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Sermones sobre Génesis (I) - La voluntad de la Santa Trinidad para los seres humanos
Sermones sobre Génesis (I) - La voluntad de la Santa Trinidad para los seres humanos
Sermones sobre Génesis (I) - La voluntad de la Santa Trinidad para los seres humanos
Libro electrónico419 páginas7 horas

Sermones sobre Génesis (I) - La voluntad de la Santa Trinidad para los seres humanos

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En el libro de Génesis, Dios quiere que nos demos cuenta de sus buenas intenciones para nosotros. ¿Dónde se revela la voluntad de Dios para nsootros? En la verdad del Evangelio del agua y el Espíritu que Jesucristo cumplio. Debemos entender estas buenas intenciones de Dios por fe ya que se manifiestan en el Evangelio del agua y el Espíritu. Para ellos cuando consideremos la Palabra de Dios debemos dejar de lado nuestros pensamientos carnales y creer en la Palabra de Dios tal y como es. Todos debemos dejar de lado nuestro conocimiento erróneo que hemos acumulado hasta ahora y abrir nuestros ojos espirituales al poner nuestra fe en la justicia de Dios.

IdiomaEspañol
EditorialPaul C. Jong
Fecha de lanzamiento20 sept 2018
ISBN9788928210824
Sermones sobre Génesis (I) - La voluntad de la Santa Trinidad para los seres humanos

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    Sermones sobre Génesis (I) - La voluntad de la Santa Trinidad para los seres humanos - Paul C. Jong

    - Sobre la voluntad de la Santa Trinidad para los seres humanos -

    Efesios 1, 9-10 dice: «Dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en si mismo, de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra». A través del Libro del Génesis Dios quiere que conozcamos las intenciones que tiene para nosotros. ¿Dónde se revela la voluntad de Dios? En el Evangelio del agua y el Espíritu que Dios cumplió a través de Jesucristo. Debemos aceptar estas buenas intenciones de Dios manifestadas en el Evangelio del agua y el Espíritu por fe. Para ello cuando consideramos la Palabra de Dios, debemos dejar de lado nuestros pensamientos carnales y creer en la Palabra de Dios tal y como es. Todos debemos abandonar nuestro conocimiento erróneo que hemos acumulado hasta ahora y abrir nuestros ojos espirituales al poner nuestra fe en la justicia de Dios.

    Sólo podemos creer en Dios correctamente cuando entendemos Sus buenas intenciones que se revelan en Su Palabra. Para revelarnos estas intenciones escribió la Palabra de la Creación de los cielos y la tierra. Debemos entender qué intenciones tenía el Dios de la Trinidad cuando creó el universo. Dios quería hacer a todos los seres humanos a Su imagen y semejanza.

    Si Dios hubiera creado al hombre antes que las demás criaturas cuando creó el universo y todo lo que hay en él, entonces el hombre hubiera sido un obstáculo para las buenas intenciones de Dios. La gente rechaza lo que no puede entender. Por tanto, a no ser que dejemos de lado nuestros propios pensamientos, no podremos evitar volvernos en contra de la voluntad de Dios porque nos será imposible entender Sus intenciones con nuestros pensamientos carnales. En realidad, ¿no hay mucha gente que se vuelve en contra del amor verdadero de Dios porque desconoce Su justicia?

    La Palabra de la Verdad de Dios es como un proyecto que presenta Su justicia. Dios se convirtió en la luz de la Verdad en este universo que estaba lleno de oscuridad. El primer día de la creación, Dios ordenó que hubiera luz en las tinieblas y así nos hizo saber Sus buenas intenciones desde el principio, que consistían en darnos el Evangelio de la verdadera remisión de los pecados a nuestros corazones llenos de oscuridad. La intención del Dios de la Trinidad era vencer a las tinieblas con la luz de la Verdad para que recibiésemos la gracia de la salvación cuando estábamos destinados a morir con los trucos de Satanás.

    El segundo día de la creación de los cielos y la tierra, Dios separó las aguas del firmamento de las aguas que estaban bajo el mismo. Las intenciones que Dios reveló el segundo día eran las de librarnos de las palabras de Satanás al separar Su Palabra de las palabras del Diablo. Por tanto, debemos vivir nuestra fe basándonos en la Palabra de Dios y para hacerlo debemos ser salvados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu manifestado en la Palabra de Dios. Al tercer día Dios ordenó que las aguas que estaban bajo el cielo se reunieran en un mismo lugar y que la tierra seca quedara descubierta. Cuando Dios ordenó esto Sus intenciones eran exponer nuestros pecados y hacer que siguiésemos solamente Su justicia.

    Al cuarto día de la creación de los cielos y la tierra Dios creó el Sol, la Luna y las estrellas. La intención de Dios manifestada el cuarto día era demostrar que extiende la luz de la salvación en este mundo y Su voluntad a través de Sus siervos, que iluminan la oscuridad al creer en Su justicia. Con el Sol, la Luna y las estrellas en el firmamento, Dios estaba manifestando Su justicia, Sus siervos y nuestros corazones. Cuando Dios ordenó el quinto día que los pájaros volaran en el aire y que las aguas estuvieran llenas de peces según sus especies, nos estaba demostrando la naturaleza de la verdadera fe. A través de las obras del quinto día, Dios manifestó que podemos conocer Su justicia a través del Evangelio del agua y el Espíritu y que al creer en Su Palabra, podemos superar todos los obstáculos y triunfar.

    El sexto día Dios hizo al hombre a Su imagen y semejanza. Para hacer que los seres humanos fueran Sus hijos, Dios creó a la humanidad, para así poder revelar Su justicia y ser glorificado. Por tanto debemos recibir la remisión de los pecados a través del Evangelio del agua y el Espíritu que Dios nos ha dado y debemos alabar a nuestro Dios justo.

    Por último, Dios descansó el séptimo día de la creación de los cielos y la tierra. Este séptimo día manifiesta que Dios sólo quería que le glorificásemos a Él, ya que planeó todo según Sus intenciones. Significa que al crear el universo y la humanidad, Dios lo completó todo según Su voluntad. Dios descansó el séptimo día para darnos la verdadera remisión de los pecados, para bendecirnos y convertirnos en Sus hijos y para darnos el Reino de los Cielos.

    A través de la Palabra de Génesis debemos entender las intenciones de Dios para la humanidad, debemos creer en ella y alcanzar nuestra salvación. Nuestros predecesores de la fe creyeron en la Palabra de Dios y abrazaron el descanso de Dios antes que nosotros para vivir en Su gloria.

    Al vivir en el fin de los tiempos debemos saber cuáles son las buenas intenciones de Dios y creer en ellas. Está claro que la segunda venida del Señor está cerca. Por eso, los que creemos en la justicia de Dios no debemos caer en la trampa de las falsas doctrinas cristianas y malgastar nuestro precioso tiempo, sino que debemos difundir la justicia de Dios a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Si vivimos confiando en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu, en la que se manifiesta la justicia de Dios, disfrutaremos del verdadero descanso. Al vivir en la justicia de Dios, debemos estar llenos de fe en Jesucristo. Al conocer y creer en la justicia de Dios podemos tener esperanza verdadera, verdadero descanso y verdadera vida eterna.

    De ahora en adelante habrá más gente de todo el mundo que predique el Evangelio del agua y el Espíritu. Sin embargo, al mismo tiempo, podemos ver que aunque la gente del mundo diga que el fin está cerca, muy pocos muestran interés en su salvación. En esta época actual, vemos como la mayoría de los cristianos ignoran la justicia de Dios y cómo las falsas doctrinas y las aberraciones han entrado en el cristianismo. Muchos cristianos están sufriendo sed espiritual y están muriendo porque no pueden resolver el problema de sus pecados.

    Ahora hemos sido llamados para difundir el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo. En este momento, en el que la segunda venida de Jesucristo y el Día del Juicio están cerca, debemos reconocer las intenciones de Dios correctamente en nuestras vidas. Entonces reconoceremos lo que debemos saber y en lo que debemos creer. Si todavía siguen viviendo afligidos capturados por el pecado, les pido que crean en el Evangelio del agua y el Espíritu lo antes posible, el Evangelio que Dios les ha dado, y que reciban la verdadera salvación.

    Mientras vivan en esta época, deben examinar en qué tipo de verdad deben creer. Deben aprender la Verdad definitiva de la salvación en la justicia de Dios y deben vivir conociendo la voluntad de Dios. A los que todavía son jóvenes en la fe, debemos enseñarles correctamente lo que dice la justicia de Dios. En el fin de los tiempos, debemos dedicarnos a la tarea de enseñar el Evangelio del agua y el Espíritu a los demás manifestando la justicia de Dios para que reciban la remisión de los pecados porque somos los que hemos nacido de nuevo. Y a los que han recibido la remisión de los pecados, debemos enseñarles a dedicarse por completo a la obra justa que sirve a la justicia de Dios. Debemos tener éxito en esta obra y vivir el resto de nuestros días confiando en la justicia de Dios y entonces presentarnos ante el Señor.

    Saludo a todos nuestros compañeros repartidos por todo el mundo. Estos sermones van dirigidos a los hijos de Dios que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, así como a los que desean conocer esta justicia, creer en ella y vivir por ella. Espero y rezo por que, a través de este libro, todos ustedes entiendan la voluntad de Dios para los humanos y crean en ella y que triunfen por su fe en Dios. Pido a Dios que les de todas Sus bendiciones.

    Sé que la justicia de Dios nos protegerá y nos bendecirá a todos. Deseo que todos nosotros sigamos siendo hermanos en la fe en la justicia de Dios hasta el día en que nos encontremos en el Reino de Dios.

    Paul C. Jong

    CAPÍTULO 1

    La Biblia es la Palabra de

    salvación, no un libro

    científico

    < Génesis 1:1-2 >

    «En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas».

    «En el principio creó Dios los cielos y la tierra». Este pasaje de Génesis 1, 1 es el primer verso que encontramos cuando abrimos la Biblia. Dios dijo: «En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas». Cuando dice: «Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo», se refiere a la condición de los corazones de los que no han nacido de nuevo.

    La Biblia no es un libro científico. La Biblia es la Palabra de Verdad que salva del pecado. Es la Palabra que trae la remisión de los pecados a la humanidad. La Palabra de las Escrituras es la Palabra bendita de salvación de la que Dios hablo y que cumplió para la humanidad. Como está escrito: «Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí» (Juan 5, 39). La Biblia es la Palabra que permite a la humanidad ser salvada del pecado y recibir la vida eterna. Por tanto, para que uno sea salvado de sus pecados, debe darse cuenta de la condición en la que se encuentra su corazón a través de la Palabra de las Escrituras.

    Cuando Dios dijo: «Y la tierra estaba desordenada», estaba describiendo la condición de nuestros corazones. La Palabra de Dios nos está diciendo que los corazones de todo el mudo están desordenados y por eso están llenos de pecados por su naturaleza. En los corazones de todos están presentes estas tres condiciones: sin orden, vacíos y oscuros. Dicho de otra manera el corazón, la mente y los pensamientos de la gente están desordenados, vacíos y llenos de pecados. Decir que los pensamientos de la humanidad están «desordenados» puede aplicarse a los que no conocen la Palabra de Dios de Verdad y que consecuentemente no conocen a Jesucristo. La palabra «vacío» se refiere a los corazones de la gente, que están insatisfechos. Que haya tinieblas en las profundidades de los corazones de los pecadores significa que los pecados de la humanidad están escondidos en sus corazones.

    Los corazones de los que no han encontrado el Evangelio del agua y el Espíritu que el Señor nos dio, están desordenados. En otras palabras, no conocen la Verdad de Dios, es decir que no conocen el Evangelio del agua y el Espíritu, y por eso siguen sin saber adónde van, atrapados por sus propios pensamientos. La razón por la que la gente del mundo está perdida es que está confundida. Sus pensamientos confusos hacen que no puedan resolver sus problemas por sí mismos.

    La razón por la que los corazones de la gente están vacíos y desordenados es la ausencia de la Palabra de Jesús. Dicho de otra manera, al no guardar la Palabra de Dios de Verdad en sus corazones, sus mentes están vacías y confusas. Hay un gran vacío en sus corazones porque el Señor, que nos ha dado la remisión de los pecados, no puede vivir en ellos.

    En el pasaje de las Escrituras de hoy las «tinieblas» se refieren a los pecados de la humanidad. Se refieren a los que no han borrado sus pecados porque no han entendido la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu. Los que aún tienen pecado están en esta condición porque no han creído en el Evangelio del agua y el Espíritu. Por tanto, todo el mundo debe creer que la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu es la Verdad según la voluntad de Dios. Sin embargo mucha gente no cree todavía en el Evangelio del agua y el Espíritu y por eso sigue teniendo pecados en sus corazones hasta hoy. Esto se debe a que no reconocen el hecho de que Dios es el Señor que creó los cielos y la tierra, el universo entero y todo lo que hay en él y que Jesús borró todos sus pecados. Pero todavía la mayoría de la gente sólo cuenta con sus obras y no reconoce el Evangelio del agua y el Espíritu. La Biblia dice que esta gente, que quiere establecerse por su propia justicia, no se somete a la justicia de Dios (Romanos 10, 2-3).

    ¿Qué les ocurre a los corazones de los pecadores? Como sus corazones siguen teniendo pecado, están llenos de confusión y no saben qué es la Verdad de la salvación de Dios. Los que no han aceptado la Palabra de Dios tal y como es, deben estudiar lo que es la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu. Quien no conoce el Evangelio del agua y el Espíritu revelado en la Palabra de Dios es atormentado por sus propios pensamientos confusos. Esta gente peca contra Dios.

    Como ya he mencionado anteriormente, la palabra «tierra» en el pasaje de las Escrituras se refiere al corazón humano. El que la tierra estuviera desordenada y vacía implica que nuestros pecados impiden que conozcamos al Señor y por tanto, nuestros corazones están confusos y vacíos. En otras palabras, la confusión llegó a la mente de las personas cuando se separaron de Dios y se desviaron de la Verdad del agua, la sangre y el Espíritu, y cuando no creyeron en la verdadera Palabra de salvación de Dios. Mis queridos hermanos, a no ser que creamos en Dios como nuestro Salvador, quien creó los cielos y la tierra, no podemos conocer la Verdad. Cuando no conocemos esta Verdad de Dios caemos en la confusión. No podemos darnos cuenta de quién creó todo en este mundo y de quién es Dios. Mucha gente ha caído en esta confusión, sin sabes si Dios es una roca, el Sol, la Luna, un árbol grande o un elefante. Por eso Dios cuando se refería a que la condición de los corazones es pecadora está diciendo: «Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo».

    Cuando la gente no reconoce la Palabra de Dios en sus corazones, se llena de confusión. Cuando no se dan cuenta de que Dios, que creó todas las cosas, es Jesucristo, de que Jesús vino al mundo encarnado en un hombre, de que tomó los pecados del mundo cuando fue bautizado por Juan el Bautista, de que derramó Su sangre en la Cruz, y de que se levantó de entre los muertos y ascendió a los Cielos, están destinados a vivir toda su vida sumidos en la confusión, el vacío y la oscuridad. Por eso mucha gente no puede ser salvada de sus pecados y siguen viviendo sumidos en la confusión, el vacío y la oscuridad.

    Mis queridos hermanos, Jesucristo creó el universo con Dios Padre y el Espíritu Santo. ¿Es verdad o no? Por supuesto que sí. Esto significa que Jesucristo es el Maestro del universo. Los pecados de la humanidad están separando a los hombres del Dios de Verdad, que no creen en Jesucristo como su Salvador ni creen que Jesús viniera por el Evangelio del agua y el Espíritu (Juan 16, 9). ¿No es un pecado que los seres humanos no crean en el Señor que les creó como su Maestro y que no reconozcan a su Maestro original? Por supuesto que sí. En otras palabras, es un pecado no creer en Jesucristo como el Salvador y no creer que Él borró nuestros pecados con el Evangelio del agua y el Espíritu. Si nos separamos de Jesucristo, estamos cometiendo un pecado que nos destruye. Este es el camino que sume a la humanidad en la confusión. Los que se separan de Dios y no creen en Él están perdidos porque no creen en la Palabra de Verdad.

    El vacío y el pecado en los corazones de la gente

    No hay nadie aparte de Jesucristo que nos pueda dar verdadera satisfacción. Sin embargo como la gente no acepta lo que Jesús, nuestro Salvador, consiguió cuando vino al mundo, Cristo no puede entrar en sus corazones y por eso están vacíos.

    Para poder llenar el vacío de sus corazones la gente debe aceptar la Palabra de Jesús en sus corazones, porque Él posee todas las verdades. Para ello debemos creer en todo lo que Jesús hizo cuando vino al mundo. Debemos aceptar que Jesús fue bautizado para tomar todos nuestros pecados, que derramó Su sangre y murió en la Cruz, y que se levantó de entre los muertos. Si reconocen esto y aceptan lo que Jesús hizo por ustedes, el vacío de sus corazones desaparecerá.

    El corazón humano se caracteriza por estar lleno de tinieblas. Cuando la Biblia dice: «Las tinieblas estaban sobre la faz del abismo», significa que los pecados de todo el mundo están tan dentro de sus corazones que no se dan cuenta. También significa que los hombres intentan esconder sus pecados. Mis queridos hermanos, si escondemos nuestros pecados y nos negamos a reconocer nuestra naturaleza pecadora, seguiremos siendo prisioneros de las tinieblas y no podremos nacer de nuevo ni convertirnos en personas que complacen a Dios. Si no admitimos que somos débiles y malvados, no podremos reconocer al Dios misericordioso y no podremos conocer al Dios de la salvación a través de la Palabra.

    A no ser que reconozcamos la Palabra de Dios, no podremos saber quiénes somos, y si no sabemos quiénes somos, estamos abandonando a Dios. Como la gente no reconoce a Dios, esconde sus pecados e intenta establecerse por su propia justicia y protegerse por sí misma. Esto es lo que ocurre cuando no reconocemos la Palabra de Dios de Verdad.

    Mis queridos hermanos, esto es un pecado. Todos los que se han separado de Dios y los que no creen en Su Palabra son pecadores. Desde el principio Dios habló a estos pecadores y les dijo que sus corazones están desordenados y vacíos y que las tinieblas están sobre la faz del abismo.

    Dios obra en nosotros a través de Su Palabra solamente

    La Biblia ice que el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. ¿A través de qué perdona Dios las transgresiones de los pecadores? A través de Su Palabra.

    En la Biblia, las «aguas» se refieren a la Palabra de Dios de Verdad. La «tierra» se refiere al corazón humano. Y el «mar» se refiere al mundo.

    Cuando dice: «El Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas» se refiere a dónde obra el Espíritu de Dios e implica que el Espíritu Santo obra a través de la Palabra. Cuando la gente se aferra a la Palabra de Dios y cree en ella, Dios obra en sus corazones a través de Su Palabra, borra todos los pecados de sus corazones y los salva. Dios creó el universo con Su Palabra y a través de esta perdonó todos los pecados del mundo.

    ¿Qué significa que el Espíritu Santo, que es Dios mismo, se moviera sobre la faz de las aguas? Significa que el Espíritu de Dios, es decir el Espíritu Santo, no podía entrar en los corazones de los pecadores. Este pasaje nos dice que aunque Dios quiere vivir en los corazones de la gente y estar con ellos, no puede hacerlo si hay pecado en ellos.

    El Espíritu Santo, que es Dios, quiere entrar en los corazones de todos, pero sólo puede entrar en los corazones de los que han recibido la remisión de los pecados. Por eso debemos creer en la Palabra que Jesús nos contó y aceptar la remisión de los pecados que vino por el Evangelio del agua y el Espíritu. Entonces el Señor puede vivir en nosotros.

    ¿Quién creó el universo? Jesús, Dios mismo. Jesús es Dios y creó el universo y a nosotros. Y Jesús es el Dios Salvador que vino al mundo para salvar a la humanidad de todos sus pecados. Jesús es el Dios que creó la naturaleza. ¿Cómo podemos conocer a este Jesús? A través de la Palabra de Dios de Verdad. Cuando creemos en la Evangelio de Verdad de la remisión de los pecados, podemos ser perdonados y conocer a Dios. Podemos entender quién es Dios, qué relación tenemos con Él, qué es el pecado, qué es la salvación o remisión de los pecados, qué es la vida eterna que Dios nos dio, y qué tipo de bendiciones nos ha dado Dios. Al creer en Jesús, creemos en Dios de todo corazón.

    Dios obra en aquellos que creen en Su Palabra de salvación y salva a los que creen en esta Palabra, dándoles la remisión de sus pecados. El Señor ha dado la remisión de los pecados a los que creen en la Palabra de Dios de salvación. Sin embargo, si alguien no escucha ni cree en esta Palabra de Dios y los pecados de su corazón siguen intactos, Dios no puede entrar en su corazón. Por eso Dios se mueve a nuestro alrededor y nos dice que recibamos la remisión de los pecados que nos ofrece gratuitamente. Y por eso la Biblia dice: «El Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas».

    ¿Qué es el pecado de la humanidad? Es el rechazo de la Palabra de Dios de salvación que trae la verdadera remisión de los pecados y el no creer en ella de corazón. El no creer en la Verdad de Dios de salvación es cometer un grave pecado a los ojos de Dios. La gente cree que peca sólo cuando comete un pecado especialmente grave, pero no sólo eso es pecado. No creer en Jesucristo, que es la Palabra, es un pecado. El pecado más grave es no reconocer la Palabra de Dios ni creer en ella.

    Pero a pesar de ello los que están sumidos en la confusión creen en su propia idea de Dios y creen que sólo pecan cuando son insuficientes. Pero cuando Dios creó los cielos y la tierra, habló a la humanidad y dijo que el pecado es no creer en Su existencia ni en Su Palabra, y dejó claro que este es el principio del pecado, su origen y su existencia.

    ¿En qué tipo de pecadores se han convertido los seres humanos al no creer en Dios ni en Su Palabra? Dios les dijo a Adán y Eva: «Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás» (Génesis 2, 16 - 17). Aunque Adán creyó en Dios, no creyó en Su Palabra completamente y por eso acabó comiendo del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal. Así es como empezó el pecado.

    Como Adán y Eva no creyeron en la Palabra de Dios. ¿Cuáles fueron las consecuencias? Los seres humanos, engañados por Satanás, se convirtieron en pecadores y dejaron a Dios atrás, cometieron pecado a Sus ojos, rechazaron la Verdad y lo que es peor, se pusieron de lado del Diablo. Al no creer en la Palabra de Dios, los seres humanos se convirtieron en pecadores y quedaron malditos. Los que se han separado de Dios por no creer en Su Palabra, se han convertido en pecadores a los ojos de Dios y la humanidad ha sido maldita y Dios la ha condenado.

    Para que un pecador sea salvado de la maldición de Dios, debe creer en el Evangelio del agua y el Espíritu que se ha convertido en la justicia de Dios. Sólo cuando la humanidad crea en esta Palabra de Verdad, podrá volver a Dios. Todos los seres humanos deben volver a la verdadera Palabra de Dios, aceptarla y creer en ella. Para que un pecador vuelva a Dios, debe arrepentirse de no haber creído en la Palabra de Dios de Verdad.

    En el Libro del Génesis podemos encontrar lo que es el pecado según Dios, cómo Dios llega a los pecadores y cómo se prepararon Sus obras de salvación y Sus bendiciones. Cuando los seres humanos cayeron en el pecado, nuestro Señor Jesús, que es Dios mismo, vino a nosotros como el Salvador de los pecadores, y borró todos los pecados. Gracias a Su Palabra Dios creó los cielos y la tierra. Asimismo, con Su Palabra nos ha dado la remisión de los pecados y el Reino de los Cielos.

    Cuando Dios creó los cielos y la tierra, lo hizo mediante Su Palabra

    Cuando Dios creó todo lo que hay bajo el cielo y en la tierra, lo hizo mediante Su Palabra. Dijo: «Sea la luz»; «Haya expansión en medio de las aguas, y separe las aguas de las aguas»; «Produzca la tierra hierba verde, hierba que dé semilla; árbol de fruto que dé fruto según su género, que su semilla esté en él, sobre la tierra»; «Produzcan las aguas seres vivientes, y aves que vuelen sobre la tierra, en la abierta expansión de los cielos»; y «Produzca la tierra seres vivientes según su género».

    Dios creó todo con la Palabra que salió de Sus labios. Del mismo modo en que el universo entero existió gracias a la Palabra del Señor, la remisión de los pecados también vino por la Palabra del Señor. Para salvarnos a los que caímos en el pecado por no creer en la Palabra de Dios de salvación, nuestro Señor viene una vez más a buscarnos mediante la Palabra de Dios de justicia. Debemos darnos cuenta que Dios no viene a nosotros a través de nuestros sueños o visiones, sino a través de la Palabra de justicia. El Señor no nos encuentra a través de experiencias místicas.

    Está escrito: «En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz» (Génesis 1, 1-3).

    Este pasaje significa que del mismo modo en que Dios creó el universo con Su Palabra, también vino a los pecadores mediante esta Palabra de justicia cuando caímos en el pecado. Y esto significa que el Señor ha salvado a los pecadores de sus iniquidades y ha completado la remisión de sus pecados tal y como Dios dijo.

    Para salvar a todos los seres humanos que cayeron en el pecado, Jesús vino al mundo para ayudarles con la Palabra de Verdad. Como Adán y Eva cayeron en el pecado, todos los demás se convirtieron en pecadores. ¿Cómo vino nuestro Señor a buscar a esta gente? Vino por la Palabra de Verdad y gracia. Pasemos a Isaías 55, 1-3:

    «A todos los sedientos:

    Venid a las aguas;

    y los que no tienen dinero,

    venid, comprad y comed.

    Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche.

    ¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan,

    y vuestro trabajo en lo que no sacia?

    Oídme atentamente, y comed del bien,

    y se deleitará vuestra alma con grosura.

    Inclinad vuestro oído, y venid a mí;

    oíd, y vivirá vuestra alma;

    y haré con vosotros pacto eterno,

    las misericordias firmes a David».

    Cuando los pensamientos de todo el mundo estaban atrapados en confusión y el corazón estaba vacío y oscuro sobre la faz de las aguas, nuestro Señor vino por la verdadera Palabra de salvación a todos los pecadores que habían abandonado a Dios y Su Palabra. «Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros pacto eterno, las misericordias firmes a David». Dios vino a nosotros por la Palabra de Su justicia.

    Deben volver a la Palabra de Dios

    La Biblia es la misma Palabra de Dios que ustedes y yo tenemos. La Biblia es la Palabra de Dios. Debemos conocer la Palabra de Dios y aceptarla por fe. De las tres Personas de Dios (Padre, Hijo y Espíritu), el Hijo es la Palabra de Dios. Esta Palabra que estamos leyendo es Dios mismo (Juan 1, 1).

    Cuando los que creen en el Señor leen la Palabra de las Escrituras, lo hacen creyendo que es la Palabra de Dios. Por el contrario, los pecadores que no creen en el Señor no creen que la Biblia sea la Palabra de Dios ni creen que la Palabra sea Dios mismo.

    Dios es Espíritu, pero también es Logos (Palabra). La verdadera Palabra de la Biblia es la Palabra de Dios. Y la Palabra es Dios mismo. El Señor Jesús vino a los corazones de los pecadores mediante la Palabra de salvación, porque Él es el Dios de la Palabra. Cuando vino a los pecadores mediante Su Palabra, dijo:

    «Buscad a Jehová mientras puede ser hallado,

    llamadle en tanto que está cercano.

    Deje el impío su camino,

    y el hombre inicuo sus pensamientos,

    y vuélvase a Jehová,

    el cual tendrá de él misericordia,

    y al Dios nuestro,

    el cual será amplio en perdonar» (Isaías 55, 6-7).

    Si no fuera por la Palabra que Dios nos dio, ¿cómo podríamos creer en el Señor como nuestro Salvador? ¿Cómo podríamos conocer al Señor? Si nuestro Señor apareciera en nuestras visiones en toda Su gloria y nos llamara por nuestro nombre diciendo: «Voy a borrar todos tus pecados», nos desmayaríamos y moriríamos. Dios no tiene cuerpo. Vino a nosotros y nos habló a través de la Palabra de Verdad. Nos dijo: «Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar».

    Dios está junto a nosotros a través de Su Palabra. Mientras que el Señor está en los corazones de los salvados, está en los pecadores a través de Su Palabra. El Señor siempre está cerca de los pecadores a través de la Palabra. Si los pecadores llaman a Dios cuando aún están vivos, y le buscan, Dios les encontrará a través de Su Palabra.

    Para encontrar a Dios, los malvados deben dejar el mal camino y los injustos deben dejar sus malos pensamientos. La palabra malvados se refiere a los que no reconocen la Palabra de Dios de justicia. Los malvados deben dejar el mal camino de no reconocer la justicia de Dios. Los que son injustos a los ojos de Dios son los que no reconocen la Palabra de Dios de Verdad y cometen pecados, y junto con los malvados, deben dejar sus pensamientos y volver al Dios de Verdad. Los malvados y los injustos son todos pecadores y para que estos pecadores vuelvan a Dios, deben encontrar el Evangelio al creer en la justicia de Dios, sin importar qué tipo de pecado hayan cometido.

    Para ello deben darse cuenta de que no han reconocido la Palabra de Dios de justicia. Todos los pecadores pueden encontrar a Dios y creer en Él si admiten que son malvados, reconocen su fracaso y la existencia de Dios y admiten que Dios es su Señor y Salvador. Todos los pecadores pueden volver a Dios, pero sólo si reconocen la Palabra de Dios de Verdad y creen en ella.

    Cuando reconocemos la Palabra de Dios al creer en ella de corazón, podemos volver a Dios. ¿Lo entienden? Esta es la única forma de que la humanidad vuelva a Él. Un pecador puede ser restaurado y volver a Dios sólo si reconoce Su soberanía y Su Palabra.

    Para volver a Dios debemos dejar de lado nuestras propias ideas

    No se puede volver a Dios sólo diciendo el nombre del Señor, gritando: «¡Señor!». Algunos pastores afirman que sí se puede y citan un pasaje de Romanos que dice: «Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» (Romanos 10, 13). Pero esto no es así, no se puede volver a Dios con tal sólo decir: «Dios, creo». Esto no es más que una idea preconcebida. Sólo cuando se reconoce la Palabra de Dios se puede volver a Dios. Los malvados sólo pueden volver a Dios cuando dejan de lado sus propias ideas.

    Nosotros, los justos que hemos sido salvados, y también los pecadores, hemos cometido muchos errores a los ojos de Dios. Pero a pesar de ello, Dios borró todas estas iniquidades a través de Su justicia. Tomó sobre Si mismo los pecados que cometemos por culpa de nuestras ideas, nuestros malentendidos y debilidades. Nuestro Señor se llevó todos estos pecados que la gente comete por sus debilidades y su ignorancia. ¿Se dan cuenta de lo ignorantes que somos los seres humanos a los ojos de Dios? ¿Cuántas veces hemos entendido algo mal y no hemos llegado al fondo de la cuestión porque no tenemos el conocimiento adecuado? Por eso acabamos cometiendo pecados. Pero a pesar de todo esto, ¿no borró Jesús todos estos pecados? Sí, cargó con todos nuestros pecados y los borró. Jesús es nuestro Salvador.

    En el pasaje de Isaías mencionado anteriormente está escrito:

    «Deje el impío su camino,

    y el hombre inicuo sus pensamientos,

    y vuélvase a Jehová,

    el cual tendrá de él misericordia,

    y al Dios nuestro,

    el cual será amplio en perdonar .»

    Dios nos está diciendo que dejemos de lado nuestras ideas y volvamos a Jehová. Mis queridos hermanos, ¿se dan cuenta de lo malvados que son nuestros pensamientos a los ojos de Dios? Nuestros pensamientos son la misma maldad.

    Por supuesto nuestro Señor se llevó nuestras ideas preconcebidas también, pero aún así hay muchos filósofos eruditos y científicos que niegan la existencia de Dios. Esta gente tiene el corazón endurecido por sus propias ideas. Dicen: «¿Dónde está Dios? ¿Cómo puede ser Jesús Dios? ¿Y cómo puede ser Dios el Dios de la Palabra? ¿Cómo pudo crear el universo y la humanidad? Todo lo que conocemos se desarrolló por la evolución». Mucha gente de este mundo piensa así.

    Sin embargo, Dios está diciendo a los malvados que dejen sus ideas y vuelvan a Jehová. Dios está diciendo que para que los pecadores sean perdonados, deben dejar de lado sus pensamientos malvados y creer en la justicia de Dios. Debemos darnos cuenta de que nuestros pensamientos son malvados. Y debemos darnos cuenta ante Dios de que la arrogancia de no creer en la Palabra de Dios es un pecado grave.

    Aún así, nuestro Señor se llevó los pecados de la humanidad al ser bautizado, desde los pecados cometidos por culpa de nuestras debilidades hasta la maldad de nuestros pensamientos y acciones. Por eso podemos volver a Dios Jehová por fe. Dios está diciendo: «Que los pecadores dejen sus pensamiento y vuelvan a Mí». ¿Cómo son sus pensamientos ante Dios: equivocados o correctos? ¿Morales o inmorales? Tenemos que darnos cuenta de que todos los pensamientos que tenemos aparte de la Palabra, de nuestra fe en la Palabra de Dios y los que se derivan de ella, son malvados. Las ideas humanas son falacias. Entre sus pensamientos y los de la Palabra de Dios. ¿Cuáles son los correctos? Por supuesto que los de la Palabra de Dios.

    Friedrich Nietzsche (1844-1900), un filósofo existencialista alemán, concluyó que Dios estaba muerto. Pensó: «Dios está muerto y por eso los malvados tienen tanto poder en el mundo aunque sean tan malvados. ¡Por eso Dios está muerto!». Mientras Nietzsche estaba de viaje, su barco naufragó y tuvo que subir a un bote salvavidas.

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