Chanchullos
Por Nicanor Parra
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Chanchullos - Nicanor Parra
Nicanor Parra
Chanchullos
Extractos de entrevistas de Nicanor Parra
ISBN: 978-956-9974-00-7
Este libro se ha creado con StreetLib Write (http://write.streetlib.com).
Chanchullos
Parra antes de Las Cruces
Extractos de entrevistas de Nicanor Parra
Selección, montaje, prólogo y notas: Lucas Costa
Chanchullos.
Parra antes de Las Cruces
© Lucas Costa, por la selección, prólogo y montaje.
© Alquimia Ediciones 2014.
Colección: Umbrales de memoria.
Dirección colección: Guido Arroyo González.
Diseño y diagramación: Estudio Navaja.
Duro de roer
Nunca he logrado entender del todo a Parra (si acaso algo hay que entender cuando leemos poesía). Mejor dicho: nunca he logrado cifrar bien qué es la antipoesía, ese primer estadio de su obra. Obviamente hubo excepciones. Recuerdo el entusiasmo con que, en la adolescencia, repasábamos sus hits en una edición tapa dura de Obra gruesa, sacada de la biblioteca del colegio, la que terminamos destruyendo de tanto manipular. En ese tiempo un gran amigo, obsesionado con el delirio tipo Syd Barret, escribió algunos versos de Preguntas a la hora del té en la pared de su cama, con una letra que recordaba a la tipografía del art noveau (con un trazo más siútico que bizarro). De esa irreverencia hiperventilada ya queda poco, pero todavía permanece el cuestionamiento: ¿cómo separar las aguas entre lo que queda afuera y lo que queda dentro de la antipoesía? ¿Ir contra la solemnidad desde lo más prosaico o lo cotidiano o no tener un declive sublime, eso la hace algo único
? Nunca hablamos de qué nos decían esos textos, toda esa parafernalia que reservábamos como propia. Ahora que lo pienso, puede emparentarse con el afán de la ruptura; con la intencionalidad; con la ridiculez que nos enrostra. Lectores y circunstancias fuimos –somos– develados. No obstante, nunca me cuajó esa imposibilidad de tra car un contenido, donde el texto sirve sólo para enrostrarte la estupidez. Y esto corre también para su autor, que es fruto de ese mismo procedimiento (ese gran armatoste).
Hay una parte en estos fragmentos, donde Parra a rma su supuesta claridad, ese clásico afán universalista, el del poeta popular que todos pueden entender. Me pegunto: ¿en la calle, quién entiende a Parra? Es obvio que lo conocen, pero ¿lo habrán leído? Parafraseando a Enrique Lihn –quien le saca en cara de manera certera esa pretensión–, Parra no es un poeta ni de la claridad ni de lo popular, sino alguien a quien le interesa el realismo. Así, a secas. Es por ello que su dicción parece como si fuera claro. Pero no lo es: necesitamos de un buen arsenal para desentrañar los pliegues de las liaciones con que opera. De ahí que él mismo cite a autores de la losofía, del psicoanálisis, de la ciencia moderna, de la crítica cultural, de la supuesta posmodernidad, para poder hablar desde su trinchera. O bien, no necesitamos echar mano a nada. Porque Parra (el supuesto de carne y huesos) es duro de roer. Este autor- cción está más cerca del viejo zorro o del patrón de fundo, una especie un huaso que tira palabras con efecto, a la manera de trompos. Y ellas vuelven intactas a sus manos. Y uno se pregunta: ¿Qué pasa cuando las palabras vienen con ese efecto?
Hace mucho tiempo, Clara Sandoval (la madre de la familia Parra) ya la tenía clara. Conocía ese efecto: uno no se puede ar de lo que dice Nicanor. El modus operandi es el que ya conocemos, el clásico hablar medio en serio y medio en broma para hacer al interlocutor pisar el palito, hundirse en el fango. Quizá lo que más aclara esta actitud son aquellos pasajes donde Parra nos narra con detalle los juegos que practicaba en su infancia, donde quien ganaba era siempre el que comenzaba la broma. Esto se emparenta con el afán del pequeño Nicanor, cuyo deseo de infancia era ser Carabinero. A pesar de que ese dato no está en el libro, me parece fundamental a la hora de pensar en su figura (o ese germen). Antecedentes así fueron un poco la pauta para la selección: hallar fragmentos que se alejaran de la figura que conocemos hoy por hoy, esa especie de suvenir-asceta del nuestro litoral-Olimpo. Pero ojo, sin la voluntad de juzgarlo por esto o aquello (tarea que no me gusta ni corresponde). Es por eso que este libro lleva la bajada Parra antes de las Cruces, porque en eso consistió el laburo: encontrar momentos en los que había cierto espesor o donde no aparecía con tanto ímpetu ese personaje aplastante. Fragmentos no en cuanto a verdad, sino en cuanto a consistencia (el criterio mínimo de selección fue que no respondiera con un artefacto). Nadie lo culpe, pero a la mayoría de l@s entrevistadores de la época post Cruces son dados vueltas a pachotadas. Porque sabemos que es difícil pillar a Parra: sus biografemas funcionan casi como artefactos.