Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Hamlet (traducido)
Hamlet (traducido)
Hamlet (traducido)
Libro electrónico229 páginas1 hora

Hamlet (traducido)

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

- Esta edición es única;
- La traducción es completamente original y se realizó para el Ale. Mar. SAS;
- Todos los derechos reservados.
Compuesta entre 1600 y 1602, "Hamlet" es quizá la obra más conocida de Shakespeare y de la historia del teatro en su conjunto. La "máscara de Hamlet", tras la que se oculta el rostro del propio Shakespeare, recorre todo el itinerario teatral del bardo y ha desafiado durante siglos el ingenio de los críticos más ilustres: Goethe vio en él al prototipo del héroe romántico, sensible y atormentado; Eliot a un hombre dominado por emociones inexpresables; Coleridge a un individuo incapaz de actuar, bloqueado por una excesiva actividad del pensamiento y la imaginación, obligado por la situación a contravenir su propia naturaleza. Es cierto que la fuerza del personaje -y de la obra- reside precisamente en ser tan matizado, esquivo y complejo, firmemente anclado en su tiempo y, sin embargo, capaz de hacer resonar las cuerdas más profundas del lector y del espectador de todas las épocas. Con un ensayo de Samuel Taylor Coleridge.
IdiomaEspañol
EditorialALEMAR S.A.S.
Fecha de lanzamiento28 ago 2023
ISBN9791222600970
Hamlet (traducido)
Autor

William Shakespeare

William Shakespeare was born in Stratford-upon-Avon, Warwickshire, in 1564. The date of his birth is not known but is traditionally 23 April, St George's Day. Aged 18, he married a Stratford farmer's daughter, Anne Hathaway. They had three children. Around 1585 William joined an acting troupe on tour in Stratford from London, and thereafter spent much of his life in the capital. A member of the leading theatre group in London, the Chamberlain's Men, which built the Globe Theatre and frequently performed in front of Queen Elizabeth I, Shakespeare wrote 36 plays and much poetry besides. He died in 1616.

Relacionado con Hamlet (traducido)

Libros electrónicos relacionados

Ficción general para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para Hamlet (traducido)

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Hamlet (traducido) - William Shakespeare

    Acto I

    Escena I. Elsinore. Una plataforma ante el castillo

    Entran Francisco y Barnardo, dos centinelas.

    BARNARDO.

    ¿Quién está ahí?

    FRANCISCO.

    No, contéstame. Levántate y despliégate.

    BARNARDO.

    ¡Viva el Rey!

    FRANCISCO.

    ¿Barnardo?

    BARNARDO.

    Él.

    FRANCISCO.

    Llegas con mucho cuidado a tu hora.

    BARNARDO.

    Ya son las doce. Vete a la cama, Francisco.

    FRANCISCO.

    Muchas gracias por este alivio. Hace mucho frío,

    y estoy enfermo del corazón.

    BARNARDO.

    ¿Has tenido guardia tranquila?

    FRANCISCO.

    No se mueve ni un ratón.

    BARNARDO.

    Bien, buenas noches.

    Si os encontráis con Horacio y Marcelo,

    los rivales de mi guardia, diles que se den prisa.

    Entran Horacio y Marcelo.

    FRANCISCO.

    Creo que los oigo. ¡Párate! ¿Quién está ahí?

    HORATIO.

    Amigos de esta tierra.

    MARCELO.

    Y guardianes del danés.

    FRANCISCO.

    Buenas noches.

    MARCELO.

    Oh, adiós, honesto soldado, ¿quién te ha relevado?

    FRANCISCO.

    Barnardo tiene mi lugar. Buenas noches.

    [Salir.]

    MARCELLUS.

    ¡Hola, Barnardo!

    BARNARDO.

    Dime, ¿está Horacio ahí?

    HORATIO.

    Un pedazo de él.

    BARNARDO.

    Bienvenido, Horacio. Bienvenido, buen Marcelo.

    MARCELO.

    ¿Qué, esta cosa ha aparecido de nuevo esta noche?

    BARNARDO.

    No he visto nada.

    MARCELO.

    Horacio dice que no es más que nuestra fantasía,

    y no dejará que la creencia se apodere de él

    tocando esta temida vista, dos veces vista por nosotros.

    Por eso le he rogado que nos acompañe

    Con nosotros para vigilar los minutos de esta noche,

    Que si de nuevo esta aparición viene

    Él pueda aprobar nuestros ojos y hablarle.

    HORATIO.

    Tush, tush, 'twill not appear.

    BARNARDO.

    Sentaos un momento,

    y déjanos una vez más asaltar tus oídos,

    que estan tan fortificados contra nuestra historia,

    Lo que hemos visto dos noches.

    HORATIO.

    Bueno, sentémonos,

    y oigamos a Barnardo hablar de esto.

    BARNARDO.

    La última noche de todas,

    cuando la misma estrella que está al oeste del polo,

    había hecho su curso para iluminar esa parte del cielo

    donde ahora ardemos Marcelo y yo,

    La campana que entonces sonaba...

    MARCELO.

    Paz, rompe contigo. Mira por dónde vuelve.

    Entra Fantasma.

    BARNARDO.

    En la misma figura, como el Rey que ha muerto.

    MARCELO.

    Eres un erudito; háblale, Horacio.

    BARNARDO.

    ¿No se parece al Rey? Fíjate, Horacio.

    HORATIO.

    Lo que más me gusta. Me atormenta el miedo y el asombro.

    BARNARDO

    Se hablaría.

    MARCELO.

    Cuestiónalo, Horacio.

    HORATIO.

    ¿Qué eres tú que usurpas esta hora de la noche,

    junto con esa bella y guerrera forma

    En la que la majestad de la enterrada Dinamarca

    a veces marchaba? Por el cielo te ordeno que hables.

    MARCELO.

    Se ofende.

    BARNARDO.

    Mira, se aleja.

    HORATIO.

    ¡Quieto! ¡Habla, habla! Te ordeno que hables.

    [Salir Ghost.]

    MARCELO.

    Se ha ido, y no responde.

    BARNARDO.

    ¡Cómo ahora, Horacio! Tiemblas y estás pálido.

    ¿No es esto algo más que fantasía?

    ¿Qué te parece?

    HORATIO.

    Ante mi Dios, no podría creer esto

    Sin el sensible y verdadero testimonio

    de mis propios ojos.

    MARCELO.

    ¿No es como el Rey?

    HORATIO.

    Como tú a ti mismo:

    Tal era la armadura que llevaba

    cuando combatió a la ambiciosa Noruega;

    Así frunció el ceño una vez, cuando en una airada discusión

    Golpeó a los polacos en el hielo.

    Es extraño.

    MARCELO.

    Así dos veces antes, y salta en esta hora muerta,

    Con marcial acecho ha pasado por nuestra guardia.

    HORATIO.

    En qué pensamiento particular trabajar no lo sé;

    Pero en el bruto y el alcance de mi opinión,

    Esto presagia alguna extraña erupción a nuestro estado.

    MARCELO.

    Bien ahora, siéntate, y dime, el que sabe,

    por qué esta misma estricta y observadora vigilancia

    tan nocturna fatiga al súbdito de la tierra,

    y por qué ese reparto diario de cañones de bronce

    Y mercado extranjero para implementos de guerra;

    ¿Por qué tal impresión de los armadores, cuya tarea dolorosa

    No divide el domingo de la semana.

    ¿Por qué esta sudorosa prisa

    hace que la noche trabaje junto con el día:

    ¿Quién puede informarme?

    HORATIO.

    Eso puedo;

    Al menos, así lo susurran. Nuestro último Rey,

    cuya imagen se nos aparece ahora,

    fue, como sabéis, Fortinbras de Noruega,

    que fue aguijoneado por el más emulado orgullo,

    se lanzó al combate, en el que nuestro valiente Hamlet,

    pues así lo estimaba este lado de nuestro mundo conocido,

    mató a este Fortinbras, que por un pacto sellado,

    bien ratificado por la ley y la heráldica,

    renunció, con su vida, a todas sus tierras

    de las que se apoderó, al conquistador;

    Contra las cuales, una parte competente

    nuestro Rey, que había vuelto

    a la herencia de Fortinbras,

    Si hubiera sido vencedor; como por el mismo cov'nant

    Y transporte del artículo designado,

    el suyo recayó en Hamlet. Ahora, señor, el joven Fortinbras,

    De temple no mejorado, caliente y lleno,

    Tiene en las faldas de Noruega, aqui y alla,

    ha hecho una lista de resoluciones sin ley,

    Para alimento y dieta, a alguna empresa

    que tenga estómago, que no sea otra,

    como bien parece a nuestro estado,

    Sino recuperar de nosotros por mano fuerte

    y términos compulsivos, esas tierras mencionadas

    Tan perdidas por su padre. Y esto, supongo,

    es el principal motivo de nuestros preparativos,

    La fuente de esta nuestra vigilancia, y la cabeza principal

    De este post prisa y hurgar en la tierra.

    BARNARDO.

    Creo que no es otra cosa:

    Bien puede ser que esta figura portentosa

    Viene armada por nuestra guardia tan parecida al Rey

    Que fue y es la cuestión de estas guerras.

    HORATIO.

    Una mota es molestar el ojo de la mente.

    En el estado más alto y palmy de Roma,

    poco antes de la caída del más poderoso Julio,

    las tumbas permanecían intactas y los muertos cubiertos de sábanas

    chillaban y farfullaban en las calles romanas;

    Como estrellas con trenes de fuego y rocíos de sangre,

    Desastres en el sol; y la estrella húmeda,

    Sobre cuya influencia se levanta el imperio de Neptuno,

    se enfermó casi hasta el día del juicio final con el eclipse.

    E incluso el mismo presagio de eventos feroces,

    Como presagios que preceden al destino...

    y prólogo del presagio que se avecina,

    el cielo y la tierra juntos han demostrado

    A nuestros climas y compatriotas.

    Vuelve a entrar Fantasma.

    Pero, suave, ¡he aquí! ¡Ahí viene otra vez!

    Lo cruzaré, aunque me fulmine. ¡Quieto, ilusión!

    Si tienes algún sonido, o uso de la voz,

    háblame.

    Si hay algo bueno que hacer,

    que pueda aliviarte y darme gracia,

    Háblame.

    Si estás al tanto del destino de tu país,

    Que, felizmente, conociendolo de antemano puede evitar,

    ¡Habla!

    O si has desenterrado en tu vida

    un tesoro extorsionado en el vientre de la tierra,

    Por el cual, dicen, los espíritus a menudo caminan en la muerte,

    Habla de ello. ¡Quédate y habla!

    [El gallo canta.]

    ¡Basta, Marcelo!

    MARCELO.

    ¿Lo golpeo con mi partisano?

    HORATIO.

    Hazlo, si no se queda así.

    BARNARDO.

    ¡Está aquí!

    HORATIO.

    ¡Está aquí!

    [Salir Ghost.]

    MARCELO.

    ¡Se ha ido!

    Lo hacemos mal, siendo tan majestuoso,

    al ofrecerle el espectáculo de la violencia,

    pues es como el aire, invulnerable,

    y nuestros vanos golpes son una burla maliciosa.

    BARNARDO.

    Estaba a punto de hablar, cuando el gallo tripulación.

    HORATIO.

    Y entonces comenzó, como una cosa culpable

    A una temible llamada. He oído

    El gallo, que es la trompeta de la mañana,

    con su garganta altiva y estridente

    Despierta al dios del día; y a su aviso,

    Ya sea en el mar o en el fuego, en la tierra o en el aire,

    El espíritu extravagante y errante se refugia

    A su confín. Y de la verdad aquí

    Este objeto presente hecho probación.

    MARCELO.

    Se desvaneció con el canto del gallo.

    Algunos dicen que cada vez que llega esa época

    en que se celebra el nacimiento de nuestro Salvador,

    el pájaro del alba canta toda la noche;

    Y entonces, dicen, ningún espíritu se atreve a salir,

    Las noches son saludables, entonces ningún planeta golpea,

    Ningún hada se apodera, ni bruja tiene poder para encantar;

    Tan sagrado y gracioso es el tiempo.

    HORATIO.

    Eso he oído, y en parte lo creo.

    Pero mira, la mañana vestida con un manto rojizo,

    camina sobre el rocío de esa alta colina del este.

    Rompamos nuestra guardia, y por mi consejo,

    Comuniquemos lo que hemos visto esta noche

    al joven Hamlet; por mi vida,

    este espíritu, mudo para nosotros, le hablará.

    Consentid que se lo comuniquemos,

    tan necesario en nuestros amores, como adecuado a nuestro deber?

    MARCELO.

    Hagámoslo, te lo ruego, y esta mañana sé

    dónde lo encontraremos más convenientemente.

    [Exeunt.]

    Escena II. Elsinore. Una Habitación de Estado en el Castillo

    Entran Claudio Rey de Dinamarca, Gertrudis la Reina, Hamlet, Polonio, Laertes, Voltemand,

    Cornelio, Señores y Asistente.

    REY.

    Aunque de la muerte de Hamlet nuestro querido hermano

    El recuerdo sea verde, y que nos corresponda

    Llevar nuestros corazones en pena, y todo nuestro reino

    se contraiga en una sola frente de dolor;

    Sin embargo, tanto ha luchado la discreción con la naturaleza

    Que con la más sabia pena pensamos en él,

    junto con nuestro recuerdo.

    Por lo tanto, nuestra hermana de siempre, ahora nuestra reina,

    la consorte imperial de este belicoso estado,

    Hemos, como con una alegría derrotada,

    Con un ojo auspicioso y otro que se cae,

    Con alegría en el funeral, y con tristeza en el matrimonio,

    En igual escala pesando deleite y dote,

    Tomado por esposa; ni hemos aquí barr'd

    Vuestras mejores sabidurías, que libremente han acompañado

    con este asunto. Por todo, nuestro agradecimiento.

    Ahora sigue, que conoces al joven Fortinbras,

    sosteniendo una débil suposición de nuestro valor,

    o pensando que por la muerte de nuestro

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1