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Estación Oscura
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Libro electrónico109 páginas1 hora

Estación Oscura

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La colección de once cuentos contenidos en este libro buscan capturar la mente y el corazón del lector, de manera que lo transporten a mundos temibles e inexplicables, donde nada es lo que parece. El terror y el misterio se conjugan para darle a este libro una atmósfera densa e inquietante.

IdiomaEspañol
EditorialPilar Macho
Fecha de lanzamiento10 nov 2023
ISBN9798223144984
Estación Oscura

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    Estación Oscura - Pilar Macho

    ESTACIÓN OSCURA

    POR

    PILAR A.MACHO

    Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de tapa, puede ser reproducida, almacenada o transmitida de alguna manera ni por ningún medio, ya sea electrónico, mecánico, de grabación o fotocopia, sin previa autorización del Autor. Todos los derechos reservados.

    Prólogo

    Las historias más aterradoras no son aquellas que te contarían en torno a una hoguera, sino aquellas que se esconden en la oscuridad, las que te persiguen por las esquinas cuando nadie más las mira, las que asombran a quienes las leen, las que te dejan pensando y te mantienen despierto por la noche; Porque el verdadero miedo no es el del monstruo, el hombre lobo o la criatura que acecha en la oscuridad. El miedo verdadero es el que atrapa a la mente de las personas y las hace dudar de lo que creían que conocían, lo que confiaban y lo que sabían, cuando el bien se vuelve el mal, los límites de la realidad empiezan a deformarse, lo natural se vuelve extraño, lo normativo se convierte en anormal. Cuando la luz es escasa y la oscuridad se hace extrema, todo se transforma en una pesadilla donde los sonidos estremecen y las sombras se vuelven amenazantes.

    Ver todos estos relatos compilados aquí es un inmenso placer para mí. ¿Son buenos? Eso espero. Realmente lo espero.  Me encantó escribirlos, y  también espero que te guste leerlos. Espero que te lleven lejos.

    Pilar A.Macho

    El lago

    Mi mejor amigo, Fernando, desapareció... Después de algunas semanas las autoridades cancelaron la búsqueda, y un ataúd vacío fue enterrado en su nombre.

    En la ceremonia, el hermano de Fernando se acercó a mi y conversamos por un buen rato, después de eso nos hicimos amigos, supongo que el dolor de la perdida de su hermano fue lo que lo acercó a mí.

    Ayer me invitó al lago para pescar, y yo ingenuamente accedí, debí ser mas listo...Debí sospechar cuando me dijo que las piedras y la cuerda era para improvisar un ancla en caso de emergencia.. Debí ser mucho mas rápido cuando estando en el bote en medio del lago se abalanzó sobre mi.. Y debí ser mucho mas fuerte cuando me amarró de manos y píes y me tiró al agua.

    Estando ahí bajo el agua a punto de morir, fue cuando lo ví... Amarrado igual que yo, en el fondo del lago estaba Fernando, su cuerpo descompuesto y su cara sin ojos... Pero era él.. Mientras poco a poco el oxigeno que me quedaba se iba acabando, una pregunta quemaba mi mente a punto de morir.. Y con mis últimos segundos de vida solo pude preguntarme...¿Como lo supo? ¿Como supo que aquí fue donde arrojé el cuerpo de su hermano?

    Te buscarán antes de morir

    Cuando los médicos me dijeron que no había nada más que pudieran hacer para curarme, creí estar oyendo las palabras de un desquiciado, puede que mis signos y síntomas externos les den la razón, mi palidez y dolores repentinos que me asaltan, tal vez den el aspecto de un paciente en estado terminal. Pero aun puedo mantenerme firme, y me siento bien, como en un sueño.

    Veo como el pelo sigue cayendo poco a poco, y como mis huesos cada vez son más visibles a través de mi piel,  pero no siento dolor, no siento nada. Aunque hoy ha pasado algo curioso, mientras me bañaba, bajo la fría agua, una mosca se me ha posado en el brazo, no le importó el agua que caía, ni tampoco el jabón, se quedó allí mirándome con esos ojos inexpresivos, como si esperara algo, un escalofrío recorrió mi cuerpo, la aparté mientras sentía sus microscópicas y sucias patas sobre mi brazo, me seque insistentemente tratando de borrar cualquier rastro de aquella diminuta criatura, me vestí e intenté comer algo, pero hace días que no me da hambre, el medico dijo que a estas alturas podría morir de inanición... El tiempo pasa lentamente, cuando desperté de mi siesta, las vi, ahora eran tres moscas que escarbaban fuertemente en mi piel, como si fuese carroña. Las ahuyente  y volaron lejos por la habitación.

    Lo cierto es que momentos después, un fuerte y desagradable aroma se abrió paso hasta mi nariz, el inconfundible tufo de algo pudriéndose. Busqué en vano por cada rincón de la habitación, por todas las demás habitaciones de la casa, no lo encontré, pero el olor persistía. Luego lo entendí muy bien, acerqué mi brazo y aspire sintiendo la pestilencia y corrupción de la carne pudriéndose bajo la piel, ¡Estoy muriendo en vida! Otras moscas vinieron cerca observando como si esperaran algo, me fui a dormir.. No se cuanto tiempo dormí, cuando desperté la fetidez era aun mayor. El techo y las paredes, todo, estaba cubierto de centenares, con su sonido horroroso y moviendo sus alas sobre mi cabeza, siempre vigilantes, aún esperándome.

    Sin Retorno

    Antonio apoyó la cabeza sobre la fría ventanilla del avión. De vez en cuando veía la faz de la tierra, oculta la mayor parte del tiempo por espesas nubes.

    Alza luego la vista hacia la cabina del piloto, solo diez segundos antes, había levantado ya los ojos del teléfono al oír un golpe seco procedente de la cabina.

    Como el resto de pasajeros, se queda atónito escuchando el mensaje del piloto que resuena a través de los altavoces:

    -Aquí el capitán González. Tenemos ciertas dificultades técnicas. Por favor, permanezcan sentados.

    El capitán había hecho otros anuncios durante el trayecto de Madrid a Caracas, pero en esa ocasión su voz sonó tensa y nerviosa.

    Una azafata caminaba cautelosamente de un lado a otro por el diminuto espacio entre la cabina y el comienzo de las filas de asientos. Antonio la seguía con la mirada. Mientras la observaba, la azafata descolgó el auricular de un teléfono de la pared y presionó un botón que él supuso que la ponía en conexión con la cabina. Habló por el auricular y esperó la respuesta. Antonio observó que cambiaba su expresión mientras escuchaba. Luego, lentamente, ella colgó el auricular y se tapó la boca con una mano. Su rostro estaba pálido cuando se giró hacia el pasillo.

    Un pasajero se dispuso a levantarse de su asiento.

    -Por favor, permanezca en su asiento caballero -Le dijo ella.

    -¿Qué está ocurriendo? -Preguntó una gorda mujer a gritos.

    -¿Qué ha sido ese ruido? -Preguntó otro pasajero.

    Antonio, a pesar de la recomendación dada al otro pasajero se puso de pie y preguntó:

    -¿Le pasa algo al avión?

    -No, el avión está en perfectas condiciones -Respondió la azafata como tratando de asimilar el mensaje que acababan de darle por el teléfono.

    -¿Entonces que ocurre?

    La azafata dio unos pasos adelante antes de responder:

    -El capitán González asegura que ha matado al copiloto y que está a punto de suicidarse. No hay manera de entrar a la cabina y detenerlo -Explicó la azafata, dando otro paso hacia adelante.

    -¡Maldita mierda! -Exclamó alguien.

    -¡Que todo el mundo permanezca en calma! -Gritó a su vez la azafata, tratando de hacer oír su voz sobre los chillidos de los pasajeros.

    Otro golpe amortiguado, provocó que todos los pasajeros se quedaran paralizados

    1795

    -¡Bebed por nuestra libertad! –gritó el negro a la multitud reunida, que cantaba y bailaba unidos en una atmósfera densa, al son de los tambores, en una noche cálida de la Península de Paraguaná, Capitanía General de Venezuela.

    Los recipientes fueron pasando de unos a otros, y el liquido rojo engullido con ansia. Muchos entraban en éxtasis mientras danzaban y  los espíritus entraban y salían de sus cuerpos como un vendaval. Bajo la cacofonía de los tambores, degollaban cerdos y gallinas mientras engullían la cálida sangre que salía de sus

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