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Espiritualidad emocionalmente sana - Día a día: Un peregrinar de cuarenta días con el Oficio Diario
Espiritualidad emocionalmente sana - Día a día: Un peregrinar de cuarenta días con el Oficio Diario
Espiritualidad emocionalmente sana - Día a día: Un peregrinar de cuarenta días con el Oficio Diario
Libro electrónico221 páginas2 horas

Espiritualidad emocionalmente sana - Día a día: Un peregrinar de cuarenta días con el Oficio Diario

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En este innovador devocional, Espiritualidad emocionalmente sana - Día a día, Peter Scazzero presenta la antigua disciplina espiritual del Oficio diario.

La premisa básica es simple: necesitamos detenernos intencionalmente, para estar con Dios más de una vez al día para que de la presencia de Dios sea real en nuestras vidas tan ocupadas. Scazzero ha integrado las enseñanzas de la espiritualidad emocionalmente sana en las lecturas del devocional para cada día.

Basado en el libro bestselling Espiritualidad emocionalmente sana, este devocional será ayuda ideal para cualquier persona que desee tener una comunión con Dios estructurada y más intencional. Cada día trae dos oficinas diarias, mañana/mediodía y mediodía/noche, donde cada pausa puede durar de cinco a veinte minutos.

IdiomaEspañol
EditorialZondervan
Fecha de lanzamiento25 ago 2015
ISBN9780829763812
Espiritualidad emocionalmente sana - Día a día: Un peregrinar de cuarenta días con el Oficio Diario
Autor

Peter Scazzero

Scazzero is senior pastor of New Life Fellowship Church in Queens, New York. He formerly served as a staff member with InterVarsity Christian Fellowship.

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    Una apoyo extraordinario para alcanzar una relación saludable con Dios y los que nos rodean.

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Espiritualidad emocionalmente sana - Día a día - Peter Scazzero

Reconocimientos

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Le quiero dar las gracias a Geri, mi esposa, mi mejor amiga con quien comparto mi jornada. Ella ha pasado incalculable horas meditando en oración y experimentando con estos Oficios Diarios en diferentes contextos. Su trabajo para crear las preguntas que llevan a la reflexión lleva el propósito de tocar nuestra alma y llevarnos a una experiencia personal con Dios. ¡Qué gran don!

Gracias.

Introducción

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La mayoría de los cristianos de hoy están batallando; en especial cuando se trata de pasar tiempo con Dios. Tal vez tú seas uno de ellos. Durante más de veintisiete años, he pastoreado en Queens, Nueva York, una gran iglesia urbana en la cual hay personas de más de setenta y tres naciones. Al mismo tiempo, he viajado por todo Estados Unidos y Canadá, dando conferencias a pastores y líderes de iglesias, observando a la iglesia en una amplia variedad de ambientes y denominaciones.

Esto es lo que he ido observando acerca de la situación espiritual actual de la mayoría de nosotros en nuestras iglesias de hoy. Estamos

• viviendo de la espiritualidad de otros.

• dispersados, fragmentados y desenfocados.

• física, espiritual y emocionalmente cansados.

• existiendo con una simple espiritualidad que tiene un par de centímetros de profundidad.

• orando y teniendo comunión con Dios con muy poca frecuencia.

• desinteresados en la búsqueda de Jesús.

• sintiéndonos atascados en nuestro peregrinar espiritual con Cristo.

• luchando por dejar de «vivir corriendo».

La razón de este libro es darte a conocer una disciplina espiritual revolucionaria llamada «El Oficio Diario». Cuando le damos una forma que se adecúe a nuestra personalidad, temperamento, situación en nuestra vida y vocación únicos, nos ofrece un ancla lo suficientemente poderosa para hacer que caminemos con más lentitud en medio de las incesantes demandas que nos presenta la vida.

El Oficio Diario es diferente a lo que hoy llamamos «tiempo de quietud» o «devociones». Lo normal es que el tiempo de quietud y las devociones tengan lugar una vez al día, por la mañana, y tengan sobre todo el propósito de «llenarme para el día», o «interceder por las necesidades que me rodean». El Oficio Diario normalmente tiene lugar al menos dos veces al día, y no es tanto un acudir a Dios para conseguir algo; su propósito es estar con Dios, tener comunión con él.¹

La meta del Oficio Diario, como en el caso del «tiempo de quietud», es que le prestemos atención a Dios a lo largo de todo el día en medio de nuestras actividades. Este es el gran reto que todos nosotros tenemos por delante. Tanto la enorme presión que ejerce el mundo, con los poderes demoníacos detrás de él, como nuestra propia voluntad tan obstinada, hacen que sea fácil vivir diariamente, sin estar constantemente conscientes de la presencia de Dios.

La palabra oficio se deriva del término latino opus, «obra, trabajo». Para la iglesia de los primeros tiempos, el Oficio Diario era siempre la «obra de Dios». Y nada debía interferir con esa prioridad.

Hace ya tres mil años, el rey David entendía esto. Practicaba unos momentos fijos de oración siete veces al día (Salmos 119:164). Daniel oraba tres veces al día (Daniel 6:10). Los judíos devotos de los tiempos de Jesús oraban en unos momentos fijos del día: en la mañana, al mediodía y por la noche. Estos momentos fijos de oración eran uno de los grandes tesoros de los israelitas, y les proporcionaban una forma de mantener su vida centrada en la invitación a amar a Dios con todo su corazón, mente, alma y fuerzas. Aun después de la resurrección de Jesús, sus discípulos continuaron orando a ciertas horas fijas del día (Hechos 3:1; 10:2–23).

Alrededor del año 525, un buen hombre llamado Benito estructuró estos momentos de oración alrededor de siete Oficios Divinos, entre los cuales incluyó uno para los monjes en medio de la noche. Escribió la Regla de San Benito para laicos, con el propósito de establecer reglas para la vida doméstica, de manera que podamos vivir (tan plenamente como le fuera posible) el tipo de vida que se presentaba en el evangelio. Era un medio para llevar una vida buena. En un punto de su Regla, Benito escribió: «Al escuchar la señal que llama a una de las horas de El Oficio Diario, el monje debe dejar de inmediato todo lo que está haciendo y acudir con la mayor rapidez posible. De hecho, no se debe preferir nada a la Obra de Dios [es decir, el Oficio Diario]».²

Todas estas personas se daban cuenta de que detenerse para estar con Dios, por medio de El Oficio Diario, era la clave para crear una familiaridad continua y fácil con su presencia para el resto del día. Yo sé que esto es lo que logra en mí.

El gran poder que tiene apartar tiempos breves para la oración de la mañana, el mediodía y la noche infunde en el resto de mis actividades del día una profunda sensación de lo sagrado… de Dios. Recuerdo que todo el tiempo es suyo. El Oficio Diario, cuando se practica con constancia, obra para eliminar la división entre lo sagrado y lo secular en nuestras vidas. Una de las mayores barreras que nos impiden a muchos de nosotros que pasemos momentos a solas con Dios, es la falta de una estructura flexible y equilibrada que nos guíe. Esta presentación de El Oficio Diario tiene la intención de proporcionarte un medio de servirte en tus momentos con Dios. Recuerda: Dios ha hecho diferente a cada uno de nosotros. Lo que funciona para una persona, no tiene por qué funcionar forzosamente para otra.

Como cualquier herramienta o disciplina poderosa, el Oficio Diario se puede convertir con facilidad en un nuevo legalismo. Por esta razón, solo te estoy presentando dos Oficios Diarios por día (uno para la mañana o el mediodía, y otro para el mediodía o la noche). Por ejemplo, puedes hacer uno en la mañana y otro al mediodía, o puedes hacer uno al mediodía y otro por la noche, antes de irte a la cama.

Tú mismo escoges la duración de tus Oficios. Recuerda que la clave está en mantener constante el recuerdo de Dios; no en la cantidad de tiempo que uses. Tus pausas para estar con Dios pueden durar desde dos minutos hasta veinte, o tal vez cuarenta y cinco. Mi esposa, Geri, y yo hemos decidido tener momentos más largos con Dios en la mañana, y después otros más cortos al mediodía y por la noche. Esto depende de ti.

A continuación, los cinco elementos que contiene cada Oficio que aparece en este libro:

1. Silencio, quietud y enfoque

Esta es la esencia de un Oficio Diario. Detenemos nuestra actividad y hacemos una pausa para estar con el Dios vivo. Las Escrituras nos ordenan: «Guarda silencio ante el SEÑOR, y espera en él con paciencia» (Salmos 37:7) y «Quédense quietos, reconozcan que yo soy Dios» (Salmos 46:10). Entramos a la presencia de Dios, y descansamos en ella; pero eso no es nada fácil. Hay tiempos en los que hago una pausa para mi oración del mediodía, y descubro que me paso todo el tiempo del que disponga, ya sean cinco minutos o veinte, enfocándome para descargar mis tensiones, distracciones y sensaciones, a fin de comenzar a descansar en el amor de Dios.

Cada Oficio comienza y termina con dos minutos de silencio. Todas las religiones practican el silencio. Lo que hace que el silencio sea exclusivo para nosotros, es que guardamos silencio ante el Señor. Esto te va a ser difícil, sobre todo al principio. Tanto nuestro mundo interno como el externo están repletos de ruidos y de distracciones. Por esta razón, es probable que esta sea la disciplina más exigente y menos experimentada entre los cristianos de hoy. Sé muy misericordioso contigo mismo en esto. Hay estudios que sugieren que el promedio de las personas o grupos solo pueden soportar quince segundos de silencio.

2. Las Escrituras

Aquí, lo importante es recordar que «menos es más». Yo he limitado la cantidad de textos bíblicos para cada Oficio. Léelos con lentitud, en voz alta si te es posible, meditando en las palabras o frases diferentes. Si Dios te indica que te detengas en un versículo, hazlo. Mantente atento en tu corazón a lo que Dios está haciendo dentro de ti. ¡No tienes necesidad de terminar todo el material que se te proporciona para cada Oficio! Permite que te guíe el Espíritu Santo.

3. La lectura devocional

La razón de estos devocionales es ayudarte a ensanchar tu caminar. He integrado en ellos riquezas de una amplia variedad de recursos: escritores espirituales antiguos, poesía, monjes, rabinos judíos hasídicos y literatura moderna, así como temas tomados de mi propio libro Espiritualidad emocionalmente sana, los cuales he relacionado con la lectura de las Escrituras. Estos devocionales son para leerlos lentamente y en ambiente de oración. Hay ocasiones en las que llego al Oficio del mediodía o de la noche con tanto en la mente, que comienzo por la lectura del devocional, para poderme detener y enfocarme. En ocasiones, los devocionales te van a hablar poderosamente sobre la situación en la cual te encuentras. Es posible que Dios te lleve a reflexionar y meditar sobre una oración o un párrafo determinado. En otras ocasiones, tal vez prefieras dejarlos a un lado. ¡Recuerda una vez más que la razón de ser del Oficio Diario es tener comunión con Dios; y no leer todo lo que esté escrito en una forma rápida!

4. La pregunta para meditar

Cada devoción termina con una pregunta para meditar. He escrito esas preguntas de manera que sean breves, pero profundas. Te sugiero que pongas por escrito las respuestas que le des a Dios. No te sorprendas si él te va llevando por una senda muy diferente con estas preguntas, cada vez que vuelvas a hacer el estudio. O bien, siéntete libre de pasarlas por alto, si no te resultan útiles.

5. La oración

Durante gran parte de mi vida cristiana, yo estuve en contra de las oraciones escritas. Sin embargo, en estos últimos años he encontrado que son un rico suplemento para mi vida devocional. Podrías orar con las palabras tal y como están escritas, o solo usarlas como inspiración, y orar con tus propias palabras. Una vez más, te aconsejo que las uses solo si te son útiles.

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He escrito Espiritualidad emocionalmente sana día a día para grupos pequeños, clases de escuela dominical e iglesias que estén haciendo el Curso EES (El Curso sobre la Espiritualidad Emocionalmente Sana).³ El tema de cada semana se basa en un capítulo de mi libro Espiritualidad emocionalmente sana. Si no perteneces a un grupo, te recomiendo encarecidamente que leas los capítulos señalados para el estudio de cada semana. Esto te familiarizará con sus profundos temas, y te permitirá integrarlos de una manera más efectiva. También me he dado cuenta al escribir este libro de que presenta una introducción accesible a una vida espiritual moldeada por el poderoso ritmo del Oficio Diario, tanto si la persona ha leído el libro, como si ha participado en un grupo que esté estudiando el cuaderno de ejercicios. En el Apéndice A he incluido el Padrenuestro como ayuda adicional para tus momentos con Dios. Debido tanto a su profundidad como a su sencillez, yo lo repito con frecuencia como parte de mis Oficios Divinos cada día.

Unas palabras para los grupos

Aunque estos Oficios Diarios han sido escritos para el uso individual de las personas, también se pueden adaptar a las reuniones de los grupos para hacer sus oraciones de la mañana, el mediodía o la noche. Estas son mis recomendaciones para aquellos que lo hagan:

• Nombren un facilitador que vaya controlando el tiempo.

• Lean juntos y en voz alta las Escrituras y la oración escrita al final.

• Nombren una persona para que lea el Devocional en voz alta para todo el grupo.

• Hagan una pausa de cinco a quince segundos entre la lectura y la oración.

Una exhortación final

Recuerda que los Oficios Diarios tienen como propósito crear un ritmo que te permita detenerte para estar con Dios en momentos fijos del día, a fin de cultivar tu relación personal con él a lo largo de ese día; para que prefieras el amor de Cristo a todas las demás cosas.

Ten en mente con claridad que, tanto si has sido cristiano y has orado durante cincuenta años, o si lo has hecho solamente durante una semana, en la oración, todos somos principiantes. No se trata de «hacer bien las cosas», ni de atarte a un horario legalista. Recuerda lo que escribió el apóstol Pablo: «Así que nadie los juzgue a ustedes por lo que comen o beben, o con respecto a días de fiesta religiosa, de luna nueva o de reposo. Todo esto es una sombra de las cosas que están por venir; la realidad se halla en Cristo» (Colosenses 2:16–17).

El problema de la espiritualidad emocionalmente enferma

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OFICIOS DIARIOS

Primera semana

DÍA 1: OFICIO DE LA MAÑANA

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