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Talamantes: El Pueblo Y Su Historia
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Talamantes: El Pueblo Y Su Historia

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En esta resea histrica el lector viajar por las principales etapas del pueblo mexicano que de alguna forma se manifestarn en el pueblo de Talamantes.
Hacia el norte de la hoy Repblica Mexicana qued comprendido el estado de Chihuahua y en este espacio geogrfico se ubica el Municipio de Ignacio Allende (San Bartolom) y es aqu donde se desarrolla la comunidad de Talamantes, Valle de Allende, Chihuahua. A la cual le dedicamos este trabajo con la categoria de MICRO-HISTORIA.
Son los mrgenes de del Rio de San Batolom los que han dado sustento a esta regin que se extiende hasta entroncar con le Ro Florido en las cercanas de Villa Lpez y Jimnez.
Te traslada hasta la conquista espaola, puesto que esta regin sirvi de lminte para la conquista del norte llamado Tierra Adentro; quedando quedando de manifiesto las primeras poblaciones en el estadod e Chihuahua: San Bartolom y Santa Brbara.
Encuentras un panorama detallado de la participacin directa de su poblacin en los sucesos histricos de Mxico, tanto en la Reforma como en la Revolucin Mexicana.
Pero a la vez nos muestra la imgen que sus habitantes han logrado en los distintos aspectos para su desarrollo en general; donde se menciona el aspecto econmico con su Industria Textil, la minera, la agricultura y la ganadera.
Te sorprender el intento del Profesor Jos Luis Aguayo lvarez y su equipo de trabajo para emprender y lograr este pasaje histrico de un pueblo que se llam Los Berros y San Nicols del Molino.
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento26 oct 2012
ISBN9781463332174
Talamantes: El Pueblo Y Su Historia

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    Talamantes - José Luis Aguayo Álvarez

    Copyright © 2012 por Jesús Rentería Ávila.

    Número de Control de la Biblioteca del Congreso de EE. UU.:   2012911202

    ISBN:                  Tapa Dura                                                   978-1-4633-3216-7

                               Tapa Blanda                                                978-1-4633-3218-1

                Libro Electrónico                                        978-1-4633-3217-4

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Las opiniones expresadas en este trabajo son exclusivas del autor y no reflejan necesariamente las opiniones del editor. La editorial se exime de cualquier responsabilidad derivada de las mismas.

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    ventas@palibrio.com

    399789

    Contents

    Prólogo

    PRIMER CAPÍTULO

    I      TALAMANTES HISTÓRICO

    II      DINASTÍA Y RIQUEZA DE LOS SOTO

    III      LA FÁBRICA DE HILADOS Y TEJIDOS

    IV      MINERÍA

    V      LA BATALLA DE TALAMANTES

    VI      BALANCE DE LA SITUACIÓN REGIONAL en el siglo XIX

    SEGUNDO CAPÍTULO

    I      TALAMANTES EN EL SIGLO XX

    II      EL GRAN ASALTO A LA HACIENDA DE TALAMANTES

    III      EN TIEMPOS DE LA REVOLUCIÓN

    IV      LA LUCHA POR LA TIERRA

    TERCER CAPÍTULO

    I      TALAMANTES EN LA ACTUALIDAD

    II      Estudio de la comunidad

    III      LA CULTURA DEL PUEBLO

    IV      OTRAS FORMAS CULTURALES

    V      TRADICIONES RELIGIOSAS

    VI      LA CULTURA DEL TRABAJO

    EPILOGO

    FUENTES DE CONSULTA

    ANEXOS

    Endnotes

    Diseño de Portada, contraportada y formateo del libro:

    Ing. Miguel Alejandro Aguayo Levario

    Fotografía Portada:

    Saúl Rentería Espinoza

    Dedicatoria

    "A todos los habitantes del poblado de Talamantes

    por la tenacidad de mantener viva su historia;

    a los viejos, por haberla vivido y a los jóvenes por vivirla."

    A la memoria del profesor

    José Luis Aguayo Álvarez

    El Profe Aguayo, José Luis o simplemente Aguayo, como solíamos decirle, fue maestro de profesión, líder social de acción y literato de corazón, nació en el año de 1946, en el Municipio de López en la comunidad del Porvenir en la región sur del Estado de Chihuahua, México.

    Los primeros años de escuela, los cursó en su pueblo natal, posteriormente se trasladó al poblado de Salaices donde en septiembre de 1959 ingresa a la Escuela Normal Rural Abraham González para profesores, en el poblado de Salaices, Chihuahua, por diversos problemas que tuvo que enfrentar, tuvo que salirse de la escuela para regresar hasta el año de 1961, graduándose en 1967.

    En sus años de estudiante se relaciona con líderes campesinos de gran renombre como José Viesca y Álvaro Ríos con los cuales fue adquiriendo experiencias y conocimientos de los fenómenos sociales que manifestaba el país a mediados y finales del año de 1900.

    Los años de permanencia en el internado, sus orígenes campesinos, sus profesores, los empleados en los diferentes departamentos, los líderes estudiantiles, todos influyeron en la formación de la personalidad del José Luis que conocimos, logrando gran nivel en todas las actividades que emprendía: como líder social, escritor, periodista o político.

    Su existencia fue un peregrinar, fue un incansable viajero, los testimonios que dejó nos lo relatan. Como profesor y líder social trabajó en la Alta y Baja Tarahumara, actividades que compenetra con el quehacer sindical del magisterio, teniendo tiempo para atender las necesidades en la creación de nuevas colonias y centros de población.

    Posterior a su jubilación como profesor, se dedica de lleno a las letras, aunque en su juventud ya se había dedicado un tiempo al periodismo. Escribe relatos, cuentos y libros dejando una huella imborrable con su libro La Puerta de los Relatos y sobre todo con el homenaje que hizo al escritor mexicano Fernando Jordán al analizar su trabajo periodístico y compilarlo en el libro Vida y Obra de Fernando Jordán (2009).

    Su último trabajo es este libro: Talamantes. El pueblo y su historia, el cual realizó junto con su equipo de trabajo; en él plasmó sus esfuerzos de principio a fin. Hasta el último día de su vida, enfocó sus energías a la terminación de este proyecto. Fue en el año 2004, cuando externó su interés por rescatar la historia del pueblo de Talamantes el cual, a pesar del aislamiento en el que aún se encuentra, experimentó junto con sus habitantes las diferentes etapas de la historia de México: los primeros pobladores utilizaban las aguas del Ojo; la colonización europea se benefició con la riqueza mineral y agrícola de sus tierras; la Independencia, la Reforma y la Revolución Mexicana fueron apoyadas incondicionalmente por héroes talamanteños.

    Su instinto de historiador se sintió bendecido por la riqueza histórica de esta pequeña región del Municipio de Allende, y de manera incondicional dio su apoyo para la realización de éste trabajo. Profesor José Luis Aguayo Álvarez, desde hoy amigo e hijo del antiguo San Nicolás de los Molinos hoy Talamantes, éste tu última obra quedará para la posteridad, con tu inquietud histórica, lo que lograste fue abrir los archivos que aún guardan grandes secretos para las generaciones venideras.

    Jesús Rentería Ávila

    Talamantes, Chihuahua.

    Diciembre 2010

    Prólogo

    Este trabajo, se ha realizado en base a dos propósitos: el primero de ellos es el de contribuir con el aporte de elementos para la historia regional del sur del Estado de Chihuahua. ¹El segundo, abarca una serie de objetivos particulares entre los cuales contemplamos:

    1)   Conocer el pasado del pueblo de Talamantes.

    2)   Relacionar ese pasado con la historia de toda la comarca.

    3)   Aproximarnos a las razones que han propiciado los cambios y la evolución a través de los tiempos.

    4)   Demostrar que las condiciones económicas y sociales son los factores principales del desarrollo o el atraso de los pueblos.

    5)   Presentar un panorama de la actualidad talamanteña como consecuencia de su historia.

    Los pueblos del sur poseen un largo e interesante pasado pues recibieron el impacto de la conquista española. Por ellos han transcurrido todas las etapas de la historia nacional; en ellos se reflejan tanto los progresos como los retrasos del país.

    Los trabajos de este tipo, pertenecen a las investigaciones catalogadas como micro-históricas pues se refieren a un pequeño espacio del territorio donde se ha creado y desarrollado una cultura. Esos lugares son el reflejo fiel de lo que el país ha sido, así lo indican: las ruinas de las antiguas casas y de las empresas del pasado, así como los cambios que ha sufrido la población. Todo ello nos enseña cómo ha sido la evolución histórico-social, no solamente del pueblo sino del país que está representado en cada uno de los elementos que componen la realidad local: su economía, su historia y su cultura.

    Este libro, no es solamente un relato de la historia, es el intento por explicarnos la razón de los sucesos que en Talamantes se han presentado a través de los tiempos. Tratamos de conocerla y de comprenderla para bien de la cultura regional.

    En el año 2006 publiqué cuatro páginas en el periódico El Heraldo de Chihuahua relacionadas con este tema, eso me permitió abrir el paso a una investigación que avanza en este libro.

    Escribir la vida de un pueblo como Talamantes es muy importante, pues solamente de esa manera conocemos el valor que ha tenido el paso del tiempo y lo que nos ha dejado. Todo ha sido y es consecuencia de los cambios permanentes que vive la sociedad: si tenemos un pueblo progresista y ordenado esto será el resultado del pasado, lo mismo sucede cuando encontramos un pueblo en ruinas y su sociedad desmoralizada.

    Los pequeños poblados forman el mapa de la nación, podemos advertir los esfuerzos, la lucha tenaz de los hombres y mujeres, de las familias que se arraigan en su tierra, que es el pueblo. Conocer la vida, muchas veces triste y humilde de los seres humanos que habitan las comunidades. Registramos el esfuerzo de los trabajadores, de los educadores y tantos otros personajes que alientan la existencia de las comunidades. Pues ahí nada es inútil todo forma parte de una realidad habitada por seres humanos; las plantas, los animales, la tierra, el agua, las costumbres y tradiciones, todo tiene que ver con lo que llamamos, identificamos y sentimos como el terruño.

    Ya se ha escrito sobre el pasado de Santa Bárbara, San Francisco del Oro, Parral, Valle de Allende, Salaices, Villa López y Jiménez, importantes lugares de la región. Faltan todavía algunos puntos por historiar que se encuentran entre el río Florido y el Conchos, uno de ellos es Talamantes, el que nos proponemos comentar en este libro.

    El poblado de Talamantes, se localiza a ocho kilómetros aproximadamente al lado suroeste del Valle de Allende, Chihuahua, es un lugar conocido por la existencia de un manantial que ha surtido de agua a gran parte de la región sur de la entidad, cuenta con una rica historia que no había sido investigada, el libro pretende hacer justicia ante esa carencia.

    Las relaciones económicas se caracterizan por un mercado centrado en la ciudad de Parral, al oeste de la región, y por otro situado en Jiménez al sureste.

    La economía es preponderantemente agrícola desde Talamantes hasta Jiménez, tiene un giro diferente en los municipios del Oro, Santa Bárbara y Parral donde todavía queda algo de trabajo minero, hay industrias, comercio y servicios. Esta base económica ha sido similar durante toda la historia de la región. Todos los municipios: Santa Bárbara, El Oro, Valle de Allende, Villa Coronado, Villa López y Jiménez realizan sus relaciones comerciales, de salud y educativos entre otros, principalmente en las ciudades de Parral y Jiménez. Eso le da a la región un cierto grado de unidad, pero también las costumbres, las tradiciones, el régimen de la propiedad de la tierra, unifican a la comarca.

    Por ello, al historiar cualquiera de las poblaciones nos estamos refiriendo a todo el territorio que se ubica entre el río Florido y el Conchos, lo que se denominó en la Época Española: La Provincia de Santa Bárbola.

    Hemos dividido el trabajo en tres grandes apartados: Talamantes Histórico, Talamantes en el Siglo XX y Talamantes en la Actualidad. Por una casualidad del tiempo, le tocó a este libro ser memoria y balance del siglo que inició en 1900 y terminó en el 2000. Agregamos algunos temas del siglo anterior para poder comprender esta última parte de la historia, así nos sumamos a las conmemoraciones que se realizan en todo el país de dos grandes acontecimientos: la lucha por la Independencia y la Revolución de 1910.

    Participaron en esta aventura cultural las maestras Gloria González Legorreta, Susana Vázquez Ronquillo, Julieta Olivas Hermosillo, el profesor Jesús Rentería Ávila coautor en esta obra; se incorporó también la maestra María Ignacia Cardona Flores aportando valiosa información para la investigación.

    En la parte técnica colaboró el Ing. Miguel Alejandro Aguayo Levario. En la investigación documental participaron el Profesor Jesús Rentería Ávila y la Antropóloga Irma Leticia Requena Quezada; en la toma de fotografías, Saúl y Mario Rentería Espinoza, Lorena Payán Aceves e Irma Leticia Requena Quezada. Finalmente la revisión ortográfica y gramatical estuvo a cargo del profesor Miguel Valdés Aguirre.

    Este trabajo brota del pueblo mismo, de la información que proporcionaron los habitantes al recrear su pasado, brota de las ruinas de la fábrica, de la Hacienda, de las minas y del presente, que es la lucha persistente de un grupo de familias por continuar viviendo sobre esa tierra del sur.

    José Luis Aguayo Álvarez

    Chihuahua, Chih.

    Enero 2010

    PRIMER

    CAPÍTULO

    I

    TALAMANTES HISTÓRICO

    ANTES DE LOS ESPAÑOLES

    El agua es la fuente de vida para los seres humanos. Es por eso que suponemos que el famoso manantial que surte de agua al río del Valle, el lugar que estudiamos, pudo haber sido habitado en épocas muy remotas por seres humanos que vivían en estado primitivo, aunque restos arqueológicos sólo se han encontrado en Peñoles. ² En aquellos tiempos el único lugar floreciente era Casas Grandes o Paquimé, pero esa cultura no tuvo influencia sobre los grupos nómadas de la parte sur de lo que actualmente es el estado de Chihuahua.

    La presencia de los primeros seres humanos en la región se ubica hacia el año 1100 de la era cristiana. Esta cuenta del tiempo es aproximada y significa que la región ha estado habitada desde hace más de 900 años. Aquellos primitivos, pertenecieron al tronco lingüístico conocido como yuto – azteca³ y sus influencias culturales principales fueron traídas del sur del país. En una siguiente etapa llegaron grupos nómadas más numerosos que se asentaron temporalmente en la región, la cual se distinguía por sus abundantes recursos: agua, vegetación, caza y pesca. Varios investigadores ⁴ citan la existencia de una gran laguna que pudo haber estado en donde hoy se conoce como Ciénegas de Ceniceros al sur de Talamantes. Esto nos permite entender que era una región privilegiada para la vida.

    El territorio presentaba además la ventaja de la protección debido a las montañas cercanas y a la posibilidad de alcanzar la sierra por donde hoy es Santa Bárbara.

    Por todas estas características que presenta la región, podemos asegurar que los grupos indígenas, antes de la llegada de los españoles, se surtían de agua en el ojo y en río de Talamantes, aunque la principal fuente era el río llamado Las Conchas (hoy río Conchos).

    Por encima del manantial se encuentran varias oquedades en las rocas que pudieron haber servido de habitación para los hombres primitivos. En una de ellas aún se localiza una roca volcánica que al parecer funcionaba como mortero, y que presenta las siguientes medidas: 75 cm de alto, 90 cm de largo y 80 cm de ancho, con un peso aproximado de 1 tonelada. Sobre su superficie se observan dos orificios mayores uno de 21 cm de diámetro por 15.5 cm de profundidad; el otro de 28.5 cm de diámetro por 23 cm de profundidad. Alrededor de estos se presentan otros 30 orificios más pequeños cuyos diámetros varían de 3 a 5 cm, estos de poca profundidad. Sobre ésta roca, probablemente los primeros habitantes de la zona molían granos y raíces.

    Ese solo elemento hace suponer la presencia de seres humanos en etapas tan antiguas como la era de las cavernas. Varias reflexiones produce ese primitivo molino; nos podemos imaginar que colectaban mezquites, semillas de zacate y tal vez una variedad de maíz; las trituraban con una piedra y las mezclaban con agua para comerlas utilizando las manos solamente o utensilios fabricados con cáscara de calabaza silvestre, todo ello significaba el uso de diferentes tecnologías, de esa manera, éstos primeros habitantes podían permanecer varios meses establecidos en un lugar.

    En Namiquipa, a principios del año 2009 la investigadora Elvia Arvizo Carrasco encontró un mortero semejante en un lugar llamado El Alamillo cerca de Las Cruces. Esa región fue habitada por Apaches, en ella existe una loma denominada precisamente El Apache que funciona como divisadero para observar el pueblo de San Buenaventura y todo lo que abarcaba el viejo Camino Real. Existen otros lugares en donde se pueden localizar estos morteros hechos de manera natural en las piedras, los indígenas al utilizarlos aumentaban las oquedades.

    Los investigadores Ma. Luisa Reyes Landa y Arturo Guevara Sánchez,⁵ presentan una relación de elementos alimenticios con los que conformaban su menú los grupos primitivos del desierto: biznaga, calabacilla loca, candelilla, cardenche, chamizo, cojón de venado, guaje, huizache, lechuguilla, maguey, mezquite, nopal cegador, nopal rastrero, ocotillo, palma común, palma elegante, tasajillo, tomate de bola, uña de gato y verdolaga.⁶

    Algunos de estos alimentos como la calabacilla loca, el huizache, el mezquite, el ocotillo y la uña de gato⁷, aún se pueden encontrar en forma silvestre y son utilizados en la región. En la llanura o semi-desierto donde se encuentra el pueblo que estudiamos hay otra variedad de plantas alimenticias como la lengua de vaca, el quelite cimarrón, el garambullo, el fruto de acebuche, la biznaga, la pitaya, el mezcal y el quiote entre otros. También consumían el chupón de ocotillo, encontraban en los ríos la nuez cimarrona y en los montes el fruto del grangel, y las moras silvestres o tecomblates. Así como una gran variedad de plantas medicinales como el carrizo, el gatuño, el girasol, la gobernadora, el huizachillo, la mariola, el orégano, la palma samandoc, la sangre de grada, el sotol, el toloache y la violeta de campo entre otras.⁸

    Los animales comestibles eran abundantes; desde una gran diversidad de insectos, hasta venados; ratas de campo y conejos, topos o tuzas, ardillones, zorras y zorrillos, tejones, gatos del monte, víbora de cascabel, víbora de uña, víbora casera y chirrionero, así como lagartijas, tarántulas, ciempiés y alacranes; ranas y otros más.

    Los ríos y manantiales les proveían abundantes peces como el azul, el chato y la lobina negra entre otros.

    La existencia de estos recursos fue la condición indispensable para que los indígenas se asentaran temporalmente en la región, de ahí se vieron en la necesidad de fabricar elementos materiales como el arco y la flecha que les permitieran cazar sus alimentos. Junto con ello resolvieron el problema de la habitación, protegiéndose en cuevas o bajo los árboles. En algunos casos se construían pequeñas casas con jarillas de los ríos y tal vez utilizaron la arcilla. Todo esto nos hace suponer la aparición de una cultura presedentaria.

    En el cerro de Peñoles, cercano del pueblo que estudiamos, los habitantes primitivos probablemente dieron otra solución al problema de la vivienda: se amparaban bajo las grandes rocas y bajo las lajas que se encuentran acomodadas naturalmente permitiendo establecer guaridas de diferentes tamaños.

    El escritor Villalopense Manuel Valdés Durán¹⁰ menciona una cultura a la que llama la Loma de San Gabriel ubicada en el actual municipio de Villa Ocampo, Durango, en la que se encontraron utensilios fabricados de barro y otros materiales que explican la presencia de grupos más desarrollados; seguramente eran hombres primitivos que habitaron esas regiones y que con toda seguridad se establecían también donde había agua, caza y plantas para su alimentación, además de que el lugar contaba con una cierta seguridad frente a las agresiones de otros grupos. Esta cultura llegó a establecerse y practicar la agricultura, que es la base para la formación de las aldeas.

    El territorio del actual Talamantes ofrecía muchas posibilidades, pero sus primeros habitantes no llegaron al sedentarismo, al parecer no construyeron caseríos, eso se demuestra ya que en el área no se han encontrado elementos de la cultura material como objetos de barro o de piedra. En esta fase de población, solamente había familias presedentarias¹¹, es decir, conglomerados de gente que podían permanecer cierto tiempo en un lugar, pero que de acuerdo a la estación climática o a la necesidad de un territorio mejor cambiaban su lugar de residencia.

    Esta condición les permitió sembrar algunas semillas y continuar su peregrinar en la región, por ello en torno al manantial debieron establecerse algunos grupos y probablemente se produjeron luchas muy fuertes por la utilización del agua y la tierra. De acuerdo a los antecedentes que se tiene de otras culturas prehistóricas, los grupos asentados en Talamantes al igual que otras culturas, han de haber fabricado ropa con pieles y tal vez utilizaron fibras como el pelo de los animales y el ixtle de algunas plantas, algunos objetos a manera de adornos como los colmillos de los animales o los cascabeles de las víboras, los capullos de las orugas y las conchas de los ríos o los caracoles, aunque como ya se comentó anteriormente, hasta ahora no se ha encontrado otro objeto material que sustente lo dicho anteriormente más que la roca que se utilizaba como mortero. Tal vez llegaron a tener ídolos a manera de dioses, la naturaleza, el sol, la luna y el agua han sido algunos de los elementos a los que la mayoría de los grupos primarios han adorado, quizás tenían hechiceros que solucionaban algunos problemas de la comunidad; formas muy elementales de agrupación, de donde podía originarse la familia; el clan¹² que es una reunión de familias; o la tribu, donde se reúnen los clanes y de ahí a formas superiores de organización.

    Esta pudo haber sido la realidad que se vivía en el territorio del pueblo que estudiamos, habían transcurrido muchos siglos de vida de estas comunidades primarias en la que los seres humanos luchaban tan sólo por la subsistencia, eran dueños de su mundo y no tenían nociones de otra vida diferente.

    A la llegada de los españoles en el año de 1562, el área estaba habitada por grupos más numerosos que se movían por la presión del avance de los conquistadores españoles. Estos grupos fueron distinguidos por los europeos como: tobosos, salineros, conchos, tepehuanes y tarahumaras. A juicio de los españoles, estos grupos no se establecían permanentemente en un lugar; aunque tenían bien delimitado el territorio por el que transitaban.

    La región sur del estado, antes de la llegada de los europeos, se encontraba ocupada por 7000 indígenas de los grupos citados¹³. La fecha para este dato es señalada hacia 1550, diez años después solamente había un poco más de 2000 indígenas y 200 europeos, lo que demuestra que el encuentro con los españoles no fue muy agradable. Las probables causas de la reducción de indígenas fueron las migraciones de éstos hacia otros lugares alejados de los españoles, quizá debido al despojo de las tierras y el agua.

    En el año de 1600 hubo epidemias que acabaron con varios pueblos entre ellos el de los conchos. Eso también pudo haber afectado a los que se encontraban en el Valle de San Bartolomé, quienes principalmente fueron conchos, chisos y tobosos.¹⁴ Algunos de estos grupos fueron obligados a asentarse en la región con los españoles en las haciendas, las minas o las misiones.

    La época española

    Los españoles acostumbraban denominar a los pueblos que creaban con sus apellidos o aplicaban el nombre de la tierra española de donde procedían.

    Sabemos que el apellido Talamantes proviene de España, pues existe cerca de Zaragoza un pueblo con ese nombre, tiene una antigua mina y algunos monasterios de la época medieval, lo que nos explica la antigüedad del lugar, que se puede estimar según los registros en el siglo XII, en el año de 1127 para mayor exactitud. En este poblado se produce miel. Posee un castillo, que perteneció a la orden de los Templarios¹⁵. Aún faltaban 400 años para el descubrimiento de América cuando el lugar ya existía. El significado exacto de la palabra aún se desconoce, se cita en algunos libros como tala-montes.

    Cuando llegó a México el apellido era de Talamantes por lo que se puede suponer que procedían de ese lugar los españoles que lo ostentaban. Los registros del año 2001, indican un total de 61 habitantes en el poblado.¹⁶

    En el caso del poblado de Talamantes, Chih., el nombre proviene de Simón de Talamantes, español criollo, que adquirió tierras en el territorio, formó un hacienda y la bautizó con su apellido, en un tiempo muy avanzado de la conquista.

    Primeros encuentros

    Los europeos hicieron su aparición en la región a mediados del siglo XVI. El primer encuentro entre españoles e indígenas fue muy significativo y extraño: los primeros se habían formado en la guerra, poseían costumbres diferentes para vestirse, alimentarse y en general para toda la existencia, creían en un solo Dios y actuaban a nombre de un rey que se encontraba al otro lado del mar. Los segundos, los indios, habían llegado a formar grupos establecidos en amplios territorios por los que podían moverse libremente buscando su sustento. Fue un encuentro entre dos culturas, con ideas, costumbres y religiones completamente diferentes.

    Todos los movimientos de los españoles en la conquista y colonización fomentaban el choque con los indígenas. Siendo sociedades tan distintas, era inevitable que se produjeran conflictos violentos entre ellos. Los españoles traían precisos sus intereses; buscaban minerales preciosos como el oro y la plata y pretendían una vida completamente distinta a la que encontraron.

    Su organización y su cultura eran mucho más complejas que la de los indígenas, representaban al Estado español y cumplían los objetivos de la conquista que estaban realizando. Cada espacio que dominaban, cada grupo indígena que vencían, cada hacienda, iglesia, pueblo o presidio que construían, cada mina que abrían, representaba un importante paso en la difícil tarea de tomar el territorio que tenazmente conquistaban a su paso.

    Con toda seguridad escogieron a la región del Valle y al actual Talamantes para producir los alimentos que necesitaban en los pueblos mineros. Al contemplar el ojo de agua y la fértil tierra, pensaron en sus necesidades de sustento y proyectaron de inmediato la manera de producir para su consumo propio y el de sus trabajadores mineros. Existen dos posibilidades por las que pudieron realizarlo: les quitaron la posesión a los naturales que estaban en el manantial y a las orillas del río o bien convivieron por un tiempo indígenas y españoles.

    Seguramente procedieron de igual manera en diferentes partes del área, pues en ésta, se concentra la mayor cantidad de manantiales en toda la entidad: el de Villa López o Atotonilco, el de Almoloya (ya seco), el de Dolores en Jiménez, el brote de agua en Peñoles, el de Ciénega de Ceniceros, el de Talamantes, manantial de San Gregorio, Allende, Chih. y lejos, en el otro extremo de la comarca a orillas de la Zona del Silencio, se encuentra otro manantial, el de la Hacienda de los Remedios.¹⁷

    La riqueza minera y agrícola de la tierra les permitió explotarla complementando las dos actividades. La minería para obtener ganancias y la agricultura para el sostenimiento propio y el de sus trabajadores. En las regiones del norte, la hacienda se formó como un complemento necesario para el sustento de sus habitantes, la lejanía con la ciudad de México y los peligros que podían sufrirse en los caminos tanto por los ataques de los indios como por las inclemencias del tiempo les obligaron a establecer las haciendas para producir y utilizar los alimentos de una manera más segura

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