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Xtabay
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Libro electrónico173 páginas2 horas

Xtabay

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Tal vez, amigo lector, hayas escuchado la leyenda maya de la Xtabay y sepas que es una mujer endemoniadamente hermosa que embruja a los hombres y se los lleva a su guarida, “allá debajo de la tierra, donde las ceibas mágicas prenden sus raíces”… “todo aquél que haya seguido a la Xtabay, jamás regresó y todo aquél que la encontró la siguió…” ¿Pero por qué se los lleva? ¿Qué la hace tan irresistible a los ojos de sus víctimas? ¿De qué artes negras echa mano la Xtabay para llevarse a sus elegidos?
En este cuento pretendemos explicarte esos misterios, vinculándolos con hechos dolorosos de la historia de México: la virtual esclavitud a que eran sometidos los campesinos mexicanos en las haciendas agrícolas a principios del siglo XX y dos hechos más recientes: las violentas represiones estudiantiles ocurridas en Tlatelolco el 2 de octubre de 1968 y en la avenida de San Cosme el 10 de junio de 1971.
En esta serie de cuentos se mezcla la fantasía de lo sobrenatural con la realidad de hechos históricos como la invasión de México por parte de Estados Unidos en 1847; la inusual nevada ocurrida en la Ciudad de México el 10 de enero de 1967; la caída del Ángel de la Independencia durante el terremoto del 28 de julio de 1957 y la trágica y prematura muerte del escritor Jorge Ibargüengoitia y de la actriz Fanny Cano, en sendos accidentes aéreos ocurridos en Madrid con 10 días de diferencia. Todo ello narrado con un estilo ameno y simple, con el único fin de que disfrutes al leerlo.

IdiomaEspañol
EditorialGRP
Fecha de lanzamiento23 dic 2018
Xtabay

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    Xtabay - Bolivar Roblero Zúñiga

    © Bolivar Roblero Zúñiga.

    © Grupo Rodrigo Porrúa S.A. de C.V.

    Lago Mayor No. 67, Col. Anáhuac,

    C.P. 11450, Del. Miguel Hidalgo,

    Ciudad de México.

    (55) 6638 6857

    5293 0170

    direccion@rodrigoporrua.com

    1a. Edición, 2018.

    ISBN:

    Impreso en México - Printed in Mexico.

    Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio

    sin autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales.

    Características tipográficas y de edición:

    Todos los derechos conforme a la ley.

    Responsable de la edición: Rodrigo Porrúa del Villar.

    Corrección ortotipográfica y de estilo: Graciela de la Luz Frisbie y Rodríguez /

    Rodolfo Perea Monroy.

    Diseño de portada: Edgar C. Cano.

    Ilustraciones: Jorge del Angel.

    Diseño editorial: Grupo Rodrigo Porrúa S.A. de C.V.

    Esta noche soñé que era una mariposa,

    o ¿acaso soy una mariposa

    que se está soñando ser hombre...?

    —Chuang Tzu

    (filósofo chino —Siglo IV A. de C.)

    Índice

    Dormir es morir un poco (trilogía)

    Soledad

    El Guardián Perpetuo

    La Caída del Ángel

    Xtabay

    La Culpa la tuvo Ibargüengoitia

    Glosario

    Dormir

    es morir un poco

    (trilogía)

    Este cuento que ahora tienes en tus manos, querido amigo, y que me ha acompañado durante los últimos diez años, en honor a la verdad no es mío; y llegó a mí de una manera muy curiosa, como si el acaso así lo hubiera querido: el último día que tomé clase coloqué un enorme altero de libros en el guardapapeles del pupitre y al tomarlos para salir, las hojas que estuvieron allí, sabe Dios cuánto tiempo, se abrazaron a los libros para iniciar un viaje conmigo, cuyo destino final, tal vez, era llegar hasta aquí para que tú lo leas...

    En todo caso, espero que la pluma que escribió este cuento permanezca aún activa y siga corriendo por el papel narrando cosas como esta que hoy te voy a contar...

    Soledad...

    Los amorosos juegan a coger el agua,

    a tatuar el humo,

    a no irse

    Juegan el largo, el triste juego del amor...

    —Jaime Sabines

    (1926—1999)

    ¡Caray...! Esto de vivir solo como que a veces no es bueno, falta con quién hablar, a quien contarle tus penas, tus alegrías y ¿por qué no? también tus locuras...

    A fuerza de estar solo terminas como ahora, hablando contigo mismo...

    ¡Vamos...!, ¡no te quejes, no eres el único ni el último ser que vive solo sobre la tierra...! Te apuesto que tu vecina de arriba no se siente tan deprimida, como tú casi siempre.

    Bueno, ella tiene muchas cosas en qué ocupar su mente y su tiempo, ¡es muy activa! A las seis de la mañana, de lunes a viernes, el reloj se encarga de despertarla, puedes escuchar cómo se calza sus chinelas, oyes sus pasos, esclavos del tiempo, cuando se dirigen apresuradamente hacia el baño, un rápido duchazo y luego de nuevo las chinelas de regreso a la recámara, un ir y venir del clóset al espejo y finalmente las chinelas se quedan junto a la cama y son cambiadas por unos zapatos de tacón alto...

    Pasos firmes y rápidos bajan por las escaleras; demuestran una juventud pujante... ella marcha apoyando fuertemente el talón al caminar, lo que te dice que tiene un carácter firme y obstinado... dirías que en cuestiones sentimentales debe ser un poco necia, pero debe amar con mucha vehemencia.

    Todas los días la misma rutina, a las 7:30 de la mañana ella baja apresurada por la escalera rumbo a su trabajo y... ¿Qué clase de empleo tendrá...? La imagino como una activa cajera de banco, tal vez una secretaria ejecutiva de una gran empresa trasnacional... ¡Hey!, debe ser muy guapa, en esos lugares siempre exigen buena presentación...

    ¡Tranquilo... tranquilo...!, ¿no crees que estás pensando demasiado en ella?

    Las horas pasan lentamente, el silencio de mi departamento parece más ominoso al conjugarse con el silencio del departamento de ella... ¡Son las seis de la tarde, aún faltan más de 20 minutos para que ella regrese...! Qué raro que la extrañes, si ni siquiera la conoces... ¡estás loco...!

    ¿Cómo será? Morena seguramente, con el cabello largo y negro... ¿cómo decían los árabes...? ¡Ah, sí!: negro, negro como sólo puede ser negra la se... definitivamente, ¡estás loco... loco... loco!

    Todos los días la misma rutina, a las seis de la mañana ella se despierta, se baña, se arregla y se va a trabajar, se marcha dejando que me hunda en este hoyo negro que es lo único que tengo.

    ¿Cómo será físicamente? Tal vez es fea, con la cara llena de verrugas, vieja... ¡No, no puede ser vieja! La fuerza de sus pasos me indica que su cuerpo está lleno de juventud.

    ¿Cuál será su nombre? Debe tener un nombre breve pero bonito, algo que describa algo profundo, se debe llamar... ¡No sé! ¿Para qué juegas a tatuar el humo? Como dice Roberto, o más bien como dice Roberto que dice Sabines.

    Las horas pasan, se acumulan una tras otra juntando días, y los días semanas, y tú vives esperando sólo un momento, la hora en que su despertador suena y con sus pasos, sólo con sus pasos de ir y venir por su departamento llena el tuyo de vida; es inútil negarlo, te has enamo... ¡nooo, ni lo digas, ni lo pienses, qué tontería tan grande! ¿Cómo puede ser? Ni siquiera la conoces, ¡vamos!, ni su nombre sabes, ¡nunca la has visto!

    Es necesario que la conozcas, ¿por qué no aprovechas ahora que sus zapatos de tacón alto se dirigen hacia la puerta? Está a punto de bajar las escaleras ¡vamos... corre... gira el picaporte...! ¿Por qué te tiembla la mano...? ¡Anda, abre ya...! El aire frío del pasillo te da de lleno en el rostro, respiras profundamente esperando verla descender los últimos peldaños de la escalera, pero no aparece, miras tu reloj, debe haber bajado muy rápido... ¡Tonto!, perdiste demasiado tiempo cobrando valor para abrir una simple puerta... tal vez no habrías tenido valor para mirarla a los ojos. ¿Cuál será su nombre? Algo corto, pero profundo debe llamarse... Soledad, sí, no puede ser otro su nombre, la describe perfectamente: bella, enérgica, con carácter, pero tierna y sobre todo testaruda en el amor y con el cabello negro, como sólo puede ser negra la separación de los amantes.

    ¿A qué le temes...? ¿A que Soledad no sea como tú la has imaginado? Sí es verdad, has tatuado todo un laberinto en el humo, por eso mismo es necesario que termines de una vez con este juego estúpido; anda, sube las escaleras de una buena vez y... ¡desengáñate!

    Paso a paso, con respiración agitada, como si subir 20 peldaños fuera más difícil que escalar una montaña, avanzas con lentitud. Después de instantes que te parecen una eternidad estás frente a la puerta de ella, levantas el brazo y tu puño cerrado se acerca a milímetros de la madera, pero no la toca... la expectativa de que en un momento más escucharás su voz respondiendo a tu llamado hace que tu corazón palpite cada vez más rápido, tus pulmones jalan aire desesperadamente y finalmente, tras un hondo suspiro, tu mano hace contacto con la madera que se interpone entre tú y ella... silencio... nadie responde... el llamado, un poco más angustioso, vuelve a sonar contra la puerta... de nuevo el silencio responde...

    ¡Qué extraño, no recuerdas haberla escuchado bajar las escaleras...! Tal vez esté dormida, aunque nunca desde que percibiste su presencia, hace no sabes cuánto tiempo, has notado que duerma al mediodía, pero igual puede estar indispuesta. Ese pensamiento te lleva a otro: te imaginas a ti mismo rompiendo con violencia la puerta de su departamento, encontrándola desnuda tendida en su lecho, sin sentido. Sí, sin sentido… ese es tu pensamiento, por lo que la cordura se impone y un poco más triste, desciendes lentamente los 20 peldaños que te separan de Soledad.

    Tal vez haya sido mejor así, no podrías soportar que no fuera como la has idealizado en tu mente.

    Despiertas aún antes de que el sonido de la alarma del reloj rompa su sueño, forzándola a abrir los ojos, los tuyos apenas se han podido cerrar durante la noche. De nuevo, como todos los días de lunes a viernes, las chinelas rumbo al baño, los pies descalzos bajo la regadera, ¡mmmhhh...! el agua recorre suavemente las curvas y rincones más deliciosos de su cuerpo, si en este momento se te apareciera un efrit árabe y te concediera un deseo querrías ser espuma para recorrer con tu cuerpo líquido el suyo, y besar por fin sus labios.

    ¡Ya lo pensaste bien! ¡No importa que ella no sea como tú la imaginas...! ¡No importa que sea físicamente diferente...! Has aprendido a amarla sin mirarla, adoras el orden con que lleva su vida, su puntualidad, su disciplina para realizar hasta el más mínimo detalle de su existencia. Sabes, por ejemplo, que siempre se calza primero el zapato izquierdo, que su baño matutino dura exactamente 7 minutos, nunca más; que para tomar sus alimentos siempre ocupa una silla junto a la ventana y que los sábados le fascina escuchar el Sueño de Amor de Liszt y en ocasiones, cuando las tardes son plomizas y sombrías, su tocadiscos reproduce una y otra vez Cuentos de la Barcarola de Hoffman de Offenbach...

    ¡La quieres... la quieres sea cual sea su aspecto físico!, porque tu amor va más allá de la mera atracción; la quieres porque comprendes su tristeza, tan grande como la tuya, porque te hace sentir el príncipe que venciendo caminos llega de lejos para rescatarla, para hacerla feliz, como en los cuentos de hadas que nunca te contaron de niño... Por eso, porque la quieres... ¡la buscarás!

    ¡Qué extraño...! Pareciera que Soledad supiera de tus intenciones y las evadiera deliberadamente. Infructuosos han resultado todos los intentos que has hecho por encontrarla en la escalera cuando sale por la mañana rumbo a su trabajo o cuando vuelve por las tardes; incluso una ocasión en que la aguardabas en la escalera, escuchaste subir sus pasos firmes al pisar primero con el talón y cuando bajaste a su encuentro para darle un toque más casual, ya no la encontraste... ¿qué pasó...? ¡Aún no puedes explicártelo!

    Hoy sábado será el gran día, lo estuviste pensando toda la noche, y como siempre te ocurre: en medio de la semi-inconsciencia del sueño y el insomnio tomaste una decisión: ¡hoy no habrá ningún pretexto! Aguardarás hasta estar seguro de que está en su departamento y subirás para conocerla, en tu mente ya dibujaste miles de pretextos para acercarte a ella.

    Has estado aguardando toda la mañana, vigilando, rezando por que no salga; tiene puestas sus chinelas, eso quiere decir que no piensa salir a la calle ¡sube... sube de una buena vez, antes de que pierdas la coraza de valor que forjaste en tu noche insomne!

    Subes, pero a diferencia de otras veces, ¡qué ágil, qué raudo subes los 20 peldaños que te separan de Soledad! Tu mano no tiembla esta vez al llamar a la puerta... aguardas. Como en otras ocasiones, no contesta nadie, vuelves a llamar, y de nuevo sin respuesta, pero esta vez no te dejarás vencer tan fácilmente, atropellado, saltando de dos en dos los escalones bajas hasta la portería del edificio... saludas:

    —Buenos días... perdone señora ¿vio usted salir a Soledad...?

    —¿...? ¿A quién...?

    (¡Tonto... por supuesto que sólo tú sabes que se llama

    Soledad!)

    —Perdone, es la señorita que vive en el cuarto piso, en el departamento numero 8... En realidad no sé su nombre...

    —No... En el departamento número 8 no vive ninguna señorita...

    —Bueno... tal vez es viuda, divorciada, en realidad su estado civil no me importa...

    —¡Pero... es que en el departamento número 8 no vive nadie...! Tiene mucho tiempo vacío...

    —¿Cómo dice...? ¡Está usted loca...! Yo la escucho todos los días, conozco sus costumbres, sus manías... sé que es muy obcecada en cuestiones sentimentales, pero muy vehemente en el amor... (y al decir esto tu voz se quiebra en un sollozo).

    Seguramente tienes el dolor pintado en el rostro, porque la portera no se enoja con tu arrebato, al contrario con gesto de resignación hurga en el bolsillo enorme, de su también enorme delantal, hasta que encuentra un manojo de llaves y se ofrece

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