Barriendo la Ciudad
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Recorriendo las calles de la ciudad de Odessina, Viktor Ivanov, un peligroso delincuente con un extenso historial delictivo, se esconde bajo el disfraz de un humilde barrendero. Con discreción y astucia, pasa desapercibido entre la multitud, mientras observa meticulosamente el entorno. Sus ojos no se pierden ningún detalle, y su mente fragua los detalles de su próximo golpe: el robo al banco del centro comercial Krasnaya Estrella.
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Barriendo la Ciudad - German Adolfo Ramirez
Robo al Banco
En la oscuridad de la noche, una banda criminal transita por las calles de la ciudad de Odessina, se mueven como depredadores urbanos, Viktor Ivanov, el cabecilla, conduce un automóvil oscuro, acompañado por sus secuaces. Han estado planeando este audaz golpe durante semanas, y esta noche, finalmente, lo ejecutarán. Con sigilo avanzan hacia el banco más grande de la ciudad, ubicado en el centro comercial Krasnaya Estrella.
El silencio en el interior del vehículo, solo es roto por el zumbido del motor y el tintineo de las herramientas en las bolsas.
Mientras avanzan hacia su objetivo Viktor les dice:
—Esta noche no podemos permitirnos errores.
—Natasha, eres fundamental para el éxito de nuestra operación. Una vez que lleguemos al centro comercial, debes dirigirte a la puerta principal y distraer a los guardias que la vigilan, neutralizándolos sin levantar sospechas ni hacer ruido que pueda alertar a los otros guardas.
—Lo haré. Será algo rápido, limpio y silencioso, ya lo he hecho antes.
—Dimitri, debes desactivar la alarma de la entrada principal del banco y las cámaras de seguridad. Cuanto antes estemos adentro mejor.
—Estoy listo —respondió Dimitri— he creado un grupo de claves que estoy seguro van a servirme para romper el sistema.
—Svetlana, Alexei, ustedes deben abrir la bóveda. Cada segundo cuenta, así que asegúrense de estar listos para actuar. Debe ser rápido, tomarán todo lo que puedan y saldrán en 3 minutos no pueden pasar de ese tiempo.
—No habrá sistema ni cerradura que pueda resistirse a nosotros, —respondió Alexei sosteniendo sus herramientas.
—El resto estaremos en las puertas y pasillos vigilando. Recuerden, debemos hacerlo en menos de 5 minutos.
—¿Preparados todos? Vamos. Esta noche nos convertiremos en leyendas.
Al llegar, Viktor detiene el vehículo alejado del banco, para no ser detectados por los guardas.
Natasha se prepara para hacer su parte en la operación, asegurándose de tener a mano su arma más efectiva, el gas paralizante. Con una expresión decidida en su rostro, se concentra en sus objetivos mientras verifica una vez más que todo esté en su lugar. Su determinación brilla en sus ojos mientras se baja del automóvil, lista para poner en marcha el plan.
Con pasos lentos y movimientos seductores, la esbelta mujer, avanza hacia la entrada del Centro Comercial, donde los guardas de seguridad, son sus blancos, en ese momento ellos están distraídos hablando. Su presencia no pasa desapercibida; intercambia sonrisas con los guardas y, con un coqueteo hábil, logra acercarse lo suficiente, con una gran sonrisa, habla y baila ante ellos con movimientos que hipnotizan y distraen, aprovechando la sorpresa y confusión de los guardas, con un movimiento rápido y preciso, lanza el gas paralizante, que se dispersa en el aire.
Los guardias se ven sorprendidos y confundidos, incapaces de reaccionar ante el repentino ataque. Comienzan a tambalearse, debilitados por los efectos del gas. Natasha actúa con rapidez, desarmándolos con movimientos certeros para evitar cualquier contraataque. La escena se desarrolla con una precisión quirúrgica, y en pocos segundos, los guardias quedan indefensos, incapaces de detener el avance del equipo criminal.
Con gestos rápidos, Natasha señala a sus cómplices que ha cumplido su parte del plan, al verla, Viktor y Alexei corren hacia los guardias caídos, que yacen indefensos en el suelo. Con movimientos ágiles, los atan y amordazan, los arrastran por el piso y los llevan a un pequeño cuarto de limpieza que Viktor conocía, para evitar que hagan ruido y alerten a otros.
Dentro del automóvil, el único sonido que rompe el silencio es el de los dedos de Dimitri, golpeando frenéticamente los botones de su maltrecha computadora portátil. Cada vez que ingresa un código, el sistema de seguridad lo rechaza implacablemente. La pérdida previa de parte de la información en su equipo portátil, lo deja con una sensación abrumadora de frustración y desesperación.
Desde la entrada del banco, Viktor espera estratégicamente, observando con atención cada detalle del entorno. Con gestos sutiles, hace señas a Dimitri, indicándole que esperan su señal para proceder. Su mirada transmite determinación mientras permanece en posición, listo para avanzar en cuanto reciba la indicación adecuada.
La presión en Dimitri aumenta con cada segundo que pasa, sintiendo cómo la incertidumbre comienza a abrumarlo.
Su mente trabaja, buscando desesperadamente una solución al problema que enfrenta. En un instante de claridad, un destello de inspiración atraviesa su mente como un rayo, iluminando la oscuridad de su confusión. Recuerda haber tenido acceso digital a los sistemas de una empresa de seguridad asociada al banco en el pasado.
Esos procedimientos utilizan códigos similares en sus sistemas de seguridad, una pieza crucial de información que ahora podrían convertirse en su salvación. Con determinación y una pizca de esperanza, sus dedos vuelan sobre el teclado de su dispositivo, ingresando los códigos que tiene guardados en la memoria interna de su equipo. Un suspiro de alivio escapa cuando la pantalla muestra una luz verde, indicando que los códigos han sido aceptados. Con rapidez, desactiva las cámaras del centro comercial y otros sistemas de seguridad que protegen el banco.
Con un movimiento rápido, Dimitri se baja del auto y corre hacia ellos, haciéndoles señas con sus manos, indicándoles que el camino está despejado. Ellos el ver la señal, empujan la puerta e ingresan al banco para llevar a cabo su plan delictivo.
En la oscuridad del centro comercial, y linternas en mano. Viktor, Natasha y Dimitri se despliegan estratégicamente, cada uno enfocado en su responsabilidad designada. Viktor, con semblante serio y ojos vigilantes, se apostó en la entrada del banco, desde donde podía ver a Natasha que se había quedado parada en la entrada del centro comercial, atentos a cualquier movimiento sospechoso en los alrededores. Mientras tanto, Dimitri se deslizaba por los pasillos, explorando cada esquina en busca de posibles amenazas u obstáculos.
En otra parte, dentro del banco, Alexei permanecía inmóvil junto a la pared, con los sentidos agudizados y la atención concentrada en la sala principal. Mientras ellos mantenían la guardia, Svetlana comenzaba abrir las cerraduras electrónicas con un dispositivo especial. Con habilidad y destreza, la audaz mujer, trabaja rápidamente para eliminar las barreras de seguridad de la puerta. Su mente trabaja a toda velocidad mientras sus dedos se mueven con agilidad, ejecutando los comandos necesarios. Finalmente, con un último clic, Svetlana consigue abrir la puerta electrónica. Una sensación de triunfo se apodera de ella al sentir que está cerca de obtener el dinero que tanto necesita.
La primera fase está completada, ahora es el turno de que Alexei tome el relevo. Se aproxima a la bóveda y empieza a trabajar en las cerraduras mecánicas. Sus manos hábiles manipulan las herramientas con una precisión exquisita, desactivando cada cerrojo con la destreza de un maestro.
Gradualmente, la cerradura de la bóveda comienza a ceder ante la habilidad de Alexei. Con un último giro, la bóveda se abre, revelando sus tesoros ocultos. La pareja intercambia una mirada triunfante, conscientes de que han superado el desafío más grande de la noche y que el botín ahora está a su alcance. Ingresan con cautela hacia el interior. La luz de sus linternas ilumina el espacio, revelando hileras de cajas de seguridad, estanterías cargadas de lingotes de oro y estuches llenos de joyas.
Impulsados por una mezcla de excitación y resolución, la pareja se