Si llueve no me culpes

Por Manuel Gutiérrez Tutor

Amor, desamor, ausencias, locura, paradojas... Nunca nada indiferente, vacío, estéril. Presencias, vida, muerte...
"Si llueve no me culpes" es un compendio de la vida y del mundo, de las personas y de la sociedad, de sus miedos, sus anhelos, sus inquietudes mundanas y también ocultas. Como gotas de agua que trae la lluvia, los poemas de este libro te empaparán en cuanto abras sus páginas.

• Idioma: Español
• Editorial: Ushuaia Ediciones
• Fecha de lanzamiento: 18 mar 2016
• ISBN: 9788416496112

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Amor, desamor, ausencias, locura, paradojas... Nunca nada indiferente, vacío, estéril. Presencias, vida, muerte...

Si llueve no me culpes es un compendio de la vida y del mundo, de las personas y de la sociedad, de sus miedos, sus anhelos, sus inquietudes mundanas y también ocultas. Como gotas de agua que trae la lluvia, los poemas de este libro te empaparán en cuanto abras sus páginas.

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Si llueve no me culpes

Manuel Gutiérrez Tutor

www.ushuaiaediciones.es

Si llueve no me culpes

© 2016, Manuel Gutiérrez Tutor

© 2016, Ushuaia Ediciones

EDIPRO, S.C.P.

Carretera de Rocafort 113

43427 Conesa

[e-mail]

ISBN edición ebook: 978-84-16496-11-2

ISBN edición papel: 978-84-16496-10-5

Primera edición: marzo de 2016

Diseño y maquetación: Dondesea, servicios editoriales

Todos los derechos reservados.

www.ushuaiaediciones.es

A Lorena,

por su paciencia infinita con mis poemas

¡Y he de caer en ti, vegetal ambrosía,

raro grano que arroja el sembrador eterno,

porque de nuestro amor nazca la poesía

que hacia Dios se alzará como una rara flor!

Charles Baudelaire

Carlota

Hoy, solo hoy, paseando a saltitos detrás de la iglesia, donde el huerto de jeringuillas, me ha venido al pensamiento Carlota.

La inolvidable Carlota, un saco lleno de buenas intenciones al que nunca supo quitar la cuerda, sino atarlo más fuerte.

Creo que quiso ganarse un muslo de Dios sin llegar a ser monja. Creo que quiso pilotar aviones antes de aprender a ir en bicicleta.

Carlota era como un bombón envuelto en papel higiénico: si la querías tocar, si te acercabas a ella, te manchaba de mierda. Enseñaba orgullosa su dedo corazón apuntando a Dios y sonreía, mostrando esa dentadura blanca como una sábana de hospital y peligrosa como la misma sábana de hospital.

Por aquel entonces le decía al profesor que quería ser monja y poder tocar a Dios,