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Chile esencial: Turismo y chilenidad
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Libro electrónico721 páginas10 horas

Chile esencial: Turismo y chilenidad

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Este libro es una mirada íntima sobre nuestro país, que comienza hace 12.500 años, con la llegada de los primeros habitantes humanos al territorio que actualmente pertenece a la nación de Chile.

El relato, mediante un simple pero ameno hilo conductor a través de los siglos, nos traslada desde ese instante hasta la elección como presidenta de la Nación de la primera mujer en lograr ese cargo en Sudamérica, Michelle Bachelet, acontecimiento que coincide además con el Bicentenario de vida republicana.

Una presentación, directa, particular, de autor, renovada y transversal, lejos de todo academicismo, que como propuesta final afirma: «Este es el Chile del siglo XXI». El volumen está destinado a quienes desean descubrirlo, pero también a quienes desean volver a visitarlo.
IdiomaEspañol
EditorialRIL editores
Fecha de lanzamiento26 jul 2023
ISBN9789560113931
Chile esencial: Turismo y chilenidad

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    Vista previa del libro

    Chile esencial - Juan José Ferreira

    Índice

    Portada

    Portadilla

    Créditos

    Dedicatoria

    Epígrafe

    Presentación

    Prólogo

    Primera Parte

    Segunda Parte. Primera Unidad

    Segunda Unidad

    Tercera Unidad

    Cuarta Unidad

    Quinta Unidad

    Bibliografía

    Agradecimientos

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    Juan José Ferreira

    Chile Esencial

    Turismo y chilenidad

    Prólogo de

    Ricardo Astorga

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    Chile esencial. Turismo y chilenidad

    Primera edición: junio de 2013

    © Juan José Ferreira, 2013

    Registro de Propiedad Intelectual

    Nº 219.161

    © RIL® editores, 2013

    Los Leones 2258

    cp 7511055 Providencia

    Santiago de Chile

    Tel. Fax. (56-2) 22238100

    ril@rileditores.com • www.rileditores.com

    Composición, diseño de portada e impresión: RIL® editores

    Todas las imágenes de interior pertenecen a J. J. Ferreira

    salvo las que se indican en cada caso.

    Epub hecho en Chile • Epub made in Chile

    ISBN 978-956-284-989-0

    Derechos reservados.

    Para Luisa Orellana, José Damacio y Juan Carlos, mis ángeles custodios. También para Sebastián, Tomás y Martín,

    sus últimos descendientes.

    América…

    Cada nuevo atardecer

    el cielo empieza arder

    y escucha el viento

    que me trae con su canción

    una queja de amor,

    como un lamento.

    El perfume de una flor,

    el ritmo de un tambor

    en las praderas,

    danzas de guerra y paz

    de un pueblo que aún

    no ha roto sus cadenas.

    América,

    es América.

    Todo un inmenso jardín

    eso es América,

    cuando Dios hizo el edén

    pensó en América.

    (Fragmento del popular tema interpretado

    por el cantante español Nino Bravo)

    Chile…

    «Que o la tumba serás de los libres

    o el asilo contra la opresión…»

    (Estrofa de la Canción Nacional de Chile)

    «(…) Y para que haga saber a los mercaderes y gentes que se quisieren venir a avecindar, que vengan, porque esta tierra es tal que para vivir en ella y perpetuarse, no la hay mejor en el mundo, que parece la creó Dios a posta para poder tenerlo todo a la mano».

    (Extracto de la carta enviada por el conquistador de Chile, don Pedro de Valdivia, a Su Majestad, el rey de España, Carlos V, el 4 de septiembre de 1545).

    «Chile, fértil provincia y señalada

    en la región antártica famosa,

    de remotas naciones respetada

    por fuerte, principal y poderosa;

    la gente que produce es tan granada,

    tan soberbia, gallarda y belicosa,

    que no ha sido por rey jamás regida

    ni a extranjero dominio sometida».

    (Canto I, verso VI de La Araucana, obra épica sobre el pueblo mapuche compuesta por el poeta español Alonso de Ercilla y Zúñiga. Fue escrita en octavas reales y se publicó por primera vez en España, en 1569).

    Presentación

    El hombre, desde tiempos remotos, quiso palpar el límite entre lo conocido y lo desconocido. Hace unos 200 mil años nuestros ancestros dejaron atrás las praderas africanas y viajaron incansablemente buscando los horizontes, ambicionando los puntos cardinales, los polos, las estepas y los mares.

    Por curiosidad.

    Quien no viaja muere lentamente, escribía Neruda. El viaje, la travesía nos trasforma, nos conduce mas allá de los límites conocidos, de las leyes y la moral, nos transporta hasta la efímera frontera del mundo vivido y el ignoto que ansiamos –y también tememos– conocer. El viaje es palpar nuevos horizontes, cruzar líneas imaginarias y fronteras reales, es traspasar tiempo y espacio, es alcanzar la fantasía del mito y la intangibilidad de la leyenda.

    Todos viajan alguna vez en su vida: el explorador inquieto, el ambicioso conquistador, el mercader innovador, el sabio, el misionero, el aventurero, el científico, el gitano, el poeta y el turista.

    El viaje es el sueño de regresar a casa, es la ambición de ser el primero, es dejar atrás el temor al fracaso y sumergirse en ese mundo que nos arrastra más allá de lo imaginado e imaginable.

    Sir Richard Burton, el más fascinante de los intelectuales trotamundos, irreverente y mordaz explorador, luchó en Afganistán y la India, casi muere buscando las fuentes del Nilo y fue el primer occidental en vivir en la ciudad sagrada y prohibida de La Meca. Después de un año y cuando viajaba por el desierto para salir de allí, oculto por las sombras de la noche y montado en un burro, divagó sobre su éxito y el sentimiento de vacuidad que lo embargaba… «Solo el fracaso nos impulsa a seguir, solo el fracaso nos impulsa a tener, cada mañana, un nuevo desafío, una nueva odisea», se dijo.

    Marco Polo, el gran descubridor veneciano, viajó para abrir nuevas rutas comerciales y sus descripciones hablan de mundos que probablemente jamás siquiera conoció; Antonio de Pigafetta, escribano de Hernando de Magallanes, fantaseaba que en una isla en los mares del sur encuentra a unos pigmeos de orejas tan grandes que se acuestan sobre una y se tapan con la otra.

    El viaje está más allá de lo real o lo soñado… sólo está.

    David Livingston fue un pastor inglés que se sumergió en el África negra en una cruzada para salvar almas. Por la fama y la fortuna terrenal viajaba, en cambio, Henry Morton Stanley, periodista galés contratado por un diario estadounidense para ir en su búsqueda. James Cook, el almirante británico, famoso por sus aventuras en Oceanía, que ha sido sindicado como el viajero más grande de todos los tiempos, era motivado por el honor y la fama… no para él, sino para su estirpe cuando él ya no estuviera.

    «El viaje, metáfora de la vida, produce hechizo desde siempre», escribía un antropólogo chileno.

    Juan José Ferreira, en su Chile esencial, nos invita a viajar, a deambular a través del tiempo y el espacio por la historia y la leyenda, por el mito y el rito, por el dato útil, por las ventanas de lo posible de conocer y la insoportable atadura de no poder. Como sea, Ferreira termina con esa dicotomía, podemos viajar a través de ese «Chile esencial» en cuerpo y ganas, en espíritu elevado o como un simple lector curioso. Su libro, cargado de datos precisos y valiosos, está además repleto de pensamientos de un hombre culto, de un estudioso de nuestro país, su historia y cultura, de sus lugares remotos en tiempo y espacio, de los hombres y mujeres presentes y que marcan nuestro devenir, de las cosas sencillas que no podemos dejar de conocer –en presencia o en letras–.

    Chile esencial es no solo una guía útil de cómo viajar por nuestro país conociendo, cambiando, enriqueciéndonos como personas, sino que se puede trasformar en un libro que no debe faltar en cualquier biblioteca personal o pública. Entre sus páginas encontramos párrafos relevantes de nuestra historia, como la formación de nuestra Nación en términos políticos y militares, también guiños y recomendaciones a comidas de valor cultural

    Chile esencial, como su nombre lo dice, es un ente, existe, es real y Ferreira, con una pluma amena, ágil, coloquial y culta, lo trae a nosotros.

    Ricardo Astorga

    Periodista y antropólogo

    Marzo de 2013

    Prólogo

    La idea de contar lo que uno entiende por chilenidad o ­–en esencia– lo que es su país, suele enfrentarnos a una larga lista de dudas, inquietudes e interrogantes acerca de la interpretación que uno se sienta tentado a dar.

    Es justamente ese el momento en que uno debe responderse algunas interrogantes y emprender algunas acciones. En mi caso personal, lo primero fue tratar de estar lo más informado posible y, lo segundo, intentar el mayor grado de objetividad posible. Aun así, ambos recursos no me resultaban suficientes: ¿Cómo sabe uno cuándo se encuentra suficientemente informado? ¿Y cuál es el grado máximo de objetividad? Como no tenía respuestas para estas dos interrogantes, busqué dar con una solución más amplia, pero que a su vez abarcara las dos interrogantes primeras. Fue así como concluí que debía escribir principalmente como me lo dicta mi conciencia, mi emoción y finalmente mi corazón.

    Al momento de ver el borrador completamente listo para la edición, me convencí de que no cambiaría nada de todo lo dicho y afirmado en el presente texto. Sobre todo, considerando que fui testigo de gran parte de estos sucesos, especialmente de los acontecimientos que asolaron el país a contar de 1973 en adelante y, finalmente, concluí que esta forma de relatarlos era mi verdad.

    El presente texto es, en definitiva, un testimonio personal y sincero, tal y como yo contaría a los extranjeros y a mis propios compatriotas la historia de lo que es esta larga y angosta faja de tierra llamada Chile.

    Solo me resta esperar que los lectores lo aprecien del mismo modo.

    Juan José Ferreira

    Diciembre de 2012

    Primera Parte

    Chile… o una loca geografía

    Chile es un país tricontinental, pues posee territorios en América del Sur, en el continente antártico y en Oceanía. Está situado en el extremo suroccidental de Sudamérica, y es el país más apartado de Europa y África. Debido a su longitud, posee prácticamente todos los tipos de climas, que van desde el tropical al polar.

    El dominio del Estrecho de Magallanes, del canal Beagle y del paso Drake, otorga a su soberanía en el extremo sur, las llaves de la comunicación marítima entre los océanos Pacífico y Atlántico. Posee límites naturales de extrema rigurosidad: al norte, gran extensión desértica, al sur los hielos eternos de la Antártica, al este el obstáculo de la cordillera de los Andes, y al oeste el océano Pacífico. Estos límites le proporcionan a Chile las características de una verdadera isla.

    Su longitud continental es de 4.330 km y su longitud antártica es de 2.555 km, los que sumados le otorgan a Chile una longitud total de 6.885 km. En tanto, su ancho promedio es solo de 177 km, siendo su anchura máxima de 360 km (en la península de Mejillones, II Región) y su ancho mínimo, tan solo de 90 km (Illapel, IV Región). Estas dimensiones le otorgan al país una extraordinaria y curiosa forma, muy larga y muy angosta, que el poeta Pablo Neruda comparó con la de una espada. La diversidad climática y –por ende– la diversidad cultural y paisajística de Chile, se pueden entender mejor cuando vemos que su ubicación geográfica va desde el Polo Sur, y llega a tan solo 18 paralelos de la Línea Ecuatorial. Esta ubicación y características lo convierten también en el país más largo y más austral del mundo.

    Determinante influencia en el clima y el paisaje constituyen el mar y la cordillera de los Andes, la que se extiende desde el extremo norte (Arica) al extremo sur (Punta Arenas), en forma prácticamente ininterrumpida. En el tramo que hay entre Tierra del Fuego y la Antártica, su prolongación continúa bajo las aguas del mar austral, hasta reaparecer en el Territorio Antártico Chileno, con el nombre de Antartandes. Este cordón montañoso se ubica en una zona altamente sísmica y volcánica, y forma parte del denominado «Cinturón de Fuego del Pacífico».

    Nota aclaratoria: «Chile… o una loca geografía» es una denominación tomada del título de un libro-homenaje al país, escrito en 1940 por Benjamín Subercaseaux.

    El origen de la palabra Chile

    Lo cierto es que son varios los orígenes que podría tener este vocablo. El más comúnmente referido es el que dice que Diego de Almagro (el primer español que llegó a estas tierras) universalizó el uso del término Chile, al denominar «Chile» al valle del río Mapocho, que era el mismo que se le daba al valle del Aconcagua. Pero que el origen del término era, a su vez, una deformación del nombre del cacique llamado «Tili», que gobernaba el territorio al momento de producirse la conquista incaica.

    Otras versiones aseguran que el nombre se originó al comprobarse la similitud del valle del Aconcagua, con uno existente en el Perú y que se llamaba Chili.

    Existen, además, otras versiones que aseguran que su origen se encuentra en la similitud del término Chile con «trih» o «chih», nombre que los mapuche daban a un ave con manchas amarillas en las alas.

    El origen del nombre América

    Debido a que Américo Vespucio fue el primero que consideró seriamente la posibilidad de que las tierras recientemente visitadas por Cristóbal Colón se trataran de otro continente, cuando se publicó el primer mapa que incluía estos nuevos territorios, se le dio el nombre de América, haciendo referencia a quien proponía la tesis y no se consideró a Cristóbal Colón para darle un nombre; de ser así, este continente quizás debió denominarse «Colombia» o quizás «Colombo». Cuando posteriormente se trató de corregir el error, ya era demasiado tarde: el mundo había acuñado el nombre de América para este continente.

    Cuándo y por qué se acuñó el término

    América Latina

    El vocablo lo acuñó un reconocido comunicador francés llamado Michel Chevalier (1806-1879). El término, sin duda, agradó a los sudamericanos, tanto que lo aceptaron y adoptaron inmediatamente, sin mediar reparo o rechazo alguno.

    La primera razón por la que debería ser aceptada tal denominación para estas nuevas tierras, según su autor, es por haber sido exploradas y colonizadas por países de origen latino (español y portugués), y por haber heredado por esta misma razón el idioma, la religión y la cultura. Es bueno recordar aquí, que el idioma oficial de la Iglesia Católica usado en esa época era el latín –origen del español y el portugués, entre muchos otros–. Otros factores que apoyarían esta tesis es el origen del mestizaje entre colonizadores y aborígenes. Tenemos así, entre otros, el caso de Chile y Brasil: el primero, entre españoles y aborígenes, y el segundo, entre portugueses y aborígenes. También se tuvieron en cuenta, algunas fuertes inmigraciones de latinos que llegaron a Sudamérica, italianos hacia Argentina y españoles hacia Chile, entre muchas otras. Existe, además, la influencia del periodo ilustrado, de la Revolución francesa y el hecho de que desde la época de la Conquista existe un nexo con Europa, especialmente con la parte latina, el que subsiste todavía.

    Pero en contraposición a estos argumentos se alzan opiniones y otros argumentos, de parte de pensadores e historiadores que señalan, ni más ni menos, que el término de América Latina se trata nada más que un invento literato.

    Estos aseguran que una gran parte de la influencia extranjera también proviene de África, Asia, Oriente y de la parte no latina de Europa. Estos argumentos mencionan también la gran cantidad de gente de Sudamérica que no habla precisamente español ni portugués; y que no solo son aborígenes, sino que hablan lenguas aborígenes. A simple vista, en Sudamérica únicamente se habla español y portugués, pero estos son solo los idiomas que se utilizan mayoritariamente, pues también se hablan muchos otros, basta mencionar el mapudungun y el rapa nui en Chile, y el guaraní en Paraguay. Existe también otro argumento, muy bien documentado por lo demás, que asegura que Francia donde se inventó el término América Latina tenía serias intenciones de instalarse en América y participar de la colonización y del reparto de territorios. Recordemos que el señor Michel Chevalier era un escritor de cuestiones políticas y económicas, luego se convirtió en el ideólogo del llamado panlatinismo, un programa de acción que expresaba las aspiraciones de Francia respecto a los territorios de ultramar. Este señor llegó a la vida pública, más que nada para legitimar la política expansionista de Napoleón III.

    El primer hecho que apoyaría esta última teoría, es el que se relaciona con el nombramiento del archiduque austriaco Maximiliano y de la princesa belga Carlota como emperadores de México, por parte de Napoleón III, al pretender crear en México un Estado satélite desde el cual contener y fomentar la influencia anglosajona en América Latina en beneficio de Francia, durante la guerra entre México y los Estados Unidos entre 1847-1848.

    Además, se dice que es posible que la incursión de Orllie-Antoine I como rey de la Araucanía y la Patagonia (ver más información relacionada en: «Rey de la Araucanía y Patagonia», en página 441) haya sido manejada por el Gobierno francés. Esta afirmación nadie la puede confirmar plenamente, pues no existen documentos que así lo acrediten, pero lo que sí se sabe con certeza es que Francia, en ocasiones, apoyó abiertamente a este controvertido personaje. Solo baste recordar cuando el cónsul general de Francia en Chile intercedió en su favor ante la justicia en Valparaíso, cuando Orllie-Antoine se hallaba preso y juzgado, y obtuvo su liberación y lo embarcó de regreso a Francia el 28 de octubre de 1862.

    Según algunos intelectuales, el término más apropiado que se debería usar para calificar la llamada «América Latina», debería ser el de «Indígena-afro-iberoamericana».

    Aspectos geográficos

    Relieve

    El territorio nacional presenta cuatro grandes formaciones predominantes: la cordillera de los Andes, la depresión intermedia, la cordillera de la Costa y las planicies litorales. Y podríamos agregar un quinto elemento a esta conformación, que es la desmembración del territorio patagónico.

    No obstante, existen múltiples otras variables que hacen cambiar estas cinco formaciones principales. Del total de la superficie de Chile, el 80% –aproximadamente– corresponde a superficie montañosa y el 20% restante, corresponde a superficie plana.

    La cordillera de Los Andes

    Es, sin duda, la formación más determinante del territorio nacional y ejerce influencia sobre la geografía, el relieve, la sismicidad y el clima. Es la cadena montañosa que se extiende casi paralela a la costa del Pacífico, desde Panamá hasta el Cabo de Hornos. A partir de allí, se hunde en el mar y vuelve a aflorar en las islas australes y en la península antártica, siendo denominada allí Antartandes.

    Es también uno de los sistemas montañosos más grandes del mundo. Mide 7.240 km de longitud (solo considerando su extensión desde Panamá al Cabo de Hornos), tiene un ancho promedio de 241 km y una altura promedio de 3.660 metros (su altura máxima sobrepasa los 6.800 msnm).

    3.-%20Cordillera%20de%20Los%20Andes%2c%20foto%20JJ%20Ferreira%202.jpg3.-%20Cordillera%20de%20Los%20Andes%2c%20foto%20JJ%20Ferreira%204.jpg

    La cordillera de los Andes sirve de telón de fondo a la ciudad de Santiago. En la parte superior derecha de las fotos se aprecia claramente parte del centro invernal Farellones-

    Colorado; en la parte baja de las fotos, el centro de la ciudad.

    Hace aproximadamente unos 28 millones de años que se originó la elevación y plegamiento de las rocas sedimentarias que dieron origen a esta cadena montañosa, durante el periodo Cretácico, cuando la corteza terrestre de la placa del Pacífico inició la subducción (deslizamiento del borde de una placa de la corteza terrestre por debajo del borde de otra) de la placa Sudamericana, en un proceso conocido con el nombre de tectónica de placas. Por esta colisión, además, se desencadenaron erupciones volcánicas y terremotos, manifestaciones que hasta la actualidad se producen.

    Cordillera de la Costa

    Se extiende por el territorio nacional a lo largo del océano Pacífico y en forma paralela a la cordillera de los Andes meridionales, separada de esta por la llamada depresión intermedia longitudinal.

    En el norte, su altura no supera los 1.500 metros y presenta grandes acantilados hacia la costa, pero al sur de Copiapó (III Región) da origen a mesetas y presenta alturas que superan los 3.000 m. En el sur deriva en núcleos montañosos aislados que dan origen a los archipiélagos de Chiloé y de los Chonos (X Región).

    Depresión intermedia

    Es una fosa tectónica que recorre gran parte del territorio nacional. Se extiende desde el límite norte hasta Puerto Montt (X Región) y corre entre ambas cordilleras. Es interrumpida con frecuencia por cordones montañosos transversales: de Santiago al sur recibe el nombre de valle central, allí se desarrolla parte importante de la actividad económica nacional y se concentra un porcentaje considerable de la población.

    Las planicies costeras

    Son las franjas costeras de relieve bajo y de amplitud variable que se presentan entre el litoral y la cordillera de la Costa. En la parte norte son solo pequeñas planicies que prácticamente se encuentran encerradas por los cerros, pero más al sur, estas van ganando amplitud. En ellas se localizan las principales ciudades costeras y los balnearios del país.

    La costa

    De Arica al Canal de Chacao (X Región) la costa chilena es prácticamente poco accidentada, y con algunas islas cercanas ubicadas desde la Región del Biobío al sur.

    Desde el Canal de Chacao y hasta el Cabo de Hornos, la costa chilena se presenta totalmente desmembrada. Esta forma se origina por la acción moderadora de varios elementos. Entre los principales se cuentan el hundimiento del borde costero y la posterior invasión de las aguas del mar, lo que generó islas, archipiélagos y canales, y la intensa actividad glacial que esculpió profundos valles, dando origen a los fiordos. El viento, la humedad y las bajas temperaturas hicieron el resto.

    El mar de Chile

    Es importante establecer la diferencia entre mar territorial y mar patrimonial. El mar territorial corresponde a las 12 millas marinas contadas desde la costa, y el mar patrimonial (o Zona Económica Exclusiva) va desde la costa hasta las 200 millas marinas. Esto último permite al Estado chileno la exclusiva explotación y conservación de los recursos marinos de este territorio oceánico. Este derecho se extiende también a las islas adyacentes al territorio insular y al Territorio Antártico Chileno (más información relacionada en: «Derecho al territorio marítimo», página 58).

    Relieve insular

    En el Océano Pacífico, Chile ejerce soberanía sobre diversas islas de origen volcánico, siendo turísticamente las principales, la Isla de Pascua y el archipiélago de Juan Fernández.

    Isla de Pascua posee 3 volcanes inactivos. Su relieve es de suaves lomajes y laderas. La costa es escarpada y rocosa, con excepción de las pequeñas playas de Anakena y Ovahe y del sector del poblado de Hanga Roa. Su altura máxima es de 560 msnm.

    Juan Fernández su relieve está cubierto de alturas y quebradas. Su altura máxima es de 1.002 msnm, la que se elevan a tan solo 1.000 metros de la orilla del mar (dando origen a impresionantes acantilados costeros). Su costa está rodeada de farellones y bahías. Posee solo un par de pequeñas planicies costeras; en una de ellas se ubica Bahía Cumberland, el único poblado del archipiélago.

    Hidrografía

    Diversos ríos cruzan el territorio nacional. Siempre corren desde la cordillera de los Andes hacia el océano Pacífico. Sin embargo, no son muy extensos debido a la angostura del territorio nacional. En la zona norte existen solo algunos ríos y ninguno de ellos es de gran caudal: el Loa, el Lauca y el Lluta; el primero es el río más largo de Chile debido principalmente a su extraña forma de «U», con 443 km; pero los dos siguientes no superan los 100 kilómetros de longitud. El lago más importante de esa zona es el Chungará y tiene la característica de estar a 4.500 msnm.

    En el centro-norte sí existen ríos de considerable tamaño que aportan al desarrollo de la agricultura regional. El río Elqui, Aconcagua y el Maipo (con sus dos afluentes, el Mapocho y el Colorado). En esta zona casi no es posible encontrar grandes lagos, solo se encuentran algunos pequeños y algunas lagunas.

    De ahí al sur, ya es posible encontrar abundantes ríos y de grandes caudales. En la zona sur, el río más importante es el Biobío, con 380 km de longitud y con múltiples afluentes.

    El Villarrica es el primer lago importante de la llamada zona de los lagos, que los posee en gran cantidad y de gran tamaño. En la zona patagónica existen abundantes ríos, aunque de menor envergadura pero de un fuerte caudal debido al desnivel en que descienden de cordillera a mar.

    También existen aquí innumerables lagos, algunos de los cuales son compartidos entre Chile y Argentina. Es el caso del General Carrera que, con sus 970 km² en el lado chileno, es el lago más grande del país.

    Clima

    La longitud del país es el principal factor que determina la gran variedad climática del territorio. La cordillera de los Andes, que forma un verdadero biombo climático que cubre todo el oeste, y la influencia del océano Pacífico por el este, terminan de regular el clima territorial.No obstante, se pueden diferencias claramente algunas zonas climáticas con características propias.

    En la zona norte del país, el clima es de carácter desértico con escasas precipitaciones, tan escasas que en algunos lugares no se ha registrado jamás la presencia de lluvias. Las temperaturas se mantienen en un promedio cercano a los 20 ºC, con grandes variaciones entre el día y la noche, durante la cual pueden bajar de los 0 ºC, principalmente en la parte desértica al interior del territorio.

    La corriente de Humboldt enfría las zonas costeras y permite la presencia de abundante nubosidad, conocida como camanchaca. En la zona del altiplano las temperaturas descienden debido al efecto de la altura, dando origen a un clima estepario frío que se caracteriza por presentar precipitaciones estivales, proceso conocido con el nombre de «invierno altiplánico».

    Desde el valle del Aconcagua y hasta la Región del Biobío, el clima predominante es el mediterráneo, exceptuando la cordillera de los Andes en donde es frío como consecuencia de la altura, tal como sucede en el norte.

    Es aquí donde claramente se presentan las cuatro estaciones bien marcadas, principalmente con veranos secos y cálidos e inviernos fríos y lluviosos. Las temperaturas promedio en Santiago, en verano, promedian los 20 ºC, con extremas de 36 ºC; mientras que en invierno pueden promediar entre los -2 ºC y los 10 ºC.

    Al sur de la Región de La Araucanía y hasta la Península de Taitao existe un clima marítimo lluvioso. De ahí hacia el sur se presenta un clima estepario frío, con bajas temperaturas y una fuerte disminución de la pluviosidad que, generalmente, se presenta en invierno en forma de nieve. En el territorio antártico predomina el clima polar.

    El clima insular es fuertemente afectado por la influencia del océano Pacífico. La Isla de Pascua presenta un clima único con características subtropicales, y la temperatura media anual es de 20 ºC. En verano, la máxima y la mínima son de 28 ºC y 15 ºC, y febrero es el mes más caluroso. En invierno (junio-agosto), la máxima es de 22 ºC y la mínima es de 14 ºC. Llueve esporádicamente durante todo el año, con una media de 1.138 mm anuales de precipitación.

    El archipiélago Juan Fernández es de clima marítimo, con una elevada humedad ambiental y un promedio anual de temperatura de 15 ºC. La precipitación media anual llega a los 1.041 mm y las lluvias descienden entre octubre y febrero.

    Fenómenos que afectan la temperatura del mar

    y, por ende, al clima continental

    La corriente de Humboldt

    Es una corriente de aguas frías procedente del océano Glacial Antártico y que fue descrita por el científico alemán Alexander von Humboldt. Corre desde la isla de Chiloé (X Región) hacia el norte, por toda la costa de Chile; pero es a lo largo del litoral peruano en donde su presencia se hace notar con más intensidad, debido principalmente a la anomalía que provoca en la temperatura media de las aguas, inusualmente baja para regiones de esas latitudes.

    Esta inversión térmica posee características propias, tales como la alteración drástica del régimen subtropical de lluvias, y estas -a su vez- dan origen a una franja propia de arenales y desiertos costeros fríos, tales como el desierto de Atacama en Chile y el desierto costero del Perú. Asimismo, como son aguas que provienen del Polo Sur, estas transportan una densidad extraordinaria de plancton, lo que convierte a las aguas que atraviesa la corriente en lugares muy apropiados para albergar gran variedad de peces y proporciona una abundante pesca. Esta misma causa convierte a la corriente misma en un importante recurso económico para Chile y Perú.

    Fenómenos de «El Niño y de «La Niña»

    El fenómeno de «El Niño»: con este nombre se conoce a la aparición de corrientes oceánicas cálidas en la costa oeste de América, pero también a la alteración del sistema global océano-atmosférico que se origina en el Pacífico ecuatorial, o sea en una franja oceánica cercana al ecuador, y que generalmente se presenta en un periodo comprendido entre diciembre y marzo.

    Esta aparición de aguas cálidas fue identificada por pescadores peruanos siglos atrás, y fueron ellos quienes la bautizaron con el nombre de «El Niño», en referencia a la llegada del Niño Jesús, ya que generalmente este fenómeno se presentaba en diciembre y muy cerca de Navidad.

    Este evento se presenta a intervalos de entre dos y siete años, y se caracteriza porque la superficie del mar y la atmósfera sobre él, presentan una condición anormal durante un periodo que va de doce a dieciocho meses. En forma simple, se puede decir que sus principales características son: aumento de la temperatura del agua, del medio ambiente, aumento de la humedad, de la formación de nubes y aumento de precipitaciones.

    Los cambios en la temperatura influyen en la salinidad de las aguas, alterándose, por lo tanto, las condiciones ambientales para los ecosistemas marinos. Estos cambios afectan las poblaciones de peces y por ende la actividad recolectora asociada a ellas. Los cambios de temperatura en la atmósfera influyen en el clima, con lo que se afecta también a la agricultura. En otras palabras, el fenómeno de «El Niño» trae como consecuencia que muchas regiones normalmente húmedas, como Indonesia, lleguen a ser secas, mientras que las áreas normalmente secas como las de la costa oeste de América, se humedezcan con abundantes precipitaciones.

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    Paisaje nevado de la Patagonia Chilena. (Foto: gentileza Indap)

    Otras alteraciones que ocurren son la disponibilidad y abundancia de las poblaciones de peces, las que cambian en áreas costeras, afectando con ello la actividad pesquera. Otros impactos adversos incluyen un aumento en la frecuencia de los incendios forestales, inundaciones, erosión costera, alteración en el anidamiento de aves marinas y alteraciones en los arrecifes coralinos, además de un aumento de la presencia de tormentas tropicales. Todos estos efectos que se producen en la costa oeste de América, tienen su contraparte en el océano Pacífico occidental, afectando principalmente a Australia e Indonesia.

    El fenómeno de «La Niña»: en pocas palabras se podría decir que esta anomalía produce los efectos contrarios a los de «El Niño». La aparición de este fenómeno trae como consecuencia primaria la presencia de condiciones oceánicas y afloración hacia la superficie de aguas frías en el Pacífico ecuatorial y, por ende, en las costas del norte de Chile, además de Perú, Ecuador y Colombia. Las precipitaciones presentan un fuerte déficit, el que en ocasiones ha llegado a un 79% en la zona central de Chile. Solo este efecto trae consecuencias, en algunos casos catastróficas, para algunos sectores económicos del país, tales como el agrícola, ganadero, energético y minero.

    La marea roja

    Es un fenómeno natural, caracterizado por el aumento de ciertos microorganismos del fitoplancton, no necesariamente asociado a un cambio de coloración del mar. Estos microorganismos provocan el «veneno paralizante de mariscos», poseen un ciclo de vida natural de crecimiento y de decrecimiento, pero a veces bajo condiciones ambientales favorables, «no del todo conocidas», como podrían ser la temperatura, la sal y los nutrientes, entre otros, se multiplican repentinamente y sin control, aumentando su concentración en el agua.

    Estos organismos producen un veneno que es acumulado por los moluscos. Al ser estos ingeridos por los seres humanos, se produce una intoxicación de variadas intensidades, la cual, si no se trata a tiempo, puede provocar, incluso, la muerte.

    Este fenómeno se produce en diferentes partes del planeta y, como es de suponer, no es posible aplicar medidas que limiten su propagación. Existen muchos tipos de mareas rojas, pero solo un 10% del total son dañinas para el ser humano.

    Las microalgas dañinas se concentran solo en los moluscos de dos conchas, tales como choritos, almejas, cholgas, ostras y ostiones, entre otros. Cuando los moluscos filtran el agua para obtener su alimento, las microalgas quedan alojadas en sus intestinos, por lo que al consumir el marisco se ingiere también la toxina. Algunas de estas, no se destruyen ni siquiera al cocer los mariscos.

    Un aspecto importante para tener en cuenta es que los mariscos que contienen estas toxinas no cambian de color, olor, sabor, ni de aspecto. Por lo tanto, la única forma de saber si contienen este veneno es a través de un análisis de laboratorio, por eso es altamente recomendable comprar y/o consumir mariscos solo en lugares debidamente autorizados.

    Aparte de los problemas para la salud, la marea roja representa graves problemas para la actividad pesquera y para las fuentes de ingreso asociadas a ella.

    Los símbolos patrios

    La bandera nacional

    La actual bandera nacional se adoptó el 18 de octubre de 1817 y es la tercera y definitiva. Las dos anteriores poseían tres franjas horizontales, la primera con los colores blanco, azul y amarillo; y la segunda con los colores azul, blanco y rojo.

    El escudo nacional

    Posee una base central, mitad azul y mitad rojo con una estrella al centro. A su costado izquierdo figura un huemul (ciervo nativo de Chile) y al lado derecho el cóndor, ave habitante de la cordillera de los Andes. Cada animal está testado con una corona de oro. Al centro de la parte superior, exhibe un plumaje tricolor y en su base una cinta con la leyenda: «Por la razón o la fuerza». Su diseño fue aprobado en 1920.

    La canción nacional

    El actual himno nacional es el tercero en ser creado. Los dos primeros fueron cambiados debido a que sus letras eran claramente anti-España, y una vez obtenida la independencia ya no existía un ambiente de animosidad entre ambas naciones. Por ello es que el entonces Presidente de la República, don Manuel Bulnes, hizo cambiar la letra por una más acorde con la nueva situación.

    El himno fue oficializado en 1847, con letra del poeta Eusebio Lillo y música de Ramón Carnicer.

    Puro Chile es tu cielo azulado,

    puras brisas te cruzan también,

    y tu campo de flores bordado

    es la copia feliz del edén.

    Majestuosa es la blanca montaña

    que te dio por baluarte el Señor,

    y ese mar que tranquilo te baña

    te promete futuro esplendor.

    Coro:

    Dulce patria, recibe los votos

    con que Chile en tus aras juró

    que o la tumba serás de los libres

    o el asilo contra la opresión.

    (El himno nacional consta de seis estrofas, más la parte del coro, pero usualmente solo se canta la estrofa V y la parte del coro).

    Flor nacional: el copihue

    Es una especie endémica del país. Es una enredadera que abunda principalmente en los bosques autóctonos del sur, desde la VIII hasta la X Región. Sus flores pueden ser además de rojas, de color blanco y rosado.

    Este ejemplar se encuentra protegido por la ley (Nº 129 de 1971, del Ministerio de Agricultura), por lo tanto, se encuentra prohibido su arranque, corte, transporte y comercialización, en tanto se trate de plantas y flores silvestres, no así las que provengan de viveros o criaderos debidamente autorizados por el SAG (Servicio Agrícola y Ganadero).

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    Copihue, flor nacional. (Foto: gentileza Conaf)

    La danza nacional: la Cueca

    «Es un baile de pareja en el que se representa la ceremonia de seducción, en que un castizo gallo representado por un huaso con chaquetilla, poncho, botas, espuelas y sombrero, rodea con su baile a la polluela (gallina), representada por una china, mujer vestida con atuendos típicos del campo chileno, cuyo pelo cae amarrado en dos trenzas o en un moño».

    Los bailarines, que llevan un pañuelo en su mano derecha, trazan figuras circulares, con vueltas y medias vueltas. Su origen es incierto, creyéndose que proviene de la zamacueca, que a su vez tiene influencias amerindias, españolas y africanas, incluso árabes, por lo que es posible encontrar variedades de la cueca -pero que poseen características propias- en Perú, Bolivia, Argentina, incluso en México.

    En Chile, debido a la influencia de las diferentes culturas de su larga geografía, la cueca presenta algunas características propias que originaron principalmente dos tipos más de la cueca tradicional:

    a. La cueca nortina, cuyo principal cambio radica en que la música solo es tocada y no cantada, y que se interpreta con trompetas, tubas, bombo y cajas.

    b. Y la cueca chilota, cuya principal diferencia radica en que los pasos son más cortos y a que la voz del cantante tiene más importancia que el sonido de los instrumentos.

    Existen también otros estilos de cueca en Chile, tales como la llamada cueca de salón, la cueca campesina, la cueca porteña, la cueca balseada y especialmente vale la pena mencionar la cueca brava, sobre todo porque su aceptación, principalmente por parte de la juventud, aumenta día a día.

    La cueca brava es denominada también como «cueca urbana» o «cueca chora», y es un estilo de cueca chilena que, a diferencia de la tradicional, tiene una temática que es de corte urbano. Este estilo de cueca nació en los años 50, y sus orígenes se relacionan con los burdeles y las fondas marginales de Santiago y Valparaíso. La temática de sus letras se relaciona, por lo general, con los personajes secundarios de las ciudades, y siempre contiene un toque de picardía.

    El Estado y su conformación

    Los poderes del Estado

    Son tres y funcionan independientemente entre sí.

    Poder Legislativo: es el encargado de hacer las leyes.

    Poder Ejecutivo: es el responsable de administrar el Estado.

    Poder Judicial: está a su cargo la administración de la justicia en la sociedad.

    Los tres poderes están sometidos a la Constitución y a las leyes. Sus competencias están allí señaladas, y no pueden hacer nada que no haya sido previamente autorizado por una norma jurídica.

    División político-administrativa

    En 1974 se estableció la última y actualmente en vigencia división político-administrativa del país. Según esta, Chile quedaba dividido en 12 regiones, más la Región Metropolitana (RM) de Santiago. Todas ellas, a excepción de la RM que no posee litoral, ocupan secciones íntegras del territorio nacional que van de la costa del océano Pacífico a la frontera oriental. La numeración de todas ellas está en correlación de norte a sur, exceptuando la Región Metropolitana que –tiene el número XIII– está ubicada en la zona central del país.

    En diciembre de 2006, el Congreso chileno aprobó la creación de dos nuevas regiones, las que fueron designadas con los números XIV (Región de Los Ríos) y XV (Región de Arica y Parinacota). Como los números de las nuevas regiones provocaban una alteración en el orden numérico de las mismas -numeradas originalmente de norte a sur-, se dispuso que todas las regiones fueran llamadas principalmente por sus respectivos nombres y solo en segundo lugar por sus números.

    La conformación del territorio actual de Chile

    Desde la llegada de los españoles a los territorios que actualmente ocupa lo que hoy es Chile, las fronteras han sufrido importantes transformaciones, tanto por anexión como por cesión de territorios.

    Anexión del territorio Antártico chileno

    En 1539 el emperador de España, Carlos V, transfirió a la Capitanía General de Chile el gobierno y dominio de las tierras situadas al sur del Estrecho de Magallanes, con lo cual Chile se anexó lo que hoy se conoce con el nombre de Península Antártica Chilena, quedando su límite austral justo en el Polo Sur.

    Desde esa fecha –y principalmente por ese acto, pero también por muchos otros–, Chile ha mantenido en forma incuestionable el derecho a ese trozo de territorio antártico.

    Antecedentes históricos que avalan los derechos de Chile

    sobre el territorio Antártico

    a. 1494: El Tratado de Tordesillas, firmado el 7 de junio de 1494 fijaba las áreas de influencia de España y Portugal, las que iban de polo a polo a los 46º 37’ O. Es así que la zona antártica reclamada hoy por Chile –aún desconocida en esa época– caía dentro de la zona que correspondió a España.

    b. 1534: El emperador Carlos V de España, dividió el territorio sudamericano en tres gobernaciones: de Nueva Castilla (Perú), de Nueva Toledo (Chile), y de Nueva León (Tierras Magallánicas, las que en la época se creía que todas estas tierras, al sur del Estrecho, formaban un solo todo). En 1539 se crea una nueva gobernación hacia el sur de la Gobernación de Nueva León, llamada «Terra Australis». En 1554 el conquistador Pedro de Valdivia, que ya tenía a cargo la Gobernación de Chile, logró que el Consejo de Indias traspasara los derechos de Nueva León y de Terra Australis al territorio colonial chileno.

    c. 1569: En La Araucana de Alonso de Ercilla y Zúñiga, se lee en su canto I: «Es Chile norte sur de gran largura… bajo del Polo Antártico en altura de veinte y siete grados, prolongado». Y en el canto III escribe: «Esta fue quien hallo los apostados indios de las antárticas regiones».

    Existen además innumerables crónicas y mapas, tanto de Chile como de Europa, que indican la pertenencia de la «Terra Australis» Antártica como parte de la Capitanía General de Chile. En esa época ya existía la certeza de un continente blanco al sur del paso Drake, separado de Tierra del Fuego, documentado por innumerables relatos de navegantes que, ya sea con antecedentes o por accidentes, llegaron a lo menos a las actuales islas Shetland del Sur.

    Una vez iniciado el siglo XIX, y lograda la independencia de las colonias de América, las nuevas repúblicas se constituyeron en base al principio de uti possidetis, lo que significa que los nuevos Estados tendrían como límites aquellos heredados de las colonias españolas de las que se originaban. Por lo tanto, la República de Chile quedaba conformada por aquellos límites que incluían los derechos sobre la Península Antártica.

    d. 1843: Una expedición chilena fundó el Fuerte Bulnes, tomando posesión del Estrecho de Magallanes, al poco tiempo de que navíos británicos y franceses arribaran a la zona con los mismos propósitos.

    e. 1856: En ese año se promulgó el tratado de amistad con Argentina que reconocía los límites del uti possidetis.

    f. 1906: Argentina reclama ante Chile por las supuestas atribuciones que se toma Chile ante los territorios de las islas Shetland del Sur, debido a que quienes pretendían establecer en la zona actividades pesqueras y de caza de lobos, pedían autorización a Chile para llevar a cabo sus propósitos. Entonces se acordó establecer un límite «a definir» de zonas distintas para cada país, pero este tratado nunca se firmo.

    g. 1908: Recién ese año, Gran Bretaña anunció oficialmente sus reclamos en torno a todos los territorios comprendidos dentro de los meridianos 20º y 80º al sur del paralelo 50º en el territorio antártico, y que en 1917 trasladó al sur del paralelo 58º y luego, en 1962, trasladó al paralelo 60º S. «No es necesario recordar aquí que Gran Bretaña ni siquiera se encuentra en el hemisferio sur», por lo que sus supuestos derechos son «solo supuestos».

    h. 1914: El inglés Ernest Shackleton anunció una expedición para cruzar el Polo Sur, desde el mar de Weddell al mar de Ross, con dos naves: el «Endurance» y el «Aurora». El clima le impidió la realización de su expedición. Shackleton navegó por algunos puertos de Argentina y de las islas Malvinas y de las islas Georgias del Sur, solicitando ayuda para rescatar a la tripulación apresada en los hielos. Pero no la consiguió hasta que el piloto chileno Luis Pardo, a bordo de su nave «Yelcho», en medio de temperaturas de -30 ºC y con un mar tormentoso y lleno de témpanos, rescató al resto de los náufragos que esperaban ser socorridos en la isla Elefante, y los condujo a Punta Arenas. Esto dejó en evidencia el gran manejo y dominio sobre el territorio antártico que demostró Chile en esa ocasión (más información relacionada en: «Rescate en la Antártica», página 475).

    i. 1940: Los derechos de posesión del Territorio Antártico Chileno fueron establecidos por el Decreto 1.747 del 6 de noviembre de 1940, bajo el gobierno de Pedro Aguirre Cerda, donde se fijan los límites que actualmente se encuentran vigentes.

    Territorio Antártico chileno: aspectos históricos y geográficos

    Comprende los territorios ubicados entre los meridianos 53º O y 90º O. Abarca las islas Shetland del Sur, la península Antártica e islas adyacentes. Posee una superficie aproximada de 1.250.000 km cuadrados. Sus límites se encuentran definidos por el Decreto Nº 1.747 de 1940 del Ministerio del Interior de Chile. Este establece que: «Forman la Antártica Chilena, o Territorio Antártico Chileno, todas las tierras, islas, islotes, arrecifes, glaciares y demás, conocidos y por conocerse, y el mar territorial respectivo, existente dentro de los límites del casquete constituido por los meridianos 53º longitud Oeste de Greenwich y 90º longitud Oeste de Greenwich» (casi en sobreposición a este territorio, existe una reclamación por parte de Argentina –53º O y 74º O– y una por el Reino Unido –53º O y 80º O–). Administrativamente, este territorio forma parte de la XII Región de Magallanes y de la Antártica Chilena.

    Geografía y clima

    Los científicos explican el pasado remoto del continente antártico de la siguiente manera: se calcula que hace más de 250 millones de años, todas las actuales masas terrestres se encontraban reunidas formando un único supercontinente llamado Pangea. Posteriormente –200 millones de años, aproximadamente–, esta superficie se habría dividido en dos partes, todavía consideradas supercontinentes, denominadas Laurasia (en la parte norte) y Gondwana (en la parte sur). Ambos se fueron subdividiendo a su vez en grandes bloques que conforman los actuales continentes, los que se comenzaron a dispersar en un proceso que, aunque imperceptiblemente, aún continúa.

    Actualmente, la Antártica ocupa el Polo Sur geográfico de nuestro planeta, pero hasta hace unos 160 millones de años estuvo unida a la India, África, Australia y Sudamérica. Al momento de la separación de estas tierras, la Antártica se mantuvo durante mucho tiempo unida a Australia, hasta que, hace unos 80 millones de años, se separaron al derivar Australia hacia el norte y ocupar su posición actual. La incógnita que permanece es por qué en el caso de la Antártica, al desprenderse de Gondwana, su constante movimiento la impulsó siempre hacia el sur, mientras que los otros continentes lo hicieron hacia el norte, sobre todo por la importancia que este continente tiene en la evolución del clima.

    El continente antártico posee una superficie que alcanza a los 14 millones de km cuadrados. Por estar ubicado dentro del Círculo Polar, latitud 66º 30’ Sur, durante el verano los días tienen luz casi las 24 horas. A la medianoche, el sol baja hasta la línea del horizonte para luego volver a subir; mientras que durante el invierno los días permanecen en una prolongada penumbra. En el Polo Sur Geográfico, el día dura 6 meses y la noche los otros 6 meses restantes del año.

    Este territorio está, a excepción de algunas pequeñas zonas costeras, permanentemente cubierto por una gruesa capa de hielo y nieve, la que puede superar los 1.200 metros de profundidad en ciertos sectores del interior del continente. Esta masa de hielo concentra el 70% de la reserva de agua dulce del planeta.

    La enorme presión que ejerce el peso del hielo, hace que este se desplace hacia la periferia del continente. A medida que lo hace, la masa de hielo pasa sobre varios sistemas montañosos, lo que produce una considerable disminución de su espesor. Al llegar a la línea de la costa, su espesor promedio es de 300 metros: aquí se desprenden en grandes bloques de hielo, los que se conocen con el nombre de témpanos. Estos hielos también suelen desprenderse desde los glaciares. Una vez en el mar, son desplazados a la deriva por las corrientes marinas y por los vientos, hasta que lentamente se derriten.

    La península Antártica Chilena, o Tierra de O’Higgins, está atravesada longitudinalmente por la cordillera de los Antartandes, que no es más que la prolongación de la cordillera de los Andes. Este cordón montañoso, el más largo de Sudamérica, nace cerca de Panamá y se extiende hasta el Cabo de Hornos; ahí se hunde completamente y desaparece en el paso Drake, pero reaparece en el Arco de las Antillas Australes y luego en la Península Antártica con el nombre de Antartandes. Su altura máxima alcanza los 4.897 msnm en el monte Vinson.

    El arco estructural-tectónico, formado por las denominadas Antillas Australes, comprende las islas Georgias del Sur, islas Sándwich del Sur e islas Orcadas del Sur, y forman –geológicamente– una comunicación con la parte más meridional de Sudamérica. La denominación de Antillas Australes se funda en analogías morfológicas con el arco geotectónico de las Antillas, que representan la conexión, de orden geológico, entre ambas Américas. En el caso de las Antillas Australes, representan la conexión entre la Isla Grande de Tierra del Fuego y la península Antártica.

    Las precipitaciones en la Antártica son relativamente escasas y van disminuyendo hacia el Polo Sur. Su temperatura promedio bajo cero es de -40 ºC, en los entornos, y -60 ºC, en el interior del continente. Mientras que su temperatura promedio del mes más cálido nunca supera los 0 ºC, lo que permite la existencia de tierras descubiertas de la capa de hielo permanente en los entornos del continente; el resto de este se encuentra bajo el régimen de clima polar. No obstante las severas condiciones climáticas actuales, se calcula que la Antártica –durante sus orígenes– tuvo clima cálido cuando formaba parte, primero de Pangea y luego de Gondwana.

    El Tratado Antártico

    Fue firmado el 1 de diciembre de 1959 y regula las relaciones entre los Estados firmantes, en las materias relacionadas con el continente antártico. Los países firmante iniciales (signatarios) son: Argentina, Australia, Chile, Bélgica, Francia, Japón, Noruega, Sudáfrica, URSS (actualmente sustituida por Rusia), Reino Unido (Gran Bretaña e Irlanda del Norte) y EE.UU.

    El convenio deja la opción abierta para su ingreso a cualquier miembro de la ONU u otro Estado invitado por la totalidad de los países signatarios. De hecho, varios países más se han integrado al Tratado. Para este, se entiende por territorio antártico a todos los territorios y/o barreras de hielo ubicados al sur de los 60º de latitud sur.

    El Tratado establece que:

    a. La Antártica es patrimonio de la humanidad.

    b. El territorio antártico solo puede ser usado con fines pacíficos, por lo que se impiden las instalaciones militares o armadas.

    c. Los países firmantes del Tratado tienen derecho a establecer bases con fines científicos; asimismo, el Tratado establece la posibilidad de intercambio de información, personal científico, observaciones y resultados sobre las actividades realizadas.

    d. En el territorio antártico no se pueden hacer ensayos nucleares, ni de guerra, ni dejar desechos tóxicos, ni almacenar material radioactivo.

    e. Finalmente, el Tratado Antártico congela las aspiraciones territoriales de los países signatarios, con lo que deja en statu quo dichas aspiraciones, por el tiempo que dure el tratado; asimismo, impide la realización de nuevas reclamaciones de territorio antártico, protegiendo los derechos de soberanía de sus miembros signatarios.

    Sugerencia: Si quiere maravillarse y sorprenderse con la vida animal del Continente Blanco no deje de ver el extraordinario documental francés «La marcha de los pingüinos», ganador de un merecido premio Oscar de la Academia de Hollywood.

    Integración de la Región de Chiloé

    Tras la Batalla de Maipú, con la que se sello definitivamente la independencia de Chile, no terminaron las diputas territoriales entre el Gobierno chileno y las fuerzas españolas. Todavía a esa fecha, Valdivia y Chiloé se encontraban en poder de las fuerzas leales al rey de España.

    Bernardo O’Higgins tuvo que destinar ingentes recursos y una gran cantidad de contingente militar para lograr conseguir su anexión. Solo cuando incorporó al ejército a Lord Cochrane y al general Beauchef, quienes lograron por fin tomar la ciudad de Valdivia, se infundió la esperanza de lograr el éxito final y recién en 1826 se pudo incorporar definitivamente la provincia de Chiloé a la nación de Chile.

    Chile toma posesión del Estrecho de Magallanes (1843)

    Hasta la época de la Colonia, el Estrecho de Magallanes y las tierras adyacentes habían pertenecido a España en virtud del Tratado de Tordesillas. Con el descubrimiento de la ruta del Cabo de Hornos (1616), el Estrecho perdió toda importancia comercial como vía de navegación, tanto así que España llevó a cabo solo un intento de fundar ciudades en sus riberas, plan fallido que terminó conociéndose con el nombre de «Puerto del Hambre» (más información relacionada en: «Puerto del Hambre» en página 467).

    España no había realizado ningún acto de dominio en el Estrecho ni sus tierras aledañas, tanto así que en la práctica eran consideradas «tierras de nadie», al punto que cualquier tripulación que desembarcaba en el lugar enarbolaba su bandera durante su estadía y a nadie le importaba.

    En el caso de Chile, que no obstante durante su emancipación había señalado que su soberanía llegaba hasta el Cabo de Hornos –incluso a tierras antárticas–, Tierra del Fuego seguía tan abandonada como lo había estado antes. Fue bajo el gobierno de Manuel Bulnes que nuestro país fundó, primero el Fuerte Bulnes y posteriormente Punta Arenas, incorporando de hecho el Estrecho de Magallanes y las tierras adyacentes, al territorio nacional.

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    Antofagasta, capital de la región del mismo nombre.

    Anexión de las provincias de Antofagasta y Tarapacá

    El descubrimiento de yacimientos de salitre en las provincias de Tarapacá (perteneciente a Perú) y Antofagasta (perteneciente a Bolivia), causó gran revuelo en la zona por los beneficios económicos del llamado «oro blanco».

    Al comienzo de la explotación masiva del salitre en la zona, concurrió un abundante contingente de

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