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Manual 7. Las comunidades apostólicas
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Libro electrónico186 páginas4 horas

Manual 7. Las comunidades apostólicas

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"Quiero presentar esta serie de manuales a todos los Agentes de Pastoral, al tiempo que los exhorto a que los aprovechen en su crecimiento personal y , sobre todo, los promuevan en sus comunidades, para que cada vez haya más Agentes de pastoral que tengan bien cimentada su formación espiritual, humana-comunitaria, doctrinal y pastoral-misionera, según la inspiración del Documento de Aparecida” - Norberto Cardenal Rivera Carrera
Arzobispo Primado de México
IdiomaEspañol
EditorialPPC Editorial
Fecha de lanzamiento2 feb 2016
ISBN9786078315994
Manual 7. Las comunidades apostólicas

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Manual 7. Las comunidades apostólicas - Arquidiócesis Primada de México

PRESENTACIÓN

Conocer los orígenes de nuestra Iglesia

Volver a las fuentes es un proceso saludable en el que insiste el concilio Vaticano II. Los miembros del pueblo de Dios tenemos que conocer el comienzo del proyecto comunitario de Jesús de Nazaret. Es la oportunidad de entrar en contacto con la voluntad misma de Cristo, expresada en la Escritura, y con la vitalidad del Espíritu Santo, que fue inspirando a los que participaron en hacer realidad dicho proyecto.

El libro de los Hechos de los Apóstoles y algunas cartas apostólicas son la pauta que guía nuestra experiencia espiritual para conocer los orígenes de nuestra Iglesia. Como Jesús recorrió los caminos de Palestina, también los apóstoles, continuadores de su misión, pusieron en práctica el mandato: Vayan por todo el mundo y proclamen la buena noticia a toda criatura (Mc 16,15).

Los textos sagrados nos colocan en contacto vivo con la acción del Espíritu Santo, que provocó y acompañó la práctica itinerante de los primeros misioneros, los apóstoles y sus colaboradores laicos. Partiendo de Jerusalén llegaron a los confines del mundo entonces conocido, alcanzando a todos los destinatarios del mandato misionero de Jesús. Fue un inicio laborioso, entre la fe de algunos y el rechazo de otros; hubo continuidad con Israel, el pueblo de la Antigua Alianza, pero también novedad y adaptación a las nuevas culturas y realidades pastorales. Así, entre tensiones, persecuciones y martirio fueron brotando los pequeños núcleos de cristianos, centrados en la enseñanza apostólica, la fracción del pan, la oración. Estos pilares dieron origen a la fraternidad compartiendo lo material y lo espiritual.

Los núcleos de creyentes comenzaron por ser comunidades domésticas y se fueron estructurando bajo la responsabilidad de algunos miembros escogidos por los apóstoles, lo que dio origen a lo que conocemos como pastores o jerarquía de las iglesias locales.

Lo iniciado por los Doce y sus colaboradores laicos en aquella primera hora de la Iglesia lo continuamos hoy como proyección del mandato misionero de Jesús resucitado. Como dice el papa Benedicto XVI:

La Iglesia tiene la gran tarea de custodiar y alimentar la fe del pueblo de Dios, y recordar también a los fieles de este continente que, en virtud de su bautismo, están llamados a ser discípulos y misioneros de Jesucristo. Esto conlleva seguirlo, vivir en intimidad con Él, imitar su ejemplo y dar testimonio (DIA 3).

OBJETIVO GENERAL

El proyecto comunitario de Jesús de Nazaret

La convivencia diaria con Jesús fue escuela del Reino para sus discípulos.

En síntesis

Desarrollo del tema

LA PALABRA

1. Las doce tribus de Israel

La designación de los Doce apóstoles nos recuerda las doce tribus* de Israel. Cuando fueron llevadas al destierro, el profeta Ezequiel contempló esa situación como un inmenso campo desierto, lleno de huesos secos (cf. Ez, 37,1-14), sobre los que el Señor iba a enviar su espíritu, para darles nueva vida.

Esta realidad futura formaba parte de la esperanza israelita, que alcanzaría su cumplimiento cuando Yahvé:

  Los hiciera volver del exilio.

  Sellara una nueva alianza con ellos (cf. Ez 37,26ss).

  Alentara la construcción de un nuevo templo (cf. Ez 40,1).

  Propiciara un nuevo reparto de la tierra (cf. Ez 48,1ss).

  En definitiva, la esperanza de un nuevo pueblo y una nueva alianza.

TRIBUS DE ISRAEL

Se llaman así en el AT a los doce grupos nacidos de los doce hijos del patriarca Jacob (o Israel), reunidos en un solo pueblo en torno a la alianza con Yahvé.

2. Los doce apóstoles, signo del nuevo pueblo de Dios

Al elegir a los Doce, Jesús establece la continuidad con Israel. Esta elección simboliza la realización de la comunidad definitiva (escatológica*) esperada durante siglos. Los apóstoles son el signo del nuevo pueblo que traspasará las fronteras nacionales para llegar hasta los últimos rincones del mundo llevando el Evangelio. El desarrollo de esta misión seguirá el estilo de Jesús, que vino a buscar primero a la gente perdida de la casa de Israel (cf. Mt 10,6), anunciándoles la cercanía del Reino de Dios y realizando curaciones y milagros como señal de esta presencia (cf. Lc 9,2).

Así Jesús se presentaba como el cumplimiento de la profecía sobre un pastor que reuniría al pueblo disperso (cf. Ez 34,23).

ESCATOLOGÍA

Del adjetivo griego ésjaton, que significa último. Designa todo lo relativo a los últimos tiempos de la persona, de la historia y del mundo: juicio final, plenitud final de Jesús como Señor del mundo, de vivos y muertos.

3. Hasta los confines del mundo

Pero además de proclamar la presencia del Reino principalmente en Israel, también lo anunció a los extranjeros (cf. Lc 4,25-27; 13,29; 17,18; Mt 8,11), hasta llegar al punto más alto de esta apertura con su cuerpo entregado y su sangre derramada por todos (cf. Mt 26,28). Idéntico camino recorrerán los doce apóstoles. Ellos son judíos; sin embargo, llevarán la misión hasta los confines del mundo, haciendo realidad el anuncio de Isaías, que presenta a Israel como una señal para las naciones, pues hacia él caminarán diciendo:

Vengan, subamos al monte del Señor, al templo del Dios de Jacob. Él nos enseñará sus caminos e iremos por sus sendas (Is 2,3).

4. Los primeros seguidores

¿Cómo se integró el grupo de los discípulos de Jesús y qué formación fueron recibiendo? El círculo de los discípulos no estaba formado sólo por los Doce. Los evangelios nos hablan de un grupo más amplio.

  Hubo quienes siguieron al Maestro dejando familia, trabajo, incluso bienes materiales (cf. Mc 1,16-19); de entre ellos, algunas mujeres (cf. Lc 8,1-3).

  Otros pasaron de ser simpatizantes a discípulos que aceptaron el mensaje del Maestro, pero permanecieron en sus casas, aguardando la realización definitiva del reino proclamado (cf. Lc 19,8ss). Se encuentran repartidos por todo el país, de modo especial en Galilea, pero también en Judea, Betania y la Decápolis (cf. Mc 3,7-8).

5. Formación especial de los Doce

Las exigencias que implica seguir a Jesús se concentran en las bienaventuranzas (cf. Mt 5,1-11) y, más en general, en el Sermón del monte (cf. Mt 5-7).

Todo ello, al igual que las parábolas y demás instrucciones, son para todas las gentes de cualquier época.

Por lo pronto, el grupo de los doce apóstoles tendrá una formación particular para realizar la misión que Cristo les encomendará al frente de las futuras comunidades.

6. La convivencia diaria

La convivencia diaria con el Señor fue la escuela del Reino para los discípulos (incluidos los Doce). Allí comenzaron a aprender el nuevo estilo de vida fraterna, a saber:

  El mayor de la comunidad deberá ser el servidor de todos, a semejanza del Maestro que no vino a ser servido sino a servir (cf. Mt 20,27-28).

  En ella está excluida la violencia, y se trata más bien de llevar la paz (cf. Mt 10,17-23).

7. El mandamiento del amor

Las semillas de paz que van sembrando los discípulos exigen actitudes de perdón sin límites y la práctica del mandamiento del amor:

Mi mandamiento es éste: ámense los unos a los otros, como yo los he amado (Jn 15,12).

Siendo la comunidad escuela de comunión, todos trabajarán por superar las divisiones y los egoísmos, de modo que reine la caridad. La razón para actuar de este modo consiste en el testimonio del mismo Jesús y el testimonio de su Padre celestial misericordioso, que recibe a todos (cf. Lc 6,36) y hace salir el sol sobre buenos y malos (cf. Mt 5,45).

8. Solidaridad con los pecadores y los pobres

Pero fueron aprendiendo también el acercamiento y la solidaridad con los pecadores y los pobres. En contra de lo prescrito en la tradición judía, el Maestro comparte su mesa con ellos, ofreciéndoles la posibilidad de una nueva vida (cf. Mt 19), que significa comunión con él, con su Padre, con su Espíritu, y comunión entre hermanos.

En la nueva familia reunida y alimentada por Jesús, los discípulos desempeñan el servicio de administradores del alimento ofrecido por Jesús (cf. Mc 8,1-9).

9. Participar de la misma mesa con Jesús

Participar de

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