MEIGAS SOBRENATURALES
Es un hecho que algunos de los relatos recogidos en los procesos del Tribunal de Santiago contra las meigas podrían adquirir una nueva dimensión a la luz de los modernos estudios en el ámbito de la parapsicología. Y, ojo, esto no lo digo yo. Lo dijo la Santa Inquisición en sus informes oficiales. Por ejemplo, en los procesos inquisitoriales de Ana Álvarez, Eufemia de Marcas, María Díaz y otras, los mismos testigos de la acusación reconocen que las meigas solucionaron sus enfermedades. En el caso del proceso contra Helena de Pombar, una de las testigos afirma que la meiga había descubierto el paradero de un pequeño caballo que se les había extraviado.
Fray Antonio de San Román, procesado por la Inquisición de Galicia en 1606, fue acusado de protagonizar fenómenos de bilocación. Incluso estando recluido en su celda con un cepo en penitencia, los testigos afirmaban haberlo visto en otras ciudades, no solo de Glicia, sino de todo el reino.
En 1692, Francisca del Río, vecina de San Martín do Morrazo (Pontevedra) que no sobrevivió a su estancia en las cárceles secretas de la Inquisición, fue acusada de provocar fenómenos paranormales. En su presencia algunas personas eran atacadas por palos y piedras, «sin poder reconocer quien las tiraba y ocasionando grandes ruidos e inquietudes en la casa donde asistía, maltratando a los sacerdotes que acudían a bendecir dicha casa». Escribe el profesor Diego en su libro La profesión de las meigas (Cydonia, 2021): «Esta meiga podía hacer levitar piedras y palos y dirigirlos contra las personas». Fenómeno tipificado en la bibliografía paranormal como litotelergia y documentado en infinidad de casos similares.
FENÓMENOS PARANORMALES
La litotelergia, como cualquiera de los fenómenos denominados psi-kappa por los parapsicólogos, eran interpretados por los inquisidores como evidencia demoníaca. Ya en el (un exhaustivo libro sobre la caza de brujas que después de ser publicado en Alemania en 1487 tuvo docenas de nuevas ediciones), Heinrich Kramer sentenció:
