el Arcipreste de Hita opone bruscamente la voz del devoto, apegado a la Virgen y a Cristo. Así, por ejemplo, los licenciosos episodios de Trotaconventos y las serranas se cierran, ambos, con una enseñanza moral. En el primer caso Juan Ruiz aconseja a las mujeres que se cuiden del amor loco. En el segundo, se produce un salto a la celebración de la Virgen María —evidente contra-figura de las serranas— y la pasión de Cristo, o sea el cuerpo como redención del pecado en lugar del cuerpo para el placer.
El lector tiene, por tanto, que elegir. El libro ofrece una alternativa ética entre el amor (que los cuerpos alegre) y la buenaventura (que las almas preste). Habría una lectura para los cuerdos y otra, por completo opuesta, para los mancebos livianos. Como escribe Arcipreste de Hita:
67 En general a todos fabla la escriptura:
los cuerdos con buen sesso entendrán la cordura;
los mançebos livianos guarden se de la locura
escoja lo mejor el de buena ventura.
No parece casual que precisamente antes de presentar a su Arcipreste que «fue enamorado», Juan Ruiz haga comentarios sobre cómo leer su libro y termine por aconsejar:
76d e saber bien e mal e usar lo mejor.
La autoridad del que habla
Las citas a los griegos se contraponen a las citas de las Sagradas Escrituras. El autor habla con una ironía demoledora al evocar a Aristóteles:
72 Si lo dixiese de mío, sería de culpar
dize lo grand filosofo, non so yo de rrebtar
De lo que dice el sabio no debemos dubdar
que por obra se prueba el sabio e su fablar.
La frase de Aristóteles (el mundo por dos cosas trabaja: la primera/ por aver mantenencia; la otra cosa era/ por aver juntamiento con fenbra plazentera, 71b-d) no se refuta mediante argumentos; sino a través del cuestionamiento de la autoridad del pensador pagano. Las Sagradas Escrituras en cambio no admiten ser puestas en duda. Son enseñanzas incuestionables. La autoridad del que habla es una pista para interpretar lo que se dice. Cuando la cita proviene de un autor pagano, el lector debiera entenderla como un juicio moral engañoso o incorrecto. Cuando se trata de una referencia a los textos cristianos, entonces debieran aceptarse como verdades o dogmas.
Las analogías
Cinco astrólogos acuden ante la presencia de un rey moro y vaticinan, con versiones diferentes, la muerte de su hijo. Las discrepancias entre los «estrelleros» provocaron que el rey los guardase en prisión. Años más tarde, las cinco profecías aparentaron quedar confirmadas en la trágica muerte del infante. El rey moro, al ver realizadas las predicciones, piensa erróneamente que no se puede dudar de la astrología. El narrador advierte que el rey se dejó llevar por un espejismo que le impidió vislumbrar el poder divino que se alza muy por encima de las conjeturas de los astrólogos:
150 Non son por todo aquesto los estrelleros mintrosos,
que judgan según natura por sus cuentos fermosos,
ellos e la ciencia son ciertos et non dubdosos,
mas no pueden contra Dios ir, nin son poderosos.
Ahora bien, como mismo la muerte de su hijo llevó al monarca a sobrestimar el poder de los astrólogos; del mismo modo, el amor hacia las mujeres lleva al Arcipreste a confiar desmedidamente en los signos astrales. Al igual que el rey que termina creyendo en los poderes de la astrología, el Arcipreste ve su atracción por las mujeres como un designio de las estrellas. Entre el rey y el personaje que narra la historia del rey existe una correspondencia muy directa. De un modo análogo al rey que consagra a los astrólogos, el protagonista inicia el elogio del amor terrenal, para el cual el Arcipreste se considera a sí mismo fatalmente predestinado. La historia del rey moro lleva al Arcipreste a justificar su inclinación al amor. El lector debiera prestarle atención al hecho de que Arcipreste reacciona de un modo similar a un «moro», es decir, se comporta como alguien que está fuera de las enseñanzas de los Evangelios.
Creer en el «signo de Venus» es un desacierto comparable al del moro que cree en los astrólogos. El amor se presenta como un poder inmenso (hace sutil al hombre rudo, elocuente al mudo y atrevido al cobarde); pero que posee una falla: es una ilusión y es un hablar mentiroso.
160 Una tacha le fallo al amor poderoso
...
161d es esta: que el amor siempre fabla mentiroso.
Toda cosa que dize paresçe mucho buena
...
165d e nunca vos creades loores de enemigos.
La disputa entre el Arcipreste y Don Amor constituye un largo pasaje donde el protagonista opone a este último —a quien considera el causante de los siete pecados capitales— los