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Juan Pablo II...¡Nunca te abandonarè! (Novela basada en las enseñanzas del papa Juan Pablo II)
Juan Pablo II...¡Nunca te abandonarè! (Novela basada en las enseñanzas del papa Juan Pablo II)
Juan Pablo II...¡Nunca te abandonarè! (Novela basada en las enseñanzas del papa Juan Pablo II)
Libro electrónico92 páginas1 hora

Juan Pablo II...¡Nunca te abandonarè! (Novela basada en las enseñanzas del papa Juan Pablo II)

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El pequeño Karol Josef Woytila (Juan Pablo II) se ha extraviado y en su búsqueda por volverá su hogar conocerá a un solitario y extraño niño quien ha perdido su fe en la vida, de esta forma ellos decidirán realizar juntos el viaje que los llevará de regreso a casa, no sin antes afrontar diversos obstáculos donde el pequeño Karol Josef brindará hermosas enseñanzas, de amor, compresión y perdón.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento3 dic 2015
ISBN9781311925022
Juan Pablo II...¡Nunca te abandonarè! (Novela basada en las enseñanzas del papa Juan Pablo II)
Autor

Rocio Hernando Orihuela

Rocio Hernando Orihuela en nació en la ciudad de Lima,Perú. A sus cortos seis años de edad escribiò su primeros cuentos.su inclinación temprana por literatura delataba un "don" al esbozar con cada palabra un talento que al paso de los años fue desarrollando a base de entrega y el profundo amor que solamente los escritores pueden ostentar. Las vìas que condujo su voz fueron atravès del cuento,el relato y la poesìa Haber nacido en un hogar con unos padres que se desempeñaron durante muchos años en la docencia,contribuyó a su apetencia por la literatura y la filosofía. Estudió Diseño Gráfico en el "Instituto Superior Diseño"y Ciencias de la comunicación,Escuela de Publicidad en "la Universidad Inca Garcilaso de la Vega

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    Juan Pablo II...¡Nunca te abandonarè! (Novela basada en las enseñanzas del papa Juan Pablo II) - Rocio Hernando Orihuela

    Juan Pablo II…

    ¡Nunca te abandonaré!

    Copyright © 2014

    Por Rocío Hernando Orihuela

    SMASHWORDS EDITION

    * * * * *

    Juan Pablo II…

    ¡Nunca te abandonaré!

    Copyright © 2014

    Por Rocío Hernando Orihuela

    http://www.facebook.com/RocioHernandoKlidleEbook

    versosdeagua@gmail.com

    www.etereatransfiguracion.blogspot.com

    www.rociohernando.redtienda.net

    * * * * *

    Smashwords Edition License Notes

    This ebook is licensed for your personal enjoyment only. This ebook may not be re—sold or given away to other people. If you would like to share this book with another person, please purchase an additional copy for each person you share it with. If you're reading this book and did not purchase it, or it was not purchased for your use only, then you should return to Smashwords.com and purchase your own copy. Thank you for respecting the author's work.

    La espiral de la violencia solo la frena

    el milagro del perdón.

    Juan Pablo II

    ÍNDICE

    CAPITULO I EL ENCUENTRO.

    CAPÍTULO III LAS BESTIAS.

    CAPÍTULO III TAN SOLO… ¡PIEDRAS!

    CAPÍTULO IV EL VIEJO Y LA CANTERA.

    CAPÍTULO V EL GITANO Y LA CORONA DE ESPINAS.

    CAPITULO VI ¡NÙNCA TE ABANDONARÈ!

    Juan Pablo II…

    ¡Nunca te abandonaré!

    CAPITULO I

    EL ENCUENTRO.

    En ese preciso instante, en algún lugar de Polonia, la neblina como la persistente lluvia que caía sobre mí debilitado cuerpo, se disipaban poco a poco dando paso a un tímido brillo solar, alentando la esperanza de que el duro invierno de 1,929 se desvanecería pronto.

    Había caminando por varios días y no recordaba en qué momento me había alejado de mi hogar, sobre todo me sobrecogía el temor de no saber cómo regresar. Si no fuera por algunos frutos que había recogido en el camino hubiera perecido de hambre. Sumido a este confuso instante, solo venía a mi memoria las palabras de mi madre suplicándome antes de ir a la escuela.

    – ¡Vuelve temprano hijo, te estaré esperando!

    Así como también recordaba la firme voz de mi padre, diciéndome:

    – ¡Cuida con tu vida ese dinero y no adquieras nada diferente de lo que te pido!

    Observé con detenimiento el lugar donde me encontraba y aprecié una extensa y hermosa campiña donde discurría en medio de ella un estrecho río, cuya corriente había perdido sus fuerzas al descender sus inquietas aguas, permitiendo e ciertas zonas ver su lecho.

    – ¡Será fácil cruzarlo! –dije animándome a continuar mi marcha, pues en ese instante había avistado una pequeña casita en el otro extremo del río, cuya abandonada fachada contrastaba con el hermoso y verde paisaje.

    Al instante me acerqué a su orilla y contemplé en su juguetona corriente mi redondo rostro de mejillas rojizas, enmarcadas con un corte de cabello de tipo militar. Llevaba puesto un polo de color verde agua por dentro y un grueso abrigo de color gris que hacía juego con mi pantalón de lana negro. De pronto sentí la necesidad de sumergir mi mano en la fría y apacible corriente borrando mi imagen por un instante de ella, mientras expresaba en voz alta.

    – ¡Es tiempo de seguir mi camino!

    De inmediato me incorporé y comencé a cruzar el río, pisando las piedras que encontraba sobre su lecho con sumo cuidado y estando a punto de llegar al otro extremo de la orilla cuando me resbalé, en segundos cerré mis ojos presagiando el inevitable dolor que sufriría al caer sobre esas angulosas piedras de disforzadas formas, es entonces cuando sentí cómo unas suaves manos sostuvieron mi espalda, enderezando mi cuerpo con delicadeza.

    – ¡Ten cuidado muchacho, te has podido dar un buen golpe! – dijo la desconocida voz.

    Al girar mi cuerpo me encontré a una mujer mayor de ondulado cabello negros y de tez clara, quien me sonreía, mientras clavaba su mirada en la mía con ternura y arreglaba delicadeza el gris abrigo que llevaba puesto.

    – Gracias señora –dije con timidez.

    – De nada niño, sólo ten cuidado – contestó con serenidad, mientras terminaba de cruzar el río junto conmigo tomándome de la mano.

    – Señora disculpe, me he perdido, y quisiera saber si usted conoce la ruta para llegar aún pueblo llamado Wadowice.

    – Pues para llegar allí tienes que hacer lo siguiente, pero será mejor que tomes nota de ello –– Indicó con alegría la mujer de grandes ojos castaños, de inmediato y con rapidez extraje de mi alforja color marrón que llevaba cruzada sobre mi hombro, un cuaderno, entonces con un lápiz, apunté con cuidado las indicaciones de la amable mujer, al cabo de unos minutos ella se despidió con amabilidad y se fue bordeando la orilla del rio en sentido contrario.

    Encontrándome de nuevo tan solo en este paraje, opté por sentarme en el suelo cayendo sobre mí un sentimiento de desconsuelo, entonces de manera inesperada observe pasar a una bella mariposa agitando sus alas, para luego posarse en una flor, de inmediato tuve la imperiosa necesidad de escribir en el sencillo cuaderno lo siguiente:

    En contacto con la naturaleza, nosotros asumimos el misterio mismo de la creación, que se abre ante nosotros con inaudita riqueza y variedad de seres visibles, y al mismo tiempo invita constantemente hacia lo que está escondido, que es invisible.

    No bien había terminado de plasmar estas líneas, cuando vi pasar a unos cuantos metros de mí, aún andrajoso hombre quien se dirigía río abajo husmeando entre los árboles algún fruto que pudiera comer, entonces un nuevo pensamiento vino a mi mente y con rapidez escribí en la blanca hoja:

    Con dolor la pobreza de muchos, en contraste con la opulencia de algunos… debemos sentir la pobreza ajena como propia... Los pobres no pueden esperar.

    Después de anotar esto, me levanté enseguida dirigiéndome a la vetusta casa, que yacía en silencio a algunos metros de distancia, cuando llegué a ella a pesar de su ruinoso aspecto, sentí la necesidad de rodearla varias veces con la esperanza de encontrar algún campesino que me diera cobijo, pero fue en vano; en los alrededores ni en su interior no se veía indicios de encontrar a otro ser vivo.

    –Baah, sí que está todo esto… ¡desolado! – murmuré con desconsuelo.

    Luego me senté debajo de una de la ventana dispuesta en la parte lateral de la vivienda, de inmediato comencé a quitarme el zapato de color negro y su correspondiente calcetín que exprimí hasta sacarle la última gota de agua, para luego colocármelos con premura, estaba a punto de realizar esta misma acción con el zapato izquierdo, cuando escuché el crujir de unas maderas en el interior de la casa me sobresaltaron, entonces con cautela me levanté a observar a través de la polvorienta ventana a pesar que se encontraba clavada en medio de ella dos maderos dispuestos en forma de equis, pasé mi mano sobre un pedazo de la superficie del vidrio quitándole el polvo y las telarañas que la cubrían, logrando

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