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La noche desenfrenada de una novia: LA SERIE EL DEMONIO DEVERE: La noche desenfrenada de una novia, núm. 1; La virgen cazadora, núm. 2
La noche desenfrenada de una novia: LA SERIE EL DEMONIO DEVERE: La noche desenfrenada de una novia, núm. 1; La virgen cazadora, núm. 2
La noche desenfrenada de una novia: LA SERIE EL DEMONIO DEVERE: La noche desenfrenada de una novia, núm. 1; La virgen cazadora, núm. 2
Libro electrónico192 páginas4 horas

La noche desenfrenada de una novia: LA SERIE EL DEMONIO DEVERE: La noche desenfrenada de una novia, núm. 1; La virgen cazadora, núm. 2

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**Mejor libro electrónico de romance de Library Journal de 2012**
 

Cuando el demonio juega a ser cupido... Puede haber muchos problemas…
 

Ella necesita a un protector… Luego de haber sido seducida por las promesas murmuradas de un amante desleal, Phoebe Scott decidió volverse famosa en el escenario de Covent Garden, pero luego de tres años de papeles menores, puedo comprender que nunca alcanzaría su objetivo por sí misma. Cuando al fin comprendió que su éxito dependía de un patrocinador poderoso, Phoebe decide buscar a un protector en el burdel más infame de Londres.


Él admite el celibato… Sir Edward «Ned» Chambers ha estado perdido y solo desde la muerte de su esposa mientras estaba en labor de parto. Abrumado por la culpa, ha jurado vivir en el celibato pero, después de tres años, interiormente se encuentra inquieto, irritable y crecientemente insatisfecho.


En tiempos desesperados, se necesitan medidas diabólicas… El Vizconde Ludovic «el demonio» DeVere, un libertino de primera clase, está empecinado en devolver a su mejor amigo Ned a la tierra de los vivos. Al percibir la causa detrás de la infelicidad de su mejor amigo, como también la evidente cura, DeVere toma las riendas. Las acciones entrometidas de DeVere dan lugar a una apuesta atroz que podría hacer que Ned descubra un nuevo amor… o llevarlos a todos a la Torre. La travesura y la pasión abundan en esta comedia georgiana alegre y sensual.

«La serie “El demonio DeVere” es una variación del progreso del libertino, o la reformación de este, solo que no comienza con el libertino como personaje principal, un recurso asombrosamente inteligente de Vane que le permite dar vueltas alrededor de DeVere sin revelar demasiado en el inicio. En los primeros dos libros, DeVere es el titiritero que reorganiza la vida de sus amigos. Pero, en el fondo, los lectores perciben indicios que muestran que hay algo más en él además de ese depravado que se ve a simple vista. Cuando descubrimos esta historia, ya estamos atrapados. La serie es erótica y sexy. A veces, quieres sacudir a los personajes hasta que sus dientes traqueteen, pero es absolutamente maravillosa. Este libro es para ser leído con bombones. ¡Y un ventilador!», Marlene Harris para Library Journal.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento23 nov 2018
ISBN9781547557363
La noche desenfrenada de una novia: LA SERIE EL DEMONIO DEVERE: La noche desenfrenada de una novia, núm. 1; La virgen cazadora, núm. 2
Autor

Victoria Vane

Victoria Vane is a multiple award-winning romance novelist and history junkie whose collective works of fiction range from wildly comedic romps to emotionally compelling erotic romance. Victoria also writes historical fiction as Emery Lee and is the founder of the Romantic Historical Fiction Lovers Goodreads group and the Romantic Historical Lovers book review blog. She lives on the east coast of Florida.

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    La noche desenfrenada de una novia - Victoria Vane

    DEDICATORIA

    Para mi hermana del alma: Jill

    AGRADECIMIENTOS  

    Esta breve comedia lasciva nunca habría sido posible sin el talentoso ojo de mi editora, Tara Chevrestt.

    Estoy profundamente agradecida de su apoyo y de sus consejos.

    MEJOR LIBRO ELECTRÓNICO DE ROMANCE DE LIBRARY JOURNAL DE 2012

    ––––––––

    «La serie El demonio DeVere es una variación del progreso del libertino, o la reformación de este, solo que no comienza con el libertino como personaje principal, un recurso asombrosamente inteligente de Vane que le permite dar vueltas alrededor de DeVere sin revelar demasiado en el inicio. En los primeros dos libros, DeVere es el titiritero que reorganiza la vida de sus amigos. Pero, en el fondo, los lectores perciben indicios que muestran que hay algo más en él además de ese depravado que se ve a simple vista. Cuando descubrimos esta historia, ya estamos atrapados. La serie es erótica y sexy. A veces, quieres sacudir a los personajes hasta que sus dientes traqueteen, pero es absolutamente maravillosa. Este libro es para ser leído con bombones. ¡Y un ventilador!», Marlene Harris para Library Journal.

    Índice

    Prólogo............................................................................6

    Capítulo uno....................................................................8

    Capítulo dos

    Capítulo tres3

    Capítulo cuatro.............................................................29

    Capítulo cinco...............................................................32

    Capítulo seis

    Capítulo siete49

    Capítulo ocho................................................................59

    Capítulo nueve..............................................................66

    Capítulo diez.................................................................72

    Capítulo once................................................................80

    Capítulo doce................................................................85

    Capítulo trece...............................................................91

    Epílogo..........................................................................99

    Anticipo: El demonio que ya conoces.........................105

    La serie El demonio DeVere

    Anticipo: El jeque volvió a contarlo

    Los chismes excitantes de Victoria

    Sobre VICTORIA VANE

    Prólogo

    St. James, Westminster, 1783

    ––––––––

    —Ned, tienes que despertar. —El susurro frenético y el cosquilleo de un cabello suave penetraron la periferia de la consciencia del señor Edward Chambers, que estaba envuelta en tinieblas, saciada sexualmente y afectada por el alcohol—. Vamos, Ned, —insistió la voz suave—. Tienes que despertar, o habrá muchos problemas.

    Gruñó, rodando hacia uno de sus lados. Era consciente de un gran dolor de cabeza y, a su vez, de una presencia tibia y suave junto a él. Tanteó a ciegas, identificó un trasero femenino que se retorcía de forma burlona contra su ingle, estimulando otra parte de él hacia un estado palpitante y desvelado. Con su nariz le acarició el cuello, mientras su erección creciente deseaba sentir calor entre aquellos muslos. —Annalee, mi dulce Annalee, —murmuró en su pelo.

    —Phoebe, —la voz sensual se volvió fría y lo que antes era una figura acogedora se transformó en una piedra.

    Los ojos semidormidos de Ned se abrieron rápidamente, de inmediato fijó su atención en la cama gigante, las pesadas cortinas de terciopelo color oro y carmesí intenso y los imponentes postes de caoba tallados a mano. Se enderezó bruscamente, como si lo hubiesen empapado con agua helada. Su mirada se fijó en la voluptuosa rubia de ojos azules que yacía entre un embrollo de sábanas lujosas. —¿Kitty?

    —No. Phoebe, —respondió—. Mi nombre. Soy Phoe-be.

    —¿Phoebe? —Frunció el ceño, su mirada confundida iba fugazmente de su compañera de cama a la habitación opulenta. Restregó frenéticamente su cara y miró para todos lados, ansioso por dar con algo, cualquier cosa, que le asegurara que no estaba volviéndose loco. La visión de sus alrededores hizo que le costara ponerse de pie, se enredó con las sábanas y cayó al suelo. Aturdido sobre la gruesa alfombra turca, su consciencia confundida absorbió el techo enmarcado de seis metros de alto que reproducía a los héroes clásicos.

    —Kitty, Phoebe o como diablos te llames, —dijo con los dientes apretados—. Esta no es Carlton House, ¿no?

    —No.

    Su corazón latía muy rápido. Ned decidió primero respirar y luego modular un tono que lindaba con el pánico. Miró a Phoebe y en un segundo, su cara se puso pálida. —Estuve con DeVere anoche. ¿A dónde está DeVere?

    — DeVere está encerrado muy seguro en el armario de ropa de cama. —Abrazó sus pechos, su expresión se volvió cautelosa de repente—. ¿No te acuerdas de nada?

    Sacudió con vigor su cabeza adolorida solo para hacer aparecer un caleidoscopio caótico de los eventos de la noche anterior y de la verdad inexplicable que empujaba para salir a la superficie.  Su vista se pegó a la cama, retrocedió mecánicamente hasta el centro de la habitación donde tenía una mejor perspectiva del gran atractivo de esta.

    Subió su vista a la cima del cabezal, hasta el escudo heráldico ubicado entre las figuras talladas de un león y de un unicornio. Deslizó su vista con temor hasta el pergamino grabado que aparecía debajo.

    Dieu Et Mon Droit. Dios y mi derecho, el lema del rey.

    Sintió una opresión en el pecho. La habitación comenzó a girar.

    —Que el mismo Dios me salve... —Su voz salió como un sonido ahogado—. ¡Porque seré ahorcado, arrastrado y descuartizado por pasar la noche consumando en la cama del Rey de Inglaterra!

    Capítulo uno

    ––––––––

    Teatro Covent Garden, Westminster

    ––––––––

    Aunque el ajetreo habitual persistía, los cuerpos iban y venían y las prendas volaban de aquí para allá; el camarín comunitario del Teatro Covent Garden era una réplica sombría de sí mismo: el parloteo y la bonhomía de los actores, que normalmente eran alegres, hoy sonaban apagados, incluso forzados. Lo que todos en la compañía sabían pero se negaban a decir en voz alta era que la mayoría de esos artistas que aún no habían sido contratados por el Sr. Sheridan se quedarían sin trabajo tan pronto como se bajara el telón esa noche. Era la última presentación de la temporada y la que iba a cerrar oficialmente para dar lugar a las renovaciones necesarias y así seguir el paso del competidor principal, el Teatro Royal en Drury Lane.

    Era la tercera temporada de Phoebe Scott. Ella se unió a la compañía teatral soñando adornar el escenario como Ofelia o Lady Macbeth, pero, para su frustración creciente, aún no había llegado más lejos que a ser la criada de las damas o algún otro rol un poco cómico. Otras veces, cuando le tocaban roles sin diálogos, se ganaba su sustento gracias a la generosidad del director de escena sustituto, el Sr. Hull, quien le pagaba cinco chelines por noche por trabajar como ayudante de cámara de las actrices principales. Eso es lo que le tocaba hacer esa noche, pero con las puertas cerradas el día siguiente, su salario escaso desaparecería muy pronto.

    Si bien sobrevivía a durísimas penas, Phoebe se preguntaba hasta cuándo podría mantenerse con sus ahorros y, lo que era aún más preocupante, si tendría la posibilidad de volver a la compañía la próxima temporada, cuando esta volviese a abrir sus puertas con un nuevo esplendor deslumbrante. Con tan pocas actuaciones importantes que dieran crédito a su nombre, sus posibilidades eran pocas. Esta noche, sin embargo, se negaba a permitir que la incertidumbre de su futuro opacara el placer que le producía el espectáculo. Era su obra favorita: Belle's Stratagem, de la Sra. Cowley. En sus tres años en Covent Garden, Phoebe nunca se perdió una presentación de la obra e incluso se comprometía con todo su corazón en cada diálogo.

    Se vistió con su traje de criada, forzó una sonrisa alegre en sus labios pintados y se fue rápidamente al camarín privado de la actriz principal, donde ayudaría a prepararse a la no tan joven Sta. Younge para su papel protagónico como Leticia. Como sabía que cualquier tipo de sorpresas podían acechar detrás de la puerta de un camarín, Phoebe golpeó tres veces antes de entrar, pero resultó que en la habitación faltaba la estrella de la obra.

    —No está aquí, corazón, —dijo la señora Andrews, una actriz de papeles secundarios envejecida, quien ahora era una encargada de vestuario de tiempo completo.

    —¿La Sta. Younge? ¿No está aquí? —repetía Phoebe sin comprender.

    —Así es. Pese a que sabes que odio el chismoseo, algunos dicen que no estaba contenta con su nuevo contrato y ahora ella asegura que no se puede mover de la cama por la fiebre. —La mujer rolliza giñó, fue un giño cómplice—. Y se rumorea que la Sra. Mattocks se torció el tobillo, pero escuché que la vieron paseando por Hyde Park hace unas horas.

    Antes de que pudiera profundizar su comentario, el Sr. Thomas Hull irrumpió por la puerta con una cara rubicunda, le temblaban las mejillas, agitaba un pergamino y lucía apopléjico.

    —¡Qué diablos dices! ¿Las dos? ¿La Sta. Younge y la Sra. Mattocks? ¡Ninguna tiene permitido tener fiebre o torcerse el tobillo en una noche de gala a petición real! ¡Malditas desdichadas desagradecidas! Faltan treinta minutos para que comience la presentación ¡y no tengo Leticia ni Sra. Racket!

    —¿No hay Leticia? ¿No hay Sra. Racket? No querrá decir que...

    Hull interrumpió a Phoebe. —¿Debo cancelar la presentación? Prefiero morir en el infierno antes que permitir que actrices consentidas me lleven por delante. Les mostraré que nadie en esta compañía es indispensable. ¡El show va a continuar perfectamente bien!

    —¿Pero cómo piensas lograrlo si no tienes a dos de tus damas principales? —preguntó la encargada del vestuario con una sonrisita.

    —Debo pedirte que repitas tu último papel, Peg.

    —¿Como la Sra. Racket? —Se rió con descaro—. Incluso si por algún milagro recuerdo todas mis líneas, de poco serviría si aún necesitas a una Leticia.

    El corazón de Phoebe golpeaba contra su pecho, su mirada volaba con incertidumbre de la Sra. Andrews al Sr. Hull. Desesperada por aprovechar su posibilidad, una de esas que se presentan una sola vez en la vida, dio un paso adelante. —Yo-yo sé los papeles, Sr. Hull. Leticia, la Sra. Rouchwood, la Sta. Ogle, Kitty Willis. Puedo interpretar a cualquiera de ellas. Le prometo que no lo defraudaré. Por favor, ¿me daría la posibilidad?

    —Eh. —Hull la contempló, la examinó con los ojos entreabiertos. Mientras, Phoebe contenía la respiración, se sentía como un caballo en un remate. Antes de que Hull pudiera agregar algo, Phoebe se dio vuelta, tomó un abanico ornamentado del tocador y se transformó en el personaje de Leticia.

    Paseó por la habitación, con su nariz respingada por encima del abanico vibrante. —¡Todos los hombres son mentirosos, aduladores, embusteros! Lo he escuchado miles de veces de mis aires, mis ojos, mi figura: ¡todo para la victoria! —Bajó el abanico y posó—. Y hoy, al apostar todo mi corazón en una pobre conquista, probaré que todos esos atractivos imputados no valen nada. —Cerró el abanico de un golpe y movió sus bucles.

    Girando con entusiasmo hacia el Sr. Hull, mordió su labio y estudió la cara del actor entrado en años con una esperanza desesperada y aprensión. Él la contempló por un largo rato, con una expresión indescifrable.

    —Si bien tienes un aire de frescura que falta mucho en otras artistas recientes, me atrevería a decir una cara y una figura tan bella como la tuya escondería muchos embrollos de nuestra audiencia masculina... —El pulso de Phoebe se incrementó con grandes esperanzas solo para caer de vuelta a la tierra—. Sin embargo, me temo que no puedo arriesgar la desaprobación que podría sufrir si te permito un papel protagónico.

    —¿Desaprobación? ¿A qué se refiere? —preguntó Phoebe desconcertada.

    —La desaprobación de nuestros principales patrocinadores, querida. Sin duda, no puedes haber vivido entre nosotros por tanto tiempo sin comprender cómo funciona.

    —¿Cómo funciona qué?

    —El patrocinio, querida. El teatro no es más que una imitación del mundo que nos rodea y, por eso, progresa gracias al patrocinio. Todo aquel que aspire a ser alguien debe contar con un benefactor. Cuanto más poderoso es el benefactor, mejores son los roles y hay más beneficios para todos nosotros. —Le dio una palmadita debajo del mentón—. Seguro que lo entiendes a esta altura, ¿no?

    Phoebe asintió, empezando a comprender. En el fondo, ya lo sabía pero había preferido no admitir que el frecuente rol del director de escena era el de un proxeneta para los nobles que patrocinaban los camerinos. Muchas veces, evidenció cómo las actrices utilizaban las conexiones de sus amoríos con hombres de la nobleza para impulsar sus profesiones y también cómo más tarde se consumían las llamas del inicio de aquella pasión. Los caballeros siempre pasaban a nuevas conquistas, dejando que la dama buscara a otro protector. Era un círculo vicioso y no el estilo de vida que imaginaba cuando se unió al teatro.

    —Lo siento, querida. Si bien tienes potencial y, con esfuerzo, puedo claramente imaginarte como una Leticia ingenua y encantadora, me temo que debo colocar a la Sta. Stewart en ese papel.

    El corazón de Phoebe se encogió, sintió una mezcla dolorosa de decepción y desilusión. Las líneas que acababa de decir reflejaban sus pensamientos: una vez más, había entregado todo su corazón para nada. Ingenuamente, siempre creyó que prevalecerían el esfuerzo y la perseverancia, pero ahora se preguntaba si volvería a tener otra posibilidad. Sin embargo, se negó a rendirse por completo.

    —Pero seguro, Sr. Hull, como tiene que cambiar los roles, debe haber algún rol menor que pueda interpretar, ¿no? Por favor, —rogó—. No lo defraudaré.

    —¿En serio? Pero, me pregunto qué tanto lo deseas...

    —Con todas mis ganas.

    —Pero, ¿qué estás dispuesta a sacrificar? —Achicó su mirada mientras la examinaba de pies a cabeza—. Si te concedo tu deseo y te pongo en el escenario esta noche, me pregunto, ¿estás preparada para sacarle

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