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Libro electrónico108 páginas1 hora

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Como un ave, que presa y con cadenas,... no puede volar, as estaba mi alma, presa en la oscuridad.

Muchas veces pens, que jams podra salir de ese hoyo profundo en el que estaba, cuando de pronto, alguien incomparable a ningn hombre o mujer que habite este planeta tierra, dijo a mi alma:
Aqu estoy... yo te amo.

Yo mor en la cruz del calvario, para darte vida, sanar tus enfermedades del cuerpo, pero especialmente las que tanto te agobian y estn alojadas en tu alma, por todo lo que el hombre te ha lastimado.

Yo soy tu Dios, quien te prospera y te levanta. Solo pdeme, confa en m, afrrate a m y yo hare lo dems.

Tu eres un guila...!!!, ... por lo tanto levntate de donde tu estas .... que yo soy tu fortaleza y tu ayudador, y junto a m, caminaras los caminos de la victoria, hacia la meta que es el cielo, en el que vivirs por toda una eternidad, cuando venga a buscarte junto a todos mis hijos en el arrebatamiento.

Levntate hija ma... y comienza a volar, que nunca estars sola....!!!

Yo, ... tu Dios estar contigo, ... hasta el fin ... !!!.
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento15 abr 2011
ISBN9781617646928
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    Libre - Elizabeth Carrasco

    Copyright © 2011 por Elizabeth Carrasco.

    Número de Control

    de la Biblioteca del Congreso:             2011923267

    ISBN:        Tapa Dura                        978-1-6176-4694-2

                      Tapa Blanda                      978-1-6176-4693-5

                      Libro Electrónico            978-1-6176-4692-8

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Este Libro fue impreso en los Estados Unidos de América.

    Para ordenar copias adicionales de este libro, contactar:

    Palibrio

    1-877-407-5847

    www.Palibrio.com

    ordenes@palibrio.com

    339426

    SKU-000460391_TEXT.pdf

    Era el año 1914 y se desataba la 2a.guerra mundial cuando les llaman al frente a luchar por su país. El, un muchacho triste y solitario por ser hijo natural, apenas 19 años, ya debiendo salir al campo de batalla. Su nación lo requería.

    Su padre el Gral. G., un hombre rudo, grande y según dicen muy enamoradizo, debe dejar todo para junto a muchos otros hombres, ir a luchar por su nación.

    Eran tiempos muy feos para todos. Era la guerra del 1914.

    Cuanto tiempo habrá pasado, cuantas cosas largas de contar, hasta terminar esta guerra que se llevo consigo tanto y tantas cosas, pero que como todo tuvo un fin.

    Desolación y muchos que no regresarían jamás, es el saldo de esta guerra, que ya termina.

    De regreso a sus hogares, el reencuentro que produce llanto, alegría, tristeza, dolor pero hay que seguir adelante con los que quedan. No hay más.

    Ellos, . . . Padre e hijo, regresan sanos para seguir viviendo. Dejan recuerdos atrás y comienzan nuevamente la vida. Gente de grandes fortunas y riquezas materiales, que el hijo natural del Gral. G. disfruta en vida, como herencia al ser su primogénito. Era el hijo natural del Gral. G.

    Por otro lado ella, una muchacha humilde viviendo sus soledades junto a su padre un hombre colérico, lleno de ira, y su madre víctima del abuso, los golpes y las tristezas que su marido la hacía víctima.

    Se crió junto a sus hermanos, viendo un panorama tan vacío, que no daban deseos de vivir. Eran muchos hermanos, toda una generación de heridos y lastimados, no solo en sus cuerpos, sino lo que es peor en sus almas.

    A los 21 años esta muchacha se encuentra con que su madre detrás de un pozo al fondo de su casa toma veneno, y se suicida. Los ojos ya tristes y cansados de esta chica, se enfrentan a la realidad de que está sola en el mundo, para criar a sus hermanos, no pudiendo contar con su padre, que no le importaba nada mas que golpear y maltratar a quienes habían quedado huérfanos de madre.

    Qué hacer? . . . esa era la pregunta.

    De pronto, ella le conoce. Es como si el destino cruel les uniera. Y, . . . ante la soledad de uno y el desamparo del otro, unido al desamparo de sus hermanos de ella, se unen en matrimonio.

    Ella decide sacrificar su vida, al tener que vivir no por amor sino por Soledad, sin su madre, y totalmente desamparada para poder criar a sus hermanos, que eran muchos. Quiso entonces, amparar a sus hermanos, a la vez de cobijar su soledad, junto a alguien que la amara y le diera el hogar que tanto necesitaba, al igual que sus hermanos menores.

    Toma entonces la decisión de aceptar la propuesta de él, el hijo natural del Gral. G. y se unen en matrimonio, aceptando la propuesta de este señor 15 años mayor que ella, Don A.M.

    Un día como hoy, hacen 80 años, teniendo ella 21 años y él 36 años, se casan.

    S.M. y A.M., se unen en matrimonio llevando consigo a todos los hermanos de ella, junto con ellos. Eso fue lo convenido, y así sucedió.

    Vivieron en la riqueza y la opulencia materialmente, aunque en sus almas había soledad y descontento. Eran esclavos unidos en un matrimonio de respeto, pero no de amor. Las herencias les llevaron a repetir la vida de sus padres.

    Él, un militar que perdió su vida en el vicio, los juegos de azar, las mujeres, y ella cargando en sus hombros el peso de la soledad, la tristeza, la ira, la rigidez de una joven físicamente, pero por dentro cargando con la mochila de sus antepasados, siempre rondando en su mente la muerte, vivía colérica, frustrada y sin sentido junto a su marido y a sus hermanos, hasta que estos fueron tomando cada uno rumbos diferentes y abandonando si es que se puede llamar así, el hogar que les cobijo y a su hermana y cuñado.

    Entre todo este caos, nacen 3 niñas, con diferencia de casi 2 años una de la otra, ellas nacen en este hogar disfuncional. Juegan con diamantes y viven una vida de multimillonarios, pero cuanta vanidad y vacío en sus almas, que eran tan pobres que solo tenían riqueza material.

    Jugaban con diamantes. Ese era su juego favorito, mientras crecían en ese ambiente, aprendiendo a vivir bajo la opresión, la ira, el rencor, el desamor y la riqueza.

    En esas fallece el Gral. G. quien deja consigo todo un mundo de situaciones desencontradas. Entre ellas, a su hijo natural, al que nunca reconoció.

    ¿Fue la mujer que engendro en sus entrañas a su primogénito quien no quiso que él le diera su apellido? O quizá la vida desenfrenada de este Gral. quien no tomó conciencia del mal que causaba al no dar su apellido a este niño que naciera y creciera junto a él, pero no quiso reconocer? ¿Quién sabe?

    La cruda realidad frente a sus ojos, A.M. se encuentra solo una vez mas, con hermanastros llenos de odio y rencor por este según ellos bastardo, que no quieren e intentan hundir de cualquier manera, ante la muerte de su padre en común.

    De pronto un juicio, una acusación, que deja a este hijo natural sin nada materialmente. Unas palabras proferidas en un juicio: El hijo de un general, no puede jamás ayudar a un sirviente a servir la mesa.

    Que error más tonto, pero no por eso desapercibido entre los militares, que no le perdonaron a A.M. que un día ayudara en su inconsciencia a un sirviente apenas a alcanzarle algo… y le acusaron, llevándole a un juicio injusto e inmerecido.

    El resultado de ese juicio, fue que lo desheredaran, haciendo que el bajara los brazos, cayera en depresión y junto a su mujer S.M. y sus 3 hijas, se fuera de lo que había sido su hogar, aquella mansión llena de tantos recuerdos, riqueza y opulencia, pero también vida desenfrenada y cruel que viviera don A.M., junto a su mujer y sus hijas.

    Con las manos hacia atrás como si lo viera hoy día, don A.M. con su familia y sin nada mas que ello, parte con rumbo desconocido, hasta anclar en la ciudad de Florida, Uruguay, en donde como quien le tira a un mendigo migajas de pan, le dan un rancho y un campito frente al río Santa Lucia, para allí vivir hasta su muerte.

    Con el salario de una jubilación que le queda de la guerra, don A.M. y Doña S.M., comienzan una vida de tristeza, llanto y dolor, unida a la depresión de don A.M. que se pone a plantar lechugas zanahorias y hortalizas para llevar en un carro a vender cada sábado de la semana a la feria de la ciudad.

    Allí las niñas, ya señoritas ya no juegan con diamantes, las piedras del camino, y del río, son ahora sus juguetes, unidos a las hojas de los árboles, que recogen como si fueran billetes, dinero que jamás nunca, piensan que contaran.

    Se miran las manos vacías todos, pero siguen adelante, ante la presión, la desilusión, el no saber qué hacer y cómo hacer, pero se levantan y nuevamente siguen adelante.

    Sin fuerzas, sin ánimos, pero siguen.

    Que panorama mas desolador!, aún mas que la misma guerra por la que pasaron tantos años atrás don A.M. y doña S.M. El legado, la herencia para sus hijas es muy oscuro y vasto, mas que aquella guerra del 1914, porque a esto se sumaban las heridas del alma.

    A los 15 años la hija menor, I.M.M., es obligada a casarse con un desconocido dado a los vicios a las mujeres al juego, pero eso sí, adinerado, que era lo que le interesaba a doña S.M. y a don A.M.

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