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Carolina Sanín: Material de lectura, núm, 16. Ensayo. Nueva época.
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Libro electrónico46 páginas38 minutos

Carolina Sanín: Material de lectura, núm, 16. Ensayo. Nueva época.

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Este número de la serie Ensayo, presenta el texto "El ojo de la casa", un ensayo personal de Carolina Sanín en el que la autora colombiana reflexiona sobre la importancia de la televisión (y el aparato televisor) para los nacidos en los años 70 del siglo pasado
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento4 ene 2024
ISBN9786073085359
Carolina Sanín: Material de lectura, núm, 16. Ensayo. Nueva época.

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    Carolina Sanín - Carolina Sanín

    Nota introductoria

    Yolanda Reyes

    Mi hermano y yo vivimos en países distintos. Con esta frase que abre El ojo de la casa se ilumina un escenario y, de repente, estamos asomados detrás de una puerta, o de un telón, oyendo una conversación que empieza siempre, como en los juegos de los niños, con los mismos parlamentos. Bajo una luz que es otra luz, dos hermanos hablan de gente que no existe (que sale en la televisión). Están suspendidos en la cornisa de la infancia y, aunque sabemos que no es la infancia nuestra, hay algo de ellos —de nosotros— que nos hace reír en el pasado, y nos resuena y nos conmueve todavía. Al amparo de esa suspensión de la incredulidad, el tiempo se rebobina y nos sitúa en una habitación que está alumbrada por esa luz que no calienta: por ese fuego imaginario que asociamos con el hogar de la televisión.

    Aunque no sepamos claramente si somos intrusos o hemos sido convidados, entramos en ese teatro del teatro por la rendija que nos abre la escritura. Miramos a la niña que mira desde el pasillo el umbral de la habitación donde sus padres ven un programa, y que es un primer destello convertido en palabras, y aceptamos la consigna de ser también parte de ese teatro del teatro (del teatro), para jugar a hacer de cuenta que, fuera de la televisión y más allá del libro, los personajes de esa casa siguen actuando sus conversaciones y que son de la familia. Al amor de la lumbre —como ha sido siempre, hasta donde alcanza la memoria de la especie—, el texto proyecta historias del fondo de nosotros mismos, del fondo de un país que se convierte en muchos países, y del fondo de otros tiempos, en un idioma casi olvidado que reconocemos, y que nos da una señal de identidad común, como si regresáramos a esa casa —y a esa lengua—en la que vivimos hace tiempo.

    Con esa precisión poética y descarnada que escudriña las palabras para hacerlas significar de nuevo, y que es una marca de Carolina Sanín, la escritura va alumbrando capas de un mundo que transcurre entre lo íntimo y lo público y que contempla lo que parece familiar hasta situarlo al borde del extrañamiento —y a veces, incluso, del horror—. Hago como si sacara la infancia de la memoria de las sensaciones y la pusiera ante mí en una pantalla de televisión, leo en su texto, y veo esa mezcla de lucidez, de encantamiento, de dolor y de belleza que está en el centro de la infancia y que ella desentraña (y des-encarna) como uno de los centros, también, de su escritura.

    En esa confusión entre el sueño y la vigilia, y el día y la noche con sus tiempos diferidos, que es el lugar en donde la televisión nos ha contado sus historias, se abre este libro, como una caja mágica llena de imágenes, de episodios nacionales, o particulares, y de referencias para apreciar la televisión como un campo cultural en movimiento. Lejos de los terrenos transitados, del activismo o de la propaganda, Sanín ha elegido la deriva y la independencia de pensar fijándose y de interrogar los lenguajes y los significados

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