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Esbozo de aforismos
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Libro electrónico102 páginas1 hora

Esbozo de aforismos

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Estas páginas son nomás el faro aludido en la metáfora dorsiana. Las luces y los apagones que de ellas brotan, tienen la métrica y el compás –de forma y de contenido- para que si uno le ha hecho caso a Nuestro Señor y se ha lanzado a navegar en alta mar, no se estrelle contra ningún peñasco ni encalle en un acantilado, ni acabe de náufrago en la Isla de Soqotra o en la bahía de Sulawesi. Si es diestro de alma, eso sí, puede llegar a Jauja, como llegó el Padre Leonardo Castellani. Y quedarse a morar allí porque encontró al fin el alma de un hermano. Lo que no es poca cosa en el fatal hundimiento en que nos hallamos (del Prólogo).

IdiomaEspañol
EditorialParresía
Fecha de lanzamiento2 dic 2017
ISBN9781386937463
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    Esbozo de aforismos - Federico Highton

    FEDERICO HIGHTON

    Ediciones Parresía

    2017

    Dedicado a mi Padre, católico ejemplar y patriota honestísimo, padre bondadosísimo, apóstol invicto y jurista afamado.

    PRÓLOGO

    - I -

    No es casual que el sello editor bajo el cual asoma este ingenioso libro, se llame parresía. Tampoco es casual que con esta singular palabra se sienta tan identificado su autor. Pero se sabe tan poco o nada del término que, sin la más mínima pretensión erudita, procuraremos explicarlo en dos trazos.

    De origen griego, el vocablo admite varios significados y no pocos sinónimos. Libertad de espíritu, falta de respetos humanos, ausencia de prudencias carnales, desasimiento material, abandono a las fuerzas del espíritu, valentía, santa audacia, rechazo de dobleces, franqueza natural y llana, y hasta resuelta determinación a obrar el bien, sin cálculos y sin medir demasiado las consecuencias. En la Ética a Nicómaco (IV,3,28,1124 b 29), Aristóteles le atribuye al magnánimo ser parresiastés y veraz, preocupado por la verdad antes que por la opinión, y preocupado además por hacerla pública resueltamente ante el mundo entero.

    Todo esto es parresía, para principiar por algo.

    Se trata de una virtud, por cierto; pero los moralistas prefieren presentarla como una calificación general o un grado de perfección aplicable a las virtudes todas .En tal sentido, por ejemplo, podríamos hablar de una fe parresíaca o de un cristiano parresíaco en el ejercicio de su caridad.

    Ejemplos en las Sagradas Escrituras abundan. Para ceñirnos a un par de casos, en el Libro de los Proverbios (1,20) se dice que la Sabiduría habla con parresía por las calles y plazas; esto es, sin ocultamientos ni elipsis, con tono casi desafiante. Nuestro Señor, a su turno, se defiende de los fariseos, aclarándoles: he hablado con parresía ante todo el mundo, y no he hablado nada a ocultas(Jn. 18,20). Está claro que la palabra, en estos textos aludidos, está diciéndonos que Jesús hablaba sin tapujos ni rodeos; en un firmísimo sí, sí; no, no. Y que carecía de cualquier temor servil para testimoniar la Verdad a cara descubierta y al descampado.

    Tiene también la parresía, en el ámbito eclesiastico, otras acepciones no menos importantes. Puede usarse la expresión para hablar del señorío del creyente, de la aristocracia del testigo, y del tránsito de la servidumbre a la condición de amigos y de familiares de Dios. Hay algo de santa altivez y de agraciado talante en quien goza de este preciado atributo. Se llega a él tras un camino o un itinerario, que tiene mucho de ascesis o de purificación.Por eso mismo, para ciertos Padres de la Iglesia, lo propio del hombre nuevo –vencido ya los daños del hombre viejo- es presentar dos características: la serenidad o control de las pasiones, y la familiaridad y amistad con lo divino, que es llamada también parresía.

    Acaso sea éste último sentido de la palabra el que más nos haya impresionado cuando lo analizamos. Porque los mencionados Padres, para ilustrar el concepto, analogan al estado del parresíaco con el retorno al Paraíso; con ese sueño (que quién no tuvo alguna vez) de regresar a la condición adámica y pasearse en el Jardín cara a cara con el Creador. Los grandes profetas tuvieron en algún momento de su despliegue visionario esta facultad del parentesco divino; que en metáfora de Anzoátegui, aplicada a Santa Teresa de Jesús, consiste en la posibilidad de quedarse con Dios de sobremesa.

    Pues bien; esta editorial se llama parresía en homenaje a tan valiosa y bellísima cualidad. Pero muy especialmente porque su fundador, el Padre Federico Highton es un defensor acérrimo y un cultor denodado de tan noble peculiaridad. No prolongamos el punto para respetar las reglas básicas de la modestia. Pero es lo primero que hay que decir y lo decimos, para respetar las reglas básicas de la justicia.

    Fuimos al nombre y al autor. Vayamos a la materia del libro.

    - II -

    El género aforístico tiene su encanto y su riesgo; ambas cosas. Lo primero porque nos hace olvidar que estamos leyendo, para sentirnos parte de un coloquio amable, de una tertulia grata, de la típica charla de café a la que somos tan dados en estas orillas. Pero con el agregado –que no suelen tener los meros charlistas- de que con cada sentencia se aprende, con cada adagio se contempla, con cada frase redonda y acuñada sobreviene el pensamiento profundo y genuino.

    Es casi el sueño de ciertos pedagogos pero sin convertirse en la pesadilla en que ellos lo han convertido: el sueño de ser instruidos mientras uno se divierte, se entretiene, ameniza.Son tantas las relecturas a las que nos invitan los aforismos, como grande es el gusto de la memoria por retenerlos, por volverlos a paladear, por conservarlos siempre a flor de labio para usarlos cada vez que

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