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En nombre del amor
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En nombre del amor
Libro electrónico235 páginas3 horas

En nombre del amor

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En el corazón palpitante de un puerto francés, Marianne, una mujer exitosa en el mundo de las comunicaciones, se encuentra en la encrucijada de su vida. Casada con Salvador, su relación ha caído en la rutina, transformándose en un amor sereno, pero desprovisto de pasión. En medio de este mar de dudas, Marianne se encuentra con Clemente, un escritor carismático cuya presencia despierta en ella emociones olvidadas y una pasión que creía perdida.
En nombre del amor es una novela que explora las encrucijadas del corazón humano, sus conflictos, sus deseos y su incansable búsqueda de felicidad. A medida que Marianne se embarca en un viaje emocional y físico, se ve atrapada entre la seguridad de lo que conoce y la tentación de lo desconocido. Cada encuentro con Clemente es como una marea alta que amenaza con arrastrarla lejos de la orilla firme de su matrimonio con Salvador.
Pero el amor es un camino lleno de sorpresas, y Marianne pronto descubrirá que los sentimientos del corazón no son blancos y negros, sino tonos complejos y a menudo contradictorios. A través de encuentros clandestinos, secretos revelados y decisiones difíciles, Marianne debe enfrentar la realidad de sus emociones y las consecuencias de sus acciones.
Entre las páginas de En nombre del amor, el lector se sumerge en una historia que es tan atemporal como actual, un relato que refleja la lucha interna entre el deber y el deseo, el amor y la libertad. Con personajes ricos y una narrativa envolvente, esta novela es un viaje a través de las complejidades del corazón humano, un espejo que refleja nuestras propias luchas y anhelos.
Con un puerto francés como escenario, Marianne evalúa qué significa amar realmente. ¿Es el amor una llama salvaje que consume o un refugio seguro que protege? ¿Podrá Marianne encontrar el camino hacia su propia felicidad sin destruir lo que ya tiene? ¿O se dará cuenta de que el amor más puro y duradero es aquel que ya comparte con Salvador?
En nombre del amor es una novela escrita con una prosa poética y un homenaje al amor. Es una exploración de la fuerza que tiene del corazón humano y a la vez un recordatorio de que el verdadero amor persiste, incluso cuando cambia de forma. Es una invitación a reflexionar sobre el verdadero significado del amor, la fidelidad y la felicidad. Una novela que no solo se lee, sino que se siente, se vive y se reflexiona.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento7 mar 2024
ISBN9788410682139
En nombre del amor

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    En nombre del amor - Laura Isabel Montoya Hoyos

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    © Derechos de edición reservados.

    Letrame Editorial.

    www.Letrame.com

    info@Letrame.com

    © Laura Isabel Montoya Hoyos

    Diseño de edición: Letrame Editorial.

    Maquetación: Juan Muñoz Céspedes

    Diseño de cubierta: Rubén García

    Supervisión de corrección: Celia Jiménez

    ISBN: 978-84-1068-213-9

    Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida de manera alguna ni por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación, en Internet o de fotocopia, sin permiso previo del editor o del autor.

    «Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)».

    .

    Para mi esposo, mi refugio, mi ancla, mi maestro en el amor verdadero, cuya luz ha sido el faro que me ha guiado de regreso cuando me he perdido en esta aventura de la vida. A ti, mi compañero de ruta, que has caminado conmigo a través de las tormentas y los días soleados, sosteniendo mi mano con un amor inquebrantable.

    Esta historia es también un homenaje a la resiliencia del corazón humano, a su eterna búsqueda, y a la belleza que emerge de las cenizas del amor. Porque el amor real es ese que perdura con los años y que sobrepasa las barreras de un amor más grande que el mismo amor.

    .

    El amor no reside en el frenesí de los corazones desbocados, ni en la melancolía de los amores imposibles. El amor genuino es aquel que se construye desde los cimientos de la comprensión, el respeto y la entrega desinteresada. Es un puerto seguro, un refugio que, finalmente, libera.

    PRÓLOGO

    En la inmensidad de la experiencia humana, donde cada corazón es un universo de emociones, historias y secretos, surge una narrativa que desafía el curso del destino y las expectativas de la sociedad. En nombre del amor no es solo una historia sobre la pasión, el amor y sus desafíos, sino también un viaje introspectivo hacia la comprensión de lo que realmente significa amar y ser amado.

    Marianne, nuestra protagonista, se encuentra en una encrucijada vital, donde el amor no es solo una cuestión de sentimientos, sino también de elecciones y sacrificios. Casada con Salvador, un hombre que representa la estabilidad y la seguridad, su vida parece completarse en la estructura de esta relación que, aunque cómoda, carece de la chispa que una vez encendió su alma. En este escenario de conformidad y quietud, Marianne se encuentra con Clemente, un hombre de un espíritu libre cuya pasión por la vida y la escritura despierta en ella los anhelos dormidos y las preguntas sin respuesta, porque el amor rara vez es sencillo, y el corazón a menudo nos guía por lugares inesperados.

    En nombre del amor es una historia sobre la complejidad de este, las decisiones que nos definen, y el coraje necesario para seguir nuestro propio camino, incluso cuando el destino juega sus cartas. Es una inmersión en el laberinto del corazón humano,que explora los oscuros rincones del deseo, los altos picos de la pasión y los profundos valles de la duda. En este juego del destino, Marianne debe descubrir qué significa realmente encontrar el camino de retorno a casa.

    Este libro es un testimonio de los senderos que recorremos en la búsqueda del amor verdadero, de los muros que construimos alrededor de nuestros corazones y de las batallas que libramos contra nuestros propios miedos e inseguridades. Es una celebración de los momentos de felicidad pura y un reconocimiento de los dolores que a menudo acompañan al amor más profundo y sincero.

    A medida que te adentras en estas páginas, te invito a que acompañes a Marianne en su odisea emocional. Atravesarás con ella las tormentas de la duda, las montañas de la esperanza y los valles de la reflexión. Verás cómo el amor puede transformarse, cómo puede ser tanto un refugio como un campo de batalla y cómo, al final, llega a ser la fuerza más poderosa y compleja que guía nuestras vidas.

    Este no es solo un relato de amor, sino también una historia sobre el amor propio, sobre el coraje de seguir el propio corazón y sobre la luz que encontramos en los rincones más inesperados de nuestras almas.

    Así que, querido lector, prepárate para una experiencia que, espero, toque tu corazón, desafíe tu mente y te inspire a contemplar las maravillas y las pruebas del amor en todas sus formas.

    Bienvenidos a En nombre del amor.

    CONGRESO EN LOS ANDES

    «Si no recuerdas la locura en

    la que el amor te hizo caer,

    es que nunca has amado»

    William Shakespeare

    En una ciudad portuaria, donde el alma de la naturaleza y el pulso de la vida humana convergen, el muelle se alza como testigo eterno de los secretos que la brisa marina susurra. Marianne, envuelta en un atardecer que juega con tonos dorados y rojizos, siente en su piel la nostalgia de un amor que, aunque puro, no logra llenar los vacíos de su corazón.

    El amor es un sentimiento complejo y a veces puede resultar incomprensible. Aunque parezca contradictorio, es posible que incluso cuando se tiene todo en la vida, aún se sienta que algo falta.

    A medida que Marianne avanza, sus pasos parecen seguir un camino predestinado, mientras su mente se pierde en las profundidades de recuerdos, dudas y sueños. El aire, cargado con el aroma del océano, trae consigo promesas y despedidas, como un amante persistente que se niega a soltar. Su corazón, en medio de un latido constante y en la inmensidad del vasto universo, busca respuestas en las olas que besan la orilla, en ese vaivén que parece hablar del amor y del desamor, de la pasión y de la renuncia.

    Una enorme sensación la envolvía en ese momento, una ambigüedad de sentimientos que no lograba comprender, estaba plena, y a la vez, existía un vacío que se le clavaba en el fondo de su alma. ¿Cómo se podía sentir tan llena y tan vacía al mismo tiempo? Esas eran las ironías de la vida que Marianne estaba por comenzar a descubrir.

    El muelle, con sus maderas desgastadas por el tiempo y la sal, parecía que la entendía y la acompañaba en su viaje introspectivo, ofreciéndole un refugio donde, aunque solo por un momento, lograra encontrarse a sí misma. Aquí, en este espacio entre el cielo y el mar, se permitía ser, sentir y soñar, a la espera de lo que el destino le tenía preparado.

    El sol de la tarde se filtraba a través de las ramas de los árboles del parque en medio de las calles empedradas de El Porvenir, un puerto francés encantador y pintoresco, ubicado junto al mar, rodeado de hermosas playas de arena blanca y aguas cristalinas que reflejaban el resplandor del sol. Las calles estaban llenas de vida y color, con edificios históricos de arquitectura colonial que le daban un aire nostálgico pero a la vez vibrante. Los balcones adornados con flores añadían un toque romántico a la ciudad, mientras que las plazas públicas invitaban a los residentes y visitantes a relajarse y disfrutar del ambiente tranquilo que reinaba en el lugar.

    La ciudad de El Porvenir era un sitio lleno de vida. A pesar de la tristeza que a veces se colaba en el alma de Marianne, ella encontraba alegría en cada rincón, como una castañuela bailando al ritmo de la música.

    Las galerías de arte eran verdaderos tesoros para ella. Allí podía sumergirse en el mundo creativo y contemplar las obras maestras creadas por artistas locales. Cada pincelada y cada escultura transmitían un sinfín de emociones y despertaban su imaginación.

    Los teatros también eran parte esencial de la escena cultural de la ciudad y Marianne disfrutaba perderse entre las butacas mientras los actores daban vida a historias fascinantes. La magia del escenario le permitía escapar por un momento de sus preocupaciones cotidianas y sumergirse en diferentes realidades.

    Pero lo que realmente hacía que sus ojos brillaran, eran los cafés bohemios, donde el aroma del café y el vino se mezclaba con las risas y conversaciones animadas. Allí, artistas locales compartían sus talentos musicales, poéticos o literarios con una audiencia ávida por descubrir nuevas expresiones artísticas.

    En esos momentos especiales, cuando la música resonaba en las calles durante festivales o eventos culturales, Marianne sentía cómo el corazón se llenaba de alegría. La energía contagiosa del ambiente creaba una atmósfera mágica donde todos parecían estar conectados por el amor, hacia el arte y la cultura.

    La vida de Marianne, al igual que las calles de El Porvenir que ahora recorría, estaba llena de contrastes y matices. A veces, la melancolía se cernía sobre ella como una neblina matutina, suave y persistente, evocando recuerdos y sueños de lo que podría haber sido.

    Pero Marianne no era una mujer de vivir en el pasado. Como las vibrantes calles de la ciudad, ella estaba en constante movimiento, fluyendo con la vida y sus infinitas posibilidades. Encontraba consuelo en los brazos de la cultura, abrazando cada concierto, exposición y recital. La música, el arte y la literatura eran sus cómplices, transportándola a un mundo donde podía bailar libre de las cadenas del remordimiento o de la duda.

    Y así, como una castañuela en manos de una bailadora experta, Marianne marcaba su propio ritmo en la vida. Cada clic era una afirmación de su presencia, de su voluntad, de seguir adelante a pesar de todo. En sus momentos de soledad, cuando el peso de la melancolía la amenazaba con detener su danza, se recordaba a sí misma que la alegría no es una visita constante, sino una amiga que debemos tener siempre presente en nuestra vida. Porque Marianne había aprendido que la felicidad no es un estado permanente, al contrario, es una serie de momentos, brillantes y efímeros, como los destellos del sol.

    Los habitantes eran amables y acogedores, siempre dispuestos a compartir historias sobre la ciudad o recomendar lugares para explorar. La comida era exquisita: pescados frescos capturados por los pescadores se convertían en platos sabrosos servidos en restaurantes frente al mar. Marianne continuaba caminando, absorta en sus pensamientos, y ajena al mundo que la rodeaba.

    Una brisa suave mecía las hojas de los árboles, y el aire estaba cargado de un aroma fresco y refrescante. Observaba a las parejas paseando de la mano y a los niños jugando en el césped. En ese momento la nostalgia la invadía, recordándole los tiempos en que ella y Salvador eran una de esas tantas parejas que recorrían las calles.

    Mientras caminaba, su mirada se cruzó de manera casual con la de un hombre que estaba sentado en un banco del parque, se hallaba absorto en la lectura de un libro, pero sus ojos miel se levantaron por un instante y se encontraron con los de Marianne. En ese breve momento, el mundo pareció detenerse.

    Él bajó el libro, le dedicó una sonrisa cálida, como si hubiera comprendido el impacto de ese breve encuentro. Marianne le respondió con una sonrisa nerviosa y apresuró el paso, sintiendo que algo extraordinario había ocurrido, algo que no podía ignorar. Sin saber por qué sintió una corriente eléctrica recorrer su cuerpo, despertando emociones que ya creía olvidadas. Su corazón latía con fuerza mientras continuaba su camino. El parque estaba impregnado con el aroma del otoño; hojas crujientes que se deslizaban con el viento y un aire fresco que anunciaba el cambio de estación. El hombre se destacaba en medio del parque, su piel contrastaba con la portada del libro que sostenía entre sus manos, creando una imagen visualmente impactante.

    Pero lo que realmente llamó la atención de Marianne fue la mirada profunda y penetrante del hombre. Parecía haber visto más allá de lo evidente, como si pudiera leerle los pensamientos y las emociones ocultas que tenía en su alma. Esa mirada despertó una curiosidad irresistible dentro de ella.

    A medida que continuaba caminando, su mente seguía divagando sobre aquel encuentro fugaz. Se preguntaba quién era ese señor misterioso y qué historias o secretos podían habitar detrás de sus ojos intensos.

    La conexión instantánea que sintió con él, había dejado una huella profunda en su corazón y había despertado un deseo por descubrir más sobre esa persona que logró intrigarla. Aunque físicamente se alejara cada vez más, la presencia del hombre permanecía arraigada en sus pensamientos.

    Marianne sabía que aquel encuentro era casual, pero sentía la necesidad de explorar ese vínculo especial y extrañó que había surgido entre ellos. Tal vez el destino les daría otra oportunidad para encontrarse nuevamente, pensó ella mientras seguía su camino.

    Cada paso que daba la alejaba más del hombre del banco, pero su mente se quedó con él. Su presencia en ese parque, el contraste de su piel con la portada del libro, la profundidad de esa mirada que parecía haber traspasado su mente.

    El pulso le latía en las sienes, una sensación que no había experimentado en mucho tiempo. Quería darse la vuelta, regresar y sentarse a su lado, descubrir qué libro leía, conocer la historia detrás de esos ojos tan expresivos. Pero había algo dentro de ella, quizás el miedo o la prudencia, que la detenía.

    Continuó caminando; aun así, sus pensamientos revoloteaban alrededor de ese encuentro. En su vida estructurada, donde todo tenía un orden, aquel momento había sido un paréntesis de magia, un destello de lo inesperado.

    A medida que los días pasaban, Marianne no podía sacar de su mente aquel encuentro. La sonrisa de aquel hombre y sus ojos miel se habían grabado en lo más profundo de su ser, despertando una curiosidad y un anhelo que no podía ignorar.

    Decidida a descubrir más sobre ese personaje misterioso, comenzó a frecuentar el parque con la esperanza de encontrarse nuevamente con él. Cada vez que veía un banco vacío, su corazón se aceleraba, pero no lo volvió a ver, parecía haber desaparecido sin dejar rastro.

    A medida que caminaba, su mente divagaba, y los pensamientos la perseguían. ¿Quién era ese hombre misterioso que la miró con esos ojos tan penetrantes? Se preguntó si algún día volvería a cruzarse con él, o si aquel encuentro quedaría atrás como un fugaz resplandor en su vida.

    Pasaron varios días desde aquel encuentro en el parque y se entregó como siempre a su trabajo, que solía ser su refugio, olvidándose por completo de aquel hombre.

    Marianne tenía que viajar para cumplir con sus compromisos laborales, un congreso, que hacían cada año las empresas de comunicaciones. En esta ocasión la cita era en la cordillera de los Andes, límite entre Chile y Argentina, desde su estrechamiento final al sur de Chile, los Andes se extienden en cadenas paralelas por Argentina, Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia. Los Andes es la cordillera más grande del continente americano y una de las más importantes del mundo. Este viaje la llevaría a un lugar que nunca había explorado antes.

    La altura y el movimiento constante de los aviones le gustaban porque la llevaban a un mundo alejado del mundanal ruido y del tedio diario. Arriba, con el azul infinito y el manto de nubes debajo, Marianne se permitía soñar. Las ciudades eran vistas como pequeños retazos de tierra desde el cielo, y le recordaban lo insignificantes que pueden parecer todas las preocupaciones cuando se observan desde la distancia.

    En tierra, siempre estaba rodeada de gente, en reuniones, conferencias y cenas de trabajo. Pero en el aire, en su asiento, junto a la ventana, encontraba su rincón de soledad. A menudo, sacaba su diario y escribía. Plasmaba sus pensamientos más profundos, sus anhelos y miedos, las historias que se tejían en su mente mientras observaba las nubes formando caprichosas figuras. Otras veces, mientras el avión cruzaba océanos y continentes, cerraba los ojos y se dejaba llevar por la música que sonaba en sus auriculares. Se perdía en melodías que le recordaban tiempos más simples, amores pasados, aventuras soñadas. Cada aterrizaje la devolvía a la realidad, pero esos vuelos eran sus escapadas, sus momentos de desconexión con el mundo.

    Aunque su matrimonio había perdido el brillo, y su vida diaria se había vuelto predecible, ella encontraba un refugio en el aire. Cada vez que viajaba a una nueva ciudad y se hospedaba en un hotel diferente, sentía que podía respirar de nuevo. En esos momentos, se permitía perderse por las calles desconocidas, sin rumbo fijo. Descubría nuevos rincones llenos de encanto, se dejaba envolver por los aromas característicos de cada lugar y absorbía las diferentes culturas que encontraba a su paso. Estos pequeños viajes le daban una sensación renovadora y la fuerza necesaria para seguir adelante en esa vida que siempre llevaba deprisa. Aunque volviera a su rutina diaria, a su matrimonio y a su hogar, esos momentos fugaces le recordaban la importancia de buscar la aventura y la exploración, incluso en medio de lo cotidiano.

    Marianne comprendió que no era necesario hacer grandes cambios o tomar decisiones drásticas para encontrar alegría y satisfacción personal. Los pequeños escapes eran como bocanadas de aire fresco que le recordaban la importancia de mantener viva esa chispa interior.

    A través de sus escapadas momentáneas, aprendía a apreciar más los detalles simples pero significativos de la vida. Descubría cómo podía encontrar belleza en lo ordinario e inyectar emoción en lo que se había convertido en monotonía.

    Estos respiros también le ayudaban a reflexionar sobre sí misma y sobre qué era lo realmente importante para ella. Le daban una nueva perspectiva sobre sus deseos más profundos y la ayudaban a inspirar nuevos sueños y emociones.

    Aunque su matrimonio y su vida diaria pudieran parecer predecibles, encontró en esas pequeñas salidas la clave para mantenerse viva y seguir adelante. Le recordaron que a menudo hay oportunidades para explorar, descubrir y encontrar momentos de felicidad en medio de la rutina. Cada nuevo viaje que hacía la llenaba de energía nueva, permitiéndole regresar a casa llena de un nuevo aire. Apreciaba aún más los momentos compartidos con su pareja y encontraba formas creativas de avivar el fuego en su relación.

    Al aterrizar en

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