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El Parkinson
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Libro electrónico122 páginas1 hora

El Parkinson

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A medida que vamos cumpliendo años y entramos en etapas más avanzadas de nuestra vida empezamos a experimentar en muchas ocasiones cambios físicos que pueden estar además asociados a enfermedades añadidas y limitan muchas veces nuestras funciones de la vida diaria, disminuyendo nuestra calidad de vida. Una de estas enfermedades asociadas a la edad que nos paraliza primero, pues ralentiza nuestros movimientos, y nos agita después, al aparecer diversos tipos de temblores, es la de Parkinson, un trastorno degenerativo y crónico del sistema nervioso central de progresión lenta que con el tiempo va incapacitando a la persona que la padece. En este libro, el lector podrá encontrar información relativa a la historia de la enfermedad, si es o no hereditaria, si podemos prevenirla y diagnosticarla, los principales tratamientos actuales y sobre todo el esfuerzo que la comunidad científica está llevando a cabo para encontrar un tratamiento que pueda frenar esta “parálisis agitante”
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento21 ene 2016
ISBN9788490970102
El Parkinson
Autor

Carmen Gil

Es científica titular del CSIC, experta en el diseño, síntesis y estudio de nuevos fármacos con aplicación en el campo de las enfermedades neurodegenerativas, fundamentalmente.

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    El Parkinson - Carmen Gil

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    ¿Qué es el Parkinson?

    A medida que vamos cumpliendo años y entramos en etapas más avanzadas de nuestra vida, como la versión 6.0 o década de los sesenta, empezamos a experimentar en muchas ocasiones cambios físicos que pueden estar además asociados a enfermedades añadidas y limitan muchas veces nuestras funciones de la vida diaria, disminuyendo nuestra calidad de vida. Una de estas enfermedades asociadas a la edad que nos paraliza primero, pues ralentiza nuestros movimientos, y nos agita después, al aparecer diversos tipos de temblores, es la enfermedad de Parkinson.

    La enfermedad de Parkinson, también conocida simplemente como Parkinson, es un trastorno degenerativo y crónico del sistema nervioso central de progresión lenta que con el tiempo va incapacitando a la persona que la padece. Frecuentemente se clasifica como un trastorno del movimiento, aunque también produce alteraciones en algunas funciones mentales como la memoria, el aprendizaje y la expresión de las emociones. La enfermedad de Parkinson es crónica, lo que quiere decir que persiste hasta el final de la vida, y también es progresiva, lo que significa que sus síntomas empeoran a medida que avanzan los años. No es una dolencia contagiosa, a pesar de que cada vez haya más número de pacientes, y, aunque algunos casos de la enfermedad de Parkinson parecen ser hereditarios, la gran mayoría son esporádicos, es decir, aparecen de forma espontánea sin tener una transmisión directa de una generación a otra. La enfermedad de Parkinson también se llama parkinsonismo primario o enfermedad de Parkinson idiopática. El término médico idiopático significa origen desconocido, por lo que Parkinson idiopático significa que a día de hoy no se conoce la causa que produce esta afección.

    La enfermedad de Parkinson pertenece a un grupo de enfermedades llamadas trastornos del movimiento. Los cuatro síntomas principales son temblor (en las manos, los brazos, las piernas, la mandíbula y/o la cabeza); rigidez o agarrotamiento de las extremidades y el tronco; bradicinesia, o lentitud en los movimientos; e inestabilidad postural o deterioro del equilibrio. A medida que se vuelven más pronunciados, los pacientes pueden tener dificultad para caminar, hablar o completar otras tareas sencillas. No todos los que padecen uno o más de estos síntomas tienen la enfermedad, ya que esta sintomatología clínica puede deberse a veces a otras enfermedades.

    La enfermedad de Parkinson representa el segundo trastorno neurodegenerativo por su frecuencia, situándose por detrás de la enfermedad de Alzheimer. Está extendida por to­­do el mundo y no hace distinciones entre sexos ni razas, por lo que afecta tanto a varones como a mujeres, y a los caucásicos como a los subsaharianos o asiáticos. Es frecuente que aparezca a partir del sexto decenio de vida. El riesgo de la enfermedad aumenta con la edad, y dado que la esperanza de vida media está en ascenso en las sociedades desarrolladas, los analistas esperan que el impacto económico y en la salud pública de esta dolencia aumente a medida que la población envejezca. Además de esta variedad tardía de la enfermedad, existe otra versión precoz que se manifiesta en edades inferiores a los 40 años e incluso se han descrito casos en me­­nores de 20 años.

    En la actualidad, el diagnóstico de la enfermedad de Parkinson está basado en la clínica, puesto que no se ha identificado ningún marcador biológico. Por ello, el diagnóstico de la misma se basa en la detección de los tres síntomas característicos, rigidez-temblor-bradicinesia, y en la exclusión de otros posibles trastornos por medio de técnicas de imagen cerebral o de analíticas sanguíneas. En el año 1997, la Organización Mundial de la Salud estableció que el 11 de abril se celebraría el Día Mundial del Parkinson, con el objetivo de acrecentar la concienciación de las necesidades de las personas aquejadas de esta dolencia. Esta fecha fue escogida al coincidir con el nacimiento de James Parkinson, el médico británico que la describió por primera vez.

    James Parkinson, el médico que dio nombre a la enfermedad

    La enfermedad de Parkinson fue descrita por primera vez en 1817 por James Parkinson, un médico británico que publicó un artículo sobre lo que llamó la parálisis agitante o shaking palsy. En este artículo, expuso los síntomas principales de un conjunto de seis pacientes londinenses que él mismo trataba, describiendo así el temblor característico del descanso, la postura anormal en la marcha, la parálisis con fuerza muscular disminuida, y la forma en que la dolencia progresaba con el tiempo.

    Antes de esta publicación científica, varias fuentes antiguas recogen síntomas similares a los que pueden observarse en la enfermedad de Parkinson¹. Los primeros indicios de una posible sintomatología parkinsoniana se encuentran en textos ayurvédicos, medicina tradicional hindú, que, aunque fueron editados más tarde, probablemente daten del año 2500 a.C. En ellos se describen diferentes tipos de temblores, algunos asociados a falta de movimiento, babeo y otros síntomas presentes en el Parkinson. Esta afección, en los tratados de medicina tradicional hindú, se denomina Kampavata y se trata con extractos derivados de la hierba Mucuna pruriens. Va­­rios siglos después, en un papiro egipcio de la XIX dinastía (1350-1200 a.C.), se descubre el relato del estado de un rey anciano que padece parálisis y lo que sería la sialorrea, o excesiva saliva, típica del Parkinson avanzado. En algunos pasajes de la Biblia existen también referencias al temblor o alteraciones posturales propios de la enfermedad de Parkinson. Finalmente, Galeno (129-199/217), el médico más influyente de la era clásica tras Hipócrates, menciona en sus compendios diferentes tipos de temblor y alteraciones de la marcha.

    A partir del siglo XV, importantes figuras como el polifacético Leonardo da Vinci, artistas como Shakespeare o Rembrandt y los médicos Silvio de la Boe, Johanness Babtiste Sagar, Gaubius, Boissier de Sauvages, John Hunter y Chomel hacen referencia en sus obras al temblor y otros trastornos motores.

    Leonardo da Vinci, una de las mentes más originales de todos los tiempos, reconoció también lo que hoy denominamos enfermedad de Parkinson. Fascinado por la estructura y el funcionamiento del cuerpo humano, Leonardo se dio cuenta, allá por el año 1500 de nuestra era, que algunas personas sufrían movimientos involuntarios y a la vez dificultades para realizar los movimientos que ellos querían hacer: Esto aparece claramente en los paralíticos cuyos miembros temblorosos se mueven […] sin el permiso del alma, alma que con todo su poder no puede evitar que estos miembros tiemblen.

    Dos siglos más tarde, el famoso cirujano inglés John Hunter probablemente se estaba refiriendo a la enfermedad de Parkinson cuando comentaba un fenómeno extraño observado por él en varios pacientes: un temblor severo del que el paciente no mostraba queja sobre el cansancio muscular aun estando en constante movimiento. Cuando Hunter hizo esta puntualización en una conferencia en Londres en 1776, entre su audiencia se encontraba un brillante estudiante de 21 años llamado James Parkinson, que posteriormente, en el año 1817, publicaría su famoso monográfico sobre la parálisis agitante (An Essay on the shaking palsy).

    Este trabajo omite muchos de los síntomas que posteriormente se relacionarían con la enfermedad, pero inteligentemente Parkinson logra integrar en un único trastorno síntomas que hasta ese momento eran considerados de diferentes enfermedades. Además, señala la diferencia entre el temblor de reposo típico del parkinsonismo y otros tipos de temblor. Este trabajo, en su momento, tuvo escasa repercusión fuera de sus

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