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Réquiem por Leonora
Réquiem por Leonora
Réquiem por Leonora
Libro electrónico229 páginas9 horas

Réquiem por Leonora

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Reinaldo Villarroel, un talentoso ingeniero natural de Maracaibo, se casa con la italiana Leonora,y ese hecho marcará su vida para siempre y la de todos los que le rodean. Cuando la hija de ambos hereda la fortuna de su abuelo, Reinaldo tendrá que hacer frente a recuerdos del pasado. Héctor Estrada narra la historia de este maracucho con numerosas referencias a la historia de Venezuela e Italia.
IdiomaEspañol
Editorialenxebre books
Fecha de lanzamiento17 jun 2014
ISBN9788415782216
Réquiem por Leonora

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    Réquiem por Leonora - Hector Estrada

    Réquiem por Leonora

    Héctor Estrada Parada

    Título: Requiem por Leonora

    Diseño de la portada: Aly Romero

    Primera edición: Enero, 2013

    © 2013, Héctor Estrada Parada

    © 2013, Aly Romero

    Derechos de edición en castellano reservados para todo el mundo:

    © 2013, Enxebrebooks, S.L

    Campo do Forno, 7 – 15703 A Coruña

    www.descubrebooks.com

    ISBN: 978-84-15782-21-6

    Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública y transformación de esta obra sin contar con autorización de los titulares de la propiedad intelectual.

    A Héctor Estrada Martínez,

    Isabel Teresa Parada,

    Isolina Parada y

    Laura Suárez.

    …Hicieron el milagro de que tuviera un padre y tres madres.

    En el mundo no hay ser más equivocado que aquel que piensa que los demás siempre están equivocados

    Primera Parte

    CAPÍTULO I

    Aquella tarde de agosto de 1958, el calor era endemoniado y como ya era rutinario en los últimos cuatro meses, Reinaldo Villarroel Arteaga regresaba de las instalaciones del Ministerio de Obras Públicas, ubicadas en la muy transitada y bulliciosa avenida Sucre en el oeste, caminando hacia el centro de Caracas. Había obtenido la misma respuesta: No hay vacantes por ahora,chico , si quieres te acercas por la gobernación a ver si en el Plan de Emergencia te enchufan. Había escuchado comentar a Alberto Ravell en el programa Entretelones por Radio Continente, que el presidente de la Junta de Gobierno, contralmirante Wolfgang Larrazábal Ugueto renunciaría al alto cargo, con la intención de lanzarse como candidato presidencial en los siguientes comicios, lo que seguramente significaría el fin de ese programa laboral.

    Rey no entendía cómo para él y su familia podría representar una solución el tener un empleo de media jornada por un tercio del salario y sin hacer casi nada la mayor parte del tiempo. Él, quien acababa de salir de los sótanos de la Seguridad Nacional, ingeniero civil con abundante experiencia en construcción, no tenía opciones en un país que comenzaba a enrumbarse hacia caminos de una casi desconocida democracia. Todo empezaría a cambiar para bien y para mal. Con gran desconsuelo contemplaba cómo todos los políticos, humanos al fin, mudan de aires cuando tienen en sus manos alguna cuota de poder, por pequeña que esta sea. …Ahora resulta que todo lo que estaba haciendo el régimen de Pérez Jiménez estaba mal, ¡qué falta de objetividad, carajo! Ni yo, que estuve preso injustamente durante meses y fui torturado solo por ser un presunto adeco, dejo de reconocer las obras que realizó o inició el tarugo; seguramente ahora van a paralizar cuanto se estaba desarrollando por la única razón de que es obra de la dictadura.

    Rey se graduó con honores de ingeniero civil en la Universidad Central de Venezuela en 1952, justo hacía seis años, y había sido empleado por una empresa constructora privada, propiedad del magnate italiano Filippo Gagliardi. De este se decía que tenía tratos con las más altas esferas del gobierno de Pérez Jiménez, el cual había emprendido una gran cantidad de obras de envergadura. Si bien es cierto que se decía, tanto en el país como en el exterior, que el régimen cambiaba kilómetros de carreteras por la sangre de los adversarios de la dictadura.

    Rey se dejó caer pesadamente en una de las bancas de la plaza Bolívar con sus casi noventa kilogramos y ciento ochenta y ocho centímetros, para descansar un poco y despejar su mente un tanto embotada. Después iría a su casa con las manos vacías y el alma estropeada de tanto vivir, amar y sufrir. Recordó con nostalgia que las cosas no siempre fueron así. Trató de visualizar un feliz regreso a casa, después de una normal jornada: su mujer Leonora y su pequeña consentida Angélica de casi tres añitos, corriendo hacia él y echándole los brazos. ¡Ah, Leonora, cuánto han cambiado las cosas en apenas cuatro años…!

    Se habían casado en Maracay con la condescendencia de la familia de ella. La ceremonia fue en exceso suntuosa y asistió la gente más acomodada y rancia del estado Aragua y la capital; hasta el mismo Presidente de la República, ya que el suegro de Rey era muy estimado en los círculos sociales y políticos, por tratarse de un próspero industrial italiano que había contribuido en gran medida al desarrollo regional y nacional.

    Esa noche la italianita, a sus esplendorosos dieciocho años, lucía rutilante ceñida en su costosísimo traje de novia, diseñado y confeccionado en Milán por una modista prima de Filippo, la mundialmente conocida y reconocida Carla di Biancoforte —no por pariente menos virtuosa y cara.

    Al hacer su entrada en el salón donde se efectuaría la recepción, todos los invitados volvieron la mirada al mismo tiempo atraídos y maravillados por la imponente elegancia y belleza sin par de la chica. No era alta, a lo sumo un metro sesenta, pero poseía una figura espectacular, de medidas perfectas. Una rubia cabellera le servía de marco a un rostro angelical cuyo elemento sobresaliente eran sus ojos, de un azul casi artificial, nariz perfiladísima y como remate, unos labios carnosos y sensuales. Leonora era una auténtica beldad, a lo que sumaba el glamour que solamente se adquiere educándose en Europa y codeándose con la flor y nata de la sociedad, incluida la realeza de algunos países en los que aún perdura la monarquía o por lo menos, los títulos nobiliarios.

    El primero en recibirla al pie de las escaleras y felicitarla fue su tío Giovanni, el hermano menor de su madre, con quien la muchacha tenía una relación muy especial, tanto, que cuando iban al teatro, al cine o a bailar, mucha gente pensaba que eran novios. Reinaldo se veía muy apuesto en su traje de etiqueta, era un joven alto de aspecto atlético, fuerte y con facciones como esculpidas, de ojos negros y grandes que exponían su gran inteligencia; sin duda él, a la par, tenía su público entre las damas invitadas, muchas de las cuales suspiraban con la certeza romanticoide de que asistían a una boda real. Aunque casi se trataba de la unión entre un plebeyo y una princesa.

    Al regresar de la luna de miel, la cual fue un periplo por el Caribe, Rey comenzó a trabajar en la constructora de su suegro.

    Bene bambino, aquí está tu oficina, espero que estés a gusto. Por ahora no tendrás mucho que hacer, má poco a poco.—Y haciendo un gesto con la mano derecha, juntando las puntas de los dedos hacia arriba, se retiró excusándose—: Voy a mi despacho para atender una llamada molto importante.

    Un minuto más tarde Filippo alzaba el auricular arrellanado en su confortable sillón capitoné, al fondo de su amplio despacho, solo para encontrarse —lo cual le molestaba en grado sumo—, con la voz de una secretaria que le anunció que en pocos segundos estaría en conferencia con el mismísimo presidente de los Estados Unidos de Venezuela.

    —¿Qué tal Felipito, cómo le va? Trabajando duro por el país como todos nosotros, me imagino.

    Ciao coronello ¿Come andiamo? Sí, trabajando duro para durar trabajando.

    —Claro que sí, no podía ser de otra manera. Oiga Felipe —dijo con su inconfundible acento andino, pronunciando la f como soplando entre los labios—, necesito que se persone mañana a primera hora en Miraflores para una reunión de alto vuelo, revisaremos los proyectos del Banco Obrero que le vamos a encargar. —Y bajando la voz a tono de complicidad, agregó—: ¡Después de que su compañía gane las licitaciones, por supuesto!

    D’acordo signore presidente, domani per la mattina a las ocho en punto estaré en su despacho para enterarme de los detalles y comenzar a tramitar la parte financiera del proyecto.

    —Bien, el mayor Martín Parada, mi mejor piloto, estará esperándolo en la base aérea de Palo Negro a las cero seiscientas, dispuesto a despegar en cuanto usted aborde, para traerlo hasta La Carlota, donde le esperará una limonsina.

    Arrivederci coronello —replicó el italiano colgando el teléfono.

    Filippo Gagliardi arribó a Venezuela después de la segunda guerra mundial. Las relaciones entre Estados Unidos e Italia se deterioraban progresivamente.

    En marzo de 1941, el gobierno de Estados Unidos retuvo 28 barcos mercantes italianos en los puertos del país y arrestó a las tripulaciones, que habían saboteado las embarcaciones por orden del agregado naval italiano en Washington. Además, exigió la inmediata destitución del funcionario, ante lo cual Italia respondió de la manera más cursi, exigiendo la destitución del agregado militar estadounidense en Roma.

    En junio, las propiedades del gobierno italiano en Estados Unidos fueron confiscadas, ante lo cual Italia actuó de igual manera con las propiedades estadounidenses en el país. La alineación de países alcanzó su punto de máxima tensión en diciembre, cuando Mussolini, tras el ataque japonés a Pearl Harbor, declaró la guerra a Estados Unidos. En 1942, el fascismo italiano tenía ante sí un panorama desalentador. En el norte de África las efímeras victorias ítalo-germanas se desvanecían ante las ofensivas enérgicas lanzadas por los británicos. Las tropas del Eje sufrieron serios reveses en el frente ruso. Las guarniciones itálicas de ocupación en Albania, Yugoslavia y Grecia sufrieron pérdidas de consideración, a causa de la resistencia planteada por las respectivas guerrillas.

    Mientras, el pueblo italiano —siempre paga el pueblo los errores de sus gobernantes—, se enfrentaba a un crudo invierno debido a la escasez de alimentos y combustible para calefacción y transporte; el control alemán sobre el país, la corrupción e ineficacia de los oficiales fascistas y el incumplimiento de las leyes de racionamiento por parte de los más ricos e influyentes, contribuía a crear un ambiente dominado por la falta de moral. En octubre, los británicos protagonizaron una serie de ataques aéreos contra las ciudades industriales del norte del país. Por otra parte, las tropas británicas y estadounidenses establecieron bases aéreas en Argelia y Cirenaica y bombardearon el sur de Italia.

    El desprestigio político del régimen fascista iba cada día en aumento. Benito Mussolini asumió el control absoluto de los asuntos políticos y de las operaciones militares. Cuando en mayo las tropas del Eje fueron derrotadas en Tunicia, creó un Consejo de Defensa para prepararse contra una posible invasión aliada del país. Todos sus esfuerzos por reforzar las defensas y elevar la moral del país resultaron infructuosos ante los ataques aéreos de los aliados.

    En julio de 1943, después del sometimiento de la isla italiana de Pantelleria, lugar de vital importancia estratégica en el Mediterráneo, el ejército aliado invadió Sicilia. Días después, el presidente Franklin D. Roosevelt y sir Winston Churchill dirigieron un mensaje por radio al pueblo italiano pidiendo su rendición inmediata para evitar peores desastres. Al día siguiente, bombarderos aliados arrojaron sobre Roma panfletos advirtiendo de una arremetida contra las instalaciones militares cercanas a la ciudad y prometiendo no destruir edificios habitados y patrimonio histórico. Aproximadamente unos quinientos aviones aliados participaron en la destrucción de los arsenales, fábricas de pertrechos y aeropuertos próximos a la ciudad. El bombardeo generó una emigración masiva del pueblo romano y desencadenó el fulminante conflicto político. Durante el ataque, Mussolini se hallaba en Verona con Hitler decidiendo las acciones a tomar frente a la invasión aliada. A su regreso a Roma, se vio obligado a asistir una reunión del Gran Consejo Fascista para analizar la crisis del Ejército italiano. Después de un fuerte debate, el Consejo retiró su confianza a Mussolini.

    El 25 de julio, el rey Víctor Manuel III pidió su renuncia y lo puso bajo arresto militar. Posteriormente, encargó al mariscal Pietro Badoglio la formación de un nuevo gobierno, como primera medida de este gabinete se decretó la absoluta revocatoria de las organizaciones fascistas en Italia. Había quedado demostrado que Adolfo era un loco, Irohito un engreído desubicado y Benito un payaso, pero ¡cuánto daño pueden causar los locos, los desubicados y los payasos con una buena cuota de poder!

    Gagliardi, al igual que millares de pro fascistas italianos, abandonó la bota, cargando con lo que pudo. Aunque era solo un funcionario civil de tercera línea, tenía estrecho contacto con el Duce y era uno de sus favoritos, por lo que tenía acceso a recursos que eran prohibidos al ciudadano común, y como consecuencia, llegó a Sudamérica como un distinguido plutócrata que huía de los horrores de la guerra. Lo que no pudo convertir en dinero efectivo se lo llevó en joyas y obras de arte, que al poco tiempo y por efecto de la hipnosis que producía aún entonces,todo lo europeo en la sociedad caraqueña, proveyeron al italiano de una fortuna respetable.

    Corrían los días de la llamada Revolución de Octubre, que no fue otra cosa que una rebelión cívico-militar que derrocó al presidente general Isaías Medina Angarita, acaso uno de los estadistas más demócratas y progresistas que ha tenido Venezuela. Los cabecillas civiles y militares del pronunciamiento fueron respectivamente Rómulo Betancourt y Marcos Pérez Jiménez, cuyos nombres iban a resonar en los libros de la historia patria en los siguientes veinte o treinta años. Medina fue un militar civilista que sabía respetar los derechos humanos; propició y defendió la libertad de expresión; permitió la libre actividad de los partidos políticos; promovió una reforma de la Constitución que otorgó por primera vez el voto a las mujeres para elegir y ser elegidas concejales, así como la elección directa de diputados, además permitió la legalización del Partido Comunista.

    El 5 de mayo de 1941, fecha en que Medina asumió la Presidencia de la República, Venezuela tenía menos de cuatro millones de almas, Caracas, unas 270.000 y el presupuesto nacional era de trescientos millones de bolívares, leyó usted correctamente, son millones no billones. Se consideró un grave error suyo no haber llegado hasta la concesión del sufragio universal, directo y secreto, causa esgrimida por sus adversarios para justificar su caída. Antes de ejercer la primera magistratura, fue profesor de conocimiento de servicio y de castellano en la Escuela de Aspirantes a Oficiales y también de educación física en las Escuelas Federales de Caracas, en la Escuela Normal de Hombres y en el liceo Andrés Bello. Al ejercer estas tareas docentes, se relacionó con otros profesores y estudiantes de esos institutos, formando parte de grupos donde se discutían ideas y nuevas tendencias, mostrándose en esas ocasiones partidario de la autonomía universitaria. Más tarde, hizo amistad con otros intelectuales y formó parte del Grupo Atenas y del Club de los Siete. Con el profesor Antonio José Sotillo aprendió los métodos pedagógicos para aplicarlos en la Escuela Militar. Fue nombrado también jefe de servicio de la Dirección de Guerra del Ministerio de Guerra y Marina. Allí se inició su amistad con el general Eleazar López Contreras.

    Más que la oposición clásica entre dictadura y democracia, en los orígenes del movimiento de octubre estuvo el enfrentamiento entre dos directrices democráticas: una moderada, gradualista y de alguna manera elitista: el medinismo y otra más populista y radical, personificada por Rómulo y su bando. El 18 de octubre de 1945 por la mañana estalló la asonada en la Escuela Militar de La Planicie de Caracas. Ya en la tarde, había cundido a los cuarteles San Carlos, La Planta y Miraflores en Caracas y a la guarnición de Maracay. El cuartel San Carlos fue rescatado por tropas leales a Medina, mientras se generalizaban los tiroteos por las calles de Caracas. En la noche, el presidente analizó la situación. Se negó a atacar la Escuela Militar temiendo por la vida de los cadetes. En la mañana del 19 de octubre, las noticias de que la aviación y

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