Desde niña Lolina descubrió que tenía una pasión por ayudar a los demás. Para ella es tanta la alegría que esto le provoca que lo describe como vivir un cielo anticipado. Su vida llena de acciones altruistas la llevó a conocer a Germán, un niño sin ojos que la introdujo al mundo de la ceguera y la debilidad visual; una realidad que para ella era totalmente desconocida. Después de convivir con Germán y tratar de ayudarlo, se dio cuenta que era necesario crear un lugar donde niños como él pudieran desarrollarse. Fue así como decide fundar Miradas de Esperanza: una escuela totalmente gratuita y sin fines de lucro que se dedica a educar a bebés, niños y jóvenes ciegos y débiles visuales. Ella ha descubierto que el mundo de las personas invidentes es uno sumamente iluminado por más contradictorio que parezca, pues sabe que, al no ver con sus ojos, ellos tienen una profunda mirada del alma. Su filosofía es luchar y actuar por ellos para que puedan enfrentarse a una vida diseñada para personas que sí pueden ver. Está convencida que las cosas deben hacerse bien y con la mejor calidad, pues la caridad no debe hacerse a medias. Una historia de altruismo, bondad, generosidad, lucha y amor que nos hace darnos cuenta que todos podemos hacer una diferencia.

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