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Sermones sobre Génesis (II) - La caída del hombre y la perfecta salvación de Dios
Sermones sobre Génesis (II) - La caída del hombre y la perfecta salvación de Dios
Sermones sobre Génesis (II) - La caída del hombre y la perfecta salvación de Dios
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Sermones sobre Génesis (II) - La caída del hombre y la perfecta salvación de Dios

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En el libro de Génesis se explica por qué Dios nos creó. Cuando un arquitecto diseña un edificio o cuando un pintor pinta un cuadro, primero conciben la obra que será completada en sus mentes antes de empezar a trabajar en este proyecto. Del mismo modo, nuestro Dios tenía en mente la salvación de la humanidad incluso antes de crear los cielos y la tierra, y creó a Adán y a Eva con este objetivo en mente. Entonces Dios tenía que explicarnos la realidad de los cielos, que no podemos ver con nuestros ojos, y para ello creó una analogía con la realidad terrenal para que todos pudiésemos ver y entender. Incluso antes de la creación del mundo, Dios quería salvar a la humanidad perfectamente mediante el Evangelio del agua y el Espíritu. Así que, aunque todos los seres humanos estemos hechos de polvo, debemos entender la verdad del Evangelio del agua y el Espíritu por el bien de nuestras almas. Si la gente sigue viviendo sin conocer la realidad celestial, no solo perderán sus bienes terrenales, sino también todo lo que pertenece al cielo.

IdiomaEspañol
EditorialPaul C. Jong
Fecha de lanzamiento20 sept 2018
ISBN9788928210831
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    Sermones sobre Génesis (II) - La caída del hombre y la perfecta salvación de Dios - Paul C. Jong

    Este libro es la segunda parte de mis sermones sobre Génesis. En este libro, me gustaría explicar con todo detalle cómo llegó el pecado al mundo, qué final nos espera, y cómo Dios nos ha salvado.

    ¿Cómo entró el pecado en la humanidad? Entró a través de las artimañas de Satanás. Satanás es el ángel caído que fue expulsado por Dios por rebelarse contra Él y por intentar exaltarse por encima de Dios. Satanás le dijo a Eva: «¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?». La fe débil de Eva se tambaleó por culpa de las preguntas de Satanás y empezó a venirse abajo. Entonces Satanás engañó a Eva con una mentira más: «No moriréis. Sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal» (Génesis 3, 4-5).

    Cuando Eva dejó que Satanás entrase en su mente, creyó en sus mentiras en vez de creer en la Palabra de Dios y acabó haciendo lo que le dictaban sus pensamientos. No creer en la Palabra de Dios es el origen del pecado. Por tanto, incluso antes de que Adán y Eva comieran del árbol del conocimiento del bien y del mal, el pecado ya había entrado en sus corazones cuando dejaron de creer en la Palabra de Dios.

    ¿Qué le ocurrió a la humanidad después de esto? Primero, los seres humanos no podían estar con Dios; segundo, empezaron a tener su propio sistema de valores para evaluar el bien y el mal; y tercero, les fue imposible recibir las bendiciones de Dios. Sobre todo, se convirtieron en seres destinados a morir, es decir que recibieron el castigo eterno por este pecado. Toda la raza humana estaba destinada a vivir sin esperanza y caminaba perdida por la vida, para al final volver a ser un montón de polvo y pagar el castigo eterno del pecado con su alma.

    Sin embargo, Dios vino a buscar a la humanidad caída. Y nos salvó perfectamente de todos nuestros pecados e iniquidades. El que Dios descansara el séptimo día significa que Dios completó todas Sus obras de salvación. ¿Cómo entonces cumplió Dios todas las obras de salvación?

    Aunque Satanás había tentado a Adán y Eva y les había hecho caer, Génesis también explica que Dios les salvó al hacerles vestiduras perfectas de salvación hechas de piel. En otras palabras, aunque Satanás, el ángel caído, llevó al primer hombre al pecado, Dios nos salvó perfectamente en Cristo.

    Por eso Dios pudo descansar. Al completar Sus obras durante los primeros seis días, Dios descansó el séptimo día y lo bendijo y santificó. En otras palabras, Dios descansó porque terminó todo el universo y la humanidad y completó todas las obras que tenía en mente. Si no hubiera terminado la obra de dejarnos sin pecados, Dios no habría descansado.

    Entonces ¿significa esto que los que hemos recibido la perfecta salvación de Dios nos ha dejado sin pecado? Sí, es cierto. Después de todo, si Dios ha borrado todos los pecados del mundo, ¿cómo puede quedar algún pecado? Dios Padre envió a Su único Hijo Jesucristo al mundo de acuerdo con Su plan de salvación para la humanidad. Y Jesús, al ofrecer Su cuerpo como sacrificio eterno según la voluntad del Padre, nos ha salvado a todos los que creemos en Él para siempre.

    Entonces ¿cómo pudo Jesús borrar todos los pecados del mundo para siempre? Está escrito en 1 Corintios 15, 3-4: «Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras». Las Escrituras a las que el Apóstol Pablo se refiere son el Antiguo Testamento. Por tanto debemos leer atentamento cómo Dios hizo que el pueblo de Israel ofreciera sus sacrificios en el Antiguo Testamento.

    Cuando pasamos a Levítico 1, 3-5 en l Antiguo Testamento, vemos que el sacrificio para la remisión de los pecados que era aceptable para Dios tenía que cumplir los siguientes requisitos: en primer lugar, se necesitaba un animal puro como un toro, un cordero o una cabra; en segundo lugar, el pecador tenía que pasar sus pecados a ese animal mediante la imposición de manos sobre su cabeza; y en tercer lugar, este animal, que ahora cargaba con los pecados, tenía que derramar su sangre y morir.

    Hay muchos tipos de sacrificios para el pecado citados en Levítico, pero estos tres requisitos eran indispensables. Los sacrificios para el pecado apuntaban hacia el eterno sacrificio de Jesús. Jesucristo, Dios mismo, vino encarnado en un hombre, como el sacrificio de la humanidad, aceptó los pecados en Su cuerpo al ser bautizado mediante la imposición de manos, y pagó el precio de todos los pecados en la Cruz. Este es el Evangelio del agua y el Espíritu y la Palabra de salvación exacta de Dios. Todos nuestros pecados pueden borrarse cuando creemos en este verdadero Evangelio. Y sólo cuando creemos en este Evangelio podemos luchar contra Satanás.

    Adán y Eva cayeron en el pecado y murieron espirtiualmente porque no creyeron en la Palabra de Dios, y creyeron en las mentiras de Satanás para al final estar bajo la maldición de Dios. Hoy en día hay muchos cristianos que no conocen el verdadero Evangelio de la salvación de Jesucristo y por tanto no pueden creer en él correctamente. Por esta razón, en vez de recibir la vida, siguen siendo pecadores malditos aunque crean en Jesús, porque creen en las falsas doctrinas que Satanás creó a través de sus siervos. Por tanto, ahora estos cristianos deben conocer la verdadera Palabra de Dios de salvación y creer en ella de corazón.

    El Evangelio del agua y el Espíritu es el verdadero Evangelio que contiene la auténtica doctrina bíblica. Este Evangelio es tan perfecto y poderoso que cualquiera que crea en él no sólo recibe la remisión de sus pecados y la vida eterna, sino que también puede vencer los ataques malignos de Satanás. Este Evangelio verdadero es la Verdad eterna. La Verdad no cambia por mucho que la gente intente negarla. A través de esta Palabra de Verdad hemos recibido la remisión de los pecados y nos hemos convertido en hijos de Dios. Aunque Dios permita que Satanás nos tiente, y aunque hayamos caído en el pecado por su culpa, Dios nos ha convertido en hijos Suyos al salvarnos de todos nuestros pecados a través del verdadero Evangelio de Verdad. Esta es la providencia de Dios.

    Saludo a todos mis hermanos repartidos por todo el mundo. Estos sermones van dirigidos a los hijos de Dios que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, así como los que desean vivir por la justicia de Dios después de creer en ella. Espero que a través de este libro, todos sigan la voluntad de Dios para los seres humanos que acepten el Evangelio del agua y el Espíritu, y para que triunfen por su fe en Dios. Le pido a Dios que les de todas Sus bendiciones.

    Sé que la justicia de Dios nos protegerá y bendecirá a todos. Deseo de todo corazón que continuemos compartiendo nuestra fe en la justicia de Dios hasta el día en que nos encontremos y entremos en el Reino de Dios.

    Espero que todos tengan la fe perfecta a través de la Palabra de Dios tal y como está escrito en Génesis, que se den cuenta de las intenciones de Dios para los seres humanos y crean en esta providencia. Asimismo espero que a través de este libro, nuestros colaboradores de todo el mundo avancen en su fe y sean más fieles en sus vidas para seguir la voluntad de Dios tal y como Él desea.

    ¡Aleluya!

    CAPÍTULO 2

    Las bendiciones

    que Dios nos ha dado

    < Génesis 2:1-3 >

    «Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra, y todo el ejército de ellos. Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo. Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación».

    El pasaje de las Escrituras de hoy dice que aunque Dios creó todo el universo, la humanidad vive en este planeta, en el que Dios nos ha dado Sus bendiciones. Los científicos buscan sin descanso vida en el universo y se preguntan si los humanos podríamos vivir en otro planeta. Sin embargo lo más importante para nosotros es saber que Dios es quien creó este planeta.

    Hay una gran diferencia entre los que creen en Dios y los que no. Algunos dicen: «¿Dónde está Dios? Todo empezó a existir por generación espontánea», y están atrapados en la teoría de la evolución, por lo que acaban viviendo sin esperanza. «¿De verdad creó Dios el universo y lo que hay en él? Si Dios no creó el universo, ¿cómo apareció la Tierra?». Cuanto más examinamos la creación de Dios, más nos damos cuenta de que Dios creó el universo y todo lo que hay en él. Está escrito en la Biblia: «Porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa» (Romanos 1, 19-20).

    Cuando miramos todos los animales y plantas en este mundo, y cuando miramos todas las maravillas de la naturaleza, podemos ver el poder de Dios y la divinidad que hay en todo ello. Por ejemplo, cuando llega el otoño, se ven muchas libélulas volando por el cielo. ¿Saben cuántos tipos de libélulas hay en todo el mundo? Conocemos algunas de ellas, como las esmeraldas o los picotijeras, pero se estima que existen más de 6000 tipos diferentes por todo el mundo. Esto nos recuerda cómo Dios dijo que creó a cada animal y planta según su género. Dios dijo que creó a todas las criaturas vivientes según su género. Podemos comprobarlo si leemos Su Palabra.

    Como Dios creó a cada criatura según su género, sabemos que no hay criatura en este mundo que sea igual. Algunas criaturas pueden parecernos iguales a simple vista, pero si observamos más de cerca, podemos ver que son bastante diferentes. El hombre fue creado como hombre y los animales fueron creados según su género. Sólo porque los humanos y los chimpancés se parezcan en algunos aspectos, no quiere decir que sean iguales. Todo lo que hay en la naturaleza revela que ha sido creado por Dios según Su diseño. Todas las estrellas del universo fueron creadas por Dios.

    ¿Cómo se creó la humanidad? ¿Qué es la humanidad? ¿De verdad fuimos creados por Dios? ¿Fue la tierra creado por Dios? Cuando nos hacemos estas preguntas, podemos ver que todo eso fue creado por Dios. Aunque no sería fácil explicar cómo se creó el mundo, lo que sí está claro es que Dios lo creó. Sólo podemos creer en esto por fe, ya que la Palabra de Dios proclama que Dios creó los cielos y la tierra.

    Ahora les voy a contar una historia sobre Isaac Newton, un científico que creía en Dios, y sobre cómo hizo que uno de sus amigos, que era un científico ateo, aceptara la existencia de Dios y reconociera que Él creó el universo. Un día, mientras Newton estaba observando el espacio con su telescopio, este amigo fue a visitarle. Newton, inspirado por la belleza de las estrellas, le pasó el telescopio a su amigo y le dijo: «Amigo mío, mira esas estrellas. ¿Acaso no intuyes la presencia de Dios?». El amigo de Newton, que era también un científico, se burló de él mientras miraba por el telescopio.

    «¡Me haces reír! ¿Dónde está Dios? Estoy mirando por el telescopio, pero no veo a Dios, ni siquiera Su túnica». Como compañeros científicos, los dos hombres eran buenos amigos. Así que Newton quería que su amigo también creyese en Jesús y recibiese la vida eterna, pero no podía hacer mucho, porque cuando hablaba de Jesús, su amigo sacaba a relucir la teoría de la evolución y el ateísmo.

    Entonces Newton tuvo una brillante idea. Hizo una réplica del globo bastante exacta. Tras muchos días sin dormir, Newton completó el globo terráqueo, lo puso sobre la mesa e invitó a su amigo a casa. En aquel entonces, no todo el mundo disponía de un globo, aunque hoy en día sea fácil de obtener. Ni siquiera los científicos podían obtener uno fácilmente. Así que cuando el amigo fue a casa de Newton a cenar, sintió curiosidad por el globo que había en la mesa. Le dio la vuelta para verlo mejor y le dijo a Newton:

    «¿De dónde lo has sacado? ¿Lo has comprado?».

    Newton contestó: «No, hace mucho que lo tengo. Apareció de repente por sí mismo, incluso antes de que mi padre hubiese nacido, y ha estado ahí desde entonces».

    Su amigo le contestó: «¿Qué dices? Sabes que no es la primera vez que ceno en esta mesa. Y nunca lo había visto. ¿Dónde lo has comprado?».

    «No lo he comprado. Apareció por sí mismo».

    «¿Estás de broma? ¿Cómo puede un globo aparecer por sí mismo? No digas tonterías. ¿Cómo puede existir sin que nadie lo haya creado? ¡No seas tonto!».

    «Tienes razón. En realidad yo hice este globo hace unos días para dártelo a ti. Pero esto es lo que quiero dejar claro: Te burlas de mí por decir que este globo apareció por sí mismo, pero ¿por qué insistes en que la Tierra apareció por sí misma? Te voy a hacer una pregunta. La Biblia dice que Dios creó tanto los cielos como la tierra. Así que alguien creó este planeta. ¿Pudo haber aparecido por casualidad?».

    «No».

    «Si Dios no creó el planeta Tierra, ¿cómo pudo existir?».

    «Supongo que no podría existir si no hubiese sido creado».

    «¿Crees ahora que Dios creó este planeta?».

    El amigo de Newton pensó en esta cuestión y llegó a una conclusión: «Este globo existe porque alguien lo ha creado, entonces el mundo debe existir porque alguien lo creó».

    Newton le dijo a su amigo: «¿Ves ahora que Dios existe? Dios creó este planeta y todo el universo, ¿crees en esto?».

    «Creo que sí. Ahora estoy de acuerdo contigo en que un ser supremo debió haber creado el universo y todo lo que hay en él».

    «Es verdad. Dios creó este planeta y el universo. Y también te creó a ti. Además de las aves y los animales, Dios lo creó todo. ¿Crees ahora?».

    «Sí, ahora creo».

    Entonces Newton abrió la Biblia y leyó el siguiente pasaje: «Porque toda casa es hecha por alguno; pero el que hizo todas las cosas es Dios» (Hebreos 3, 4). Entonces el amigo de Newton creyó en la existencia de Dios. En realidad no sé si esta historia es realidad o ficción. Pero se la he contado porque pensé que beneficiaría a todos los que no creen en la existencia de Dios, y que se niegan a creer en la Palabra de Verdad que dice que Dios creó los cielos y la tierra.

    ¿Qué tipo de criatura es el hombre?

    ¿Qué tipo de criatura es el hombre? Aunque todos somos seres humanos, no sabemos qué tipo de criatura es el hombre. Cuando leemos la Palabra de Dios debemos darnos cuenta de quiénes somos.

    ¿Cómo es la humanidad? No sólo debemos mirar la apariencia física, sino que debemos mirar el interior de las personas. Aquí tengo un vaso con agua. Es un vaso de agua. Si este vaso tuviese limonada dentro, sería un vaso de limonada, y si tuviese leche, sería un vaso de leche. Sabemos que es un vaso de agua, pero según lo que tenga dentro, puede ser un tipo de vaso de agua diferente.

    ¿Es la humanidad buena por naturaleza o mala? La Biblia dice que la humanidad es malvada y sucia por naturaleza. Está escrito en Marcos 7, 20-22: «Pero decía, que lo que del hombre sale, eso contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez». Por tanto la Biblia declara que la humanidad está llena de todo tipo de iniquidades.

    Los seres humanos nacen siendo pecadores. Por tanto, no pueden dejar de cometer pecados durante toda su vida. Son malvados y sucios desde que nacen. En otras palabras, la humanidad tiene pecados malvados. Los seres humanos, como son descendientes de Adán y Eva, nunca pueden hacer el bien. El hombre es malvado por naturaleza. Les voy a dar algunos ejemplos.

    ¿Qué país suele iniciar todas las modas? Casi todas las modas nacen en París, Francia. Francia es el país que más modas crea, incluso más que Gran Bretaña o EEUU. Se dice que las mujeres francesas son bastante extravagantes y que dan mucha importancia a sus mascotas.

    Una joven francesa criaba un cerdo blanco como mascota. Yo pienso que esto es bastante difícil de entender, ya que no tengo ninguna mascota, pero en cualquier caso esta mujer estaba siguiendo la moda de tener una mascota. Ella quería a su cerdo. Era tan bonito y rechoncho que no podía dejar de mirarlo. Su colita enroscada era tan bonita, sus patitas cortas adorables y su cuerpo rechoncho mullidito. Bañaba a su cerdo blanco con leche para que el pelo le brillase. Pero además lo rociaba con Montblanc, una famosa fragancia francesa y lo llamó Montblanc. Así, la joven crió a su cerdo con mucho amor.

    Un día, la joven tuvo que ir a un viaje de negocios durante una semana. Entonces no sabía qué hacer con su cerdo blanco. No sabía si llevárselo o dejarlo en casa. Si se llevaba al cerdo con ella, no podría hacer negocios, pero si lo dejaba en casa, nadie lo bañaría, ni jugaría con él, ni lo cuidaría. Así que después de pensar en el asunto, decidió dejar el cerdo en casa. Cerró con llave la puerta delantera, pero dejó las puertas de la casa abiertas para que el cerdo pudiese andar por la casa. Preparó comida y agua para una semana, y antes de irse, le dio un baño. Entonces le dijo al cerdo: «Mi pequeñín, cuídate mucho hasta que vuelva. Tienes toda la comida que necesitas. Puedes ir donde quieras dentro de la casa y dormir en esta alfombra limpia que he puesto para ti».

    Pero aún así no quería separarse de su cerdo. Le dio un beso por última vez y se fue. Pero cuando estaba en la carretera no dejaba de pensar en su querido cerdo. Se preocupaba por todo: «¿Estará bien mi cerdito? Espero que no se caiga en el plato del agua». Al final, después de acabar con sus negocios, volvió a casa a la semana siguiente.

    En cuanto abrió la puerta, llamó a su cerdo, pero no hubo respuesta. Miró por todas partes, desde la habitación hasta el comedor y la cocina, pero su querido Montblanc no aparecía. Cuando empezaba a estar desesperada pensando que alguien le había robado el cerdo, escuchó un oink. Así que buscó de dónde procedía el sonido y se acercó. Cuando llamó a Montblanc, se escucharon más sonidos. ¿Dónde creen que estaba el cerdo?

    Montblanc estaba sentado en un montón de basura en el jardín. Había comido tanta basura durante la última semana que su estómago estaba hinchado, y estaba tumbado patas arriba. Pero cuando oyó la voz de su dueña, se puso contento y le contestó con un oink. La mujer dijo: «¡Ven aquí, ahora mismo, Montblanc!», pero el cerdo ni se movió. Montblanc ni se inmutó y miró a la mujer como diciendo: «Pero, mujer, mira donde estoy». La mujer nunca había visto a Montblanc tan feliz.

    Era la primera vez que veía esa expresión de satisfacción en la cara de Montblanc, y era allí, mientras estaba encima de un montón de basura. Esto le molestó bastante. Le dijo al cerdo: «Montblanc, nunca debes dormir en un sitio así, ni comer basura. Tienes que comer el pan que te doy, beber la leche que te doy, jugar en el agua limpia con la que te baño y dormir en la cama limpia en la que yo te arropo. No debes estar ahí. ¡Ven aquí!». Pero en vez de hacerle caso, el cerdo miró a la mujer con cara de felicidad. No me extraña que la mujer estuviese tan enfadada.

    El hombre es como el cerdo de esta historia. Por naturaleza, el hombre nace con todo tipo de pecados, tales como las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, la soberbia, la insensatez, entre otros. Y por eso los seres humanos no pueden evitar cometer pecados durante toda su vida. Como los seres humanos nacen con pecados en el corazón por naturaleza (Salmo 51, 5), no pueden evitar practicar la maldad durante todas sus vidas y caer en la desesperación. Esta es la naturaleza de la humanidad.

    ¿Prefiere un cerdo vivir en una casa? Desde el día en que nace, al cerdo le gustan los deshechos y la suciedad por naturaleza. Por supuesto que bebería leche si se le diera, pero lo que de verdad le gusta es la basura. Por eso decimos que una persona desordenada es un cerdo o cerda. Esta es la naturaleza del cerdo. Por tanto, como los seres humanos nacen con pecados, siguen siendo malvados. Así son los seres humanos.

    Por naturaleza, ¿es el hombre malo, cruel o gentil, sucio o limpio? La humanidad es sucia porque tiene pecado en su corazón. La humanidad es más sucia que nada en este mundo. Así que la Biblia dice: «Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?» (Jeremías 17, 9). Cuando miramos a una persona, no debemos juzgarle por su exterior y decir que es limpio y virtuoso. La Biblia revela que la humanidad es sucia y malvada, precisamente porque ve la suciedad que hay dentro de todos los seres humanos y todas las cosas malvadas que tiene. Desde el nacimiento, todo el mundo nace con todo tipo de suciedad y deseos pecaminosos en su corazón.

    A lo largo de su historia, la humanidad se ha ensalzado a sí misma porque los seres humanos no se conocen a sí mismos. El hombre ha embellecido su apariencia externa durante miles de años. Pero los seres humanos siguen siendo malvados por naturaleza. El siguiente ejemplo les ayudará a entender cómo el corazón humano tiene deseos homicidas.

    Había una vez un jefe de una tribu en África. Un día, mientras estaba cazando, su hijo se encontró con un cachorrito de leopardo y lo llevo a la aldea. El cachorro era tan bonito que toda la aldea se quedó prendada de él y los aldeanos lo cuidaron y le dieron de comer lo mismo que ellos comían. Al cabo de unos años, el cachorro creció y se convirtió en un leopardo adulto. La gente de la aldea empezó a tener miedo del leopardo y al final le pidieron al jefe que lo matara o que se lo llevara lejos de allí, porque sabía que el leopardo les haría daño tarde o temprano. Sabían que podría matar a alguien, ya fuera el jefe mismo o su hijo o los aldeanos, y por eso querían echarlo de la aldea o matarlo.

    Así que el jefe le dijo a su hijo: «El pueblo está preocupado por el leopardo y yo mismo estoy convencido de que un día causará algún daño. Así que debemos echarlo de aquí o matarlo». «¿Cómo puedes decir eso, padre? He alimentado y criado a ese leopardo durante todo este tiempo, y no creo que vaya a hacer ningún daño. Piénsalo bien». Entonces el hijo puso la mano dentro de la boca del leopardo y este no le mordió. Incluso cuando el hijo metió la cabeza dentro de la boca del leopardo, este no le mordió, sino que abrió la boca más y le lamió la cara. «Padre, como tú mismo has visto, el leopardo me conoce y está acostumbrado a estar conmigo, ¿cómo podría hacerme daño? Después de todo, nunca ha hecho daño a nadie, ¿verdad? Este leopardo no es como los demás. Desde que era cachorro, creció entre humanos y por eso no es salvaje. Mira que tranquilo es». Como el hijo del jefe se opuso firmemente, la gente de la aldea no pudo matar al leopardo.

    Entonces el jefe le dijo a su hijo: «De acuerdo, entonces déjame que te proponga ago. De ahora en adelante, no le des carne, sino sólo grano. Vamos a hacer que sea más dócil que una vaca». Así que, con el consentimiento de la aldea, el leopardo sólo comió grano desde entonces.

    Cuando el hijo del jefe salía a cazar, a veces lo hacía a lomos del leopardo. Un día, cuando había salido a cazar con un amigo, el hijo del jefe se cayó por un acantilado. Su amigo no le pudo ayudar, ya que no podía bajar por el acantilado lo suficientemente rápido, y por eso le costó mucho tiempo bajar hasta donde yacía herido el hijo del jefe. Sin embargo, cuando el fiel leopardo lo vio, bajó corriendo. El leopardo fue el primero en llegar hasta su dueño, e instintivamente le lamió.

    En general, cuando un animal lame a otro, es una muestra de afecto. Sin embargo, cuando el leopardo lamió la sangre de su dueño, sus ojos cambiaron de expresión. Se volvió salvaje y sediento de sed y

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