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Hombre Celta
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Libro electrónico215 páginas1 hora

Hombre Celta

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En un mundo asolado por la oscuridad, ella será su salvación.

Los Vikingos están a punto de perder la batalla contra los británicos. Creyeron muerto a su comandante, pero ahora éste lucha del lado del enemigo.

Llaman a Erik el sajón traidor, aquél que mata a los suyos. El príncipe y heredero al trono está enamorado de una feroz mujer escocesa. Debe decidir entre el amor y la lealtad.

Su familia y su ejército se encuentran en ruinas. Él puede ser el único capaz de salvarlos. Sin embargo, la mujer que ama espera un hijo suyo. Debe elegir entre ambos.

**Este es el 3° libro de una serie Histórica de Vikingos y de Romance Escocés.**

*Esta NO es una serie erótica sino una historia de amor romántico. *

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento22 may 2016
ISBN9781507142103
Hombre Celta
Autor

Lexy Timms

"Love should be something that lasts forever, not is lost forever."  Visit USA TODAY BESTSELLING AUTHOR, LEXY TIMMS https://www.facebook.com/SavingForever *Please feel free to connect with me and share your comments. I love connecting with my readers.* Sign up for news and updates and freebies - I like spoiling my readers! http://eepurl.com/9i0vD website: www.lexytimms.com Dealing in Antique Jewelry and hanging out with her awesome hubby and three kids, Lexy Timms loves writing in her free time.  MANAGING THE BOSSES is a bestselling 10-part series dipping into the lives of Alex Reid and Jamie Connors. Can a secretary really fall for her billionaire boss?

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    Hombre Celta - Lexy Timms

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    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada, ni introducida en cualquier sistema de recuperación, o transmitida, en forma alguna, o por cualquier medio (electrónico, mecánico, fotocopiado, grabación u otro) sin el previo consentimiento escrito tanto del propietario del copyright y del publicista de este libro.

    Este es un trabajo de ficción. Los nombres, personajes, lugares, marcas, medios, e incidentes son, ya sea el producto de la imaginación del autor, o utilizados de manera ficticia. Cualquier semejanza con una persona, viva o muerta, eventos, o lugares es entera coincidencia. El autor reconoce el estatus de las marcas comerciales registradas y sus propietarios, de los diversos productos a los cuales hace referencia este trabajo de ficción, los cuales pueden haber sido utilizados sin permiso. La publicación o uso de estas marcas comerciales no se encuentra autorizada, asociada con, ni es patrocinada por sus propietarios.

    ––––––––

    Todos los derechos reservados.

    Copyright 2015 por Lexy Timms

    Saga Corazón de la Batalla

    Vikingo Celta

    Libro 1

    Runa Celta

    Libro 2

    Hombre Celta

    Libro 3

    C:\Users\hjnru_000\Documents\Viking Romance\CELTIC COVERS\Celtic Mann Facebook Cover Art.jpg

    En un mundo asolado por la oscuridad, ella será su salvación.

    Los Vikingos están a punto de perder la batalla contra los británicos. Creyeron muerto a su comandante, pero ahora éste lucha del lado del enemigo.

    Llaman a Erik el sajón traidor, aquél que mata a los suyos. El príncipe y heredero al trono está enamorado de una feroz mujer escocesa. Debe decidir entre el amor y la lealtad.

    Su familia y su ejército se encuentran en ruinas. Él puede ser el único capaz de salvarlos. Sin embargo, la mujer que ama espera un hijo suyo. Debe elegir entre ambos.

    Este es el 3° libro de una serie Histórica de Vikingos y de Romance Escocés.

    Esta NO es una serie erótica sino una historia de amor romántico.

    ––––––––

    C:\Users\hjnru_000\Documents\Viking Romance\CELTIC COVERS\Heart of the Battle Poster.jpg

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    CAPÍTULO UNO

    Erik

    Habían pasado dos semanas.

    Dos semanas cuestionándose a sí mismo todos los días. No tuvo elección en el asunto. Había tenido que regresar a Dinamarca. Una vez que las cosas se hubiesen enderezado, podría volver. Volvería a esa pequeña finca en medio de Britania para buscar a su mujer.

    Con cuánta desesperación deseaba creer en esa mentira.

    La idea de que ella estuviese con otra persona lo dejaba sin aire y colmado de una furia ciega. ¿Cómo había llegado a involucrarse tanto con ella? Golpeó su mano con el puño. ¿En qué estaba pensando? ¿En que serían capaces de vivir juntos en una finca como la de su padre y nadie diría una sola palabra?

    Sus sueños triviales lo habían llevado a arruinar la vida de ella. Si ella estaba esperando un hijo suyo, ¿cuál era la posibilidad de que cualquier otro hombre la convirtiera en una mujer honesta? Gruñó ante el pensamiento y siguió hacia adelante. Miró a su derecha y asintió a John, su amigo más cercano en esta guerra además de su primo.

    Marcus.

    La furia hervía en sus venas. La muerte no sería justa para pagar por esa pérdida.

    ¿Cómo diablos habían llegado tan lejos las cosas? Su propia familia complotada para robar el trono, y lo deseaban con tanto ímpetu que habían tomado la vida de su hermano, Nathaniel. Asesinado.

    —Conozco esa mirada, Erik. —John siguió con la mirada hacia adelante; sabía que era mejor que mirar a Erik a los ojos.

    —¿La que dice que odio el hecho de que sigamos caminando? —Erik miró a John a los ojos.

    —La cascada se encuentra solo a un día de distancia. Hablo de la mirada que dice que desearías que las cosas fueran diferentes.

    Erik presionó los labios formando una línea tensa, antes de admitir finalmente.

    —Lo sé, pero esta vida aún tiene que complacer mis deseos y demandas.

    —¿Y qué te gustaría que fuese diferente? Eres venerado y el Rey de Dinamarca, el país más grandioso del mundo.

    —Sin embargo, mi familia vuelve a sufrir otra pérdida. —Erik estiró los hombros—. Necesito matar algo pronto o es posible que me vuelva loco.

    —Estoy seguro de que pronto tendremos la oportunidad. La muerte parece estar empecinada en seguirte –a nosotros– no importa a donde vayamos. —John se corrigió rápidamente; conociendo a Erik, se lo tomaría a modo personal.

    —Eso es porque la traemos con nosotros. Como un presagio de oscuridad. Además, matar y tomar... no estoy seguro de si conocemos otro camino. —Erik suspiró y se alejó del grupo. Se detuvo junto a un pozo de agua, mientras los cinco o seis hombres que lo acompañaban reían y hablaban entre sí. Sólo un pequeño puñado de hombres se habían unido a él en la batalla contra los escoceses. Aquellos pocos fieles que conocían la verdad acerca de su muerte. Impactar a todos en el campo de batalla era la sacudida que todos necesitaban para perder el valor y la batalla; aunque el verdadero deseo de Erik era tener un puñado de hombres junto a él.

    John había llevado a los hombres al límite de la ciudad el día que Erik había cabalgado para encontrarse con Linzi. Les había indicado que esperasen allí. Él necesitaba privacidad y su confianza era prácticamente inexistente. Nadie podía saber acerca de ella. Saber que se encontraba segura, y protegida, en las tierras de su padre, era una de las pocas cosas que le permitían sentir paz mental.

    Las lágrimas en los ojos de ella casi lo habían destrozado. Había estado tan cerca de dejarla venir con él, de tomar a esa fiera pelirroja y colocarla sobre el caballo frente a él.  Pero sus noticias lo habían cambiado todo... terminando por condenarlo.

    Él podía con todo lo que le sucedía a sí mismo, pero si ella se encontraba a su lado, estaría más propenso a poner toda la atención al cuidado de ella. La tendría bajo resguardo en todo momento y, las cosas habrían salido bien, pero su confesión acerca de estar esperando un hijo... ¿Creía él que ella sabía de lo que estaba hablando?

    Erik sacudió la cabeza; intentó alejar los pensamientos antes de que le quitaran por completo su convicción. Su madre lo necesitaba. Su país demandaba su atención. Por más que estuviese desesperado por escaparse de todo, no podía. El último deseo de su padre había sido el instrumento que lo clavaría a la estaca. Lucharía por sus tierras, por la sangre derramada por su familia para la corona de Dinamarca durante años.

    No tenía manera de sobrevivir a la pérdida de su pequeño. Ese sería su fin. Apenas habían estado juntos. Era muy poco probable que estuviese esperando un hijo. No eran más que mentiras de la bruja. Se inclinó para colocar la soga en la cima del pozo. Esa cosa vieja le recordaba al que se encontraba en la propiedad de Linzi; al lago justo debajo del pozo de agua.

    La noche que habían disfrutado lavándose entre sí, había sido más que perfecta. Nunca había permitido que una mujer se ocupase de él. Sólo tenían permitido tener sexo y, rara vez lo hacía. Linzi había desarmado sus barreras, permitiéndole soñar otra vez.

    Ahora estaba sola sin él, en medio de una guerra que él mismo había comenzado. Tomó el cubo de agua al alcanzar la superficie, y deslizó una mano dentro del agua fría para beberla. ¿Cuánto lo odiaría ella? La escena en la cual él la había dejado marcaría sus recuerdos para siempre.

    Ella no había guardado silencio. Sus emociones se acumularon, estallando de manera violenta mientras golpeaba su rostro y su pecho. Nunca antes se había sentido tan cerca del llanto en toda su vida. Era para mejor; sin embargo, había dejado una parte de su alma, y todo su corazón, con una joven de ojos de gacela en el corazón de Escocia.

    —Oye, ¿vas a compartir eso o sacarás tu carta de realeza? —rio John al palmear el hombro de Erik.

    Erik dio un paso hacia atrás, sosteniendo el cubo para su amigo.

    —Nah... nunca seré de la realeza más que por la sangre.

    John rio.

    —Todavía intento superar la conmoción de saber que estás vivo. Sé que ya pasaron un par de semanas, pero los hombres no dejan de hablar de ello. ¿Cómo sobreviviste y qué diablos sucedió?

    —La avaricia de Marcus, sucedió. —Erik apretó los dientes antes de añadir—. Una mujer me salvó la vida. —Pasó las manos por su cabello, rascando con suavidad y luego con más fuerza.

    —Espero que hayas sacado ventaja de su bondad —dijo John con una sonrisa irónica en los labios.

    —¿Tienes una navaja de hoja pequeña?

    —Sí. Déjame buscar mi bolso. ¿Crees tener piojos?

    —No lo sé, pero siento picazón en la cabeza y no estoy dispuesto a asumir riesgos.

    —¿Dónde diablos está tu navaja? ¿La que te dieron tus padres?

    —Está en mi bolso. Necesita ser afilada. —Erik desvió la mirada hacia sus hombres. La navaja contenía demasiados recuerdos, tanto buenos y malos. La dejaba dentro de su bolso, para evitar sentir la memoria de las manos o de la mirada de ella. De su suspirar. Era mejor así. No necesitaba otro recordatorio de sus manos en este momento; de ella salvando su vida y de él arruinando la de ella.

    —Tu madre se sentirá muy decepcionada si pierdes tus hermosos mechones. Hace muchos años que no tenemos un rey calvo.

    —Sí, porque todos murieron antes de llegar a la edad adulta. —Erik tomo el cubo de vuelta y llamó a los otros, entregándoselo a uno de los otros hombres al seguir a John.

    —Apúrate. No me da confianza permanecer aquí durante demasiado tiempo. —John retiró la mano de su bolso y le entregó la navaja a Erik.

    —Estoy esperando una buena pelea. Necesito sacar a flote la agresión que siento. Asumo que mi primo ya habrá logrado llegar a Dinamarca. El sólo hecho de pensarlo me revuelve el estómago.

    —Lo dudo. Tenía un desastre que limpiar el día que nos fuimos. —John asintió en dirección al pozo—. Yo haré las guardias. Mantente al margen. Haz lo que debas hacer.

    Erik terminó de afeitarse; su cabeza lucía calva y suave como la de Marcus la última vez que lo había visto. El viaje al muelle no sería difícil, pero los hombres comenzaban a lucir cansados. Erik miró a su alrededor; no veía demasiadas opciones para ellos. El sol descendía del cielo y la noche se acercaba. Podían dormir en el bosque y tomar turnos de guardia.

    Si eran descubiertos como Vikingos, sería inevitable una pelea, pero si volvían sobre sus pasos, por los lugares que ya habían conquistado, la amenaza de ser descubiertos se reduciría al mínimo.

    —Te vez diez años mayor. —Rio John al acercarse a Erik.

    —Me siento como un hombre mayor. —Erik movió los hombros cuando el ruido de algo detrás suyo llamó su atención. Levantó la mano para alertar a su amigo; pero John no captó la señal.

    —Cuéntame más sobre esta joven que cuidó de ti. Por favor dime que era escocesa. No sabes cuánto he deseado penetrar a una de esas hermosas jóvenes.

    Erik ignoró a su amigo mientras se daba la vuelta para observar la línea del bosque mientras el atardecer se instalaba, formando sombras en los árboles. Su mente debía de estar engañándolo. Sin embargo, sus entrañas difícilmente lo hacían.

    —Desafortunadamente, yo desarrollé sentimientos por la joven, así que esto es lo mejor.

    John rio.

    —¡El amor es para los débiles, mi amigo! No necesitas arruinar tu vida con todos esos sentimientos. El matrimonio es un acuerdo, uno que se arregla con una mujer débil, endeble y dócil que tu madre escoge para ti. —Él rio mientras Erik le golpeaba el pecho.

    —Cállate por un minuto. Algo no está bien. —Erik miró a John a los ojos; su mirada estrecha al intentar escuchar.

    John le dio la espalda a Erik para observar a través de los límites del bosque.

    —¿Amor? ¿Te enamoraste, primo? —la voz de Marcus resopló a sus espaldas.

    Erik se dio la vuelta despacio con una ligera sonrisa en la boca.

    —Grandioso, primo. Te estaba esperando.

    Marcus cruzó los brazos sobre su pecho mientras John se daba la vuelta sorprendido.

    Sólo las serpientes podían escabullirse sin ser detectadas.

    —Nada como despojar a un hombre de su orgullo y su honor. —Erik inclinó la cabeza, la adrenalina fluía por sus venas. Cuán agradecido les estaba a los dioses de que su primo asesino se encontrase frente a él y no en Dinamarca con su amada madre.

    —¿A dónde está la pequeña flor que robó tu corazón, Príncipe Erik? —espetó Marcus; su mirada oscura y desalmada. Había seis hombres detrás de él, sería una pelea perfectamente justa.

    —No tengo la más mínima idea de lo que estás hablando. —Erik utilizó su visión periférica, tenía que haber más hombres en el bosque.

    —Ahh, pero sí que lo sabes... —Marcus permaneció

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