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Madres de hierro: Las madres en el abuso sexual infantil
Madres de hierro: Las madres en el abuso sexual infantil
Madres de hierro: Las madres en el abuso sexual infantil
Libro electrónico522 páginas8 horas

Madres de hierro: Las madres en el abuso sexual infantil

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Información de este libro electrónico

Ellas también son víctimas, también han sido abusadas y están atravesando un shock postraumático. En ese estado de aturdimiento, de confusión, de dolor, inician el camino que imaginan que protegerá a sus pequeños. Las autoras presentan esta guía de acciones sin perder la profundidad científica, que resulte útil para las madres, los abogados, los psicólogos, los trabajadores sociales, los jueces y los funcionarios, pero que, a la vez, cuide y proteja a las víctimas de abuso sexual.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento24 nov 2016
ISBN9789873615702
Madres de hierro: Las madres en el abuso sexual infantil
Autor

María Cecilia López

Es licenciada en Psicología, egresada de la Universidad Católica Argentina. Se especializó en Psicoanálisis de Niños en la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires. Desde hace 25 años, ejerce la práctica clínica con niñas, niños y adolescentes víctimas de abusos sexuales, violencias y maltratos. Es supervisora y capacitadora reconocida en Argentina y en el extranjero. Ha dictado cursos, seminarios, talleres y conferencias en diferentes ciudades de Argentina, Chile y México. También, ha colaborado en el curso de capacitación para profesionales de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en México, por el Fondo de las Naciones Unidas y Unicef. Por su especialidad en la materia, es consultada, con frecuencia, por distintos medios de comunicación. Es autora de varios libros sobre la temática de abuso sexual en la infancia, entre ellos: Abuso sexual: cómo prevenirlo, cómo detectarlo, Los juegos en la detección del abuso sexual infantil, La búsqueda de la espada mágica. Historia real de un largo silencio. Además, es coautora de Madres de hierro. Las madres en el abuso sexual infantil y Los dibujos en el abuso sexual infantil.

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Madres de hierro - María Cecilia López

MADRES DE HIERRO

Las madres en el abuso sexual infantil

María Cecilia López

María Beatriz Müller

Madres de hierro. Las madres en el abuso sexual infantil

María Beatriz Müller y María Cecilia López

© 2016 Editorial Maipue

Zufriategui 1153 (1714) Ituzaingó, Prov. de Buenos Aires

Tel./Fax 54-011-4458-0259

Contacto: promocion@maipue.com.ar / ventas@maipue.com.ar

www.maipue.com.ar

Facebook: Editorial Maipué

ISBN: 978-987-3615-70-2

Cuadro de tapa: Transformación 1, acrílico sobre tela, Mariana Gabor, 2009

Diseño de tapa: Espacios de Imaginación

Diagramación: Paihuen

Queda hecho el depósito que establece la Ley 11.723.

Libro de edición argentina.

No se permite la reproducción parcial o total, el almacenamiento, el alquiler, la transmisión o la transformación de este libro, en cualquier forma o por otro cualquier medio, sea electrónico o mecánico, mediante fotocopias, digitalización u otros métodos, sin el consentimiento previo y escrito del editor. Su infracción está penada por las leyes 11.723 y 25.446.

Índice

Prólogo de María Cecilia López

Prólogo de María Beatriz Müller

Introducción

PRIMERA PARTE: CUESTIONES TEÓRICAS

CAPÍTULO I: El abuso sexual infantil

1. Abuso sexual infantil

a. Definición

b. Términos relacionados con el abuso sexual infantil

c. Distintas clases de abuso

d. Indicadores de abuso sexual infantil

e. Etapas del abuso

2. El incesto

CAPÍTULO II: Una cuestión de género

CAPÍTULO III: Las madres como co-víctimas

1. Triple trauma

a. Develar el abuso de su hijo/a

• Develar un abuso intrafamiliar

• Develar un abuso extrafamiliar

• Develar un abuso crónico

• Develar un abuso ocasional

b. Atravesar múltiples duelos

• Duelo en su identidad de madre

• Duelo en su identidad familiar

• Duelo en su identidad social

• Duelo en la identidad personal

• Etapas del duelo

c. Auto-reconocerse como otra víctima

2. Identificación de la madre con el hijo/a abusado

a. Madre e hijo/a atraviesan por etapas similares

b. Madre e hijo/a son psicológicamente similares

CAPÍTULO IV: Algunas consideraciones acerca de las madres en el abuso sexual infantil

1. Características de las madres en el abuso sexual infantil

a. Víctimas de abuso en sus infancias

b. Fallas en el rol materno

c. Inmadurez

d. Intercambio de roles con sus hijos

e. Contradicciones

f. Dependencia emocional

g. Negación

h. Desconocimiento

i. Omnipotencia

j. Rivalidad

2. Clasificación de las madres co-víctimas de abusos sexuales

a. De acuerdo con el grado de conocimiento

b. De acuerdo con sus antecedentes personales

SEGUNDA PARTE: MODELO DE INTERVENCIÓN

CAPÍTULO V: El rol del psicólogo junto a las madres e hijos/as abusados

1. La función del psicólogo

a. Diagnosticar al niño/a

b. Diagnosticar a la madre

c. Transmitir el diagnóstico

d. Transmitir una actitud positiva

e. Contener empáticamente

f. Asesorar e informar

g. Trabajar en el proceso de resiliencia

h. Facilitar vínculos

i. Realizar informes

j. Administrar técnicas

k. Entrevistas individuales

l. Entrevistas vinculares

m. Entre-entrevistas

n. Pre-terapia

2. Modalidad de intervención con las madres

a. Con madres que ya saben

b. Con madres que sospechan

c. Con madres que no saben ni sospechan

d. Con madres que saben pero que no les importa saber

CAPÍTULO VI: Recomendaciones para las madres de víctimas de abuso sexual

Cómo tratar a un hijo/a víctima de abuso sexual

1. Cómo observar

a. Qué se debe hacer

b. Qué no se debe hacer

2. Cómo actuar

a. Qué se debe hacer

b. Qué no se debe hacer

3. Cómo conversar

a. Características del lenguaje de los niños

b. Qué se debe hacer

c. Qué no se debe hacer

TERCERA PARTE: CUESTIONES LEGALES

A modo de introducción

CAPÍTULO VII: Cómo buscar ayuda legal

1. Presentación del problema

2. Cómo elegir a un buen abogado

3. Cuándo denunciar

4. Cómo denunciar

5. Tipos de denuncia

6. Dónde denunciar

7. Dependencias Judiciales

a. Ámbito penal

b. Ámbito civil

8. Las pericias

9. El mito de la falsa denuncia

10. Cámara Gessell

11. Cuando todo parece perdido

a. Apoyos institucionales locales, nacionales e internacionales

b. La Corte Suprema de la Nación

c. La Corte Internacional

CAPÍTULO VIII: Leyes vigentes

1. Marco normativo

2. Normativa internacional

3. Convención sobre los Derechos del Niño

4. Legislación nacional

5. Legislación de las provincias argentinas

Buenos Aires

Ciudad Autónoma de Buenos Aires

Catamarca

Córdoba

Corrientes

Chaco

Chubut

Formosa

Entre Ríos

Jujuy

La Pampa

La Rioja

Mendoza

Misiones

Neuquén

Rio Negro

Salta

San Juan

San Luis

Santa Cruz

Santa Fe

Santiago del Estero

Tucumán

Tierra del Fuego

6. Abuso sexual y Justicia Penal

a. Definición de la Justicia Penal

b. Marco legal penal

CAPÍTULO IX: Legislación en América Latina

1. Introducción

2. Características por país

Anguila

Antigua y Barbuda

Bahamas

Barbados

Belice

Bolivia

Brasil

Chile

Colombia

Costa Rica

Cuba

Dominica

Ecuador

El Salvador

Guatemala

Guyana

Granada

Haití

Honduras

Jamaica

México

Nicaragua

Panamá

Paraguay

Perú

Puerto Rico

República Dominicana

Santa Lucía

San Vicente y Las Granadinas

Sain Kitts y Nevis

Suriname

Trinidad y Tobago

Uruguay

Venezuela

CONCLUSIONES

APÉNDICE

BIBLIOGRAFÍA

No te rindas, aún estás a tiempo

de alcanzar y comenzar de nuevo,

aceptar tus sombras, enterrar tus miedos,

liberar el lastre, retomar el vuelo…

(No te rindas, Mario Benedetti)

Agradecimientos:

Dedico este libro a toda mi familia, a los que amo profundamente, por acompañarme siempre en mis utopías, a los niños, niñas y adolescentes a los que he tratado estos años de ayudar, a mis compañeras y compañeros del camino y a las mamás de hierro que he tenido el honor de conocer.

María Beatriz Müller

Este libro está dedicado a mi madre, quien siempre me animó a ser una psicóloga comprometida con las causas perdidas; a la Lic. Mónica Pelcman, quien sabiamente supo guiarme en el difícil camino de esta profesión y a todas las madres de mis pacientitos: madres de hierro, heroínas valientes y justicieras, co-constructoras de una nueva sociedad.

María Cecilia López

Prólogo de María Cecilia López

Cada vez que una madre ha venido a hacerme una consulta por sospechar que alguno de sus hijos/as podrían estar siendo abusados y luego les he hecho el comentario a mis allegados y/o a mis colegas, en su mayoría, si bien suelen escucharme atentamente y con un gesto de preocupación, terminan diciéndome: El caso parece demasiado complicado, yo que vos lo derivo… Tal vez no es todo como dice la madre… La historia tiene muchos puntos inverosímiles y ribetes demasiado telenovelescos como para ser ciertos… Seguro que la abusada fue ella y lo está proyectando sobre sus hijos/as… Quizás la madre tenga intereses económicos o sea una resentida con los hombres… Es evidente que la madre tiene un discurso bastante confuso… Por lo que me decís, es muy probable que se drogue… Parecería que la madre es demasiado inteligente como para que se le haya pasado por alto, seguro que es cómplice… La madre parece bastante loca… Cuidado. Casi nunca en toda mi carrera profesional, al menos en una primera instancia, he escuchado comentarios empáticos hacia las madres de víctimas de abusos sexuales. Siempre son motivo de sarcasmos, de sospechas, de dudas. Son estigmatizadas tal y como en la antigüedad quienes tenían lepra. Las menos instruidas son aplastadas por el sistema judicial que las subestima por no expresarse bien, por no entender los procedimientos legales que deben seguir o por no saberse defender ni contar con los recursos económicos como para pagarse un buen abogado penalista. Las más capacitadas son perseguidas y señaladas como brujas maquiavélicas por ser contestatarias y no conformarse ante las Leyes injustamente interpretadas en contra de los derechos de sus hijos/as. Parecería que nada de lo que hagan puede lavar su imagen pública una vez que han hecho la denuncia contra quien se supone es un buen ciudadano, un padre de familia, un trabajador… En la mayoría de los casos hasta la propia familia se pone en contra de ellas y, a veces, hasta son sus propios padres quienes les cierran las puertas cuando huyendo de sus casas buscan un refugio. En los colegios de sus niños/as, cuando se enteran, también son criticadas por conflictivas y entre su grupo de amigos/as, poco a poco, les van haciendo un vacío. Parecería que nadie se quiere involucrar con ellas, todos tratan de mantenerse neutrales para no acusar injustamente al sospechado. Es más, ellas pasan a ser las principales sospechosas porque se supone que les han hecho algo así como un lavado de cerebro a sus hijos/as con la finalidad de hacerlos mentir, fantasear con penes, vaginas, violaciones y manoseos para vengarse de sus maridos y sacar un rédito económico de ello. La situación para estas madres es desesperante. Parecería que nadie se da cuenta de que para ellas –ni para nadie– hacer una denuncia penal por abuso no es precisamente un hobby. Parecería que nadie se da cuenta que para hacer una denuncia hacen falta muchos ovarios porque casi siempre son las que más tienen que perder: pierden su casa, pierden el apoyo económico de un marido, quedan casi en la ruina por tener que pagar ellas mismas los costos de psicólogos, abogados, maestras particulares que ayuden a los niños/as con bajo rendimiento escolar por el estrés postraumático… muchas de ellas no sólo se terminan enfermando físicamente y psicológicamente (en general, con diversos tipos de tumores ginecológicos, depresión, ataques de pánico, etc.) sino que, por si eso fuera poco, deben salir a buscar un trabajo por primera vez en sus vidas. Además, el hecho de tomar semejante medida (esto es, realizar una denuncia penal), entre otras cosas, implica tener que aceptar ante la sociedad la vergüenza de haber sido ellas mismas las que también se han equivocado en algo, parecería que nadie cae en la cuenta de lo culpables que ellas se sienten por no haberse dado cuenta a tiempo. Cuando denuncian al agresor de sus hijos/as la vida se les da vuelta 180 grados y ya nunca más serán las mismas. Cuando una madre se decide a defender a su hijo/a abusado pasa a ser crucificada y estigmatizada y discriminada como pocos en nuestra sociedad. Es que nadie les cree del todo, ni aun los mejores intencionados como los mismísimos psicólogos o pediatras. Ni hablar de los abogados (quienes en un 99% de los casos jamás han leído nada acerca de psicología de niños y menos aún acerca del tema de abuso) y que, a pesar de esto, toman estos casos para hacerse de unos pesos y no sólo que no resuelven nada sino que terminan por embarrar más la cancha al no saber –ni querer saber– las Leyes pertinentes a este tipo de problemas. Y es así cómo, llegado un punto, las madres no sólo deben defenderse del agresor que constantemente las amenaza con quitarles la tenencia de sus hijos sino que, además, deben defenderse de sus propios abogados. Abogados que les piden mucho dinero por anticipado y que, luego de haber sacado un crédito en el banco para pagarles sus honorarios, las dejan en la pampa y en la vía, con una mano adelante y una mano atrás, a la espera de otro abogado que no tenga otra intención más que seguir sacándoles plata para no hacer absolutamente nada y que, en el mientras tanto, sigan pasando los meses sin una medida de restricción perimetral para que el abusador no se les acerque; o peor aún, que ni siquiera se tomen la molestia de reclamar renovarla cuando el plazo hubiera terminado. Ni qué hablar acerca de algunos asesores de menores o fiscales que supuestamente están para defender los derechos de los niños/as. Lamentablemente, para gran parte de ellos el niño/a víctima es un número más de las miles de causas por abuso que reciben por año y cuyos expedientes yacen apilados a su alrededor y por todos lados en sus despachos. Están tan saturados de trabajo que ni siquiera se toman la molestia de leer, ya no digo de leer con detenimiento, sino simplemente de leer las conclusiones del informe que tantas horas de trabajo nos lleva escribir a los psicólogos comprometidos con estas causas. Y es así como las madres, cuando caen en la cuenta de esto y lo denuncian en voz alta son literalmente crucificadas por quienes deberían defender a su hijo. Pasan de ser víctimas a ser ellas las ofensoras contra sus ofensores, quienes muy pronto se convierten en las principales víctimas, con más derechos que cualquier otro delincuente. Y así es cómo en cada oportunidad en que sus hijos son llamados a declarar la vergüenza de su historia, los hacen esperar de dos a cuatro y hasta seis horas porque ni siquiera están enterados de que son niños y que su capacidad de resistencia anímica y mental es mucho menor que la de un adulto. Entonces, las madres y sus hijos víctimas deben esperar pacientemente y sin quejarse –para no ofender susceptibilidades– a ser atendidos en lugares sucios, grises y malolientes, repletos de gente gritando sus reclamos, matones esposados y sentados (generalmente, en el suelo) muy cerca de los abogados de la contraparte, debiendo muchas veces esconderse del propio abusador que merodea impunemente ante sus víctimas, con la intención de amedrentarlos para que se retracten. La verdad es que es muy difícil ser una madre equilibrada en tales circunstancias. Son mujeres que han sido humilladas como madres y como esposas y ahora deben mostrarse ecuánimes, serenas, de buen ánimo, fuertes y con una sonrisa para darles valor a sus hijos. La verdad es que estas madres son de hierro. Defienden como nadie a su prole. Luchan sin tregua, sin descanso, por años y años en los campos de batalla judiciales hasta que sus niños/as alcanzan la mayoría de edad y pasan ellos mismos a hacer valer su propia voz. Son madres de hierro; aunque, por momentos, parecerían fundirse, derretirse del miedo ante tanta amenaza de quien –en general– supieron elegir como el hombre de sus vidas, aquel con quienes hicieron el amor confiadas y que luego las traicionó tomando como amantes a sus propios hijos/as. Es muy fuerte, hay que ponerse en su piel. Ellas también son víctimas, ellas también han sido abusadas, ellas también están atravesando un shock postraumático. Tienen derecho a deprimirse. Tienen derecho a levantarse del subsuelo del infierno con ataques de ira. Tienen derecho a tener ganas de asesinar al hombre que les metió mano a quienes consideran una parte de sus entrañas, el motivo de sus vidas. No sería normal no tener ira, no tener ganas de asesinar en tales circunstancias, aunque no lo terminen haciendo; porque, a pesar de todo, siguen creyendo en los valores humanos, en los ideales de justicia. Sí, son madres de hierro, heroínas de nuestro tiempo, mujeres que sin darse cuenta están haciendo historia y que el día de mañana serán motivo de alabanzas por ser pioneras de una nueva Era en donde se respete verdaderamente los derechos de los niños/as, con todo lo que eso implica, no sólo de forma teórica. Sin embargo, hoy por hoy estas madres son acusadas de ser algo así como brujas merecedoras de morir en la hoguera por el simple hecho de ser idealistas, por pretender que sus hijos/as sean escuchados respetuosamente, por reclamar cosas tan básicas como un cuarto especial en los juzgados –con paredes pintadas con lindos colores y mesitas acordes a la edad de sus niños/as– en donde se puedan sentir cómodos para expresar con el lenguaje que les es propio (el lenguaje de los dibujos y de los juegos con muñecos) su verdad, ofreciéndoles en los peritajes psicológicos y/o psiquiátricos tantas horas como sean necesarias para que ellos entren en confianza y se animen a contar. Quizás esto parezca demasiado ideal en las épocas que corren, cuando todos están apurados y los niños cuentan con poco más de una hora para expresar todo lo que hace años vienen amenazados a callar. Pero, por suerte, la historia ha demostrado con creces que las utopías se hacen reales cuando hay gente dispuesta a luchar por lo que cree justo. Por suerte, cada vez hay más madres de hierro que se animan a gritar –aun con pánico– su historia; siendo, de esta manera, que también le dan ánimo a sus hijos/as a salir de sus miedos, a romper con los secretos. Cada vez hay más madres que son conscientes de que no todo es normal en esta vida y que los chicos nunca mienten cuando relatan con susto y lágrimas en sus ojos detalles sexuales que serían imposibles de imaginar para cualquier niño/a de su edad. Cada vez hay más madres de hierro que están haciendo historia al romper con el tabú social más grande de todos los tiempos: el incesto, que si bien siempre sucedió, nunca fue mencionado sin pelos en la lengua como hasta ahora. Cada vez hay más madres que se están dando cuenta que el hecho de introducir a los niños/as en la sexualidad adulta, siendo que aún no están lo suficientemente maduros –ni física ni psicológica ni emocionalmente–, es lo mismo que pegarles un balazo en su aparato psíquico, que arrancarles el alma. Estamos en un gran momento histórico: cada vez hay más madres que se animan a denunciar este tipo de abusos. Cada vez hay más madres de hierro que, a pesar de no dar con los profesionales adecuados (psicólogos, psicopedagogos, pediatras, docentes, abogados, etc.) que den crédito a sus sospechas no bajan los brazos, se niegan a hacer la vista gorda y persisten en investigar y en pretender informarse para defender a sus hijos/as, quienes, en definitiva, serán nuestros futuros mandatarios y profesionales, quienes el día de mañana serán los encargados de criar a nuestros nietos, a la humanidad, a una humanidad que pretende desarrollarse en todas sus potencialidades. Cada vez hay más madres de hierro que luchan para que sus hijos crezcan sanos mental y emocionalmente, para que no vivan como zombis drogándose de distintas maneras para soportar sus traumas, transcurriendo por este planeta sin memoria, dormidos, repitiendo generación tras generación aquello mismo que sufrieron por creerlo natural. Cada vez hay más madres de hierro que se rebelan y se replantean las cosas, que ya no quieren ser sumisas ante las injusticias de la justicia ni ante los profesionales que les faltan el respeto escudados en teorías obsoletas que les sirven de muy buena escusa para lavarse las manos. Cada vez hay más madres de hierro que son leales a sus hijos/as por sobre todas las cosas y a pesar de todo y de todos creen en sus hijos/as y en su intuición de madres, a pesar de no contar con la ayuda de quienes supuestamente deberían ayudarlas. Cada vez hay más mujeres que exigen y reclaman por varones verdaderos padres y no meros reproductores y/o progenitores. Cada vez hay más madres de hierro que son luchadoras nobles, que no sólo buscan justicia y una sociedad libre de situaciones abusivas sino que, además, también pretenden formar familias amorosas, con niños/as seguros de sí mismos, con voz propia y radiantes de felicidad, sin temor a expresar su sufrimiento y con el derecho a jugar con juguetes, sin tener por qué ser ellos mismos un juguete sexual de sus adultos. Cada vez hay más madres que ya no están dispuestas a bajar los brazos cada vez que se encuentran con un profesional que no sólo no las ayuda sino que les pone palos en la rueda. Cada vez hay más madres de hierro que están pariendo una sociedad menos resignada. Cada vez hay más madres de hierro que se están agrupando en cada pueblo, en cada ciudad, en cada provincia, en cada país y que, poco a poco, silenciosamente, están constituyendo un ejército de madres que cambiará la historia de la infancia.

Prólogo de María Beatriz Müller

Cuando pensamos en escribir este libro me pareció una idea excelente hablar de las madres que protegen a sus hijos o hijas. Luego me di cuenta de que teníamos que hablarle a las madres, que ellas necesitan voces y personas que las acompañen, que las comprendan, que puedan aliviar, aunque sea un poco, su dolor, su pena, su incertidumbre.

En los años que llevo dedicándome a la temática del abuso sexual infantil, me he encontrado con muchas madres que nos consultan, que buscan asesoramiento, que traen a sus niños/as a tratamiento. Obviamente existen diferentes tipos de madres, tantos como personas hay en el mundo, porque es indiscutible que cada uno de nosotros es único e irrepetible, pero si hay algunas características que nos permiten describirlas, definirlas, ese es uno de los objetivos de este libro, señalar someramente esas características comunes.

Si bien vamos a mencionarlas a todas, queremos dedicarles este libro a las madres de hierro, esas madres que defienden a sus hijos e hijas como verdaderas fieras, que usan todo lo que tienen para protegerlos, que serán perseguidas por ello, que serán maltratadas por ello.

Es realmente increíble el efecto que las madres de hierro producen en las instituciones judiciales, en los organismos públicos de protección, en aquellos que deben garantizar los derechos de los niños y niñas víctimas.

Son querellantes, dicen, y si, cómo no serlo, si la inoperancia, la falta de conocimiento, la desidia suelen ser las características más sobresalientes de estos espacios.

Es una loca de m…, viene, exige, grita, demanda…

Me pregunto, ¿han podido imaginarse lo que estarán viviendo?, ¿alguna vez intentaron ponerse en sus zapatos?

El mundo que habían construido se vino abajo en un instante, el horror del incesto las alcanzó, lo siniestro domina la escena… y además quieren y deben proteger a sus hijos o hijas, y entonces en ese estado de aturdimiento, de confusión, de dolor, inician el camino que imaginan protegerá a sus pequeños…

Pero suelen encontrarse con murallas, con funcionarios insensibles, con incrédulos, con inoperantes, con incapaces y ¿cuál creen que será la reacción de una madre de hierro?, increpar, discutir, demandar, endurecer aún más su armadura de hierro para interponerse a cualquier cosa que ose dañar a sus crías, se interpondrán entre el agresor y los chicos, entre los funcionarios y los chicos, entre el juez y los chicos, tratarán de cubrirlos, de protegerlos, de evitarles los nuevos sufrimientos que pretenden imponerles los que dicen saber de estos temas…

Entonces, ¡cómo no van a reaccionar!, ¡como no se van a enojar!, ¡como no se van a enfurecer!, si otra vez se repite la dinámica abusiva: aquellos que te deben proteger te lastiman, te maltratan, te ningunean…

La frustración, el dolor, la incertidumbre, y el miedo… muchas veces el miedo domina la escena, las amenazan con quitarle los chicos, no les creen, las tratan de mentirosas, de locas, de violentas.

El agresor ya le había dicho…, veladamente, a solas, sin testigos, que no pararía hasta quitárselos, que no sabía en lo que se estaba metiendo, que no sabía de lo que él era capaz…

Todo ese andamiaje jurídico-administrativo parece darle la razón, y lo más loco es que le creen a él, pasa a ser la víctima en esta situación, el pobre padre que no puede ver a sus hijos porque esa alienada no lo deja, porque esa desquiciada inventó una historia de abuso y se la hace repetir al niño/a.

Pero también queremos corrernos del lugar de hablar de los funcionarios y jueces y les queremos hablar a los funcionarios y jueces, para que recorriendo estas páginas puedan comprender y entender un poco más la compleja dinámica del abuso sexual de niños, niñas y adolescentes. Tratar de acercarnos desde lo cotidiano, desde el contacto directo con las madres y con los pequeños, transmitir nuestras vivencias y que podamos llegar a sus corazones, además de llegar a su razón, porque la combinación de corazón y razón es lo que hace falta para ser justo, ético y humano, atributos fundamentales para el abordaje de este tipo de situaciones. Espero que podamos ofrecer algunas respuestas, algunas explicaciones, algunas fundamentaciones que les puedan ser de utilidad a la hora de enfrentarse a una madre de hierro.

Entonces, es a ellas a quienes queremos dedicar este libro, a ellas que pelean por sus hijos y para intentar que el resto de los actores puedan llegar a comprenderlas. Me gustaría que los que elijan leer este libro puedan entender qué cosas ocurren cuando un niño o una niña es abusado o abusada sexualmente, para que de una vez por todas quede claro que el abuso sexual infantil no es una fantasía, no es algo que ocurre en los barrios pobres, no es algo que pasa lejos de mí. Los y las invito a reflexionar y recordar, piensen si alguna vez no vivieron una situación de abuso, si no la vivió algún conocido o alguien cercano, sean sinceros con ustedes mismos y enfrentemos juntos esta realidad que nos sigue golpeando día a día.

Introducción

Escribir este libro ha sido casi una obligación que nos debíamos, organizarlo fue todo un desafío. Queremos que sea una herramienta, que sea una guía de acciones, que no pierda su profundidad científica, que resulte útil para las madres, para los abogados, para los psicólogos, los trabajadores sociales, los jueces, los funcionarios, pero que fundamentalmente cuide y proteja a los niños, niñas y adolescentes víctimas de abuso sexual.

Menuda tarea, esperamos haberla logrado…

Dividiremos el libro en tres partes. En la primera, separada en cuatro capítulos, abordaremos las cuestiones teóricas. En el capítulo I nos referiremos al abuso sexual infantil, su definición, tipos, características. Abordaremos los indicadores y las etapas en las que se divide el proceso del abuso. Trataremos el incesto de manera específica, diferenciándolo del resto de los abusos sexuales.

En el capítulo II realizaremos una revisión de los conceptos de género y de violencia de género, desde la hipótesis de que las madres de hierro sufren violencia institucional por el principal hecho de ser mujeres.

El capítulo III nos conducirá al lugar de las madres como co-víctimas del abuso de sus hijos, veremos los avatares del develamiento, los múltiples duelos que deberán atravesar y el desarrollo de los mismos. También nos ocuparemos de las dificultades que tendrán para reconocerse en ese lugar, el de otra víctima, e identificarse con sus niños. Veremos cómo atraviesan ambos etapas similares y tienen características psicológicas similares.

En el capítulo IV abordaremos algunas características de las madres en el abuso sexual infantil, trataremos de sistematizar la información de acuerdo con el grado de conocimiento que del abuso de sus hijos poseen y de acuerdo con sus antecedentes personales.

La segunda parte del libro está destinada a los diferentes modelos de intervención y se divide en dos capítulos.

En el capítulo V trabajaremos sobre el rol del psicólogo junto a las madres de los niños y niñas víctimas de abuso sexual. Cuál es su función, qué se debe y qué no se debe hacer en estos casos. Haremos un recorrido sobre las distintas técnicas que se utilizan para el diagnóstico del abuso sexual y sobre los distintos momentos de su intervención. Recorreremos de manera exhaustiva la modalidad de intervención, de acuerdo con el posicionamiento de la madre, en relación con el conocimiento de los hechos de abuso sexual vividos por sus hijos o hijas.

En el capítulo VI nos centraremos en las recomendaciones que podemos ofrecerles a las madres de niños y niñas víctimas de abuso sexual, qué hacer y qué no hacer, cómo observar, cómo actuar, cómo conversar.

La tercera parte contiene tres capítulos. En el capítulo VII nos abocamos a la búsqueda de ayuda legal, el abogado, la denuncia, dónde, cómo, cuándo. Hacemos una descripción de los ámbitos judiciales, las instancias, los actores. Abordamos el mito de la falsa denuncia y los avatares de las declaraciones testimoniales de los niños y niñas víctimas. Cerramos el capítulo con las dificultades que se presentan en los ámbitos judiciales y algunas opciones de solución.

En el capítulo VIII nos centramos en el marco normativo y jurídico del abuso sexual infantil, tanto civil como penal, y describimos someramente la legislación de todas las provincias argentinas.

En el capítulo IX recorremos Latinoamérica analizando las Leyes vigentes y la situación de la infancia con relación a la violencia y a la vulneración de derechos.

Esperamos que este libro resulte de utilidad, en primer lugar para las madres de las pequeñas víctimas de abuso sexual, para los profesionales que trabajan con estos temas y para todos aquellos que de una u otra manera se hallen vinculados a niños, niñas y adolescentes que han sufridos abuso sexual.

PRIMERA PARTE

CUESTIONES TEÓRICAS

CAPÍTULO I

El abuso sexual infantil

1. Abuso sexual infantil

A continuación, intentaremos dilucidar qué es el abuso sexual infantil y qué el incesto, cómo se los define comúnmente, cuáles son sus indicadores para poder identificar al niño/a víctima y cuáles son sus secuelas tanto psíquicas como emocionales. También, reflexionaremos acerca de las incidencias socio-culturales que el abuso tiene en nuestra sociedad.

a. Definición

Una definición que es consensuada por casi todos los autores especialistas en el tema es:

Se considera abuso sexual infantil (ASI) a involucrar al niño en actividades sexuales que no llega a comprender totalmente, a las cuales no está en condiciones de dar consentimiento informado, o para las cuales está evolutivamente inmaduro y tampoco puede dar consentimiento, o en actividades sexuales que transgreden las Leyes o las restricciones sociales. El ASI se manifiesta en actividades entre un niño y un adulto; entre un niño y otro que, por su edad o por su desarrollo, se encuentra en posición de responsabilidad, confianza o poder. Estas actividades –cuyo fin es gratificar o satisfacer las necesidades de la otra persona– abarcan pero no se limitan a: la inducción a que un niño se involucre en cualquier tipo de actividad sexual ilegal, la explotación de niños a través de la prostitución o de otras formas de prácticas sexuales ilegales y la explotación de niños en la producción de materiales y exhibiciones pornográficas. ¹

En general, se considera que el abusador debería tener 4 ó 5 años más que su víctima; sin embargo, la diferencia de edad en sí misma no es lo único importante a tener en cuenta. A la hora de definir los comportamientos abusivos también debería hacerse hincapié en:

• Las diferencias de poder físico

El abusador es quien impone su poder físico sobre la víctima, quien debe someterse sin posibilidades de elegir libremente respecto de su propio deseo. Por lo tanto, si el abusador apenas tuviera uno o dos años más que su víctima pero fuere mucho más fuerte físicamente que esta (lo cual es algo muy común entre varones y niñas) no estaría exento de culpabilidad.

• Las diferencias de poder psicológico

Se considera abusador a quien es capaz de imponerse psicológicamente a su víctima, ejerciendo un control mental sobre esta, debido a características de personalidad psicopáticas que lo harían más hábil a la hora de mentir, engañar, embaucar, manipular y traicionar a su víctima. Por lo tanto, si el abusador ejerciera su poder psicológico sobre la víctima (lo cual es algo muy común entre agresores con un alto grado de inteligencia y niños mucho más frágiles emocional y psicológicamente) no estaría exento de culpabilidad.

• Las diferencias de conocimiento

El abusador es quien tiene un mayor conocimiento respecto de los temas relacionados con la sexualidad y, por lo tanto, está en una posición de ventaja a la hora de comprender cabalmente el significado y las consecuencias de la actividad sexual en la cual está involucrando a su víctima, la cual sería incapaz de defenderse por carecer de la suficiente información que le permite registrar objetivamente no sólo aquello que le están haciendo sino, además, sus consecuencias.

• Las diferencias en las necesidades satisfechas

El abusador busca satisfacer sus necesidades sexuales colocando a su víctima en lugar de objeto fetiche y no en lugar de sujeto deseante. En estos casos, la víctima no es considerada como un ser humano individual y libre sino como una extensión de sí mismo, quien se supone debería obedecerlo en todos sus deseos.

b. Términos relacionados con el abuso sexual infantil

Abuso endogámico

Es el abuso sexual que se produce dentro del hogar familiar.

Abuso exogámico

Es el abuso sexual que se produce fuera del hogar.

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