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Toda Una Vida Contando: Colección Narrativa
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Libro electrónico376 páginas4 horas

Toda Una Vida Contando: Colección Narrativa

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Very well written,superbly crafted,Toda Una Vida Contando is one of the most fascinating short story collections of the last few years. In Spanish language; 436 pages, 83 stories by Andrs Rivero, a master of the narrative genre.

__________________________________________________


De soberbia trama, muy bien escrita, Toda Una Vida Contando es una de las ms fascinantes colecciones de cuentos costumbristas de los ltimos aos. 436 pginas, 83 cuentospor Andrs Rivero, maestro del gnero narrativo.


IdiomaEspañol
EditorialAuthorHouse
Fecha de lanzamiento22 feb 2008
ISBN9781467861151
Toda Una Vida Contando: Colección Narrativa
Autor

Andrés Rivero

Andrés Rivero, un escritor americano, nacido en Cuba, ha pasado gran parte de su vida viajando y “descubriendo” los Estados Unidos. El es un fecundo autor de 15 libros en diferentes temas: novelas, ensayos políticos, colección de sus artículos periodísticos, de sus cuentos costumbristas y de aventuras viajeras. Rivero escribe en español e inglés y ha ganado numerosos premios y distinciones por su obra literaria. Andrés vive en Miami, Florida, con su familia. Andrés Rivero, an American writer born in Cuba, has spent a large part of his life travelling throughout the United States. He has written fifteen books on diverse subjects: political essays, collections of newspaper articles, novels, short stories and travel literature. Rivero writes in English and Spanish and has earned several literary awards for his work. He lives in Miami.

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    Toda Una Vida Contando - Andrés Rivero

    Toda Una Vida

    Contando

    (Colección Narrativa)

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    AuthorHouse™

    1663 Liberty Drive, Suite 200

    Bloomington, IN 47403

    www.authorhouse.com

    Phone: 1-800-839-8640

    Todos los personajes de este libro son ficticios y su parecido con cualquier persona, viva o muerta, es puramente casual.

    © 2008 Andrés Rivero. Derechos reservados.

    Se prohibe la reproducción de este libro, parcial o totalmente, en cualquier forma, sin la previa autorización por escrito del autor.

    Publicado por primera vez por AuthorHouse 2/18/2008

    ISBN: 978-1-4343-4306-2 (sc)

    ISBN: 978-1-4678-6115-1 (ebk)

    Library of Congress Control Number: 2008900420

    Impreso en los Estados Unidos de América

    Bloomington, Indiana

    Comunicación sobre este libro a:

    lainternetica@bellsouth.net

    cuentos@andresrivero.com

    DEDICATORIA

    A mi nieta Georgia Pilar Miller Rivero, hermosa, vivaz, inteligente, futuro de acero y diamante. Te quiero.

    Contents

    Palabrería

    Opinan Sobre

    el Autor y Su Obra

    Nota Biográfica

    La Gorda

    El Hombrecillo

    Zonilda

    Si Yo Fuera un Fantasma

    El Macho

    Su Muerte

    Eclipse

    Dialogo con el Diablo

    La Orden

    Un Año Terrible

    Moisés y su Larga Noche

    Un Día Raro

    Hora de Morir

    Payaso Yo

    CUENTOS MINIMOS

    Los Hombres No Deben Llorar

    La Pitonisa

    El Final

    El Infarto

    Narciso Perdido

    ¿Sueño?

    El Túnel del Tiempo

    Visión

    Tentación

    Un Amor Fugaz

    El Descontento

    Unwind

    El Pronóstico

    Llerán

    La Primera Aparición

    La Búsqueda Inútil

    Genialidad

    Un Invento Fatal

    El Descreído

    La Libertad

    Amor Sublime

    El Crimen Perfecto

    Un Ser

    El Vuelo

    Muerte en el Crucero

    De Otro Mundo

    A Las Puertas del Infierno

    Violencia

    Felices Pascuas

    Un Vampiro en Disney World

    Caras

    El Ultimo Sueño del Viejo Tirano

    Retrospección

    El Fantasma de San Dorel

    La Niña Margarita

    y el Mulato Ambrosio

    Paula: 1853

    El Hombre del Enano

    Recuerdos

    El Día que la Calle Ocho se Hizo Cubana

    Metamorfosis

    Aporte Histórico

    El Complejo

    El Hombre Mecánico

    El Choque

    Laberinto

    El Artista de Televisión

    Destino

    El Conflicto

    Vórtice

    El Cubano que Inventó el Mundo

    Un Verano Terrible

    Niña Melancolía

    El Viaje

    Ciclos

    Prueba de Hombría

    Don Paco

    ¡De Blanco y Señorita!

    Cara de Trampa

    La Descarga

    Amor de Verano

    Colofón

    Su Mejor Amigo

    La Mirada Insistente

    En el Restaurante

    Un Cuentista de Vanguardia

    Algo Distinto

    La Gigante Pizca de Barro

    La Fortuna de Bartolo

    Tras las Huellas de Satanás

    Las Caderas de Sofía

    Palabrería

    Me he pasado la vida contando y no precisamente dinero. Sino cuentos. Sin tener que vivir de ellos.

    Es que la narración corta me fascina, pues la considero el vehículo literario más idóneo para describir situaciones reales o ficticias y para crear, con apropiada palabrería, un mundo propio, perfecto o imperfecto, mejor o peor, a gusto, a capricho. Un mundo, tal vez exageradamente utópico, en el que uno pueda ser lo que quiera… rico… famoso… bello… invencible… pérfido… anoréxico… frígido… malhechor… brutal. Todo sin esfuerzo alguno.

    O sea, que para mi el cuento es simplemente una interesante y disparatada aventura por la estratósfera de la imaginación.

    Y como me he pasado la vida escribiéndolos, pues aquí en este libro agrupo ochenta y dos cuentos para el que quiera compartir conmigo experiencias inverosímiles, emociones sinceras, sentimientos profundos y recuerdos gratos… o ingratos.

    Las tramas de los cuentos son variadas, desarrolladas en diversos escenarios, con énfasis, naturalmente, en Cuba, donde nací, y en la Florida, donde he vivido gran parte de mi vida; pero creo que llego mucho más allá: el mundo de la imaginación es amplio y debe traspasar las fronteras establecidas por el azar. Del barranco a la estrella.

    Los cuentos de esta colección están clasificados según el tema básico de la historia, y al final de cada uno indico el año en que lo escribí. Aquí aparecen cuentos inéditos, aunque no todos por lógicas razones de espacio. A varios de los cuentos viejos les he hecho algunos cambios pequeños, porque parafraseando al genial Juan Ramón Jiménez un escritor nunca termina de escribir lo ya escrito…

    Finalmente, aunque suene falso y pretencioso, quisiera aclarar que no escribo para la inmortalidad; para ello tengo familia ejemplar: una talentosa, buena y bella esposa de toda la vida; tres hijos triunfadores que me llenan de profundo orgullo y tres nietos que ya conforman el futuro radiante que le espera a la humanidad.

    Escribo por pasión, por amor (en cada cuento entrego algo de mi); y por ello a los que compren y lean este libro, mi gratitud; a los que no lo lean, mis respetos; a los que lo aplaudan, mi humildad; a los que lo critiquen, mi comprensión; a los que lo quieran gratis, pudiendo pagarlo, mi desdén. Son pordioseros intelectuales.

    Andrés Rivero

    Febrero de 2008

    Opinan Sobre

    el Autor y Su Obra

    Su estilo conciso, elegante y ameno; su dominio del idioma; su habilidad para desarrollar la trama y describir los caracteres de una pincelada, en una breve frase, pero precisa; todo hace de la lectura de los cuentos de Andrés Rivero, un verdadero placer intelectual.

    Dr. Alfonso Arias Schreiber,

    Ex-Embajador del Perú en los Estados Unidos

    En sus cuentos, Andrés Rivero deja huellas de su profundo pensamiento, descubriendo sin temor los más contradictorios sentimientos y reacciones humanas en temas actualizados.

    Yadira Baquerizo, Diario La República, Ciudad Panamá

    Una de las características importantes que apreciamos en los cuentos de Andrés Rivero es la concisión y brevedad llevados a extremos verdaderamente sorprendentes, sin que por ello se sacrifique el propósito clásico de todo buen cuentista de que su historia tenga un principio, un desarrollo y un final.

    Dr. Roberto Herrera, Spanish Today Magazine, Miami, Florida

    En sus cuentos Andrés Rivero demuestra bien a las claras el domino de la lengua: la posibilidad de concentración del lenguaje y del concepto. Siempre he creído que un buen escritor debe concentrarse en lo que escribe y evitar las divagaciones. En Rivero no hay ese peligro de diluírse en palabras sin sentido y ajenas a la tensión narrativa que todo buen relato debe conllevar.

    Dr. Julio Hernández Miyares, Kingsborough Community College, Brooklyn, New York

    Andrés Rivero se caracteriza por su chispa y lenguaje realista.

    Rosendo Rosell, Diario Las Américas, Miami, Florida

    En los cuentos de Andrés Rivero hay mucho de sátira y mucho también de inteligente ironía. Y en el fondo mas aún de piadosa comprensión para no pocas miserias humanas, o simples debilidades del hombre. Lo cierto es que tenemos grandes pequeñeces y éstas son las que atrapa la sagaz pupila del cuentista para darnos, en definitiva, una visión de la vida.

    Dr. Octavio R. Costa, Diario La Opinión, Los Angeles, California

    Escribir no es fácil. Pero tampoco es difícil. Ahora bien, rodear el estilo del ambiente en que se desenvuelve el cuento es de lo más difícil, porque la ambientación no es un arte ni tampoco es una ciencia, sino un sentido de observación sicológica que no todos los escritores poseen, y esta observación la posee Andrés Rivero, que tiene ese don que viene del Todopoderoso que en general no lo concede a todos los escritores.

    Dr. Carlos Márquez Sterling, Diario Las Américas, Miami, Florida

    Andrés Rivero tiene alma cuando escribe, el sentimiento sobrepasa a la técnica y le da una emoción particular a sus relatos.

    Enrique Ollivier Rincón, PhD, University of South Dakota, Vermillion

    Los cuentos de Andrés Rivero se leen con la ansiedad del sediento que apura un vaso de agua fresca. La fecundia de Rivero es asombrosa y su estilo y léxico, que pudiera no gustar a los exigentes entrecomillados, es como un bálsamo para los que se cansan del tono grandilocuente, barroco, o simplemente cursi de tantos escritores del día.

    Miguel Gallástegui, El Miami Herald, Florida

    Los cuentos de Andrés Rivero son breves e intensos y logran expresar una amplia gama de matices sicológicos.

    Prof. Edward J. Miller, Revista Lector, Berkeley, California

    Rivero retrata el drama del exilio cubano y al hacerlo da la impresión de quien escribe, más que un consumado cuentista, es un político que ha sabido usar sus experiencias y las de sus compañeros de exilio para recrear un ambiente lleno de lugares comunes que, a pesar de ello, no deja de ser interesante.

    José B. Báez Guerrero, Diario El Caribe, Santo Domingo

    Andrés Rivero ya figura entre los valores en la novela, el cuento y el ensayo dentro de la fuerte corriente literaria en el ámbito hispánico de los Estados Unidos.

    Diario El Excélsior, México D.F.

    El éxito de Andrés Rivero prueba el impacto que el hispano, especialmente el cubano, ha producido en el ámbito cultural de los Estados Unidos.

    Dr. Víctor Vega Ceballos, Diario Las Américas, Miami Florida

    Hacer un buen cuento corto equivale a tratar de explicar la teoría de la relatividad en diez palabras o menos. Por eso los buenos cuentistas escasean. Andrés Rivero, sin embargo, puede hacer gala de sus profundos conocimientos en esta difícil materia.

    George Childs, El Miami Herald, Florida

    Andrés Rivero tiene un talento especial para mantener en suspenso la atención del lector, no importa el género que esté desarrollando: cuento, mini-cuento, mini-drama o ensayo.

    Dr. Robert J. Griffin, Western Michigan University, Kalamazoo

    Estos cuentos son un gran viaje por la imaginación, guiados por la genial pluma del escritor cubano Andrés Rivero.

    Victoria Azurduy, Periódico El Extra,

    Dallas, Texas

    Con sus cuentos, Andrés Rivero logra entretenerlo a uno, a veces con temblor ensimismado, a veces entre carcajadas.

    Dr. Gustavo J. Godoy, Jacksonville University, Florida

    Sumamente interesantes y reales son los cuentos que brotan de la pluma ágil y sencilla de Andrés Rivero.

    Zenaida Moreno, El Matancero Libre, Miami, Florida

    En los cuentos de Andrés Rivero se encuentra una combinación de fina sensibilidad con placer al escribir, lo que resulta en el disfrute del lector.

    Dr. Royce W. Miller, Gordon College, Wenham, Massachusetts

    En sus narraciones, Andrés Rivero hace gala de una imaginación formidable.

    Periódico El Informador, Chicago, Illinois

    Andrés Rivero alimenta sus cuentos con situaciones cotidianas, pero lo que los hace extraordinarios es el manejo de los personajes. A veces, como en la buena dramaturgia, una frase da pie a que los seres del relato se apropien de espacios como por derecho propio.

    Eliseo Cardona, El Nuevo Herald, Miami, Florida

    Con lenguaje nuevo y realista, Andrés Rivero envuelve en cada uno de sus cuentos un asunto cuyo alcance reviste positiva trascendencia.

    Dra. María Gómez Carbonell, Cruzada Educativa Cubana, Miami, Florida

    Los cuentos de Andrés Rivero cumplen la función de distraernos, resolver nuestras tensiones internas y entretenernos, trasladando a planos estéticos nuestras angustias ensimismadas.

    Dr. Otto Meruelos, Periódico La Nación, Miami, Florida

    Hispano-parlantes como Andrés Rivero han creado un nuevo género de literatura en los Estados Unidos, que está poniendo muy en alto el nombre de los que como nosotros tenemos que vivir en este país.

    Enrique J. Pujals, Glassboro State College, Glassboro, New Jersey

    Andrés Rivero entretiene al lector con cuentos satíricos y a veces irónicos, escritos en lenguaje realista.

    Hispanic Journal, Indiana, Pennsylvania

    La impecable prosa de Andrés Rivero, oscila entre lo sublime y lo vulgar, lo sagrado y lo profano, lo explícito y lo sugestivo. Pero no son realmente sus palabras, sino el significado de sus cuentos, lo que deleitará o alejará al lector.

    Franciso Miraval, La Voz Hispana de Colorado, Denver

    Andrés Rivero escribe una narrativa tan original que ya ha logrado, con superior éxito, una estilización sintáctica sin parigual.

    Dr. Antolín González del Valle, University of North Carolina, Wilmington

    Andrés Rivero es uno de los escritores que más facilmente lograr interesar al lector con sus magníficas narraciones.

    Dr. Román Campa, Diario Las Américas, Miami, Florida

    Con su narrativa de prosa sencilla y estilo directo, Andrés Rivero nos muestra su penetración sicológica y dotes costumbristas en sus relatos.

    Prof. Bernardo Suárez, University of Alabama, Birmingham

    Andrés Rivero sabe comunicar sus experiencias en forma clara a través de cuentos logrados y amenos. Y sabe concluirlos airosamente.

    Prof. Ricardo Pastor, Saginaw Valley State College, Michigan

    Los cuentos de Andrés Rivero son sumamente originales y están muy elegantemente escritos.

    Juan Gámez, PhD, East Texas State University, Commerce

    Nota Biográfica

    Andrés Rivero nació en La Habana, Cuba. Reside en los Estados Unidos desde 1959. Periodista, maestro, consultor, ha ganado numerosos premios literarios y académicos. Este es su décimo libro, (entre ellos la novela Enterrado Vivo, Editorial Dinamismo, México, 1960, el primer libro del exilio cubano). Rivero ha sido columnista de la Revista Todo, México D.F. y de los dos periódicos más importantes de Miami, Florida. Además, ha diseñado y escrito decenas de materiales didácticos para la enseñanza del idioma español en las escuelas de los Estados Unidos y por más de tres décadas ha dirigido publicaciones educativas en nuestro idioma: Spanish Today (1965-1985) revista bilingüe de circulación internacional; SpanishUS.com (1997-2002) y La Revista Internética (2003 al presente) sitios cibernéticos de amplia difusión mundial.

    Para escribirle: ar@andresrivero.com

    CUENTOS PARA REIR

    (Creo que es importante reírse de todo, de la vida misma, por eso he tratado que algunos de mis cuentos muestren una veta humorística en su trama y desenlace. A continuación le presento sólo dos, pero en el libro encontrará otros que pretenden alegrarle un poco la existencia. Una carcajada suya sería como un aplauso para mi.)

    La Gorda

    La gorda sufre. Porque tiene que comer. Y no puede comer tanto. Problema. Frente a ella un enorme pastel de chocolate. Suculento. Delicioso.

    Se atormenta la gorda porque lo quiere comer. Sin poder.

    –Explotas –le ha repetido una y otra vez el marido– como un petardo –enfatiza.

    Ella lo mira con odio. Flaco ni se sabe por que, pues come como un salvaje. El muy hijo de puta.

    –Si no te pones voluntariamente a dieta, te tengo que hospitalizar para coserte la boca y ponerte suero por dos meses hasta que rebajes cien libras –le advierte el médico, buen amigo de la familia, pero implacablemente profesional.

    No sabe que hacer. La gorda no sabe que hacer. Es un dilema terrible. Por un lado la salud. Su salud. Por el otro, el deseo incontrolable de comerse el pastel entero. Tan sabroso. Chocolate tierno y húmedo. Con ese olor tan peculiar. Quizás si nada más una esquinita… tal vez.

    Trata de acordarse la primera vez que se sintió gorda. De niña. Bien pequeña. Así comienza todo. El tiempo no acomoda. Al principio la celebraban: tan graciosa… tan bonita… tan llenita la gordita. Y los años pasaban entre mucha galletica, mucho caramelo, malta y pudín de pan, tres hijos y la obesidad. Todavía era jóven y se sentía tan lenta, se sentía tan vieja.

    Piensa que si no fuera por los hijos poco le importaría ahogarse en una garrafa de batido de trigo, o reventarse en una glotonía de pastel de chocolate. Su postre preferido. (Tan bien moldeado en manos propias que casi semeja una efigie romana). Que nadie come, ni siquiera los niños. Parece, cree ella, que les da asco su gordura. Eso mismo es. Porque es imposible, absolutamente imposible, que nadie rechace un exquisito cake de chocolate.

    Si lo corta en cuatro pedazos, no pasa nada. Si no recorre el conducto digestivo no engorda, las calorías no se asimilan. (En realidad, a veces piensa que la anorexia es su única solución). Cortar un pastel no es comerlo. También uno se llena con la vista.

    Corta el pastel con esmero, con ahinco, en cuatro partes simétricamente iguales. Bello espectáculo. Aún fragmentado, el pastel luce fenomenal. Repostera nació. Imposible cocinar con tanto gusto y no comer con el mismo.

    Pero una cuarta parte de un pastel gigante, sigue siendo gigante. No puede comer tanto. Si engorda más, perece. Recuerda al médico. Y a su marido, quien quiere que ella estalle como un siquitraque. No puede comer pedazo tan grande. ¿Quizás más pequeño? Corta el pastel en ocho partes.

    Siguen siendo enormes pedazos. Se esmeró tanto en el tamaño original… tiene familia grande… ¡y a los niños les gusta tanto el dulce! (Se acuerda que cuando ella era niña por una natilla daba cualquier cosa… por un vaso de leche condensada con coca cola, la vida).

    Sigue observando el pastel dividido. No puede comer tajada tan grande. Corta una vez más. Dieciséis. Y otra vez. Treintidós. Y una vez más, sesenticuatro. ¿Sigue? No tiene sentido, ya ha reducido la porción a cosa minúscula, de restaurante fino. Se va a quedar con hambre, pero al menos prueba el pastel tan rico.

    Engulle una tajada. Ambrosía.

    Otro pedazo no va a hacer mucha diferencia. Total, ya son pequeños. Mastica el segundo pedazo.

    Otro más. Tres no son tantos. Especialmente para ella que se puede comer el pastel entero. (Y otro más, si viene al caso).

    Cuando ya va por la tajada dieciocho, se para a recapacitar, las tripas le protestan. No pares ahora, siente que dicen. Como flashes fílmicos ve ante si la cara descompuesta del marido, la ansiedad de los niños y el gesto acusatorio del médico.

    –Bueno –se consuela– el médico es bastante cretino, mis hijos que se las arreglen como puedan y mi marido se puede ir al carajo.

    Y sigue comiendo.

    (1990)

    El Hombrecillo

    Casi oscuro caminaba a la parada del ómnibus, rumbo al trabajo. Como en toda mañana de invierno, el sol tardaba en aparecer. No me sentía bien, anoche había dormido muy mal soñando con un monstruoso extraterrestre, enorme bola de carne, de color grisáceo, llena de pelos y púas, de anchas fauces, que se convertía a capricho en un ser humano, una fiera o una planta voraz y me perseguía tenazmente para engullirme sin remedio.

    —Esos son los programas espaciales que ves en la televisión —me recriminaba mi mujer.

    Es verdad –asentía y me prometía nunca más mirarlos.

    Me acercaba a la parada de ómnibus, cuando al doblar una esquina, casi choco con aquella cosa. De un salto brinqué a la calle y no caí de bruces en el pavimento, por puro milagro. Temblando como una hoja me fijé detenidamente en la extraña aparición: era un hombre… al menos así lo parecía… pequeñito… delgado… de tez púrpura, no, morada, no, violeta, bueno, de ese color… sin un pelo en la cabeza… vestido con un raro traje de brillo metálico:

    –¿Quién es usted?

    —$&/&$??! –gruño el sujeto.

    No lo niego, quise echarme a correr. Pero no me podía mover. Me sentía como interiormente corriendo a extraordinaria velocidad, sin dar un paso. El corazón me latía más fuerte que nunca. La cabeza me quería reventar. Atiné a preguntar:

    –¿Qué hace usted aquí? ¿Qué quiere?

    El hombrecillo me extendió una mano, tenía las uñas negras. Me contestó:

    —$&/&$??!

    Miré a todos lados. Sólo allá en la parada de ómnibus se veía alguna gente, esperando. Tuve intención de gritar, pero me contuve pensando que irritaría al extraño sujeto:

    –¿Quién es usted? —volví a preguntarle.

    —$&/&$??!

    –¿Qué quiere de mi?

    —$&/&$??!

    –¿De dónde viene?

    —$&/&$??!

    –¿Qué quiere de nosotros los terrícolas?

    El hombrecillo no contestó.

    –¿Por qué no se regresa adónde vive?

    —$&/&$??!

    –¿No quiere volver?

    —$&/&$??!

    –¿Dónde aterrizó su platillo volador?

    —¿Mi qué? —exclamó el individuo.

    –¡Pero usted habla español!

    –¡Claro que sí!

    –¿Cómo es posible? ¿No viene usted de otro planeta?

    –¿De otro planeta? ¿Está loco, compadre? ¡Yo me crié a seis cuadras de aquí!

    Los temblores no se me calmaban. No sabía si sentí más miedo antes o ahora que el hombrecillo se hacía entender. Pregunté:

    –¿Pero usted no es un hombre del espacio?

    –¿De qué espacio, mi amigo? ¡Me llamo Gervasio García y ya le dije que soy de este barrio!

    –¿Dónde trabaja?

    –¡No trabajo, estoy en la tremenda! ¡No tengo ni un centavo para comer… el hambre me llega a las nubes! ¡Soy lo que usted podría llamar un pordiosero!

    –¿Y ese color raro, púrpura, no, morado, no, violeta?

    –¡El frío, caramba… el frío! ¿No se ve usted con un buen abrigo, guantes y sombrero? ¡Pues mire como estoy yo, con una telita de verano! ¡Claro qué tengo que estar morado!

    –¡Pero usted no tiene un pelo en la cabeza!

    –¿Y que? ¿Es algún delito ser calvo?

    –¿Y la ropa, esa extraña ropa pegada al cuerpo, metálica?

    —Me la encontré tirada por ahí… debe ser de algún niño… después de todo tengo suerte que soy tan pequeñito y estoy tan flaco, que me sirve la ropa de cualquiera. Yo recojo lo que encuentro: trajes de Supermán, disfraces de carnaval, de esto… si, usted tiene razón, está un poco extraña la ropa; bueno, ahora los niños andan con el delirio de las cosas del espacio y en mi situación no puedo escoger mucho…

    –¿Y las uñas negras?

    –¡Escarbe usted, amigo, en los latones de basura por un mendrugo de pan y en la tierra por una moneda y verá si no se le ponen las uñas tan negras como las mías!

    –¿Pero por qué cuando lo vi por primera vez no me contestó, si no que me habló en un idioma raro?

    –¡Qué idioma raro, contra, qué idioma raro ni ocho cuartos! Mire, con el frío que hace, sin abrigo, con hambre, sin comida, ¿qué quiere usted que haga, que cante un bolero o recite una poesía? ¡Si ni me salían las palabras! ¡Idioma raro, lo qué le estaba pidiendo era medio peso para desayunar! ¿Lo tiene?

    Saqué una moneda del bolsillo. Se la di al hombrecillo. Este, sin decir nada más, se marchó calle abajo y yo me quedé mirándolo espantado, con las manos en la cabeza, temblando, los dientes rechinándome…

    Por mi lado pasó una mujer de mediana edad:

    –¿Quién es usted? —preguntó.

    —$&/&$??! –gruñí.

    (1964)

    CUENTOS TORVOS

    (Yo creo que la vida es noble y el ser humano básicamente bueno y decente; pero como todo conlleva excepción, hay gentes torvas que viven pérfidamente; estos cuentos tratan de presentarlas como en realidad son, tal vez

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