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En la cama con su mejor amigo
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Libro electrónico143 páginas2 horas

En la cama con su mejor amigo

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Información de este libro electrónico

De amigos íntimos a amantes.
Después de una noche de amor desatado, Marco Corelli se había convertido en alguien fundamental en la vida de Kat Jackson, porque estaba a punto de convertirse en el orgulloso padre de su hijo.
Kat no era capaz de entender cómo había podido acostarse con su mejor amigo. Siempre había logrado resistirse a sus innegables encantos, pero cuando la llevó a una isla privada para discutir el asunto, llegó la hora de enfrentarse con la verdad… que Marco y ella eran mucho más que amigos.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento25 sept 2014
ISBN9788468748801
En la cama con su mejor amigo
Autor

Paula Roe

Former PA, office manager, theme park hostess, software trainer, aerobics instructor and Wheel of Fortune contestant, Paula Roe is now a Borders Books best seller and one Australia's Desire authors.  She lives in Sydney, Australia and when she's not writing, Paula designs websites, judges writing contests, battles a social media addiction, watches way too much TV and reads a lot.  And bakes a pretty good carrot cake, too!

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    En la cama con su mejor amigo - Paula Roe

    Editado por HARLEQUIN IBÉRICA, S.A.

    Núñez de Balboa, 56

    28001 Madrid

    © 2014 Paula Roe

    © 2014 Harlequin Ibérica, S.A.

    En la cama con su mejor amigo, n.º 2002 - octubre 2014

    Título original: Suddenly Expecting

    Publicada originalmente por Harlequin Enterprises, Ltd.

    Todos los derechos están reservados incluidos los de reproducción, total o parcial. Esta edición ha sido publicada con autorización de Harlequin Books S.A.

    Esta es una obra de ficción. Nombres, caracteres, lugares, y situaciones son producto de la imaginación del autor o son utilizados ficticiamente, y cualquier parecido con personas, vivas o muertas, establecimientos de negocios (comerciales), hechos o situaciones son pura coincidencia.

    ® Harlequin, Harlequin Deseo y logotipo Harlequin son marcas registradas propiedad de Harlequin Enterprises Limited.

    ® y ™ son marcas registradas por Harlequin Enterprises Limited y sus filiales, utilizadas con licencia. Las marcas que lleven ® están registradas en la Oficina Española de Patentes y Marcas y en otros países.

    Imagen de cubierta utilizada con permiso de Harlequin Enterprises Limited. Todos los derechos están reservados.

    I.S.B.N.: 978-84-687-4880-1

    Editor responsable: Luis Pugni

    Conversión ebook: MT Color & Diseño

    Capítulo Uno

    Diez semanas atrás, Katerina Jackson había pasado una noche en la cama con su mejor amigo. Y había sido absolutamente maravillosa.

    En aquel momento, mientras iba por la carretera en dirección a Cairns, tuvo que enfrentarse con una imagen del hombre en cuestión, desnudo y sonriendo seductoramente.

    Por instinto, pisó el freno, y por un segundo evitó chocar contra el coche que estaba delante, parado en un semáforo.

    Frente a ella, un enorme cartel con la fotografía de Marco Corelli, el chico de oro de la liga francesa y el mayor goleador del Marsella en toda la historia del club, casi desnudo.

    Bueno, no estaba exactamente desnudo, pero los calzoncillos dejaban poco a la imaginación y las manos sujetando el elástico parecían decir «atrévete a tocarme».

    Kat sintió que le ardía la cara, pero no por los marcados pectorales, los fantásticos bíceps o los abdominales que desaparecían bajo el calzoncillo. No, era esa familiar y tentadora sonrisa, el cabello oscuro un poco despeinado, la promesa de placeres prohibidos en esos ojos sensuales.

    La cámara había capturado su hipnótico encanto, y ella tenía que pasar frente a aquel cartel cada mañana, con Marco mirándola como si recordase cada detalle de esa noche. Cómo la había hecho sudar, cómo la había hecho gemir, cómo la había hecho jadear.

    Kat apartó la mirada del cartel para concentrarse en la carretera cuando los coches empezaron a moverse.

    –Por favor, qué idiota soy –murmuró.

    Se trataba de Marco, su mejor amigo desde el instituto. El antiguo jugador de fútbol convertido en comentarista estrella, modelo de ropa interior y famoso casanova. Era su mejor amigo, su confidente, su cómplice, su consejero, su acompañante cuando necesitaba una cita y también el novio de su jefa, aunque tenía entendido que habían roto la relación.

    Recordó entonces sus muchas conversaciones con Grace sobre Marco. Sí, definitivamente habían roto antes de esa noche, de modo que no tenía ese dilema moral. Solo le quedaban dos problemas: no podía haber sido solo una noche loca con su mejor amigo, no, tenía que haberse quedado embarazada.

    «Si pudieras verme ahora, mamá. Todos los sueños que tenías para mí: una vida perfecta, una carrera perfecta, un marido perfecto, unos hijos perfectos».

    Angustiada, tuvo que hacer un esfuerzo para contener un sollozo mientras entraba en el aparcamiento del Canal 5. Después de mostrarle su identificación al guardia de seguridad, aparcó el coche y se dirigió al estudio de grabación. Una vez allí, tiró el bolso en el escritorio y comprobó los mensajes.

    Cuatro llamadas perdidas, una de su amigo Connor y tres de Marco; mas un mensaje de texto. Estaba de vuelta en la ciudad y tenían que hablar. ¿Tomamos una copa en el barco? Marco.

    Ella suspiró antes de responder:

    Lo siento, tengo mucho trabajo. Además, hay un aviso de ciclón, en caso de que no te hayas dado cuenta. Kat.

    Después, miró los mensajes que se habían enviado dos meses antes, un doloroso recuerdo de tiempos mejores.

    Que lo pases bien en Francia.

    Tengo que tomar un avión, pero deberíamos hablar de lo que pasó anoche.

    No hay nada que decir. Echemos la culpa al alcohol y olvidemos ha pasado, ¿de acuerdo?

    Si a ti te parece bien.

    Totalmente. Borrado de mi memoria en tres, dos, uno…

    Muy bien, nos vemos en unas semanas.

    Y ya estaba. Debido a sus diferentes horarios de trabajo no solían hablar por teléfono, aunque él le había enviado un par de fotos, pero había vuelto y quería quedar para charlar, como siempre. Y Kat no sabía qué iba a decirle.

    –No puedes seguir evitándolo –le confirmó Connor cinco minutos después, cuando le devolvió la llamada.

    –Pienso intentarlo.

    –No digas tonterías. Marco merece saberlo.

    Kat apoyo la cadera en la esquina del escritorio, suspirando.

    –Noto ese tono de desaprobación aunque estés en Brisbane.

    –Kat, no es que no lo apruebe. Además, yo soy de los pocos que sabe lo que has pasado en los últimos años, pero Marco merece saberlo.

    Connor siempre era sincero con ella. Marco, Connor, Kat y Luke, el Cuarteto Asombroso, se llamaban a sí mismos en el instituto. Todos con diferentes personalidades y temperamentos y, sin embargo asombrosamente estupendos cuando estaban juntos, como Marco solía decir. Él siempre había sido el más fanfarrón, un seductor nato, mientras su primo, Luke, era el que se metía en líos, el chico malo siempre buscando atención. Connor era el guapo silencioso y profundo. A veces daba miedo lo frío que parecía, aunque, irónicamente eso lo había convertido en el fabuloso empresario que era. Nunca dejaba entrar a nadie en su círculo íntimo salvo a sus tres amigos.

    –No puedo hacerlo. Estoy angustiada y tener que contárselo…

    –Es injusto, cariño. Marco no te haría eso.

    Kat se pellizcó el puente de la nariz y miró hacia la puerta, donde un auxiliar le hacía gestos para que fuese a la sala de maquillaje.

    –Tengo que colgar. Hablaremos más tarde.

    Connor suspiró.

    –Mantén la calma durante la tormenta.

    –Lo haré.

    Kat intentaba olvidar la conversación mientras iba a la sala de maquillaje cuando su teléfono volvió a sonar.

    Era Marco.

    –No quiero hablar contigo –murmuró, dejando que saltase el buzón de voz.

    –¿Evitando la llamada de algún novio?

    Kat miró a Grace Callahan, la estrella del programa matinal más visto de Queensland, sentada en la sala de maquillaje. Tenía cuarenta años, solo siete más que ella, pero su aspecto era el de alguien que gastaba una fortuna en su aspecto físico y estaba convencida de que era lo más importante en la vida. El pelo rubio sujeto en un complicado moño, el cuerpo trabajado en el gimnasio y bronceado de manera artificial…

    Sin embargo, a pesar de su aspecto, tenía una personalidad encantadora que atraía a la gente. Probablemente esa era la razón por la que Marco volvía con ella una y otra vez.

    Kat miró su móvil.

    –Solo es un hombre.

    –¿Ah, sí? ¿Un hombre de verdad, de carne y hueso? Dios mío, ¿dónde está mi teléfono? Quiero hacer una fotografía de este momento.

    –Lo dices como si yo fuera una monja.

    –Estaba empezando a pensar que lo eras, cariño. Pero esto es emocionante. Estoy harta de las noticias del ciclón Rory. ¿Puedo hablar de ello en el programa?

    Kat soltó una risita.

    –Ya sabes que no. Yo no soy noticia.

    –Claro que sí –Grace se miró al espejo por última vez antes de quitarse la bata–. Eres una celebridad y las celebridades siempre son noticia.

    –Por favor, no me lo recuerdes. Odio a la gente que es famosa por ser famosa.

    –Lo siento, cielo, pero tus pequeños escándalos han dado de comer a las columnas de cotilleos durante años. Solo hace falta otro para que vuelvan a hablar de ti –Grace se dirigió a la puerta y Kat la siguió.

    Era cierto. Aunque ella no era nadie especial, la hija de un conocido inversor y una directora de eventos, la prensa había tenido interés por ella desde que decidió soltarse el pelo a los diecisiete años.

    –Nunca contaste la verdad –siguió Grace, mirándola por encima del hombro mientras caminaban por el pasillo–. Sería estupendo: «La antigua juerguista Katerina Jackson por fin cuenta la verdad sobre sus matrimonios, el lado oscuro del fútbol francés y esas fotos escandalosas en la ducha».

    –Eso no va a pasar, Grace.

    –Podríamos empezar por el principio, incluso dedicar un programa entero. Hablaríamos de tu infancia, tu adolescencia, cómo pegaste a Marco cuando tenías catorce años…

    –Fue un empujón, no le pegué.

    –… y cómo terminasteis todos en el despacho del director como un moderno Breakfast Club.

    –Sabía que no debería haberte contado eso.

    Grace soltó una carcajada.

    –No voy a decir nada, a menos que tú quieras que lo haga, pero me parece fascinante que tus mejores amigos sean una estrella del fútbol, un banquero multimillonario y el sobrino de un mafioso. Todos machos alfa, todos completamente diferentes y todos noticia.

    Marco, Connor y Luke, sus mejores amigos desde el instituto, desde aquel día en el despacho del director que los convirtió en leyenda entre sus compañeros. Se habían hecho amigos porque los cuatro detestaban el instituto y compartían gustos por el cine, la música y juegos de ordenador.

    –¿Por qué estabais todos allí? –le preguntó Grace mientras entraban en el estudio.

    –Tú

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