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Sin latido: Entender y acompañar el duelo gestacional
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Libro electrónico88 páginas1 hora

Sin latido: Entender y acompañar el duelo gestacional

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Todos los duelos presentan zonas comunes, pero el que se atraviesa con las vidas que no llegan a nacer posee unas características que alcanzan todos los recovecos del ser humano. «Sin latido» recoge testimonios en primera persona y propuestas para ayudar en el largo y duro proceso del acompañamiento. Porque la vida, como el amor, la ilusión, las expectativas y los sueños de futuro, no se mide por kilos.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento16 jun 2022
ISBN9788428566599
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    Sin latido - Luján Gómez Albo

    Prólogo

    Perder duele. Que se rompa un vínculo significativo o que se frustre una esperanza, duele. Cuando lo que se pierde es «carne de la propia carne», soñado, esperado, expresión de un proyecto de amor en la pareja, anhelo de fecundidad y maternidad, entonces la experiencia es especialmente significativa.

    Quizá durante demasiado tiempo, hemos convivido al amparo de tópicos no tan humanizadores, en torno al dolor que produce la pérdida de una criatura en camino. La idea de que se pueda reparar con otro, el secretismo y casi carácter vergonzante, ha relegado a no pocas mujeres y hombres, a no socializar este dolor y tener que vivirlo con sabor de incomprensión y soledad no deseada.

    Uno de los indicadores del proceso de humanización al que asistimos (junto a otros deshumanizadores), es precisamente esta creciente sensibilidad ante las personas que pierden a su criatura antes de que nazca o durante el parto. Su experiencia nos desafía a humanizar las relaciones y considerar formas de sufrimiento que piden empatía, comprensión y, en su caso, acompañamiento adecuado.

    Luján Gómez, comprometida con la humanización desde su trabajo en el Centro de Humanización de la Salud, nos presenta en este trabajo algunos de los aspectos que es necesario conocer para hacerse cargo y comprender esta forma de duelo. Desde la experiencia, desde el estudio, desde el conocimiento del fenómeno del duelo, que también hoy es objeto de mayor atención en la literatura y en la formación de profesionales de la salud y de la psicología, explora, con testimonios, esta realidad, con su potencial de asombro. Estas páginas permiten, de alguna manera, darse cuenta, caer en la cuenta, tomar nota de lo que viven tantas personas a las que les sucede lo mismo. Nos ayuda a ser conscientes de que, en situaciones semejantes, no nos podemos despachar con tópicos que minimicen o relativicen la experiencia del sufrimiento, sino que hemos de aproximarnos con sagrado respeto ante el sufrimiento de cada quien.

    Sabemos que permitir narrar, acompañar en la narrativa del sufrimiento, es un camino privilegiado de humanización. La hospitalidad narrativa, de la que hablaba Ricoeur, permite al otro decirse en el lenguaje cruzado: uno se dice en el lenguaje del otro, encontrándose en espacios de reconocimiento construidos gracias al diálogo humanizador.

    Los seres humanos somos narrativos. Necesitamos contar historias, nuestras experiencias de malestar y nuestros anhelos. Al contarlos, ponemos sentido a nuestra cotidianeidad y damos luz a los eventos extraordinarios que nos suceden o que protagonizamos, de modo que nos empoderamos, haciéndonos sujetos y no solo víctimas de un fatal destino incontrolado y vacuo.

    Negar formas de sufrimiento por no considerar la importancia de su narrativa, hace a la humanidad perderse una parte de la realidad, de la vida, de las posibilidades de solidaridad compasiva que humaniza. Por eso, ante realidades como la que nos ocupa en estas páginas, hay que levantar una voz y decir: ¡hay que hablar! No será un hablar reivindicador agresivo, sino un hablar narrativo que reclame socialización del conocimiento, prudencia en los juicios, diálogo y encuentro de calidad en el sufrir.

    El mundo del duelo tiene ante sí, el desafío no solo de mirar a pérdidas como las que nos ocupan en este libro, sino también mirar la complejidad con ojos más que psicológicos. De hecho, estas páginas se hacen eco de la importancia de las leyes, potencialmente humanizadoras o deshumanizadoras, en torno al tratamiento de los restos humanos, y de las personas dolientes.

    No es menos importante el mundo de los ritos, de lo simbólico, así como todo el campo de lo espiritual en el proceso de elaboración del dolor por una pérdida. Una psicologización del duelo sería una reducción del ser humano a una parte de sí mismo.

    Un enfrentamiento humanizado desde los diferentes aspectos del ser humano contribuirá a minimizar el sufrimiento o, cuanto menos, a aliviar el sufrimiento evitable en los procesos de sufrimiento y duelo.

    Son buenas noticias las que se cuentan en este libro, cuando se habla de iniciativas de especialización, de estudio, de investigación, de promoción de acompañamiento adecuado en torno a esta forma de sufrimiento. Son bien acogidas y aportan una mirada, normalmente nacida de personas con experiencia directa, que amplían las posibilidades de intervención cualificada, cuando esta sea necesaria.

    El duelo por pérdidas gestacionales, el que afronta Luján en este libro, es un indicador del valor del amor y de la vida. Los seres humanos amamos la vida, la cuidamos, la protegemos, y así expresamos precisamente nuestro ser humanos. De hecho, cuando no conjugamos estos verbos, es cuando, legítimamente, hablamos de deshumanización.

    Cuidar la vida es un desafío humanizador, especialmente cuando se muestra frágil y vulnerable, o muy frágil y muy vulnerable, como es el proceso en que la vida se está gestando al amparo de la protección del seno materno, en un lugar entrañable donde todo es don para el desarrollo y el logro del nacimiento.

    «No hay latido», fue la sentencia escuchada por Luján. Siguió el sufrimiento correspondiente y el proceso de trabajo del duelo en diferentes dimensiones. Pero hoy, en estas páginas el «no hay latido» late de una manera nueva. Se ha convertido en fecundo. «No hay latido», ahora, no es solo el recuerdo de un trauma, sino la expresión de un dolor transformado en oportunidad de profundización, de humanización, de solidaridad para comprender a todas las personas que experimentan un trauma semejante.

    Es el camino de la resiliencia, de la creatividad de quien, en el duelo, consigue levantar la mirada y dirigirse a un más allá de la propia tristeza o rabia, buscando qué se puede hacer no solo para uno mismo, sino también para los demás. Este libro da cuenta de esta respuesta resiliente y solidaria, motivo por el que siento agradecimiento.

    José Carlos Bermejo

    Director del Centro de Humanización de la Salud

    Introducción

    «No hay latido».

    Tres palabras. Solo tres palabras. Y el suelo se derrumba bajo tus pies. Todo un mundo de sueños, ilusiones, deseos, proyectos... se

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