Dany y La Trufa Dorada

Por Lorena Gisel Soria

Dany y la trufa dorada es una historia llena de fantasia, aventura y magia, inspirada en un hermoso pueblo de Francia, a las afueras del reino de Lorraine, cerca del magico bosque de Vosgos. Dando lugar a la magnifica historia de Dany y su leal perro llamado Jack. El cual, por cosas de la vida, tiene que buscar la manera de ayudar a sus padres y protegerlos de las garras malignas de Lord Fabio y sus secuaces, quienes intentaran a toda costa arrebatarle de sus manos la tierra que lo vio crecer. Aunque, con la ayuda de su amiga Isabel, intentara por todos los medios encontrar la solucion a esta adversidad; sorteando el misterioso bosque de Vosgos, lleno de peligrosos senderos y de obstaculos que los pondran a prueba en todo momento, para ver si son dignos de encontrar la preciada trufa dorada y, asi, poder salvar el reino de Lorraine y a sus seres queridos.

• Idioma: Español
• Editorial: Page Publishing, Inc.
• Fecha de lanzamiento: 12 mar 2024
• ISBN: 9781662497476

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Dany y La Trufa Dorada

Lorena Gisel Soria

Derechos de autor © 2023 Lorena Gisel Soria

Todos los derechos reservados

Primera Edición

PAGE PUBLISHING

Conneaut Lake, PA

Primera publicación original de Page Publishing 2023

ISBN 978-1-6624-9681-3 (Versión Impresa)

ISBN 978-1-6624-9747-6 (Versión Electrónica)

Libro impreso en Los Estados Unidos de América

Table of Contents

Dany y La Trufa Dorada

Esta historia comienza en una tierra muy lejana de Francia llamada Lorraine, donde sus habitantes lorenenses vivían felices en un poblado lleno de flores y pinos cerca del castillo del rey.

Las casas eran hermosas, pintadas de colores, las calles eran de piedra azules y blancas, los pobladores transitaban por allí felices todo el tiempo, cantando y riendo mientras trabajaban en sus puestos hechos de madera y paja. La mayoría de las personas eran agricultores, herreros y cazadores, otros recolectores de trufas y flores.

Sin embargo, no todo era tan perfecto, ya que detrás del rey existía un hombre de piel blanca, muy alto, de ojos negros como la noche, de cara alargada y nariz pronunciada; tan malo y avaro que les pagaba a los pobres recolectores humildes menos de la mitad de lo que le correspondía pagar sin chistar. Este hombre adinerado y dueño de muchas tierras; llamado Lord Fabio, comercializaba con el mismo rey, triplicando el precio de las flores y trufas, para así ganar mucho más de lo acordado, haciéndose más adinerado para obtener poder en el reino.

Mientras tanto, cerca de Lorraine, en el bosque mágico de Vosgos lleno de pinos y sauces, venados y ardillas, lobos y liebres, rodeado de pastizales verdes y flores de distintos colores y formas.

Cerca de allí, a las orillas de un lago cristalino; tan cristalino que se podía ver los peces nadar, jugueteando entre las finas algas que allí se encontraban; estaba una humilde cabaña de madera desgastada por el inclemente clima de invierno que azotaba, en su momento, la región.

Dentro de la cabaña vivía una familia de humildes campesinos felices. Uno de ellos era una mujer muy agradable y amorosa, de cabello lacio color castaño claro, de piel blanca con mejillas rosada, pocas pecas en su rostro y de ojos azul celeste; de allí su nombre Celestina, por sus lindos ojos.

Ella era ama de casa, cuidaba la cabaña y a su pequeño hijo Dany; el cual tenía poco tiempo de haber nacido. Mientras que su esposo, llamado Jamel, era recolector de trufas y cazador, vestía con ropa de piel, botas de cuero y un sombrero. Al salir se llevaba un mosquete en la cintura y una pequeña pala; la cual usaba para desenterrar las preciadas y ricas trufas que usaban en el reino para la elaboración de bombones de chocolates rellenos de trufas.

A Jamel lo acompañaba un perro de pelaje esponjoso; parecido a un oso de color marrón, con orejas redondas y hocico corto, llamado Bobby.

Bobby era un perro muy experto, olfateaba trufas en el bosque cerca de los árboles más frondosos con raíces muy pronunciadas, ya que allí se podían encontrar muchas más que en otro lado.

Un buen día Jamel, después de haber encontrado suficientes trufas, se dirigió al poblado de Lorraine por un sendero lleno de árboles; tan tupido que cualquiera que no conociera se podía extraviar. Claro que no era el caso de Jamel, ya que él conocía muy bien el bosque.

Al llegar al pueblo caminó entre los alegres habitantes y sus hermosas calles llenas de vida y color, pasando por los comercios que se abarrotaban de personas para comprar pan, chocolate, verduras, telas y muchas cosas más. Allí encontró en una esquina, dentro de una caja de madera destapada, un pequeño perrito negro muy triste. Él, al verlo abandonado, desolado y muerto de hambre, lo tomó con sus manos y se lo enseñó a su fiel amigo Bobby.

—¿Te agrada el perrito que acabamos de conseguir solo? —Bobby contesta de forma muy feliz que sí, moviendo su cola y lamiendo el rostro del cachorro en señal de estar de acuerdo con su amo. Continuaron su camino, cambiaron las trufas por chelines y compraron comida para, así, poder regresar a su casa en el bosque.

De camino a la cabaña se detuvieron a recoger flores para dárselas; como de costumbre, a su amada esposa Celestina. Mientras él cortaba las flores, el pequeño perrito jugaba con las mariposas azules y blancas, otras verdes con pintas; ellas se posaban en las flores mientras que el pequeño cachorro las perseguía por el majestuoso jardín natural de Vosgos. Jamel, al terminar de recoger las hermosas flores, tomó al pequeño cachorro diciéndole a su fiel compañero:

—¡Vamos a casa, Bobby, que ya es hora!

En la cabaña, Celestina; la esposa de Jamel, lo esperaba con la cena lista, mientras que ella distraía al pequeño Dany con unos caballitos de madera que su padre le había hecho antes de nacer. Entre juegos y risas, cerca de la ventana, Celestina ve que su esposo se