Al contrario que los piojos, el uso de las sanguijuelas en medicina tiene su justificación. Estos pequeños vampiros previenen la gangrena, restablecen la circulación y presión sanguíneas y descongestionan los vasos sanguíneos extrayendo la sangre sobrante. Pero ¿qué pasa con los otros vampiros? Sabemos que no existen (¿seguro?), pero no cabe duda de que hay quien se cree que lo es y, por lo tanto, necesita del rojo elemento en su vida. Esta pulsión no surge de la ficción ni del cine, sino de una atracción erótica hacia la sangre y la idea de que transmite ciertos poderes.
En el siglo XVIII, algunos médicos recomendaban a sus pacientes que comiesen piojos. En particular, un tal Lesser afirmaba, en 1742, que estos molestos insectos