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La gente del mito
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La gente del mito

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El presente libro adquiere una importancia primordial en la actual situación de nuestro país, porque se encamina a la búsqueda de un proceso de descolonización cultural capaz de llevarnos a establecer fundadamente el concepto de nuestra nacionalidad, el autor sostiene que ese proceso y ese concepto pueden encontrar su principio en el estudio de los
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento3 feb 2024
ISBN9786075398624
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    La gente del mito - Luis Barjau

    Introducción

    En la actual situación de nuestro país, el presente libro adquiere una importancia primordial porque se encamina a la búsqueda de un proceso de descolonización cultural capaz de llevarnos a establecer fundadamente el concepto de nuestra nacionalidad, que tan necesario resulta para nosotros. Luis Barjau sostiene que ese proceso y ese concepto pueden encontrar su principio en el estudio de los mitos prehispánicos, porque éstos se refieren al origen de los hombres que nos precedieron como pobladores del territorio que hoy es México.

    Su obra se divide en dos partes. En la primera de ellas se expone el marco teórico de su pensamiento: definición del mito y sus relaciones con la ciencia, la literatura, la filosofía y la religión. Basada en amplios conocimientos de la materia, con el apoyo de una copiosa bibliografía en donde no está ausente ninguna de las obras hoy consideradas principales; esta parte, además de plantear los problemas generales del caso, propone los principios de los cuales puede partir su solución.

    En la segunda parte se sitúan, dentro del marco propuesto en la anterior, diversos aspectos particulares de la mitología prehispánica, y se expone la necesidad de hacer un estudio sistematizado de ésta, tomando en cuenta básicas significaciones políticas y, como consecuencia de dicho estudio, la creación de un Diccionario de Mitología Mexicana. En esta parte se analiza un conjunto de problemas, y la oportunidad de cuya solución justifica la creación antes mencionada. Los problemas que se analizan son, en especial, los siguientes: por qué razones conviene, a fin de fijar las características de nuestro ser nacional, acudir a los mitos; la necesidad de establecer un consenso nacional sobre ellos; la antigüedad de nuestro país dentro del contexto de que se trata; la voluntad de perpetuación implícita en los mitos, y la negación que para nosotros ha recibido, desde la Conquista española, el sistema de creencias y mitos que existían previamente a ese hecho. Con impecable lógica, Luis Barjau explica los modos como el desarrollo histórico e ideológico de la estimación de lo indígena mexicano nos ha llevado a un estado de permanente colonización por los extranjeros, y hace ver la obligación de oponerse a situación tal.

    Concluye el libro con diversos apéndices, en los cuales se demuestra la pertinencia del Diccionario de Mitología que ya se mencionó, y se anexa y comenta la bibliografía de las obras que vienen a ser su antecedente.

    A todo lo largo del libro, Luis Barjau sostiene tesis y expone datos e ideas de interés y valor indiscutibles, que se van enlazando en forma coherente y probatoria. Por ejemplo: en relación con los límites entre ciencia y mito, se afirma que ellos son indefinidos (p. 28). Se demuestra cómo el estudio de la mitografía contemporánea, hace comprensible la causa por la cual no hay en México una tradición ordenadora de los mitos prehispánicos (Ib.). Se aclara que las llamadas fuentes indígenas escritas no existen como testimonios directos; todas son versiones de los conquistadores (p. 31).

    Así pues, las fuentes históricas proceden de quienes decidieron borrar por entero la antigua religión (Ib.).

    En México, el control ideológico fue ejercido por españoles y criollos (p. 40). Por esa causa se han aplicado a México normas de pensamiento occidentales, sin relación con lo que él es esencialmente. De esta suerte, se ha negado de continuo su verdadero pasado: no se aceptad tiempo histórico prehispánico (p. 43).

    Viciosamente, no se presenta la singularidad de México como distinta a la del mundo occidental (p. 44). Se comete el error de no utilizar el potencial del corpus mitológico prehispánico para encontrar esa singularidad (p. 45).

    La falta de implicaciones mitológicas de la literatura mexicana, como expresión del colonialismo, muestra la preferencia dada al mito grecolatino (p. 51).

    En México se ha intentado suprimir la continuidad cultural (pp. 51-52)

    La satanización de los conquistadores hacia la religión indígena impidió que la cultura y los mitos indígenas alcanzaron formas complejas como la filosofía (p. 62).

    La imposición radical de las formas occidentales vino a intentar la destrucción de la visión indígena del mundo (p. 62).

    En último término, la filosofía náhuatl no pasa de ser un esbozo; carece de extensión cultural (p. 63).

    La superposición de la cultura occidental a la mesoamericana implica para ésta la sustitución de su propia visión del mundo por otra basada en los mitos griegos, con desprecio de los indígenas (p. 68).

    No hay relaciones entre la filosofía náhuatl y los antiguos mitos mexicanos. Sólo el pensamiento de Tlacaélel podría relacionarse con ellos, pero muy difícilmente sería lícito juzgar filosófico ese pensamiento (p. 76).

    El desarrollo del pensamiento indígena no debe estimarse de acuerdo con el desarrollo del pensamiento occidental. Los mexicanos debemos pensar por nuestra cuenta (p. 77).

    Posibilidad de indagar la idiosincrasia de los antiguos mexicanos, su cosmovisión, por medio del estudio de las características de sus deidades (p. 78).

    Como ejemplo de esa posibilidad, análisis —excepcionalmente brillante y original— de dos de tales deidades: Tezcatlipoca y Tlazoltéotl (pp. 79-80).

    Los nahuas no tomaban en cuenta la idea de progreso (p. 95). De acuerdo con la afirmación anterior, se hace un minucioso y certero análisis del Mito de los Soles, demostrando los errores contenidos en las interpretaciones usuales (pp. 98 y ss.).

    Unidad de los conceptos de tiempo y espacio en el pensamiento náhuatl (p. 109).

    El concepto del espacio y el tiempo como unidad prohíbe el concepto de evolución en el pensamiento náhuatl (p. 116).

    El influjo de la cultura occidental, considerada el bien, hizo que a la cultura indígena mexicana se le considerara el mal. Los dioses creados por esta cultura se equipararon al demonio de aquélla (p. 118).

    El saber indígena ha de juzgarse distinto, pero funcionalmente equivalente al de cualquier otra alta cultura (p. 126). Por eso mismo, el saber mitológico tiene que ser un primer medio para llegar al autoconocimiento de nuestros pueblos antiguos (p. 127).

    En la situación actual de nuestro país —colonización, dependencia— se hace necesaria la creación de una voluntad nacional, una voluntad de oposición a las destructoras fuerzas externas (p. 29).

    La dependencia económica y política origina la preocupación por la propia identidad, como arma para libertarse de aquélla (p. 131).

    Contra las ideologías que durante nuestra historia, a partir de la Conquista española, nos han sido impuestas, es preciso crear un consenso social a fin de establecer un concepto propio de nación y de unidad nacional (p. 132).

    La única manera adecuada para conseguir nuestra autoaceptación es la aprobación de nuestros orígenes (p. 135).

    La cultura indígena en nuestro país no se ha interrumpido, ha mantenido una continuidad que la hace actual y vigente (p. 136).

    Para aprovechar esa continuidad cultural hace falta oponerse al predominio que sobre ella ejerce la visión occidental, y fundar un principio de auténtica independencia.

    La sola lectura de las ideas esquemáticamente transcritas —todas ellas están clara y hondamente explicadas y fundadas por Luis Barjau—, hace evidente la importancia de esta obra suya, que podría encontrar amplificación y complemento en el diccionario que él mismo, en los apéndices de su trabajo, propone y proyecta con rigor científico e imaginación. De obvia utilidad resulta la bibliografía comentada, con la cual este trabajo concluye.

    Así pues, por la claridad de su sistema expositivo, por los grandes conocimientos científicos en que se sustenta, por la profundidad de su doctrina y por la oportunidad de la defensa que hace de radicales valores nuestros, se hace imprescindible su publicación.

    Rubén Bonifaz Nuño, 1987

    Prefacio

    El objetivo de este libro puede ser sintetizado como sigue:

    a) Discutir qué es el mito y con qué fenómenos se relaciona.

    b) Exponer, de acuerdo a lo anterior, los mitos de creación nahuas como ejemplo representativo de una mitología mexicana.

    c) Indicar las formas pertinentes de recuperación y estructuración de esta mitología.

    No obstante, y a pesar de su brevedad, este escrito tiene varios propósitos. Uno es reunir definiciones del mito y reflexionar sobre sus semejanzas y diferencias; otro es observar los límites entre el mito, la ciencia, la religión, la filosofía y la literatura; y uno más, promover la discusión de un asunto que es de suma importancia en la historiografía mexicana: por qué no existen diccionarios de mitología antigua de México. Otros propósitos están entre líneas y no corresponde al autor mencionarlos, aunque guardan relación e interactúan en el libro.

    Ahora bien, los intentos definitorios de los mitos son ya, en sí mismos, problemas teóricos de gran importancia; en principio, porque los fenómenos míticos pertenecen a las cosas menos susceptibles de ser atrapadas en los moldes de una definición, aunque la requieran, sea de un modo general o como alusión lejana; y esto significa un desafío y un inevitable enfrentamiento con el misterio. Luego, porque los meros ejercicios de definición de los mitos nos relacionan con una problemática esencial: el sentido del tiempo histórico propio, sus contenidos culturales fundamentales y su singularidad. Esto es relevante porque ayuda a perfilar la —versión— que un pueblo ha mantenido a través del tiempo respecto de sí mismo y de sus alrededores; o en última instancia, de su consideración de —lo real—. De aquí, y no de otro lugar gnoscológico, se debe partir para entender lo propio de un pueblo; de su entidad grupal, comunal, nacional, idiosincrática.

    La observación de los límites entre el mito, la ciencia, la religión y la literatura, describe un método adicional al estudio de los mitos; es un método que, modestamente, busca señalar los fenómenos socioculturales que aunque de una u otra forma están confundidos con los mitos, no son precisamente éstos. Un método que contribuye a conformar una definición de mito, señalando sus —partes externas— o límites.

    El señalamiento de la ausencia de una tradición editorial integrada por un diccionario de mitología mexicana, cosa que existe en otros pueblos que como México tienen un pasado remoto y grandioso, es un propósito práctico de este estudio. ¿Por qué no existe en México esta tradición? La discusión de este problema pretende dar la pauta para su establecimiento en nuestro país, donde sólo se cuenta con un extraño y solitario —ariete— (escrito en 1911 y circunscrito a la mitología nahua: la obra de Cecilio A. Robelo) en lugar de lo

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