LUCES CONTRA LA SUPERSTICIÓN
Para los tribunales civiles y eclesiásticos del siglo XV al XVIII, el simple hecho de que hubiese mujeres que sabían distinguir plantas venenosas de otras que no lo eran podía ser razón más que suficiente para que acabasen quemadas en la hoguera o, en el mejor de los casos, injustamente encarceladas. El crimen de brujería –sólo el 8% de los procesos judiciales abiertos entre 1540 y 1700 en España corresponden a esta causa– consistía en un compendio de imputaciones por el supuesto uso de magia para provocar daños morales y desgracias terrenales como peste, heladas, hambrunas, malas cosechas y un sinfín de adversidades. Se creía que había mujeres que se reunían en aquelarres a los que llegaban volando sobre sus escobas, que sacrificaban niños y que eran capaces de metamorfosearse en gatos domésticos.
Se extendió la creencia de que la cristiandad tenía un nuevo enemigo: la hechicería, creada por el diablo.
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