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La esperanza del Cristiano
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Libro electrónico236 páginas2 horas

La esperanza del Cristiano

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La Biblia nos dice que cada cristiano vencedor será conformado a la imagen de Cristo. Pero, ¿qué significa esto?, ¿y cómo podemos prepararnos para un abundante cumplimiento de nuestra esperanza cristiana? En este libro, el Rev. Norman Holmes contestará estas preguntas y mucho más:¿Cuál es la meta eterna para cada creyente?¿Cómo debemos prepararnos para un futuro glorioso?Desarrollar discernimiento espiritualCómo dar en el blanco del supremo llamamiento de Dios
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento15 may 2017
ISBN9781596655690
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    La esperanza del Cristiano - Rev. Norman Holmes

    www.zcpublishers.com

    Parte 1

    UNA REVELACIÓN DE NUESTRA META CRISTIANA

    Capítulo 1

    EL ESPÍRITU DE REVELACIÓN

    Para entender la esperanza o meta futura del cristiano, necesitamos la revelación de Dios. El hombre natural no puede comprender los planes gloriosos del Todopoderoso a través de mera sabiduría humana. Leemos en 1 Corintios 2:9-10: como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu. Por el Espíritu Santo es como los planes de Dios pueden ser revelados.

    Y más aún, las Escrituras dejan claro que el Espíritu Santo tiene muchas unciones por las cuales Él lleva a cabo Sus diferentes obras. La unción específica que nos puede hacer ver la esperanza del cristiano es llamada el espíritu de revelación en Efesios 1:17. El apóstol Pablo oró por los creyentes de Éfeso: Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación…para que sepáis cuál es la esperanza a la que os ha llamado. La iglesia en Éfeso ya había recibido el Espíritu Santo hacía muchos años (ver Hechos 19:1-6), pero el apóstol Pablo sabía que ellos necesitaban una mayor unción para ayudarles en el camino hacia la plena madurez espiritual. Nosotros también puede que seamos cristianos de muchos años llenos del Espíritu, y aun así necesitamos orar pidiendo el espíritu de revelación para que podamos entender más plenamente la esperanza del llamado de Dios sobre nuestra vida.

    El ministerio del espíritu de revelación es revelar los secretos y misterios de Dios. En Efesios 3:3-6, Pablo dijo: por revelación me fue declarado el misterio de que los gentiles son… copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio. Ahora bien, el hecho de que los gentiles puedan ser salvos ya no es un secreto escondido o un misterio; esto es algo que todos saben en nuestro tiempo, cuando casi toda la Iglesia alrededor del mundo está compuesta por cristianos gentiles. Sin embargo, los primeros judíos cristianos necesitaron la revelación de Dios (como en Hechos 10:9-16) antes de poder comprender una idea tan radical. De igual manera, hay mucho que el Señor se ha propuesto para nuestro futuro y que va más allá de la comprensión de nuestras mentes a menos que Dios nos revele esos planes a través del espíritu de revelación.

    LA VISIÓN NOS MOTIVA

    Proverbios 29:18 nos dice: "Donde no hay visión, el pueblo se desenfrena" (RVA). La versión RV 1909 dice: Sin profecía el pueblo será disipado. La revelación nos da una visión, o una meta que alcanzar, con relación a lo que el Señor quiere lograr en nuestra vida. Sin esa visión, las cosas de Dios pueden parecer sin valor. Quitaremos toda restricción para entrar en un letargo y en falta de propósito. Peor aún, cuando carecemos de metas espirituales, en su lugar nos concentraremos en metas naturales para nuestra vida. Esto sucede porque cuando Dios creó al hombre para tener dominio sobre la tierra, Él puso en el corazón del hombre el deseo de tener éxito, de ser un vencedor y de hacer grandes cosas (ver Génesis 1:26).

    Las personas en todo el mundo aspiran a ser atletas, músicos, cantantes y actores populares. Otros buscan convertirse en empresarios o políticos de éxito. Sin embargo, por encima de todas estas cosas, necesitamos tener una visión de los planes eternos y gloriosos de Dios para nuestra vida. Cuando obtenemos una visión celestial del llamado de Dios, entonces las metas naturales en las que muchas personas buscan satisfacción se ven como cosas insignificantes y de corto alcance. Como ejemplo, veamos la diferencia entre los objetivos naturales y los espirituales mencionados en 1 Corintios 9:25. Pablo escribió: ellos [los que corren una carrera] para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible.

    Sabemos que muchos atletas emplean mucho tiempo, esfuerzo y dinero en intentar ganar premios. Una encuesta realizada en uno de los Juegos Olímpicos ilustra los sacrificios que muchos atletas están dispuestos a hacer. Se les preguntó a los competidores que si existiera una droga disponible que les garantizara ganar una medalla de oro, estarían interesados en tomarla aunque uno de los efectos secundarios de esa droga fuese la muerte en cinco años. La increíble mayoría de los atletas respondieron: ¡Sí!.

    Aunque las medallas olímpicas bañadas en oro cuestan aproximadamente 26 dólares, un campeón olímpico recibe honra y honor de este mundo, por los cuales estaría dispuesto a dar hasta su propia vida aunque sólo pudiera obtenerlos por unos cuantos años. Sin embargo, ¡cada cristiano puede prepararse para recibir un mejor y más excelente peso de gloria!

    Esto ayuda a mostrarnos cómo una visión o propósito nos da motivación. Cuanto más grande sea la meta, las personas están dispuestas a hacer un mayor sacrificio para alcanzar sus planes. Por eso necesitamos más revelación de Dios, pues nos motivará a soportar la preparación y a aceptar los sacrificios necesarios para alcanzar la meta del supremo llamamiento de Dios para nuestra vida. Deberíamos ser como el mercader en la parábola registrada en Mateo 13:45. Cuando ese mercader encontró una perla de gran valor, vendió todo lo que tenía para obtenerla. De modo similar, nosotros deberíamos encontrar algo tan excepcionalmente precioso en el Reino de Dios, que dediquemos nuestra vida y nuestros recursos para obtenerlo. Martín Lutero encontró el tesoro de la justificación por la fe, mientras que Katherine Kuhlman encontró las riquezas de la sanidad divina. Ellos soportaron dificultades increíbles para poder llevar a cabo sus ministerios debido a la grandeza de lo que el Señor les había mostrado.

    Sin embargo, mucho más allá de los pocos años de nuestra actual vida y ministerio terrenales, ¡Dios tiene planes mucho mayores para nosotros! Pablo dijo: Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse (Romanos 8:18). ¡Él debió de haber tenido una vislumbre gloriosa de la esperanza futura del cristiano para que considerara que tales sufrimientos: tres palizas, tres naufragios, 196 latigazos y muchos encarcelamientos (ver 2 Corintios 11:23-28), eran algo insignificante!

    Al final de su vida, el apóstol fue capaz de exclamar triunfalmente: He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquél día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida (2 Timoteo 4:7-8). Pablo nos dice que una de sus recompensas eternas es una corona de justicia, mucho más gloriosa y valiosa que la perecedera corona de hojas de laurel que los atletas olímpicos de su día luchaban por obtener. ¡Asimismo, Pablo dijo en este versículo que cada cristiano puede obtener esta recompensa eterna! Hay un llamado glorioso que se ofrece a cada hijo de Dios.

    UNA VISIÓN DA DIRECCIÓN

    Una visión o llamado también nos da dirección. No podemos llevar a cabo todo lo que soñamos hacer con nuestra vida. Un niño puede soñar despierto con ser doctor, piloto, alcalde y un comandante del ejército, pero si intenta alcanzar todas esas metas, ¡probablemente no logrará ninguna de ellas! Necesitamos una visión de lo que Dios quiere hacer en nuestra vida para que podamos enfocarnos y disciplinarnos para cumplir ese plan específico de Dios. En 2 Timoteo 2:3-4 se nos dice que un buen soldado de Jesucristo no debe enredarse en los asuntos de la vida que pudieran estorbarle para cumplir con sus obligaciones. Al igual que el arquero que apunta al centro de la diana, nosotros también deberíamos apuntar a "la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús" (Filipenses 3:14). Cualquier cosa por debajo de esto es pecar, porque de acuerdo al significado de la palabra griega "hamartia", ¡pecar significa que hemos errado al blanco! Que el Señor nos ayude a cada uno de nosotros a no pecar y a no quedar destituidos de la gloria de Dios, sino a alcanzar la meta para la cual hemos sido creados.

    Cuando el Señor nos da una revelación acerca de Sus planes futuros para nuestra vida, esto puede ayudarnos a estar motivados y enfocados para prepararnos. Entonces, según con qué rapidez y grado nos preparemos, podremos calificar para entrar en una medida mayor del cumplimiento de nuestro llamamiento.

    Consideremos esto desde la perspectiva de un ejército. Parte del plan de Dios es que Él está preparando un ejército espiritual que traerá avivamiento y salvación a todas las naciones. Puede que nos sea revelado que estamos llamados a ser parte de este ejército, pero entonces surge la pregunta: ¿para qué posición y recompensa estaremos preparados en ese ejército?

    En los ejércitos naturales hay un sistema de rangos por el que un soldado debe pasar e ir progresando; de soldado, a cabo, y finalmente a sargento. Normalmente, se requieren muchos años de preparación antes que algunos obtengan el rango de coronel o general; sin embargo, si comienza una guerra, habrá un gran número de nuevos reclutas que entrarán al ejército. A esos reclutas que no están preparados se les considerará soldados. En ese momento, los soldados más maduros serán ascendidos de rango para dirigir a esos nuevos soldados. Puede que algunos soldados experimentados sean catapultados varios rangos más arriba en un corto periodo de tiempo. En la guerra de la Revolución Americana, hubo un día en el que George Washington ¡ascendió a tres capitanes y los hizo generales!

    El Salmo 110:3 dice: Tu pueblo se te ofrecerá voluntariamente en el día de tu poder. La Nueva Versión Internacional dice que esto será: En el día de tu batalla. Esto nos habla sobre el día de avivamiento, cuando multitud de personas decidirán servir al Señor. Ellos serán como los nuevos reclutas en el ejército que tienen que empezar al principio como soldados. Sin embargo, aquellos que tuvieron una visión de enlistarse y ser entrenados mucho antes, se verán a sí mismos preparados para ser ascendidos de rango. Puede ser que los líderes de estudios bíblicos se conviertan en pastores, y los que están ganando almas puede ser que asciendan a ser evangelistas. Por lo tanto, no queremos tan sólo esperar el día del poder de Dios para subirnos al tren. Si Dios nos da una visión de lo que está por venir, entonces deberíamos dedicar nuestra vida a prepararnos para ello ahora. Al hacer eso, podemos asegurarnos una mayor medida de cumplimiento del llamado de Dios para que no seamos solamente cristianos de treinta o de sesenta por uno, sino que, por Su gracia, seamos cristianos que dan fruto al ciento por uno.

    DEBEMOS ESTAR CALIFICADOS PARA LA REVELACIÓN

    Las Escrituras dejan claro que no todos obtendrán revelaciones de los planes gloriosos de Dios. En Mateo 7:6 nuestro Señor les dijo a sus discípulos: No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen. Cristo nos estaba diciendo que no hay que mostrar a menudo a los pecadores de este mundo las cosas maravillosas de Dios, así como no echamos perlas a los cerdos. Un grupo de cerdos se juntará avariciosamente alrededor de una persona que venga a darles algo, esperando ser el primero en meter su hocico en la tan ansiada comida que tanto les gusta. Si intentas darles de comer perlas, no entenderán su valor y su propósito; las morderán, y al ver que son tan duras e insípidas como las piedras, ¡las escupirán en el lodo mientras te atacan para encontrar la comida que quieren! De la misma manera, Dios a menudo escoge no revelar Sus riquezas a los que las desprecian y rechazan. Las revelaciones de Sus planes gloriosos les serán confiadas sólo a aquellos que las valorarán y procurarán usarlas para el propósito que tienen.

    Con relación a esto, Proverbios 25:2 nos dice: Gloria de Dios es encubrir un asunto; pero honra del rey es escudriñarlo. Dios es glorificado escondiendo Sus secretos de aquellos que los despreciarán y abusarán de ellos; ¿pero quién puede estar calificado para descubrirlos? Son los reyes, aquellos que ya han obtenido una medida de sabiduría y responsabilidad. Ellos son los que pueden apreciar y utilizar las mayores cosas que Dios puede revelar. A ellos se les dará la capacidad de descubrir las cosas ocultas de Dios y obtener una mayor gloria. Como dijo nuestro Señor: Porque nada hay oculto que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de ser conocido, y de salir a la luz. Mirad, pues, como oís; porque a todo el que tiene, se le dará (Lucas 8:17-18).

    Podemos ver cómo Salomón había aprendido esta verdad en Proverbios 25:2 cuando acababa de convertirse en rey. En ese momento su liderazgo se vio desafiado por el dilema de juzgar justamente a las dos mujeres que reclamaban ser la madre de cierto niño. Después de haber investigado el asunto y juzgado justamente, eso le trajo una nueva medida de gloria, cuando toda la nación comenzó a respetar su liderazgo.

    Sin embargo, este proverbio no se aplica principalmente a los reyes y gobernantes naturales; es para animar a cada cristiano, ya que hemos sido llamados a gobernar y reinar con Cristo. Parte de la preparación para nuestro gobierno incluye aprender a descubrir los secretos de Dios. Cuanta más revelación recibamos, más seremos capaces de levantarnos para ser líderes. Por tanto, si queremos ser grandes en el Reino de Dios, parte del proceso es el de aprender a descubrir los secretos de Dios por el espíritu de revelación.

    Capítulo 2

    LA ESPERANZA DEL CRISTIANO

    En Efesios 4:4 el apóstol Pablo escribió que tenemos una esperanza de nuestro llamado. Los planes de Dios para cada creyente están enfocados en una meta final, un propósito final. Dios nunca ha cambiado y nunca cambiará Su propósito para la raza humana. Dios no se sorprendió por la caída de Adán y luego, de repente, ¡tuvo que pensar en un Plan B para la nueva situación! No, podemos leer en Efesios que somos predestinados y escogidos antes de que fuera formado el mundo (ver Efesios 1:11 y 1:4). ¡Dios ha planificado una esperanza o meta para cada cristiano!

    Varios versículos ayudan a pintar el retrato de lo que es la esperanza del cristiano. Colosenses 1:27 nos dice que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria; en Romanos 8:29 se nos dice que estamos predestinados para ser hechos conforme a la imagen de su Hijo. Pedro escribió que somos participantes de la naturaleza divina (2 Pedro 1:4). El apóstol Juan fue inspirado para declarar en 1 Juan 3:2 que "seremos semejantes

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