Moonlight

Por Connie Furnari

Kelly parece la típica chica afortunada: es rubia y guapa, y pertenece a una de las familias más ricas de Manhattan. Pero su mundo placentero esconde un secreto… Los Lancaster son un poderoso clan de licántropos, integrados durante décadas en la sociedad neoyorquina.

Al salir la siguiente luna llena, ella tendrá que enfrentarse con el lobo de la manada adversaria, los Whitefield, en una lucha en la que sobrevivirá solo uno, por el dominio del territorio.

Durante el baile de su iniciación Kelly huye, cansada de las personas mezquinas y sedientas de sangre que está obligada a frecuentar. Convirtiéndose en lobo blanco encuentra un misterioso licántropo con el que transcurre irresistible noche de pasión.

El día siguiente, despertándose en su jardín, se vuelve a encontrar abrazada a un chico muy guapo de ojos negros de nombre Eric, los dos desnudos, y los dos sin ser conscientes que sus destinos esperan cruzarse.

Inspirado en “Romeo y Julieta” pero con un final sorpresa alternativo, “Moonlight” es una novela paranormal empapada de golpes de efecto y de puro romanticismo shakesperiano entre los rascacielos de Nueva York.

La leyenda de un amor imposible y trágico, que apasiona y sigue las atmosferas de “Romeo y Julieta”, la película con Leonardo di Caprio y Claire Danes.

El eBook promocionado ha superado, en poco más de una semana, las 10.000 descargas y debido a una insistente petición se convertirá en una novela larga.

• Idioma: Español
• Editorial: BadPress
• Fecha de lanzamiento: 28 oct 2015
• ISBN: 9781507124185

Vista previa del libro

Kelly resoplaba una y otra vez mientras Jeanie explicaba el interminable monólogo sobre lo maravillosa que era la vida de su mejor amiga.

— ¡Será como en un cuento! Te espera un futuro de princesa —suspiró Jeanie, levantando la mirada al cielo. Parecía casi en éxtasis—. ¡Y tú no estás nada emocionada! ¿Pero cómo lo haces?

Kelly sujetó el bolso con una mano y siguió caminando nerviosa, manteniendo un paso rápido.

Para hacerle un favor a Jeanie, al salir de la escuela aceptó acompañarla a ir de compras por las calles de Manhattan, pero ahora ya no sabía cómo librarse de ella. Tenía que volver a casa antes que amaneciera o se metería en un lío.

—Me pregunto cómo sería el pertenecer a una de las familias más ricas de Nueva York —suspiró Jeanie mientras jugaba con sus dedos con un mechón de su largo pelo rojo—. Es increíble... ¡tu padre organiza un baile solo para ti y a ti te da exactamente igual!

Kelly miró hacia la calle con poco interés.

—No es tan bonito como parece, créeme. Gente que te impone lo que tienes que ponerte y cómo tienes que portarte.

—Ni imaginas la suerte que tienes —contestó la amiga, subiendo el tono de voz—. ¡Quién sabe cuántos hombres guapos encontrarás!

—Sí, seguro —volvió a contestar Kelly—. Todos guapetes malcriados con la baba en la boca, preparados para hacerse con el dinero de mi padre.

—Recuerda vigilar a Benji, quiero saber con detalle todo lo que hace y sobretodo con quién —precisó Jeanie. Llevaba muchos años enamorada de su hermano y, aunque Kelly le había dicho varias veces que no había esperanza, Jeanie todavía no se había rendido.

—Ya te he dicho que te olvides de Benji —le reprendió Kelly por enésima vez—. Eres demasiado lista para él. Normalmente prefiere las chicas con una gran talla de sujetador.

Esta vez fue Jeanie la que resopló. Se pararon a esperar en la acera, hasta que vieron llegar el autobús. Jeanie subió y le sonrió.

—Llámame entre un baile y otro, y cuéntame todas las novedades.

Al fin y al cabo era una buena chica y todo lo que quería era tener una vida más fácil, como todo el mundo.

Iban al mismo instituto desde hacía tres años y a Jeanie siempre le había gustado ver a la familia de su mejor amiga, sobretodo porque ella tenía un hermano mayor alto, guapo y rubio.

Kelly esperó a que el autobús desapareciera en el tráfico de Times Square y después se puso a correr preocupada. Estaba anocheciendo, así que no podía arriesgarse a coger un medio de transporte público, lleno de gente.

Cuando llevaba ya un cuarto de hora corriendo decidió que era mejor ir por un camino con menos gente, en caso que pasara lo que temía, así que se metió en una callecita.

El crepúsculo avanzaba y teñía de índigo las paredes de las casas. El maullido de un gato le asustó y le hizo correr más rápido.

La sangre estaba empezando a hervir en sus venas, tenía que darse prisa. Su corazón latía cada vez más fuerte, casi parecía explotar.

Faltaban pocos minutos.

Imaginó