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Ligadura de esparto
Ligadura de esparto
Ligadura de esparto
Libro electrónico118 páginas1 hora

Ligadura de esparto

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Las historias pueden ser tan simples y tan complicadas como se quiera, basta apretar o aflojar los pudores, querer escucharlos. Don Pablo todavía no lo ha entendido y elabora ataduras en su familia como si fueran las fibras de una artesanía de esparto, complejas, bonitas, ásperas, duras, rígidas y sobre todo, muy contagiosas. El día que deja de hacerlo, la creatividad, aun enferma, vuelve a la vida. La fiesta y el júbilo brota en la familia pero nosotros sólo podremos hacernos una idea...

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento22 ene 2014
ISBN9781310849305
Ligadura de esparto
Autor

Ana Hernández Vila

Mofred es mi palco escénico, mi alma salvaje, el lugar donde soy, siento, duermo, sueño. Es el tiempo aparte donde me encuentro y me muevo. Es el silencio del telón que se aparta cuando los ojos se abren, la historia vive y se comparte en secreto. Todos esperan atentos, mis versos también.Mofred es yo, yo soy Mofred. Salió de mí un día para salvarme de un profesor al que le gustaba romper mis poemas antes de leerlos. Ese día firmé : Mofred.Me salvé.

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    Ligadura de esparto - Ana Hernández Vila

    Ligadura de esparto

    By Ana Hernández Vila, mofred

    Copyright 2014 Ana Hernández Vila, Mofred

    Smashwords Edition

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    Smashwords Edition, License Notes

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    Ligadura de esparto

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    Las historias pueden ser tan simples y tan complicadas como se quiera, basta apretar o aflojar los pudores, querer escucharlos. Don Pablo todavía no lo ha entendido y elabora ataduras en su familia como si fueran las fibras de una artesanía de esparto, complejas, bonitas, ásperas, duras, rígidas y sobre todo, muy contagiosas. El día que deja de hacerlo, la creatividad, aun enferma, vuelve a la vida. La fiesta y el júbilo brota en la familia pero nosotros sólo podremos hacernos una idea…

    ●●●

    Personajes

    Gema <<<<<<<<<<<<<< vive con Dani y con Javito

    Dani <<<<<<<<<<<<<<< casado con Gema

    Javito <<<<<<<<<<<<<< niño, hijo de Gema y Dani

    Mara <<<<<<<<<<<<<<< amiga de Gema, comparte piso con Hernán

    Hernán <<<<<<<<<<<<<< hermano de Mara

    Robert <<<<<<<<<<<<<< un amante de Gema

    Don Pablo Gutiérrez

    de Montalbán y Ríos <<<< padre de familia

    Alicia <<<<<<<<<<<<<<< casada con don Pablo

    Pablo <<<<<<<<<<<<<<< primogénito

    Mario <<<<<<<<<<<<<<< hermano de Pablo

    Victoria <<<<<<<<<<<<<< hermana de Mario

    Marta <<<<<<<<<<<<<<< hermana gemela de Victoria

    Carlos <<<<<<<<<<<<<<< hermano pequeño de las gemelas

    Lola <<<<<<<<<<<<<<<<< mujer de Victoria

    Gabriel <<<<<<<<<<<<<<< amigo de Alicia

    Laura <<<<<<<<<<<<<<<< hija de Gabriel

    ●●●

    <<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<

    El orden de aparición de los personajes aparecerá en cabecera de escena

    ¡Buen espartillazo!

    <<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<

    ●●●

    Índice de escenas

    Gema, Hernán, Mara

    Dani, Gema, Hernán, Robert y Mara

    Victoria y Mario

    Mara, Carlos, Gema

    Marta y Mario, Gabriel y Alicia

    Mario y Pablo

    Cartas

    Gema y Pablo

    Carlos y Pablo

    Pablo y Mario, Victoria

    Mara y Gema

    Lola

    Marta y Lola, Victoria

    Laura y Mario

    Marta y Mario

    Laura y Lola

    Lola y Victoria

    Carlos

    Pablo y Gema

    Alicia, Mario y Laura, Lola

    Gema y Mara

    Laura y Lola, Victoria

    Mario y Victoria, Marta

    Mara y Pablo, Carlos

    Mara y Gema, Dani

    Victoria y Lola, Laura

    Victoria y Mario, Alicia, Marta

    Gema y Pablo, Robert

    Mara y Gema, Pablo y Carlos

    Gabriel y Alicia

    Lola y Victoria

    Pablo y Gema, Mara

    Robert y Gema, Hernán

    ●●●

    Gema, Hernán, Mara

    [Suena el teléfono... lo coge Hernán. Gema saluda, ipso-facto]

    ¡Hola!

    Hola.

    ¿Qué tal?

    Bien.

    Yo también... ¿Está Mara?

    ¡Ma-a-a-a-a-a-a-a-a-a-a-a-a-ara!

    ¿Sí?

    Hola Mara, soy yo.

    …¿Gema?

    Sí.

    Hola, ¿cómo va todo?

    Bien.

    ¿Bien, cómo?… cuéntame. ¿Los viste?

    Sí. Me acerqué el otro día a donde Don Pablo. Estaban sus hijos, todos, los cinco. Entraban y salían. Con los ojos escondidos… ya sabes, como siempre.

    Ya… evitando cualquier posibilidad hacia el mundo exterior, cualquier pregunta… cualquier saludo…

    Sí. Como siempre, vaya. Bien organizados, formando un buen equipo; Don Pablo los entrenó en condena para toda la vida…

    Bueno Gema… cada uno tiene sus razones… aunque sean extrañas… confusas…

    ¿Te acuerdas?

    ¿De qué?

    De cuando íbamos al colegio, en la misma clase que las dos hermanas.

    Sí. Marta y Victoria. Se dividían siempre las tareas. Me acuerdo. Nosotras también nos las dividíamos pero no éramos tan eficientes… creo que las llegué a odiar…

    No siempre Mara, no siempre. En un momento te alegraste porque no fuésemos tan eficientes… ¿recuerdas aquél examen?

    ¿En el que las pillaron?

    Sí.

    Bueno, ahí me dieron penita la verdad…

    Sí. Marta se encontraba mal aquel día… y Victoria se puso a hacer el examen de las dos. Iba rellenándolos, pregunta a pregunta. Primero el de su hermana, después el suyo. Llegó a firmar en las dos copias… todos ellos sabían reproducir las firmas de todos sus hermanos…

    Sí. Ja, ja. Y doña Clara la pilló in fraganti... Eran graciosas al fin y al cabo. Creo que me empezaron a caer bien a partir de ahí...

    Claro, porque esa vez no les salió bien la faena.

    ¡Claro! Me parecieron menos extraterrestres.

    ¿Cómo era? Marta rellenaba las preguntas pares y Victoria las impares, ¿no?

    Sí, creo que sí. Marta era la experta en filosofía y Victoria en matemáticas. Victoria era más dura… ¡madre mía, si parecía un robot de alta tecnología! Todo el mundo hacía bromas… cuántas historias inventábamos… pero Victoria no mutaba sus rasgos expresivos por nada del mundo.

    Sin embargo, Marta no lo podía evitar… enseguida era presa fácil de fieras… pobrecilla.

    Bueno Gema, al grano. Cuéntame qué viste el otro día.

    Lo que te he dicho. Salían y entraban todos los hermanos, Pablo, Mario, Marta, Victoria y Carlitos. Ordenados, organizados dentro de un plan aprendido a la perfección. Me quedé un rato, sentada en el banco de enfrente para disimular, pero no entendí nada. El movimiento era siempre el mismo. Entraban y salían en orden. De mayor a menor. Siempre igual.

    ¿Ya?

    ¿Y qué creías?

    Pues no sé. Pensé que me ibas a contar algo diferente.

    Pues no, Mara. Además me vieron.

    ¡Ah! ¿Y no pasó nada?

    Pasó lo mismo de siempre. Se pararon todos al unísono y me miraron de esa manera… como cuando Marta y Victoria se marchaban casi corriendo a por sus bicis mientras todos las vacilábamos. Cuando llegaban donde

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