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México: Génesis De Su Descomposición Política: Miguel Alemán Valdés (1936-1952)
México: Génesis De Su Descomposición Política: Miguel Alemán Valdés (1936-1952)
México: Génesis De Su Descomposición Política: Miguel Alemán Valdés (1936-1952)
Libro electrónico391 páginas7 horas

México: Génesis De Su Descomposición Política: Miguel Alemán Valdés (1936-1952)

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A inicios del siglo XXI son pocos los que pueden negar que el Estado Mexicano se halle en plena decadencia, pues existen axiomas de la teora poltica que lo demuestra, as como indicadores de la economa que lo confirman. Adems, recientes estudios sociolgicos coinciden en explicar la sensible prdida de valores en las generaciones actuales. Es evidente el quebranto de la institucin presidencial, la cual funge todava como rgano supremo debido a sus facultades constitucionales.
Mxico: gnesis de su descomposicin poltica. Miguel Alemn Valds (1936-1952) est escrito con rigurosidad terica, al mismo tiempo que fue dirigido y avalado por el renombrado Dr. Luis Javier Garrido. En el presente texto el lector encontrar la gnesis de la descomposicin poltica en Mxico, as como las diferentes causas que lo han llevado a su degeneracin estructural. En el contenido, se podrn comprender los dos ciclos polticos ms importantes en la vida del pas; el primero, gobernado por los presidentes militares posrevolucionarios; el segundo; el iniciado con Miguel Alemn Valds, considerados como gobiernos civiles.
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento31 oct 2012
ISBN9781463338800
México: Génesis De Su Descomposición Política: Miguel Alemán Valdés (1936-1952)
Autor

Mario Raúl Mijares Sánchez

Mario Raúl Mijares Sánchez, nació en la Ciudad de México, en 1943, recibió el título de licenciatura, y grados de Maestría y Doctorado por la Facultad de Ciencia Política y Sociales FCPyS de la Universidad Nacional Autónoma de México UNAM, la mayoría de su obra la escribió en Jalapa, Veracruz. De su ya extenso trabajo están: La edición en español e inglés de The génesis of Its political descomposition (Miguel Alemán Valdés; 1936 to 1952) Formas de Gobierno (Lecciones de teoría política); Gobiernos generadores de riqueza (La administración pública del futuro) Política y Administración Pública; Modelo gerencial en el sector público. En el terreno de la literatura, las novelas: Mezclilla (trenzado en un pantalón) y Al filo del machete.

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    México - Mario Raúl Mijares Sánchez

    México:

    Génesis de su

    descomposición

    política

    MIGUEL ALEMÁN VALDÉS (1936-1952)

    Mario Raúl Mijares Sánchez

    Copyright © 2012 por Mario Raúl Mijares Sánchez.

    Número de Control de la Biblioteca del Congreso de EE. UU.:        2012916607

    ISBN:                    Tapa Dura                                           978-1-4633-3882-4

    ISBN:                    Tapa Blanda                                           978-1-4633-3881-7

    ISBN:                    Libro Electrónico                                           978-1-4633-3880-0

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    ventas@palibrio.com

    399042

    Indice

    Preludio

    Introducción

    Capítulo I Los gobiernos militares en su conquista y conservación del poder

    1.1. El modelo de conquista y conservación del poder en México

    1.2. Veracruz en la revolución mexicana

    Capítulo II El Veracruz posrevolucionario (1913-1935)

    2.1. Los militares y la corriente nacionalista en Veracruz

    2.2. Partidos políticos y el civilismo veracruzano

    Capítulo III El caso de Miguel Alemán Valdés

    3.1. El general Miguel Alemán González

    3.2. Adalberto Tejeda Olivares

    3.3. Miguel Alemán Valdés, estudiante y empresario

    3.4. Veracruz: tragedia y oportunidad

    Capítulo IV El gobierno de Miguel Alemán Valdés en Veracruz (1936-1939)

    4.1. El arribo de un civil al gobierno de Veracruz

    4.2. Segundo año de gobierno (1938)

    4.3. Miguel Alemán Valdés y el parrismo

    Capítulo V Miguel Alemán Valdés y el civilismo en los años 40

    5.1. El gobierno del presidente Ávila Camacho, el último presidente militar en México

    5.2. El proceso de descomposición política

    5.3. Miguel Alemán Valdés, candidatura a la presidencia (1945)

    Conclusiones

    Bibliografía

    FUENTES PRIMARIAS IMPRESAS

    En memoria de Manuel Mijares Ramírez,

    mi progenitor genético así como de ideas

    dentro del oasis sorprendente de la realidad.

    A mi amada esposa,

    Lic. Judith Arce de Mijares,

    por la maravillosa fortuna de volar juntos.

    Gracias

    Preludio

    La trayectoria del autor del libro México: Génesis de su descomposición política. Miguel Alemán Valdés (1936-1952) es realmente provisoria a los innegables acontecimientos con los cuales coexiste el pueblo mexicano. El catálogo de obras en su haber académico así lo demuestran.

    El texto que el lector tiene en sus manos, aparte de tener fines didácticos, se compone puntualmente sobre lo que el autor designa como la causa primera y origen de la corrupción política en nuestro país. Es evidente que se trata de una investigación examinada de forma minuciosa, no exclusivamente por el escritor, sino también por el Dr. Luis Javier Garrido, académico reconocido dentro y fuera de lo muros de la UNAM. La fundamentación del presente trabajo lo avala, mismo que fue iniciado hace más de diez años.

    El tema es apasionante desde su título, sobre todo, por razonar el estadio en que se restringe México hoy día. Lo interesante del estudio es el correcto uso de las categorías de la teoría política, tan poco tratadas, e incluso ignoradas por muchos. Se puede asegurar que el argumento es novedoso, pues hasta antes del citado libro, se desconocía el momento histórico-político de Miguel Alemán Valdés durante los años que se desempeñó como gobernador de Veracruz.

    Inexcusable sería no exponer en dicho preámbulo otro elemento teórico que llama la atención: la titánica tarea de Mario Raúl Mijares Sánchez por aducir el paradigma unipersonal de organización que le dieron los Constituyentes de 1917, así como su estructura vertical, de carácter militar, al régimen presidencial mexicano.

    Rescatar el vigor del pensamiento político, produce que el libro contenga la claridad necesaria para que al lector, no lego, le sea accesible. Por último, como referencia para ser leído, una más de las virtudes del texto. Al día de hoy, es abrumadora la histórica centralización de la vida nacional, en donde lo académico tampoco se escapa. Descuella un sinnúmero de estudios, especialmente históricos, que son estudiados en los diferentes niveles escolares con esa visión aglutinadora. Sin embargo, el autor de esta obra, consuma su tratado en sentido inverso, marcha de lo regional al centro.

    Lo anterior conduce a los lectores a conocer las figuras revolucionarias veracruzanas. Bien podría asegurarse, después de explorar el libro, que muchos de esos hombres tienen el mismo valor que los personajes ya acreditados, como: Francisco Villa; Emiliano Zapata; Venustiano Carranza; Álvaro Obregón; Plutarco Elías Calles, entre otros. Es posible aseverar que pocos mexicanos (e incluso veracruzanos) desconocemos el gran aporte de individuos como el del general Cándido Aguilar; el general Guadalupe Sánchez; el coronel Adalberto Tejeda; el general Miguel Alemán González; Heriberto Jara Corona y Manlio Fabio Altamirano.

    Con este sucinto preludio queda esbozado el interés esencial de la presente obra de investigación. A modo de epílogo, se extraen dos impresiones: A) Fue una gran experiencia aceptar el reto de re-pensar, con el autor y de manera personal, lo que Mario plantea a los habitantes de este país. B) Leer y asimilar qué dice y por qué, también fue increíble. En este sentido, quiero ofrecer una muestra de admiración ante el gran trabajo que en seguida prosigue. Me felicito sinceramente, a la vez que agradezco la invitación, por ser partícipe de esa incansable búsqueda por parte del autor, la cual fue consumada a través de los elementos de la ciencia política, con lo que nos expone la realidad en la que nos desenvolvemos los mexicanos.

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    Dr. Carlos Luna Escudero

    Rector de la Universidad IVES.

    Introducción

    ¡Feliz me consideraré todas las veces que, al meditar sobre

    las diferentes formas de gobierno, encuentre siempre en mis investigaciones nuevas razones para amar a mi patria!

    Jean Jacques Rousseau

    En el presente trabajo de investigación titulado, México: Génesis de su descomposición política. Miguel Alemán Valdés (1936-1952) se utilizaron como herramientas de análisis, la parte importante de elementos que nos proveen los paradigmas del saber de la teoría política clásica. En este sentido, también se recurrió específicamente a los modelos de conquista y conservación del poder utilizados por Nicolás Maquiavelo en su obra El Príncipe, los cuales sirvieron para examinar con detenimiento el fenómeno presidencial mexicano en el periodo sometido a estudio. Con tales instrumentos del saber científico, se abordaron los antecedentes históricos, donde se trató de descubrir las causas significativas de la corrupción política.

    Con este breve parámetro teórico, se planteó el desafío de reflexionar y estudiar el gobierno de Miguel Alemán Valdés durante su mandato en el Estado de Veracruz, hasta su llegada a la presidencia de México, así como de manera específica, el ciclo político entre la alternancia del poder por parte de los gobiernos con principios militares hacía los civiles. Para dar ilustración sobre este hecho, se descubrió de forma asombrosa que renombrados autores de las diferentes áreas del conocimiento no habían analizado la situación extraordinariamente expuesta, no obstante de que su relevancia es evidente ante los rasgos de la sociedad mexicana todavía no cohesionada, debido al conflicto armado recién terminado principalmente el de 1913 en donde participo el pueblo mexicano de manera más activa.

    Para que se tenga la idea general de la presente investigación, se puede decir que durante el período analizado que comprendió desde 1936 a 1952, aún se vivían en la entidad veracruzana, los resultados, iniciados en la Revolución Mexicana con el levantamiento armado en 1910, alcanzando su apogeo en 1913 por la importante intervención de las clases obrera y campesina. Esta serie de hechos sociales prosperaron hasta realizar la transición política, esto con el objetivo de abandonar el orden injusto por parte del gobierno tiránico porfirista con el velo oligárquico. Todo ello, fue para instaurar dentro de la Constitución Política de 1917, el régimen presidencial mexicano con la jefatura unipersonal de esencia monárquica con la mixtura republicana, en donde el compromiso fue considerar a todas las clases sociales sin detrimento o en favor de una sola.

    Acorde con lo anterior, puede interpretarse que una vez que el modelo del Constituyente de 1917 fue adoptado por los gobiernos de esa época, Miguel Alemán, arribó en 1936, al gobierno de Veracruz. En donde justamente se daba un respiro después de años de violenta e incierta agitación, con hombres como el general Cándido Aguilar; el general Guadalupe Sánchez; el teniente coronel Adalberto Tejeda; el general Miguel Alemán González; Heriberto Jara Corona y Manlio Fabio Altamirano, entre otros, quienes durante el proceso posrevolucionario se encontraron al frente de la lucha agraria, cuyo proyecto era hacer el reparto de tierra, la cual, gran mayoría de jornaleros no poseía. No obstante, con la llegada de Miguel Alemán al gobierno de Veracruz en 1936, respaldado por el responsable del Poder Ejecutivo Federal, una vez disminuida la presencia de los caudillos agrarios más importantes, las revueltas agraristas fueron desactivadas interrumpiendo incluso el reparto agrario.

    No es inoportuno señalar que al estar al frente del gobierno de Veracruz, le sirvió a Miguel Alemán como un laboratorio político, pues posteriormente cuando alcanzó la presidencia de la República, cambió el código agrario en calidad de reforma al Artículo 27 constitucional. Tal disposición fue instaurada para que la oligarquía terrateniente pudiese recibir certificados de exención, y así le fuera posible ampararse ante el reparto de tierras. Por tal razón, no está de más adelantar que las reformas constitucionales consumadas por los gobiernos llamados civiles, además de la falta de apoyo a los ejidatarios fueron parte de los grandes contrastes cualitativos que se encontraron al realizar el balance respecto de los presidentes militares. Dichas alteraciones a la Carta Magna, por parte de los gobiernos civiles, han llevado a México al borde de la transición política, la cual pareciera es el fervoroso anhelo tanto de la oligarquía como de los representantes de los gobiernos actuales.

    Visto lo anterior, se puede afirmar sin ataduras que para la teoría política, resultan funestas las reformas a toda constitución en un país, considerando que la constitución es una forma de organización de los habitantes, la cual es al mismo tiempo parte importante de ese todo compuesto denominado Estado. De este modo es que cuando la forma de gobierno se ha alterado, para ser distinta a sus principios políticos, sus consecuencias provocan que ese Estado ya no sea el mismo. Tomás de Aquino (1225 a1274) en su Tratado de la Ley, reproduce lo que Aristóteles ya había desarrollado sobre el tema. Asimismo, cita el libro La Ciudad de Dios de San Agustín, y dice:

    La comunidad del estado está constituida por muchas personas, y su bien se logra por muchas acciones, y no se constituye el estado para que dure poco tiempo, sino para que perseveré a través de varias generaciones.¹

    En este sentido, se procuró ofrecer la interpretación política que no estuviera alejada de la realidad social e histórica de la época. En este orden se analizó el largo proceso de conquista y conservación del poder, fue incuestionable tocar el tema del régimen presidencial mexicano, esto con la intención de mostrar los ciclos políticos por donde ha pasado el pueblo mexicano: entre los gobiernos con militares al frente y su alternancia con los civiles. Dicha ruptura no ha sido convenientemente clarificada. Por ello, tal como se estableció al inicio del trabajo, el objetivo consistió en reconstruir los hechos a través de las herramientas teóricas, en donde con los modelos de conquista y conservación del poder, se podrá entender el universo del régimen presidencial mexicano, principalmente en la época de los gobiernos dirigidos por militares, hasta arribar a los civiles dentro del periodo alemanista.

    Es importante refrendar que con las herramientas de la teoría política es factible descubrir los tinos y absurdos comportamientos de los gobernantes de las diferentes etapas, del México posrevolucionario valorando de forma independiente las distintas incontinencias, así como los aciertos realizados por el personaje que convoca el presente trabajo. Además, conviene destacar que se tomaron en consideración tanto los yerros amén de los logros realizados por los presidentes que lo precedieron; tales hechos permitieron mostrar tanto lo positivo como lo negativo de dicha tutela.

    La dificultad que se encontró durante todo el proceso de indagación fue la escasez de obras que retomen este tópico, pues hasta la fecha no asoman muchos trabajos de investigación respecto al tema en el espacio y tiempo examinado. Los estudios realizados si bien han proporcionado valiosas interpretaciones sobre el contenido, la gran mayoría se circunscribe a los sucesos históricos, jurídicos, antropológicos, económicos, administrativos así como sociológicos, dejando en muchos casos de lado la teoría política. Por esta razón, resulta interesante poner al descubierto desde el comienzo el comportamiento de la autoridad política de los presidentes militares, en donde la manera de proceder de la mayoría, hizo que se diera la estabilidad política necesaria durante esa época, la cual obtuvieron sin necesidad de utilizar a las fuerzas armadas como parte de su manera de gobernar; no obstante, no se pueden ocultar ciertas represiones focalizadas que sucedieron en ese momento histórico. Y efectivamente, fue el genio militar el que impuso, una autoridad firme, además del conocimiento geográfico y político del país para presidir el órgano supremo del Estado Mexicano recién constituido, sobre todo después de la revolución popular incómoda de constantes confrontaciones, conflictos que duraron muchos años. De ahí que también sea crucial entender el carácter ruinoso que predominaba en el país en esos años.

    Después de repasar los rasgos militares fue preciso revisar, como referencia, los principales movimientos civiles en el México del siglo XIX e inicios del XX, ya que si bien es cierto que los mexicanos ha buscado alcanzar un México civil, la estructura militar de tipo vertical se encuentra presente en toda su historia. Al mismo tiempo, es importante resolver la paradoja que se traduce en el hecho de que el pueblo mexicano en esa época aún no estaba suficientemente organizado, la carencia de instituciones solidas así como organizaciones políticas, al tiempo que los frecuentes movimientos que se produjeron se carecía de igual manera de estabilidad económica. Lo que a todas luces indica que las corporaciones existentes no lograron estabilizar la concordia, porque tenían escasa legitimidad o porque no lograban descifrar los proyectos ni las necesidades de la población. Además de resolver esta singularidad, fue fundamental analizar porque la mayoría de estos movimientos sociales parecen tener una característica defensiva así como reactiva, lo que explicaría en cierta medida su escasa capacidad para vincularse con otros movimientos para que los hubieran convertido en organizaciones civiles de mayor permanencia lo cual, podría desencadenar la gestación de proyectos políticos, como los que hoy conocemos². El Dr. Luis Javier Garrido en su obra, El partido de la revolución institucionalizada, menciona que con la fundación del PNR fue el paliativo para evitar los movimientos civiles populares. Un ejemplo de ello fue la campaña presidencial de Vasconcelos en cuyas diferentes reuniones, incluso en los mítines fueron provocados por el gobierno del momento.

    Sin duda, la participación civil se inicia desde la instauración del Estado moderno, a finales de los años de 1600 en los que John Locke imponía su pensamiento de que el poder supremo debía de caer en el legislativo a través de un régimen parlamentario, con la posibilidad de emplear la fuerza de la sociedad civil, refiriéndose de esa manera, a los propietarios privados³. También hay quien asegura que es probable que los antecedentes de las movilizaciones civiles en México se dieran años después de que llegaran al país las consecuencias de la Revolución Francesa.

    El siglo XIX en México estuvo marcado por los gobiernos militares, pero hubo diversos intentos a lo largo de esos años para lograr que los civiles ocuparan los cargos de alta responsabilidad en el Estado. Durante 1833, Lucas Alamán y Esteban de Antuñano retoman la doctrina del liberalismo a pesar de que la población mexicana estaba en una situación de minoría de edad, la cual se expresaba contra toda fórmula de monopolización estatal, empero identificando como principal monopolio a la Iglesia Católica. Así, Alamán, desde inicios del periodo independiente, planteó políticas importantes para un movimiento civilista significativo. Fue precisamente Lucas Alamán quien en 1835 fundó la fábrica de Cocolapan, en la región de Orizaba, Veracruz, misma que es considerada la base de la posible industrialización en México durante esa época, ya que, más tarde, cierto grupo de civiles propietarios, asociados con comerciantes de origen francés, establecieron el complejo industrial de Río Blanco⁴.

    Gómez Farías durante este tiempo también consideró la posibilidad de constituir, a través del Plan Durán, un gobierno civil, mismo que Antonio López de Santa Anna echó abajo con su llegada al poder⁵. Asimismo, en esa misma centuria, existieron otras importantes corrientes de movimientos sociales en las regiones de Michoacán, Oaxaca (incluyendo Querétaro), en donde, según Gómez Farías, estos sondeaban un gobierno civil que se exigiese a respetar las peticiones sociales acorde con la civilización del siglo, pero sobre todo, a la libertad de las conciencias. La proclama era la supremacía del poder civil, sobre el militar y el eclesiástico. El mismo Dr. Mora fue partidario del desempeño de la conciencia cívica de las futuras generaciones. El grave inconveniente de este siglo decimonono es que la tendencia fue siempre hacia lo militar. Mariano Otero escribió desde los Estados Unidos que la política fatal ha dejado en el abandono a los oprimidos, por ese tipo de administración castrense, despedazados por los salvajes cuyo objeto es la codicia⁶.

    En 1857 con la derrota de Antonio López de Santa Anna, la transformación política del país se daba entre liberales y conservadores, en donde se buscó la posibilidad de encontrar hombres indispensables, sobre todo en los civiles que pudieran gobernar a México. Finalmente surgieron movimientos con principios aristocráticos creados por hombres ilustrados llamados liberales, los cuales a través del esquema de la liberalidad, inquirían el progreso tratando de oponerse así a los gobiernos militares del momento⁷.

    Es interesante destacar, sin embargo, que el general Mariano Arista rompió con las esperanzas de esas acciones sociales, las cuales hubieran sido el caldo de cultivo para la conformación del México civil. A lo largo del este siglo de continuos golpes de Estado, el infortunio, así como el agobio de los movimientos sociales, hicieron que los esfuerzos de la población se vieran disminuidos por los militares. La paradoja que no se puede perder de vista es que durante ese periodo, los gobiernos militares, por lo regular, nombraban a civiles en la administración pública así como al interior del Poder Legislativo. El mismo general Arista designó a Guillermo Prieto en Justicia; como consejeros a José Fernando Ramírez y José María Lacunsa, hermano de Juan Nepomuceno. Del mismo modo, militares como Sóstenes Rocha, estuvieron al frente de la defensa de los derechos civiles en la época de Juárez.

    Porfirio Díaz, quien carecía de un programa político, atacaba a Juárez de violar la Constitución. La posición civil del presidente era la más vulnerable, pues sufría el desgaste lógico del ejercicio del poder en éste país que no alcanzaba a constituirse como Estado. Los opositores criticaban su política; a cambio de ello hacían promesas para el futuro. La reelección de Juárez tenía cada vez más enemigos. En octubre, sin embargo, el congreso declaró electo a Juárez. Al mes siguiente estalló la revuelta en la Noria encabezada por Porfirio Díaz. Con el Plan de la Noria, este último se oponía a la reelección indefinida de Benito Juárez. Se añadía que este violaba sistemáticamente la Constitución al intervenir en los otros dos poderes de la Unión, así como el atropellar la soberanía de los estados. La revuelta perdió todo sentido a la muerte de Juárez. El grupo civilista apoyó a Sebastián Lerdo de Tejada, quien ocupó el Poder Ejecutivo provisionalmente, en el verano de 1872, gracias a los resultados en los comicios. Lerdo de Tejada se hizo cargo de la institución presidencial bajo los mejores augurios durante tres años; no obstante, se hundió en la impopularidad, por lo cual, finalmente, Lerdo de Tejada entregó el gobierno civil a los porfiristas.

    Con Porfirio Díaz una vez conquistado el poder, los movimientos civilistas constituyeron serio problema difícil de resolver. Díaz se encargó de reprimir la rebelión Yaqui en Sonora enviando a los rebeldes al sur del país para que fueran esclavizados en las haciendas que cosechaban henequén en la región de Yucatán. Se dieron movilizaciones de obreros en Orizaba, Veracruz, a través de Sociedades Mutualistas y de Ahorro, propiciadas por Sebastián Lerdo de Tejada en sus años como Presidente de la República. Del mismo modo, en 1905 en Jalapa, capital del Estado de Veracruz, en la Fábrica de Hilados y Tejidos lo trabajadores de Algodón El Dique, pertenecientes al sindicato de obreros y similares de San Bruno realizaron una huelga la cual destensó inteligentemente el gobernador Dehesa. Así mismo, en 1906, los mineros de Cananea habían formado la Unión Liberal de Unidad; agrupación obrera que ya demandaba la reducción de la jornada laboral, hasta que se desencadenó la violencia. Al año enero de 1907, los hermanos Flores Magón estuvieron al frente de la huelga de Río Blanco, así como de la organización del Gran Círculo de Obreros Libres y del Partido Liberal Mexicano.

    Gracias quizás a todas estas acciones que se llevaban a cabo durante ese siglo, dieron como resultado toda esa formidable escuela de pensamiento positivista, no solamente en México sino en toda América Latina, donde intelectuales como Francisco Bulnes o Justo Sierra, hicieron uso de su conocimiento comteano para proponer un Estado fuertemente centralizado, oponiéndose a las pretensiones liberales, inclusive, soslayando las soluciones tiranas realizadas por Porfirio Díaz⁸.

    Ya dentro del siglo XX se manifestó un movimiento civilista encabezado por la figura de Francisco I. Madero acompañado de José María Pino Suárez a través del Partido antirreleccionista, el cual bien hubiera podido ser el proyecto alternativo. No obstante, Díaz desconoció dicho movimiento así como el resultado de las elecciones. Madero llamó a la insurrección civil, en donde las más diversas clases sociales iniciaron el levantamiento armado, participando desde la pequeña clase media rural, hasta terratenientes, ganaderos e indígenas. Dicha acción civilista triunfó al llevar a Madero a la presidencia; sin embargo, en febrero de 1913, el general Victoriano Huerta dio el golpe de Estado en contra de su gobierno, pues Madero carecía de autoridad ante las fuerzas militares, las cuales rendían lealtad incondicional a Porfirio Díaz. En ese periodo, de nueva cuenta los civiles se organizaron para tomar las armas hasta derrotarlo. No se puede perder de vista que el México civil siempre ha sido el proyecto, idealizado, soñado, pero nunca alcanzado a lo largo de la historia política posmoderna.

    Existe marcado contraste entre los gobiernos militares con los civiles dentro del período de estudio; donde los primeros habían conquistado el poder cabalgando, con las armas en las manos. Desde ese horizonte, además del conocimiento territorial del país, brindaron protección a todas las clases sociales a través del celo republicano, atendiendo con igual dignidad los asuntos civiles, sin descuidar lo militar. De la misma forma, se estudió a la casta togada de civilistas que llegaron al poder, cuya gran paradoja es que, a diferencia de sus antecesores, impulsaron a la clase oligarca tanto nacional como trasnacional, iniciando así el nuevo ciclo político, gobernando únicamente para una sola clase social. Dicha modificación se dio a partir de Miguel Alemán, donde tal desviación ha sido justificada por algunos estudiosos, señalando que se debió a la necesidad del magno proyecto de industrialización del país a través de la gran alianza, a pesar de que México carecía de suficientes recursos financieros, tanto privados como públicos, para lograr llevar adelante el proyecto de modernizar el país. El cambio no fue simple, por tanto, es justo comentar que tal metamorfosis se inició con el general Lázaro Cárdenas después de tomar la medida de nacionalizar la industria petrolera.

    Fue así que el gobierno empezó a forjar alianzas con el poderoso Grupo de Monterrey, cuyos fundadores fueron: Patrick Mullins, Patricio Milmo, Isaac Garza, Francisco Sada, José Muguerza, Luis Garza, (de fundidora), Roberto G. Sada (Cervecería Cuauhtémoc), Joel Rocha (Salinas y Rocha), Manuel Barragán (Refrescos Topo Chico, después Coca Cola), Pablo Salas (Cementos Hidalgo), Arturo Padilla (Casa Calderón) y Emilio Azcárraga (Distribuidora Monterrey). Fue éste grupo de presión de esencia oligarca, todos ellos opositores de los gobiernos con principios militares, a los cuales les llamaban radicales⁹.

    Durante el curso de la presente investigación, se analizó con detenimiento las características de los gobiernos con principios militares al frente del Poder Ejecutivo en la época posrevolucionaria. Como ya se mencionó, tales hechos revelaron que ninguno de ellos asumió un comportamiento militarista en contra del pueblo a pesar de haber conquistado el poder a través de las armas e incluso en plena agitación social posrevolucionaria. El legado de la estructura militar de carácter vertical, sin embargo, nunca se ha perdido. Una estructura que ha perdurado dentro del régimen presidencial. Por lo que respecta a los factores de control político, las zonas militares durante mucho tiempo siguieron jugando importante papel de intervención; estas por cierto fueron implantadas por el genio militar de Porfirio Díaz, donde muchas ocasiones existía en las entidades innegable poder dual: el del general, y el del gobernador en turno.

    Importa aclarar que los jefes de zona, casi siempre con grado de generales, eran magnos conocedores de la estructura del poder político. Por tal razón, en muchas ocasiones fueron más importantes que los gobernadores mismos. Ahora bien, Miguel Alemán no fue militar, por ello decidió fiarse del dinero para preservar la lealtad del ejército. Stephen Niblo señala que los comandantes de zona:

    Recibían cuantiosas asignaciones secretas para uso personal […] En el sexenio de Alemán este dinero procedía de los fondos secretos de la presidencia, que, como se sabe, no estaban sujetos a auditoría.¹⁰

    De ahí que no sea impertinente señalar que las fuerzas armadas, de acuerdo con el Artículo 89 de la Constitución política, dependen directamente del Presidente de la República en turno, quien es su comandante supremo. Asimismo, la acción nada pequeña es la que algunos juristas en su momento hablaron sobre las facultades metaconstitucionales del presidente en turno, al fungir éste como jefe del partido político único, primero como PNR, posteriormente PRI.

    Hechas las observaciones pertinentes dentro del trabajo, se demuestra que el principio militar quedó plasmado al interior de lo político del Estado Mexicano.

    Es interesante destacar cómo Alemán se las ingenió para desarticular al ejército posrevolucionario, para después instaurar una fuerza militar de élite, en donde el reciente creado Estado Mayor Presidencial, asumió como fortaleza de lealtades al hombre, más no a la institución presidencial tampoco a la patria, como de hecho lo hicieron los militares como responsables del Poder Ejecutivo. Miguel Alemán reforzó también la unidad del centro de poder represivo a través de la Dirección Federal de Seguridad. Policía política que fue dirigida en sus inicios por el general Carlos I. Serrano, militar violento, irreflexivo e incondicional del presidente Alemán. Acto seguido, se instauró el cuerpo de fuerza especial, perteneciente a la Brigada de Fusileros Paracaidistas a cargo del comandante Plutarco Alabarran López.

    Resulta asombroso, a la vez que produce amplio desconcierto, afirmar que el gobierno de Alemán fuera civilista, como tampoco lo fueron los posteriores gobiernos, quienes en su mayoría han llevado a México por los senderos de la prosperidad económica; sin embargo, la mayoría de las veces imprimiendo a la vida de la nación nuevos derroteros, contrarios de la Constitución de 1917; de ahí las más de quinientas reformas que este tipo de gobiernos han realizado, hasta principios de año de 2010.

    En la historia de México, el aseverar que Miguel Alemán fue el primer gobernante civil al frente del país ha sido un argumento de quimera sutil que no se ha desmentido. Tal sentencia fue asentada por los medios informativos y académicos, sobre el fin del caudillaje militar, por el hecho de que algunos generales estuvieron cooptados, mientras otros fueron abandonados a su suerte después de haber estado al frente del campo de batalla. La incongruencia es que la gente nueva del presidente Miguel Alemán, en su mayoría hombres políticos de toga universitaria, fueron los que tomaron las riendas del país, perpetrando el caudillaje civil en el país que según el censo de 1940, contaba con una población estimada de poco menos de veinte millones de mexicanos.

    Llegado a este punto, se puede aseverar que el régimen presidencial unipersonal, sobre la base de principios militares, mismo que fue depositado en manos de civiles, era el esquema que se había ensayado en varias ocasiones. En este caso desde el gobierno de Miguel Alemán en Veracruz, que de manera paradójica, él mismo finalmente cristalizó, ya como Presidente de la República en su discutido sexenio en los años de 1946 a 1952. Existen observaciones de otras áreas del conocimiento que han tildado de irracionales a los generales revolucionarios; sin embargo resulta fácil demostrar que su actuación política frente a la nación fue en múltiples ocasiones menos perniciosa que la de los civiles al frente de la institución

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