Mitos, Leyendas y Dioses Chibchas
()
Información de este libro electrónico
La etnia muisca más conocida como los chibchas, fue una agrupación de tribus aborígenes colombianas que alcanzó importante nivel cultural en el entorno, con énfasis en técnicas de orfebrería con oro, agricultura, comercio de esmeraldas y medicina.
Además de estos adelantos científicos derivados de su organización social y mentalidad pacifista, los musicas dejaron para la historia una serie de mitos, leyendas y cultos a diferentes dioses, que los cronistas españoles reseñaron para la posteridad y han sido fuente de inspiración para diversos escritores, guinistas de televisión y poetas.
En la obra Mitos, Leyendas y Dioses Chibchas, el escritor colombiano José Arango Cano, reconstruye con descripicones ricas en figuras literarias las más resaltantes, crónicas y rasgos culturales de la fantástica concepción sociocultural e imaginativas creaciones sicosociales de los chamanes y asesores espiritules de los zipas y los zaques, encargados de someter las tribus al arbitrio de los caciques, presentados por sus asesores como seres divinos.
Es un gratísimo placer leer y degustar línea esta obra, para navegar por los senderos de la fantasía y las suposiciones fantásticas de nuestros antepasados.
Jesús Arango Cano
José Arango Cano, fue un brillante intelectual manizaleño, escritor e historiador regional distinguido como uno de los mejores escritores dentro del selecto grupo de autores del Departamento de Caldas, cuya prolífica obra literaria dejó para la posteridad varios obras y escritos costumbristas que ya hacen parte de la historia cultural regional del Viejo Caldas y la colombiana.
Autores relacionados
Relacionado con Mitos, Leyendas y Dioses Chibchas
Libros electrónicos relacionados
Colombia - Ecuador. 3.000 años de arte prehispánico: Colección Ziablof Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesSecretos y tradiciones Mapuches Calificación: 1 de 5 estrellas1/5Mitología Inca: El pilar del mundo Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Mitos y Leyendas del pueblo mapuche Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesRakiduam Taiñ Ad Mapu: El pensamiento de nuestra tierra Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesChía: Nuestro hogar Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl mundo de los vikingos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMitos y cuentos indígenas de México, II: Cuentos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa danza del cóndor y el águila: Etnografías y narrativas del "despertar muisca" Calificación: 4 de 5 estrellas4/5TOKI: Te llamarás Konnalef Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesDel origen de los Mitos de Chile: Recogidos de la tradición oral Calificación: 2 de 5 estrellas2/5Utopías ajenas. Evolucionismo, indios e indigenistas: Miguel Triana y el legado de Darwin Spencer en Colombia Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesVitacura, Curaca de la Piedra Grande Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Breve Historia de los Incas Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesDejo mi sombra: Entrega de memorias Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Cuentos de Erana mitos y leyendas Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesIncas: Una Fascinante Guía sobre la Historia del Imperio y la Civilización Inca Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMitología nativa americana: Mitos fascinantes de los pueblos indígenas de América del Norte Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La trayectoria de la creatividad humana indoamericana y su expresión en el mundo actual Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMitología australiana: Historias Fascinantes del tiempo del sueño de los australianos indígenas Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMitología de Vampiros: La sangre es vida Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLeyendas y cuentos indigenas de Hispanoamerica Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEL GRAN CAÑÓN: Una Ventana en El Tiempo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMuseo Julio Cesar Cubillos: Patrimonio Arqueológico de la Universidad del Valle Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl antiguo Egipto: Los primeros grandes imperios de la historia Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesTextos y dibujos lacandones de Naja: Edición Trilingüe: Lacandón-Español-Ingles Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMilagros y políticas:: El culto de la Virgen de San Juan de los Lagos, 1623-1732 Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesChiribiquete: La maloka cósmica de los hombres jaguar Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesXtabay Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones
Historia para usted
Historia sencilla del arte Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La Ilíada y La Odisea Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La Historia Universal en 100 preguntas Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesHistoria Universal: XXI capítulos fundamentales Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El Arte de la Guerra - Ilustrado Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Breve historia de la literatura universal Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesOratoria Pública: Habla y Supera tus Miedos Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El libro negro del comunismo: Crímenes, terror, represión Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El códice mexica Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Palo Brakamundo Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La Política Calificación: 4 de 5 estrellas4/5303 frases históricas Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Cómo Romper Maldiciones Generacionales: Reclama tu Libertad Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Curistoria, curiosidades y anécdotas de la historia Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Curiosidades históricas: Anécdotas y datos.: Un libro para docentes, estudiantes y curiosos. Calificación: 5 de 5 estrellas5/550 LÍDERES QUE HICIERON HISTORIA Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Los misterios de los celtas Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Claves secretas de la historia: Sociedades secretas de ayer y hoy que han influido en el destino de la humanidad Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La economía en 100 preguntas Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La tormenta de la guerra: Nueva historia de la Segunda Guerra Mundial Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Cómo la puntuación cambió la historia Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La Guerra Del Fin Del Mundo Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Momentos estelares de la humanidad: Catorce miniaturas históricas Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Historia general de las cosas de la Nueva España I Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Los Generales Más Brillantes De La Historia. Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Civilizaciones Perdidas: 10 Civilizaciones Que Desaparecieron Sin Rastro. Calificación: 5 de 5 estrellas5/5
Comentarios para Mitos, Leyendas y Dioses Chibchas
0 clasificaciones0 comentarios
Vista previa del libro
Mitos, Leyendas y Dioses Chibchas - Jesús Arango Cano
INDICE
Introducción
Bachué
Mito sobre la creación del sol y la luna
El mito de Chiminigagua
Nemqueteba
Bochica
Leyenda de la cacica de Guatavita
La leyenda de "Eldorado'
Tomagata
Goranchacha
A manera de epílogo
INTRODUCCIÓN
De todas las grandes culturas del pasado, quizá las menos estudiadas, las más poco conocidas y divulgadas, han sido aquellas que se desenvolvieron y proliferaron en nuestros valles, altiplanos y montañas, en épocas precolombinas.
Esto es particularmente cierto en lo que respecta a nuestras pretéritas civilizaciones aborígenes, al comparárselas con otras de diversas regiones de América.
Es cierto que en nuestra tierra, los nativos que la poblaron en tiempos prehispánicos, no dejaron, como testimonio de su grandeza, pirámides como las egipcias, que desafían el tiempo y se levantan altaneras hacia el cosmos.
Ni conocemos nada como sus colosales esfinges del Nilo, recordatorias de poderosas divinidades humanas faraónicas; no tenemos una Acrópolis, ni recuerdos de un excelso Praxiteles que haya cantado, en mármol, las bellezas del magnífico panteón de dioses helenos; no dejaron nuestros aborígenes los tesoros murales de una Pompeya, las ruinas de una Vía Apia o un Coliseo Romano; nuestros guerreros no legaron al mundo del mañana, una muralla, como la china, que ensalzara las glorias de sus armas.
No existen ruinas indígenas como las de Tiahuanaco, o las pirámides del sol de Teotihuacas y Cholula.
Tampoco nos legaron nuestros aborígenes un Chichen-Itza, ni los esplendorosos templos mayas, con su majestuosa arquitectura, símbolo de la grandeza de un pueblo amante del arte y todo lo bello, o sus asombrosos observatorios astronómicos, que, por su exactitud, desconciertan y pasman a los más notables científicos de hoy. No tenemos, tampoco, un Machu-Picchu o un Cuzco, o las soberbias estatuas líticas polinesias de la Isla de Pascua.
No, nada tenemos de ésto. Tal vez por esta razón es por lo que no hayamos tenido un Schliemann, un Champollión, un Cárter, un Carnarvon o un Thompson, que profundizara sobre nuestro pasado indígena.
Quizá por idénticos motivos, los grandes museos e instituciones arqueológicas del mundo, no se hayan entusiasmado por descorrer el velo de nuestras civilizaciones pretéritas.
Empero, si no tenemos esos vistosos tesoros de tiempos idos y que deslumbran nuestras culturas de hoy, y, quizá, también las de siglos venideros, sí poseemos una orfebrería que maravilla, desconcierta y emociona, a científicos, por el arcano de sus magistrales confecciones; a artistas, por la magnificencia incomparable de su estética; a profanos, por la delicadeza de las formas, por los motivos de gama tan variada, que recorre la naturaleza desde una humilde libélula, hasta un sol y una luna; que copia a seres humanos, igual que a dioses de su olimpo majestuoso.
Se ha dicho que los barrocos y espléndidos templos hindúes, son como oraciones petrificadas. Así, nuestros tunjos, a los que algunos les niegan belleza y arte, llevan, sin embargo, el sello inconfundible de una plegaria.
Utilizados éstos, casi siempre, como exvotos, como representantes de quienes suplicaban ante los dioses, tienen, en sus formas humildes, el mensaje de una ilusión, de un ensueño.
En ellos, los delicados orfebres tejían anhelos de perdón y bienaventuranza. En la rica y fastuosa orfebrería Quimbaya y calima, luce, esplendente, una raza de artistas y de soñadores; en ella, es los plasmaron, en áureas figuras, toda la magnificencia de un genio, como símbolo de un pueblo que adoraba la belleza como a un dios tutelar.
Y qué de aquella afiligranada orfebrería de los sinúes, que hoy hacen verter estremecidas lágrimas de emoción a los más delicados artistas. En los pectorales de filigrana incomparable, tejieron nuestros aborígenes sus ensueños, sus ilusiones, cual sutiles encajes modelados por un dios, en momentos estelares de una sublime inspiración divina.
Ambiciosos guaqueros fueron extrayendo, una a una, suntuosas joyas, de los violados sepulcros indígenas. Regias máscaras de oro, majestuosas coronas, cetros magníficos, pecheras ricamente dibujadas, pectorales, pulseras, cinturones, narigueras, zarcillos de oro enmarcando espléndidas esmeraldas; alfileres, cascabeles, cántaros de oro, figuras humanas, animales en toda la escala de la naturaleza, figurillas antropo-zoomorfas, platos, totumas de oro, anzuelos; en fin, qué de tesoros de nuestra hermosa e inigualable orfebrería, fueron saliendo de las tumbas aborígenes, donde habían sido depositadas con cariño familiar para ayudar al desaparecido en el camino hacia el más allá, hacia el arcano insondable.
Acumuláronse una y otra alhaja, hasta dejar exhaustas muchas regiones, pero tan rico joyel indígena, ha ido a enriquecer los museos de las grandes capitales del mundo y, en especial, nuestros propios museos que, hoy, son como santuarios de nuestras gloriosas civilizaciones del ayer prehispánico.
Quizá movidos por uno como remordimiento recóndito, quienes auspiciaron la profanación de los sepulcros nativos, han hecho posible que las más hermosas alhajas de nuestra fabulosa orfebrería indígena, triunfantes, recorran, ahora, las cultas y populosas ciudades de Norte América y Europa.
Nuestras culturas aborígenes del pasado, conquistan la admiración del Viejo Continente, dejando, en sus pueblos, la angustia que siempre nos invade al contemplar las civilizaciones idas, ya en una ruina, en un monumento, o en un modesto idolillo, ante
el cual los hombres se postraban de hinojos para invocar la gracia divina. Qué potentado de Wall Street, qué elegante dama de Park Avenue o de la Quinta Avenida, habráse extasiado al contemplar nuestros tesoros indígenas y cuánto habrán deseado éstas llevar un collar de esmeraldas para lucirlo en las ricas veladas del fabuloso Nueva York!
Qué ojos azules de rubia descendiente de vikingos habrá mirado con emoción inefable un rutilante broche para lucir en sus trenzas de oro. Qué morena princesa, de las que, destronadas, pasean sus nostalgias por la romántica Europa, soñará con una corona indígena, con zarcillos de esmeralda para deslumbrar las opulentas cortesanas en noches de gala, tal como, quizá, lo hiciera nuestra hermosa princesa de Guatavita en su esplendoroso bohío real! Qué lord inglés quisiera aderezar el pecho de su amada con una hermosa filigrana de nuestros sinúes!
O, tal vez, algún religioso, con alma pagana, al mirar embelesado nuestro ayer aborigen, quisiera ser un dios para que le arrojasen ricas preseas en una límpida laguna de Suiza, o en un brumoso fiord noruego, o en un lago finés, rodeado de seculares pinos y añosos abedules.
Qué guerrero de la vieja Germania no soñaría con llevar en su frente altiva una corona, orlada de rico penacho de vistosas plumas multicolores, extraídas de aves sagradas; adornándose sus muñecas con regias pulseras de oro; su pecho cubierto con esplendorosos pectorales, y un cinturón magnífico, completando su majestuoso e imponente atavío! Marte no hubiera ambicionado más suntuoso aderezo para conducir a la victoria las columnas interminables de sus fieros guerreros.
Qué regio espectáculo de emociones humanas desfila frente a nuestros tesoros aborígenes! Cuánta ensoñación dejará en los nostálgicos corazones de las elegantes de Europa, al sentirse en presencia de un pasado luminoso, de civilizaciones que nunca siquiera llegaron a su mente.
Cuántas ambiciones despertará este nuevo Eldorado
, que se pasca airoso y triunfante por todos los rincones del mundo! Cuántos aventureros querrán, ahora, perderse en nuestras junglas en busca de tesoros que, como éstos, hoy deslumbran las pupilas de artistas y mercaderes!
Nuestro museo del oro recorre, con paso victorioso, las capi-tales de Europa, y, con él, todo nuestro pasado de esplendor, des-cubriendo la grandeza de nuestras civilizaciones del lejano ayer. Y al paso de nuestra historia, va quedando una nostalgia, una tristeza infinita en todos los corazones.
Poco tiempo hace que Norteamérica se asombraba al con-templar nuestra cultura aborigen de remoto pasado; hoy Europa galante se sobrecoge emocionado ante nuestra civilización prehispánica; mañana el resto del mundo tendrá, en sus labios, mieles para ensalzar la magnificencia de nuestros orfebres de tiempos idos. La bruma se ha despejado y nuestras civilizaciones pretéritas, brillan con esplendidez por todos los ámbitos de la tierra.
Pero todavía espesas nubes ocultan nuestro pasado indígena. Allí están los regios tesoros agustinianos, silenciosos, mudos, en actitud expectante, en espera de que descifren su mensaje para las civilizaciones de hoy y del devenir.
Qué artista modeló esos como dioses pétreos, que hoy se yerguen majestuosos por los vastos campos de lo que fuera ayer esplendor y magnificencia? De dónde vino esa civilización? Qué cultura construyó esos monumentos líticos? No lo sabemos.