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Manual 11. La vida en Cristo: las bienaventuranzas
Manual 11. La vida en Cristo: las bienaventuranzas
Manual 11. La vida en Cristo: las bienaventuranzas
Libro electrónico201 páginas3 horas

Manual 11. La vida en Cristo: las bienaventuranzas

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"Quiero presentar esta serie de manuales a todos los Agentes de Pastoral, al tiempo que los exhorto a que los aprovechen en su crecimiento personal y , sobre todo, los promuevan en sus comunidades, para que cada vez haya más Agentes de pastoral que tengan bien cimentada su formación espiritual, humana-comunitaria, doctrinal y pastoral-misionera, según la inspiración del Documento de Aparecida” - Norberto Cardenal Rivera Carrera
Arzobispo Primado de México
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento2 feb 2016
ISBN9786079439057
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    Manual 11. La vida en Cristo - Arquidiócesis Primada de México

    PRESENTACIÓN

    La fuerza de las bienaventuranzas

    Las bienaventuranzas poseen la fuerza transformadora del Reino, capaz de cambiar los corazones, la sociedad y la misma Iglesia, para hacer de ellos lugares de justicia, paz y amor. Por ello este Manual forma parte del segundo ciclo, ya que las bienaventuranzas nos ayudarán a construir la comunión.

    Vivir las bienaventuranzas hará posible avanzar hacia la realización del proyecto pastoral de la Arquidiócesis, llevar el Reino de Dios a las culturas de la ciudad, ofreciendo un rostro misericordioso, pacífico, justo; así los discípulos misioneros daremos testimonio del mensaje cristiano en la ciudad.

    Las bienaventuranzas ocupan un lugar privilegiado en la vida del cristiano, ya que ellas constituyen el corazón del mensaje de Jesucristo, revelan su rostro. El Catecismo de la Iglesia afirma que:

    Las bienaventuranzas dibujan el rostro de Jesucristo y describen su caridad; expresan la vocación de los fieles asociados a la gloria de su pasión y de su resurrección; iluminan las acciones y las actitudes características de la vida cristiana; son promesas paradójicas que sostienen la esperanza en las tribulaciones; anuncian a los discípulos las bendiciones y las recompensas ya incoadas; quedan inauguradas en la vida de la Virgen María y de todos los santos (CEC 1717).

    El documento de Aparecida presenta las bienaventuranzas como la fuente donde se inspiran las actitudes de los discípulos misioneros. Ellas son los principios o valores que hemos de encarnar para responder a los retos del tiempo actual:

    En el seguimiento de Jesucristo, aprendemos y practicamos las bienaventuranzas del Reino, el estilo de vida del mismo Jesucristo: su amor y obediencia filial al Padre, su compasión entrañable ante el dolor humano, su cercanía a los pobres y a los pequeños, su fidelidad a la misión encomendada, su amor servicial hasta el don de su vida. Hoy contemplamos a Jesucristo tal como nos lo transmiten los evangelios para conocer lo que él hizo y para discernir lo que nosotros debemos hacer en las actuales circunstancias (DA 139).

    OBJETIVO GENERAL

    Las bienaventuranzas, camino de felicidad

    Las bienaventuranzas son un programa de vida, una ruta que conduce a los discípulos de Jesús a la auténtica dicha.

    En síntesis

    Desarrollo del tema

    LA PALABRA

    1. En busca de la felicidad

    ¿Te has preguntado alguna vez qué es lo que el hombre desea y busca como lo más importante? La respuesta general será: ¡La felicidad! Las personas creen hallarla en el dinero, diversiones, viajes, éxito, fama, estudios, comodidades… Es lo que la mercadotecnia nos ha hecho creer y sin embargo mucha gente es infeliz.

    ¿Qué le queda al hombre de todos los trabajos y esfuerzos que realizó bajo el sol? (Ecl 2,22).

    En lo más profundo de nuestros corazones hay un anhelo de felicidad. El problema está en cómo acertar el camino que nos conduzca a ella, a realizarnos como personas.

    2. El ser humano, llamado a ser dichoso desde el principio

    La aspiración a ser dichosos no estaría grabada tan profundamente en nuestros corazones si no fuera posible lograrla.

    Dios, al crearnos a su imagen y semejanza (cf. Gn 1,27), nos dotó de conciencia, inteligencia y libertad; con ello nos dio la posibilidad de ser constructores de nuestra propia felicidad.

    Pero la desobediencia del hombre y la mujer (cf. Gn 3,1-7), rompe la sintonía del plan de Dios, provoca un caos que arrastra tras sí su propio sufrimiento, detiene su crecimiento como hijos de Dios, e incluso llegan a no saber donde está su bien. Sin embargo Dios, por amor al hombre, no lo deja a la deriva, envía a su propio Hijo:

    Tanto amó Dios al mundo que le dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga la vida eterna (Jn 3,16).

    3. Jesús propone un programa de vida

    Jesús, el enviado del Padre, viene a nosotros para enseñarnos el camino. Propone las bienaventuranzas* del Evangelio como la ruta que nos llevará a la verdadera felicidad.

    Jesús enseña que la dicha auténtica está en ser pobres de espíritu, mansos de corazón, tener hambre y sed de la justicia; ser misericordiosos, tener un corazón limpio, trabajar por la paz, estar dispuestos a ser perseguidos y a sufrir por causa de la justicia (cf. Mt 5,1-12).

    BIENAVENTURANZAS

    Programa de felicidad expuesto por Jesús al inicio de su predicación en el sermón del monte (Mt 5,3-12; Lc 6,20-26).

    4. Las bienaventuranzas en contra de la lógica del mundo

    Mirar las bienaventuranzas con la mentalidad de nuestro tiempo suscita un conflicto interno. ¿Cómo ser felices en circunstancias que parecen ir en contra de la naturaleza, como llorar, no defender los propios derechos o ser perseguidos?

    Contra la lógica del mundo, los pobres, perseguidos, los que lloran… son felices porque Dios, en la persona de Jesús, viene a inaugurar su Reino en el que ya no dominará la ley del más fuerte, sino el amor de Dios que escucha el grito de los más desprotegidos (cf. Lc 4,18-19).

    El Papa Pablo VI dijo que las bienaventuranzas son uno de los textos más sorprendentes y positivamente revolucionarios. ¿Quién se habría atrevido a proclamar felices a los pobres, a los afligidos, a los hambrientos, a los perseguidos, a los insultados…? Esas palabras, pronunciadas en una sociedad basada en la fuerza, el poder, la riqueza, la violencia y el atropello podían interpretarse como un programa de maldad e indiferencia indignas del hombre. Sin embargo, son el anuncio de la nueva civilización del amor (cf. Pablo VI, Homilía con motivo de la XXV jornada mundial de los leprosos, 29 de enero de 1978).

    5. Las bienaventuranzas, expresión del amor de Dios

    ¿En qué se basa esta felicidad? En la certidumbre de que Dios nos ama infinitamente.

    Las bienaventuranzas contienen este gran mensaje del Padre: tú eres amado y aceptado, hay quien cuida de ti aún en el dolor, en las dificultades, en las persecuciones…

    El amor del Padre, que Jesús transmite en sus enseñanzas, conquista los corazones y atrae discípulos. Las bienaventuranzas han de comprenderse como expresión del amor de Dios, para evitar que se conviertan en una carga pesada, imposible de llevar, que obstaculice el Reino en la tierra.

    6. La felicidad, don presente y futuro

    Los hombres consideramos gozar de bienestar después de alcanzar lo que pensamos nos dará felicidad.

    Jesús procede a la inversa: los pobres no serán dichosos más tarde, lo son desde ahora mismo (cf. Mt 5,1-10). Esto se logra en la medida en que descubrimos que la felicidad va unida a la práctica de los preceptos evangélicos, y que depende de nosotros.

    Los afligidos son ahora felices, porque están seguros de ser consolados; los hambrientos de justicia, porque su hambre será saciada; los corazones rectos, porque verán a Dios.

    La felicidad ha iniciado ya y será plena en nuestra condición futura, de bienaventurados del cielo.

    Los cristianos no hemos de inquietarnos por buscar la felicidad, nuestra preocupación principal ha de ser vivir como pobres de espíritu, ser misericordiosos, rectos de corazón, justos…, y la felicidad vendrá por añadidura (cf. Mt 6,33).

    7. Lo que no son las bienaventuranzas

    A lo largo de la historia se han hecho interpretaciones reduccionistas de las bienaventuranzas. Tal vez nosotros mismos las hayamos visto así. Aquí algunas de las más comunes:

      Perfeccionismo. Solo quienes las cumplen se salvan. Esta postura centra la salvación en los méritos propios, sin la ayuda de la gracia.

      Obra exclusiva de la gracia. Afirma que la salvación es un don para los seres humanos y estos no tienen que hacer nada para obtenerla.

      Precepto imposible de cumplir. Según esta interpretación, Cristo presenta las bienaventuranzas para recalcar que nuestras propias fuerzas no pueden conseguir nada, por tanto son irrealizables.

      Ética para tiempos de crisis. Esta interpretación se basa en prepararnos a la venida de Jesús, pero olvida que las palabras de Cristo tienen toda la autoridad divina, válida para todo tiempo y lugar.

    Las bienaventuranzas son gracia y compromiso, camino que requiere de actitudes, pero no se reducen a una ética, son el itinerario hacia la felicidad, ruta de encuentro con Dios y los hermanos. Es entrar al Reino por la puerta angosta (cf. Mt 7,13-14).

    8. Ser bienaventurados es vivir abiertos a Dios y optar por el Reino

    Las bienaventuranzas resaltan dos aspectos:

      Pasivo: Las situaciones desfavorables que se hacen presentes en nuestra vida son ocasiones en las que Dios manifiesta su providencia, misericordia, amor… Jesús nos invita a vivir cualquier circunstancia, abiertos a su providencia, dejando en sus manos lo que no podemos solucionar.

      Activo: Son una opción por el Reino. Se

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