Hugo Chávez y el socialismo bolivariano
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Hugo Chávez y el socialismo bolivariano - Germán Sánchez Otero
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Edición: Ernesto Pérez Castillo
Diseño de cubierta: Ernesto Niebla Chalita
Diseño interior: Ileana Fernández Alfonso
Fotos: Ministerio del Poder Popular para la Comunicación y la Información
y Prensa Presidencial de la República Bolivariana de Venezuela
Corrección: Ricardo Luis Hernández Otero
Composición: Madeline Martí del Sol
© Germán Sánchez Otero, 2022
© Sobre la presente edición:
Editorial de Ciencias Sociales, 2022
ISBN 9789590624278
Estimado lector, le estaremos muy agradecidos si nos hace llegar su opinión, por escrito, acerca de este libro y de nuestras ediciones.
Instituto Cubano del Libro
Editorial de Ciencias Sociales
Calle 14 no. 4104, entre 41 y 43 Playa, La Habana, Cuba
editorialmil@cubarte.cult.cu
www.nuevomilenio.cult.cu
Índice de contenido
Noticia
Preludio
Capítulo 1
El país, después de las tormentas
Facetas íntimas
Escenario político al comenzar 2003
Nuevos retos
Agenda Bolivariana para la Coyuntura (ABC)
Primeras medidas de la ABC
Tierras y alimentos para el pueblo
Otras acciones para encarar la crisis
Capítulo 2
Misiones salvadoras
¿Cómo surge la Misión Barrio Adentro?
Génesis de la Misión Robinson
Concepto de misión social
Misión de las misiones
Identidad y fechas de las primeras misiones
Barrio Adentro: misión de salud integral
Misiones para revolucionar el saber
Misión Robinson
Misión Robinson II
Cumpleaños feliz: Misión Sucre
Misión Ribas
Deportes y cultura física en los barrios
Mercal: Alimentación segura para los humildes
Lanceros en acción: Vuelvan Caras
Frente de Luchadores Sociales
Respaldo de Cuba a las misiones sociales
Capítulo 3
Referendo revocatorio y otros temas, 2003-2004
Escenas de la vida privada
Hacia la recuperación económica
Nuevo intento para derrocar a Chávez: el referendo revocatorio
Escalada reaccionaria y contraataques de Chávez
Guarimbas
: Caos terrorista premeditado
La hora del antimperialismo
Magnicidio frustrado y nuevos análisis sobre el imperialismo
Ofensiva comunicacional
¿Referendo para revocar o confirmar?
Nueva batalla de Santa Inés
Opositores creen que triunfarán
¿SÍ o NO?
Chávez al frente del Comando Electoral Maisanta
Misión Derecho a la identidad
Unidades de Batalla Electoral
Campaña de propaganda por el NO
Acciones de la oposición a favor del SÍ
Gran triunfo del NO
Elecciones regionales: otra victoria bolivariana
Capítulo 4
Nuevo mapa estratégico y quehacer internacional
Taller de Alto nivel: Hacia el salto adelante
Objetivos de la nueva etapa
Más aportes de Chávez en el Taller de Alto Nivel
Importancia del Taller de Alto Nivel
Ofensiva internacional postreferendo
Impulso a la integración bolivariana y contra el Alca
Alternativa Bolivariana para las Américas (Alba)
Capítulo 5
Saltos adelante durante 2005-2006 y pugnas con el imperio
Estilo de dirección
El salto adelante: hacia una nueva etapa
Nuevo ciclo de expansión económica y social
Socialismo del siglo xxi
2005: Washington aumenta las presiones
Contragolpes de Chávez al imperio
Alca, al carajo
Rumbo al socialismo (RAS)
Conceptos sobre el socialismo
Socialismo venezolano
Los cuatro ámbitos del socialismo
Empresas de Producción Social (EPS)
Consejos Comunales
El imperio arrecia su hostilidad
Chávez arremete contra Bush
Bush huele a azufre
Capítulo 6
Ofensiva internacional, bienio 2005-2006
Mirada inicial
Actividades en la América Latina y el Caribe en 2005
Otras acciones en el mundo durante 2005
Despliegue foráneo en 2006: visión de conjunto
Impulso a la unión de nuestra América
Gira por Europa occidental
Quehaceres en Medio Oriente y África
Gira por Bielorrusia, Rusia, Vietnam, Mali y Benín
Visitas a Cuba, República Popular China, Siria y Angola
Cuarta visita a Fidel, en su lecho de enfermo
Cumbres en Cuba
Solidaridad con los humildes de Estados Unidos
Capítulo 7
Dos últimas victorias nacionales en 2005-2006
Aventuras y desventuras de la oposición
Elecciones de diputados: autogol del imperio
Comicios presidenciales: cima de su popularidad
Histórico triunfo electoral
Últimas acciones internacionales en 2006
La Revolución en su mejor momento
Bibliografía
Galería de imágenes
El sistema de gobierno más perfecto, es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política.
Dignaos conceder a Venezuela un gobierno eminentemente popular, eminentemente justo, eminentemente moral, que encadene la opresión, la anarquía y la culpa. Un gobierno que haga reinar la inocencia, la humanidad y la paz. Un gobierno que haga triunfar bajo el imperio de leyes inexorables, la Igualdad y la Libertad.
Simón Bolívar
Discurso de Angostura, 15 de febrero de 1819
Yo, cada día me convenzo más, capitalismo y socialismo. No tengo la menor duda. (…) Al capitalismo hay que transcenderlo por la vía del socialismo. ¡Por esa vía es que hay que trascender el modelo capitalista!
Hugo Chávez
Discurso en el Foro Social Mundial en Porto Alegre,
30 de enero de 2005
(…) nuestro socialismo, un socialismo profundamente democrático, profundamente venezolanista, un socialismo bolivariano, un socialismo incluyente, que nos permitirá construir ese país que Bolívar soñó y que Bolívar lloró, y que nos permitirá cumplir el mandato de Bolívar en Angostura (…).
Hugo Chávez
Juramentación del Comando Nacional Zamora,
6 de noviembre de 2007
Noticia
Hugo Chávez y el socialismo bolivariano es la tercera parte de una aproximación a su biografía, que saldaré con la cuarta entrega.
El primer tomo abarca desde que nace el 28 de julio de 1954, hasta su triunfo electoral en diciembre de 1998, lapso en que se forja el líder y comienza a impactar el curso histórico de Venezuela. El segundo libro expone los decisivos años iniciales de la Revolución Bolivariana: entre el 2 de febrero de 1999, fecha en que Chávez asume como presidente, y el 2 de febrero de 2003, día en que anuncia la derrota del golpe petrolero, cerrándose de tal modo la intensa y fecunda etapa inicial de la Revolución.
La presente obra recorre su vida desde el 3 de febrero de 2003 hasta diciembre de 2006. En este segundo cuatrienio del proceso revolucionario ocurren medulares avances y nuevas definiciones estratégicas, en especial su intención socialista de sello bolivariano. Es esta una fase expansiva, cuyo punto culminante es el triunfo de Chávez en los comicios presidenciales del 3 de diciembre de 2006, en que obtiene 63 % de los sufragios, el más alto de su historia.
Eventos y procesos acontecen sin pausa: misiones sociales; referendo revocatorio –que deviene confirmatorio–; proclamación del carácter antimperialista de la Revolución; esgrimas frente al imperio y la contrarrevolución pitiyanqui
; definición inicial del proyecto de cambios orientado a crear el socialismo bolivariano, cristiano, indoamericano, marxista…, del siglo xxi; amplias cosechas sociales, económicas y políticas; consolidación de la unión cívico-militar; avance de la hegemonía revolucionaria en los poderes del Estado e intenso despliegue internacional del Comandante-Presidente, que incrementa su influencia mundial.
Deseo contribuir a que este momento de la vida del líder bolivariano y de la Revolución, sea comprendido en su esplendor y también se avisten los desatinos, obstáculos y acechanzas externas e internas. El insigne barinés sigue inmerso en un remolino histórico, que él contribuye como nadie a desatar y a encauzar. Por tal razón, su quehacer es inseparable de la Revolución Bolivariana, aunque el libro no pretende ser la historia de ella.
¿Cuánto logra adelantar Chávez en el novedoso rumbo socialista bolivariano que ha concebido y qué aportes realiza en esos cuatro años de ofensiva ininterrumpida de la Revolución? Esas son dos preguntas que subyacen a lo largo del texto.
El método que empleo armoniza la narración sobre la vida del biografiado, incluidas sus facetas humanas, con el análisis de los procesos en curso. Busco mostrar así, al rojo vivo, las diversas virtudes de Chávez y su liderazgo, sin ocultar deslices o flaquezas asociadas al ejercicio multidimensional del poder. Aunque en ocasiones el lector podría suponer que uno u otro pasaje es fruto de la imaginación del autor, todos ellos son verídicos. En muy pocos casos añado matices, palabras o gestos, necesarios para facilitar la comprensión.
Tomo de hilo conductor la interacción de Chávez y el entorno nacional e internacional. Realzo sus ideas y conductas públicas y privadas, pues los lectores suelen conocer el desenlace de los principales sucesos, mas desean ponderar los procesos menos visibles.
Empleo tres puntos de vista para exponer e interpretar lo que acontece: el del protagonista –la mirada principal–; la percepción de quienes le rodean –amigos, familiares, compañeros, gente común, adversarios políticos–; y mi propio enfoque. Intento ofrecer de tal manera una visión exhaustiva del biografiado, incluso, si es necesario y ajustándome siempre a la realidad, mostrando el flujo interior de sus pensamientos y sentimientos.
Las fuentes son diversas. Utilizo en especial sus discursos, entrevistas de prensa y los programas de televisión y radio Aló Presidente, realizados en el período; también, los testimonios entregados al autor por amigos, familiares y compañeros de Chávez, y por disímiles ciudadanos. Otro insumo es la prensa escrita y materiales audiovisuales de esos años, en los que viví en Venezuela. Todas las referencias se indican como parte de la narrativa; tal es el caso de las numerosas citas de discursos, entrevistas de prensa y programas Aló Presidente. Además, empleo una amplia gama de libros, documentos, folletos e informaciones de Internet, referida al final de la obra.
Muy útiles resultaron las vivencias dentro del huracán
revolucionario, en ese período donde las relaciones entre Cuba y Venezuela alcanzan el más elevado relieve. Fui beneficiado por la sabiduría de innúmeras personas del pueblo venezolano, con quienes sostuve espontáneos contactos y varias amistades. Pude apreciar mejor los complejos procesos de cambio en desarrollo, favorecido por los frecuentes nexos de trabajo y personales con el biografiado, otros dirigentes bolivarianos y varios militares. Fueron provechosos los intercambios con los colegas del cuerpo diplomático, periodistas y diversas figuras de la vida cultural, económica y de otros ámbitos venezolanos, incluso de manera ocasional con miembros de la oposición.
En Cuba y Venezuela, tuve el privilegio de compartir y aprender lo indecible con Fidel y miles de compatriotas, entre ellos, de modo especial, colaboradores cubanos de la salud, la cultura, el deporte y de otras áreas.
Este libro, por consiguiente, es una obra colectiva y su primer actor, el biografiado, es también el principal autor. A todos y todas: gracias. Y anticipo que soy el único responsable de las insuficiencias.
Vislumbro en los aportes del proceso bolivariano y de su líder durante los cuatro años aquí aludidos, un tesoro de enseñanzas para nuestra América, tan necesitada de auténticas alternativas anticapitalistas que adelanten proyectos de emancipación plena.
La Habana, mayo de 2022
PRELUDIO
5 de febrero, 2003. Al finalizar una extensa alocución de radio y televisión en el Palacio de Miraflores, Chávez observa que se acerca de buen ánimo el ministro de Defensa.
–Presidente, buenas noches, le traigo un regalo –dice el general y exhibe un portafolios que el barinés reconoce en un segundo.
–¡Apareció! –reacciona estupefacto, al percibir que es su viejo maletín de comandante del batallón de paracaidistas. Y, mientras agradece el gesto, observa de soslayo a dos edecanes que se acercan intrigados.
–Muchachos, este es el maletín que entregué el 4 de febrero de 1992, cuando estuve preso en el Fuerte Tiuna y nunca más supe de él –dice y levanta orgulloso el trofeo–. Es el mejor obsequio que he recibido en estos años –confiesa en voz baja y sus pequeños ojos pardos brillan, moteados de cierta nostalgia.
Mira el reloj, es casi medianoche y decide subir a su área privada del Palacio Presidencial, donde vive desde hace varios meses. Tiene ahí su habitación íntima, un comedor, una modesta oficina y un diminuto patio al aire libre. Lee de prisa papeles urgentes, ingiere una comida frugal a base de pescado, vegetales y arepas, paladea su último café guayoyo y va feliz para la alcoba, como un niño con maletín viejo
, bromea a los subalternos.
A las dos de la madrugada, sin premura y vestido con la ropa de dormir, comienza a disfrutar el tesoro: fotos de sus dos hijas y del hijo, 12 años atrás, documentos del batallón de paracaidistas, un cuaderno de notas, el brazalete tricolor que usara durante la rebelión, mapas de la operación militar y, de modo destacado, el Libro azul, llamado así por el color de la carátula, que se ha desteñido al pasar de los años.
Rememora ese folleto, que concluyó a pocos días de la rebelión militar, e imagina ante sí al teniente Lugo Salas quien, con la única computadora del batallón, transcribe los textos que él redacta. Hasta que una madrugada, entre ambos, imprimen el documento donde se exponen las razones históricas y el programa político de la operación Ezequiel Zamora.
Revive instantes de aquel sábado 1 de febrero de 1992, en los que goza viendo jugar pelota a su vástago Huguito en una liga de béisbol pre infantil, junto a su entonces esposa Nancy y las dos hijas adolescentes, Rosa Virginia y María Gabriela. Desde el estrado sonríe, vocifera y aplaude y, sin dejar de mirar el partido, lleno de soterrada ansiedad, relee los papeles de la insurrección bolivariana que ya tiene encima.
¿Exagera acaso el filósofo galo Jean Paul Sartre, al afirmar que los seres humanos suelen vivir más plenamente sus actos cuando los recuerdan?
Un enjambre de sucesos fluye por su mente, mientras revisa el contenido del maletín. Evoca hechos cruciales y elucida detalles que antes no percibiera, hasta que, de súbito, oye cantar a sus dos gallos giros en el patio aledaño y cae rendido en brazos de Morfeo.
Tenía 28 cumplidos en la tarde del 17 de diciembre de 1982, cuando junto a otros tres jóvenes oficiales, hace un juramento bolivariano a la sombra del legendario Samán de Güere, en el estado Aragua, inspirado en el que realizara el mozalbete Simón en el Monte Sacro, el 15 de agosto de 1805.
Nueve años y 49 días después, dirige la rebelión militar más célebre de la historia venezolana, al convertir el revés bélico del 4 de febrero de 1992 en un laurel político que abre la puerta a la revolución.
Al salir de la cárcel, 25 meses y 22 días después, el sábado 26 de marzo de 1994, vísperas de Semana Santa, sin recursos materiales y de frente al régimen putrefacto, se lanza a las catacumbas del pueblo, organiza y une fuerzas, rechaza a quienes intentan doblegarlo mediante diferentes artificios o por medio de prebendas, y tantea la mejor manera de alcanzar el poder.
Tres años más tarde, en abril de 1997, logra madurar una estrategia revolucionaria pacífica y democrática, que desconcierta a los adversarios y los derrota en su propio terreno electoral, el 6 de diciembre de 1998.
Luego de recibir la banda presidencial el 2 de febrero de 1999, logra cambiar en diez meses las matrices del sistema estatal, en nexo fecundo con el pueblo civil y castrense. Primero, la mayoría de la gente avala a través de su voto que se convoque una Asamblea Constituyente, y la alianza que apoya a Chávez obtiene el 96 % de los escaños. En 120 días, el ente soberano elabora la nueva Carta Magna, muy avanzada e impregnada de ideas bolivarianas, y el 15 de diciembre de 1999 el pueblo la aprueba en referendo.
Siete meses después, en julio de 2000, los poderes se relegitiman en las urnas en el marco de la nueva Constitución. Él es reelecto con 59 % de los sufragios y crece el dominio y la hegemonía de la Revolución en todas las instancias del Estado y de la sociedad, aunque los adversarios aún dominan importantes estructuras y palancas de poder.
Desde febrero de 1999, el flamante presidente ha comenzado las acciones sociales y económicas a favor de los humildes y de la clase media empobrecida: articula la alianza cívico-militar en torno al Plan Bolívar 2000, de beneficios sociales directos e inmediatos para el pueblo, avanza en estabilizar la maltrecha economía y pone las primeras piedras de su desarrollo ulterior. Con tal fin, da un paso audaz en 2001 al aprobar 49 leyes, algunas muy relevantes como la de Hidrocarburos y la de Tierras. Además, a partir de 1999 emprende su estrategia petrolera y de política internacional, que depara a Venezuela un inédito rumbo independiente y soberano.
Una especie de ley de gravedad hemisférica hace que pronto Washington decida derrocar al culpable de tantas herejías: el 11 de abril de 2002, los acólitos venezolanos del imperio lanzan el zarpazo, mientras este actúa a la sombra. Y acontece lo que no imaginan: en menos de 48 horas la Revolución logra pulverizar la acometida.
Pero ocurre algo inesperado. Días después, en vez de aprovechar ese formidable triunfo para ahondar el proceso, Chávez decide acumular fuerzas y realizar una maniobra de engaño que confunde por igual a los enemigos, a varios de sus seguidores en Venezuela y a no pocos aliados y simpatizantes en el exterior.
Adopta una táctica de ganar tiempo y perder espacio de poder, a fin de consolidar las fuerzas cívico-militares, pues está seguro de que ellas deberán encarar pronto otra embestida adversaria. Esgrime la batuta del diálogo con todos los sectores, y se afana en mantener la paz y el respeto a la Constitución. Incluso, en gesto de buena voluntad, repone en sus cargos a los gerentes de Pdvsa cómplices del golpe de abril.
¿Cómo reaccionan sus antagonistas ante estas decisiones? Sucede una paradoja. Tales esfuerzos de paz son boicoteados por el gobierno de los Estados Unidos y por la contrarrevolución interna, al interpretar esa generosa postura como si fuera la crisis terminal del proceso bolivariano. Envalentonados, el 2 de diciembre inician la segunda acción golpista de 2002: paralizan el corazón económico venezolano, seguros de que disfrutarán la Navidad sin Chávez.
¿Solo los mueve el botín petrolero? En verdad, sus motivaciones son más amplias. Quieren abortar además el rumbo anti neoliberal iniciado por el audaz bolivariano, y derrotar sus posturas a favor de la unión regional y de un orbe multipolar. Han comprendido algo esencial en breve tiempo, incluso antes que buena parte de la izquierda de muchos países: la Revolución Bolivariana es un inesperado suceso global en los albores del siglo xxi, que rasga la hegemonía del capital transnacional y del poder imperialista en el traspatio
del águila y deviene paradigma de emancipación.
El nuevo plan subversivo suma al paro empresarial el freno de la entidad petrolera estatal y el sabotaje a sus instalaciones. Y es avalado por casi todos los medios de comunicación privados, que despliegan una guerra sicológica con tintes fascistas. Buscan suscitar un escenario de caos y desasosiego –que logran en parte– y persisten en exigir la renuncia del presidente, estimular un golpe de Estado, y/o forzar el adelanto de elecciones presidenciales. ¿Acaso los sacrílegos de la estirpe de Chávez, pueden ser quemados en semejantes hogueras?
Esta vez en libertad, a diferencia de abril en que fue secuestrado, el Comandante-Presidente puede conducir de modo personal el contraataque del pueblo civil y uniformado. Y lo hace de manera impecable.
Un día pasa, pero un momento no
, reza el proverbio indio. Así sucede entre el 2 de diciembre de 2002, día en que se inicia el paro subversivo, y el 2 de febrero de 2003, fecha en que el líder de la boina roja anuncia la victoria contra el golpe petrolero: otro momento crucial de la Revolución Bolivariana, en el que obtiene su segunda corona no electoral en menos de diez meses.
Tales desenlaces de abril y diciembre de 2002 hacen fraguar con más solidez los éxitos obtenidos por la Revolución en las urnas: Chávez consolida su liderazgo en la Fuerza Armada Nacional, afianza la alianza cívico-militar y consigue el mando de la industria petrolera, pilar de la economía. Un formidable triángulo de poder, cuya fórmula el barinés –amante de las matemáticas y de las ciencias políticas y militares– es diestro en despejar.
Comienza así en febrero de 2003 el segundo tiempo histórico de la Revolución Bolivariana, que se extiende hasta la desaparición física de su líder el 5 de marzo de 2013. Década vertiginosa de inmensos logros, a pesar de las vicisitudes creadas por los adversarios, de los escollos del sistema neocolonial heredado y de las debilidades y pifias de los dirigentes. Y también, debido al modelo político adoptado, que obliga muchas veces a un proceso de ensayo-error atestado de sorpresas y peligros.
¿Podría la Revolución progresar de otro modo? Chávez está persuadido de que no existe otra vía. El 12 de noviembre de 2004, en un taller de reflexión sobre el nuevo mapa estratégico del devenir bolivariano, lo expresa mediante un símil: Una revolución avanza en medio de un caos. Claro, dentro del caos debe haber un orden, el caos tiene su propio orden, como la corriente de un río. El río choca, se devuelve, pero todo va en un orden. Así son las revoluciones
.
¿Qué enseñanzas es factible deducir de los quehaceres de Chávez inmerso en tales remolinos, entre febrero de 2003 y diciembre de 2006?
El socialismo no ha muerto, estaba de parranda…
, proclamó con su alegría contagiosa al visualizar, entre escombros y cenizas, brasas del ideal socialista, y decidir reanimar la utopía insuflándole energías e ideas renovadas.
¿Cuánto logra adelantar junto a su pueblo en el ignoto derrotero emancipador de orientación socialista, durante esos cuatro años de ofensiva ininterrumpida de la Revolución Bolivariana?
Capítulo 1
El país, después de las tormentas
Facetas íntimas
Por iniciativa suya y de mutuo acuerdo, en los últimos meses de 2002 ha abierto un trámite de divorcio con Marisabel. Al despuntar 2003, acorde a la ley venezolana, discurre la fase de separación de cuerpos por 12 meses. Luego de convivir siete años, este segundo matrimonio de ambos les deja a Rosinés, un adorado retoño que ha cumplido cinco primaveras y acompaña a su madre en la ciudad de Barquisimeto, estado Lara.
Chávez no cesa de añorar a la niña. Ella le ha expresado por teléfono que en Caracas hay candela
, al ver en la televisión tantas imágenes de violencia durante la coyuntura del golpe petrolero. Conversan a diario y él goza su ingenuidad y fantasía, como si estuvieran juntos. Saca tiempo para visitarla en Barquisimeto. La busca en casa de Marisabel, en un discreto barrio de clase media, y la lleva consigo a la morada de sus entrañables amigos, el gobernador del estado, Luis Reyes Reyes y su esposa, Marisol. Casi siempre se queda a dormir allí, para gozarla en la noche y parte de la mañana; le place jugar con la niña en el piso, hacer travesuras y responder sus ocurrentes preguntas.
Una vez, mientras observan las estrellas, le habla del universo y la niña comenta: El universo sí es grande, papá, ¿y, quién hizo el universo?
Él le explica algunas ideas, y una es que Dios lo creó. Ella indaga: ¿Y eso es verdad?
Chávez balbucea: Sí, creo que sí, pero nadie lo vio
. Y Rosinés: Pero, ¡qué trabajo le daría a Dios hacer todas esas matas y tantas estrellas!
. Él sonríe: Sí, trabajó mucho
. Hasta que la pequeña lo estremece con un reclamo: "Sí, pero Dios descansó el domingo, ¿verdad? Pero tú ni siquiera lo haces el domingo, porque estás en Aló Presidente…".
Ha cumplido 48 años y su salud es buena, salvo algo elevado el colesterol debido la ingesta de alimentos con excesiva grasa porque, a pesar de las indicaciones médicas, no pocas veces cede a las tentaciones. También es permeable a gripes y dolencias estomacales, en cuyo origen influyen momentos depresivos, lógicos en muchos seres humanos. La zozobra de los últimos meses le ha impedido hacer ejercicios físicos. Eso, unido a cierto desorden en su dieta, lo lleva a subir de peso y ya supera los 90 kilogramos, aunque no ha perdido su agilidad corporal.
El desborde de odio y violencia en grupos de opositores que habitan en el este de Caracas –donde se encuentra la Residencia Presidencial– hizo aconsejable a mediados de 2002 que se instalara en una pequeña área privada que existe encima de la planta baja de Miraflores. Concebida solo para pequeños descansos del presidente de turno, él acondicionó allí un minúsculo patio al aire libre, donde a veces juega chapitas con amigos y subordinados o lo utiliza para disfrutar de Rosinés y de su nieta Gaby, de similar edad, por ejemplo, enseñándolas a pintar.
En la azotea del Palacio trota y realiza otros ejercicios, para mantenerse en forma y bajar algunas libras, mas no logra hacerlo de manera estable, incluso después de los sobresaltos del año 2002. Más adelante, pide que le construyan una churuata en una parte del patiecito del área privada, con horcones de madera y techo de pencas de palma, igual a las moradas indígenas pero sin paredes. Convierte el peculiar sitio aireado en su ambiente de labor predilecto, donde lee documentos y libros, departe con sus hijos y sostiene reuniones con subordinados y extranjeros de cercanía personal. Crea así un espacio fresco y relajante, a su imagen y semejanza, especie de sucursal del llano: sencillo, diáfano y matizado por efluvios naturales.
A la vista, en otra reducida área, disfruta su jardín, donde enseña a un loro a hablar y hasta logra que repita ¡uh, ah, Chávez no se va!
, consigna que el pueblo reitera por doquier en esos días. Y le regalan y cría dos gallos finos de pelea, que lo deleitan cantando en las tardes.
Como gusta hacer desde niño, en ocasiones mira las estrellas y trata de desentrañar sus destellos y el entorno infinito de perpetua oscuridad. Marte es su planeta dilecto. Una noche en que después de varios años este se encuentra más próximo a la Tierra que lo usual, estira los brazos en dirección al astro. Así, de pie, metido en sí mismo, dialoga varios minutos con su yo profundo mientras enfoca al enigmático vecino espacial.
Fui testigo, en silencio, de esa especie de ritual, minutos antes de iniciar un encuentro de trabajo con él en la churuata. De súbito, sentí que estaba como poseído por una energía inusitada, acaso procedente del planeta rojo. ¿Sugestión suya, mía, o de ambos? Al concluir su trance, enfocó mis ojos, serio primero y radiante después, luego me saludó con el afecto de siempre y comenzamos a trabajar.
No pocas veces y casi siempre lleva razón, se deprime o molesta, incluso en extremo, debido a las complejidades y problemas del ejercicio del poder. Disfruta su ámbito familiar y de amistades pese a todo, y en ese universo íntimo es el ser humano de siempre: entrega su alma a quienes ama y hace suyos los problemas y dolores de los demás.
Sus dos hijas, Rosa Virginia y María Gabriela, y el varón, Hugo, siguen habitando en la residencia oficial. Él dialoga con ellos a través del celular, los ve a menudo en Miraflores o los incorpora a sus actividades, sobre todo a las hembras que son más apegadas. Sufre y asume los avatares de los tres, y es el cómplice más fiel y el principal aliado de cada uno. A veces se entristece, cuando alguno presenta problemas que él asocia casi siempre a falta de atención suya, debido al giro de su vida después del 4 de febrero de 1992. Es una cruz que arrastra y no puede soltar, tal vez de modo inconsciente, para exigirse tenerlos siempre cerca en cualquier circunstancia y porque los necesita para palpitar.
En ocasiones, luego de amainar las aguas turbulentas del golpe petrolero, en la noche ingresa a La Casona con una pequeña escolta –para no llamar la atención–, disfruta onomásticos y otros momentos de distensión junto a sus afectos y, de vez en vez, además de compartir con ellos, celebra reuniones de trabajo que pueden ser acompañadas de cena. Mas, el destino lo confinó a un pequeño espacio del Palacio Presidencial, que devino hogar permanente.
Siempre lo acompañan en Miraflores y en todas sus actividades, algunos jóvenes oficiales y otros edecanes más diestros. Estos últimos son casi todos participantes en la rebelión del 4 de febrero de 1992 y fungen como ayudantes principales y escoltas. Él se esmera en mantener cohesionado el grupo y lograr hasta donde puede que sea eficiente. Les exige por cada detalle y con frecuencia hace críticas fuertes a uno u otro miembro en un clima familiar, cual si fueran sus hijos e hijas. Suele renovarlos por razones diversas, salvo a unos pocos muy allegados y eficientes, casi todos subordinados suyos en el MBR-200, aunque también se ocupa de que ellos continúen su carrera militar.
A partir de mayo de 2003, debido a una circunstancia fortuita que relataré después, un pequeño equipo de médicos y otros especialistas de salud cubanos estarán siempre junto a él, en el Palacio y durante todos sus movimientos.
Escenario político al comenzar 2003
Dos sonoras bombas estallan el 25 de febrero de 2003 –en el consulado de Colombia y en la Embajada de España– y una tercera detona el 12 de marzo, en el edificio donde dialogan el gobierno y la oposición. Son las últimas patadas de ahogado lanzadas por los más violentos de la contrarrevolución, luego de fracasar el golpe petrolero.
Por su parte, los principales actores visibles de tal intento golpista –Carlos Fernández, presidente de Fedecámaras, Carlos Ortega, secretario general de la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV) y Juan Fernández, vocero de Gente del Petróleo– se dan a la fuga y salen del país.
Los dos Carlos son objeto de una orden de detención, acusados por la Fiscalía de cometer los delitos de rebelión civil, instigación a delinquir, conspiración, traición a la patria y devastación. El primero es arrestado, un juez lo envía a su casa por supuesta falta de pruebas, logra asilarse en una embajada y después salir de Venezuela. Ortega evade a la policía, también se asila y parte al exterior. Juan Fernández viaja sin problemas, al igual que los demás gerentes golpistas de Pdvsa.
De manera que los causantes de los muertos y cuantiosos